Spiritualized: «Sweet heart, sweet light.»

Spiritualized nunca fue considerada una banda fundamental del Brit-Pop pese a coincidir en el tiempo, y quizás por ello le ha sobrevivido; por ello y por la tenacidad de su líder Jason Pierce que, disco tras disco, se ha ido apropiando de un sonido sustentado en unas referencias sólidas de las que no se aparta desde que el éxito de «Ladies & Gentleman We are floating in space» confirmara lo acertado de su apuesta.

Sonidos eléctricos de psicodelia, rock y folk aderezados con orquestaciones clásicas y grandes coros siguen protagonizando las canciones de este trabajo marcado, de nuevo, por la enfermedad, las medicinas y los hospitales que tan bien conoce el bueno de Jason Pierce. Su voz quejumbrosa vuelve a ser acompañada por destacadas instrumentaciones en Little girl o Too late y recupera las guitarras y los pianos para el rock & roll en temas como Heading for the top now o I am what I am o el que podría haber sido su single más radiado, Hey Jane, si no fuera por su excesiva duración de más de diez minutos.

Estas nuevas canciones deberían resonar a quien conozca la trayectoria de Spiritualized, deberían despertarle una vez más la sensación de que las ha oído antes, pero eso ni importa ni sorprende; son las canciones que cabía esperar. Enraizado en la tradición anglosajona y el rock más clásico, Jason Pierce ha vuelto a producir un puñado de buenas canciones con los mismos materiales con los que hace veinte años inició su carrera y que, lejos de agotarse, vuelven a demostrar la cuerda que les queda.

 

La banda sonora de la revolución

Rock y política, un tema trillado y que levanta no pocas polémicas y aristas, incluso paradojas y contradicciones en nuestros grupos y artistas favoritos. Ahora que se va a cumplir el primer aniversario de 15M, recuerdo la cantidad de artículos y reportajes que se han venido publicando sobre el posicionamiento político de músicos españoles. Dado que la cosa en un año ha ido a mucho peor, y espera, no está de más reflexionar acerca de algunos grupos y artistas que se han caracterizado por su posicionamiento a lo largo de su carrera. Es obvio que no vamos a caer, o lo vamos a intentar, en músicos que han aprovechado la coyuntura, y que vamos a olvidarnos de disonancias evidentes como por ejemplo si se puede defender cierta postura ante el medio ambiente y realizar costosísimas giras de gran impacto medioambiental (aunque algunos grupos ya han destinado una pequeña parte de sus beneficios a mitigar esos efectos).

Vaya por delante que hay que considerar que el rock, y la música en general, han perdido gran parte de su carácter contestario y de crítica social. Si el rock se asocia con la juventud y con el cuestionamiento de las normas, la autoridad y el sistema, hace mucho tiempo que este proceso ha sido integrado y convertido en valor de consumo. Si uno repasa los artistas que conforman la Primera División del mainstream no encuentra mucha conciciencia política y crítica social. Lejos quedan los tiempos de Bob Dylan y su herencia del folk norteamericano, con las referencias a Peter Seeger, Woody Guthrie, etc. Y tampoco podemos olvidar al grandísimo Bob Marley, ni por supuesto a John Lennon, icono del compromiso en la música. Puede resultar paradójico, pero el nihilismo y el desencanto de los grupos de Seattle y compañía de la primera década de los 90 podían implicar un cierto posicionamiento ideológico, pero fueron engullidos por el mainstream.

También quedan lejos los tiempos de The Clash y The Jam, entre otros, surgidos de un contexto como la profunda crisis de Reino Unido a partir de la segunda mitad de la década de los 70. Ahí sigue Paul Weller, con grandes discos en solitario donde también arremete contra todo. Sin duda, el grupo con una conciencia política explícita, siendo el vehículo de su trayectoria musical, que más popularidad ha alcanzado en las dos últimas décadas ha sido Rage Against The Machine. Este grupo ha tratado numerosos temas políticamente incorrectos, y su mensaje se ha caracterizado por ser revolucionario, lo cual no impidió su participación en Rock in Rio 2010 en Madrid (si eso no es una contradicción…)

En otros grupos y artistas, el mensaje político está muy presente, aunque no sea el vértice de su música y sus letras. Pearl Jam, Bruce Springsteen (aunque acertadamente ha optado últimamente por esa vía), REM, Ben Harper, etc., serían buenos ejemplos de todo ello, lo cual les ha valido no pocas críticas y censuras en Estados Unidos. Hay discos que en sí mismo también representan un posicionamiento, como la banda sonora de Eddie Vedder para «Into the Wild» de 2007. Neil Young siempre ha sido un artista comprometido, incluso su disco de 2006 «Living with war» era una crítica explícita a la administración Bush (aunque, ay, el bueno de Neil también tocó en Rock in Rio Madrid 2008). Y Green Day publicó en 2004 «American Idiot», el mejor largo de su carrera. Pero si hay un disco reciente que cumple esa función, aunque mucha gente no lo capte así, es «OK Computer», el clásico de Radiohead de 1997, una crítica a la deriva de la sociedad actual que se quedó corta.

Siguiendo la tradición británica, también habría que señalar a Manic Street Preachers, muy posicionados, o incluso algunos temas de Blur. En fin, que como podemos observar son todos artistas consagrados desde hace incluso décadas. ¿Hay algo nuevo bajo el sol en esta dirección, siempre en el ámbito de rock y sus aledaños?, pues en gente que tenga repercusión no mucho, la verdad.

La situación es más complicada en el caso español. Olvidando la gente que se sumaba al carro, y otros ejemplos similares, la politización del rock en España se ha centrado siempre en el rock radical vasco, por razones obvias, y poco más. No hay que dejar de lado a Def Con Dos, por supuesto, pero no mucho más. La música politizada o ideologizada en España ha sido patrimonio de los cantautores, desde la transición, y eso ha limitado la implicación de otras corrientes musicales.

Así que, si tenemos que poner en marcha una banda sonora de la revolución, pues sonarían muchas canciones de los músicos antes descritos, pero no hay grupos nuevos que aborden estas cuestiones y que lleguen al gran público. La música ha perdido en gran medida esa función, lamentablemente. La industria musical ha lanzado sus canales hacia lo banal (aunque no esté de acuerdo en parte de los argumentos de Vargas Llosa sobre la cultura) y lo insustancial en gran medida. Y es legítimo, pero algo queda huérfano. Da grima a Rage Against The Machine en Rock in Rio, pero son necesarios los Rage Against The Machine.

Nos quedamos para terminar con Tracy Chapman y su «Talkin’ Bout the Revolution», una gran canción.

P.D. Podéis pensar, ¿dónde están Bono y U2? Esos son tan contradictorios que merecen un post por sí mismos, con sus luces (más de las que parecen) y sus sombras.

 

La Habitación Roja, «Fue eléctrico»

La Habitación Roja es uno de esos grupos españoles que llevan años y años de carrera, su primer disco es de 1998, y que siempre aparecen en todas las listas de lo mejor del año, aunque para un público minoritario. Nosotros tampoco le habíamos hecho mucho caso a La Habitación Roja, pero siempre estábamos ahí, a ver si esta vez le prestábamos atención. Y tocó hacerlo. Su trascendencia más allá del indie, o como quieran llamarlo, se produjo cuando Steve Albini, el productor de Nirvana, se hizo cargo de «Nuevos tiempos» (2005) y «Cuando ya no quede nada» (2007). Recuerdo del primero su tema «El eje del mal», que lo ponían las televisiones cuando aún se emitía música, entonces ya poca.

También habíamos leído entrevistas con sus componentes, y casi siempre decían cosas interesantes. Casi caemos con «Universal» (2010) y al final lo hicimos con este «Fue eléctrico». Y nos encontramos ante un disco muy homogéneo, muy compacto, y basado en buenas melodías pop con grandes guitarras. Y este es un hecho diferencial, su presencia constante en el disco. También destaca por unas letras cuidadas y trabajadas, muy meláncolicas en su conjunto, algunas de ellas indescifrables por momentos, y otras muy basadas en la actualidad. El disco rezuma contundencia en su música pero nostalgia y tristeza en sus letras, como confiesan sus integrantes en algunas entrevistas, señalando malos momentos personales, además del contexto en el que nos encontramos, como causa de este hecho.

El inicio del disco es prometedor «El resplandor» y «Siberia» son buenas canciones, pero llega «Ayer», un tema que en otra época sería todo un hit y cuya letra es impresionante (atentos a «querría quererte como tú te mereces»); y culmina con una de mis canciones favoritas del disco: «Indestructibles». Los siguientes temas no caen, exceptuando posiblemente «Norge», pero es una opinión personal. Y así se llega a las tres últimas, de las cuales destacan indiscutiblemente «La segunda oportunidad» y «Ahora quiero que te vayas», de las cuales es fácil imaginar la temática. Dos canciones muy grandes, que denotan un elevado nivel compositivo, a las que se une «Malasombra».

Así que, si os gusta la música, escuchad a La Habitación Roja, siempre en la primera línea de indie. Pero, si estáis deprimidos y melancólicos, dejad este disco para otra ocasión y buscaros otros de este grupo. Sin duda, «Fue eléctrico» estará entre los mejores discos del año.