Band Of Horses, «Mirage Rock»

Expectación y ganas, eso es lo que había ante la cuarta entrega de Band Of Horses, uno de los mejores grupos norteamericanos de los últimos años. Etiquetados en el «Americana», el «Folk-Rock», el «Country Rock», y todo lo que queráis, Band Of Horses habían ido creciendo paso a paso hasta un disco colosal: «Infinite Arms» (2010). Bellas armonías, canciones tristes y luminosas, preciosas guitarras y la influencia de gente como Neil Young, Cosby, Still & Nash, etc. Y un gran directo, como pudimos comprobar en Azkena 2011. Pero, con «Mirage Rock», la cosa se queda en el casi. Sin ser un mal disco, es muy irregular, a pesar de algunos aciertos, y de que la voz de Ben Bridwell sigue siendo fascinante. Sin olvidar esas armonías con Ryan Monroe. Pero a «Mirage Rock» le faltan canciones. No hay aquí un «Laredo», un «No one´s gonna love you», un «The first song» o un «The Funeral».

Confieso que su primer single, y canción que abre el disco, «Knock Knock» me dejó un poco frío. Es una canción extraña, muy guitarrera, y que mejora con las escuchas. Pero, con el segundo corte, «How to live», llega el primer bajón, muy pronto, siendo un tema que no aporta nada. Sin embargo, con «Slow Cruel Hands of Time» recuperamos nuestras expectativas, un tema marca de la casa con aires a Neil Young, y posiblemente la mejor canción del disco. Una ilusión, «A Little Biblical», esta con un toque muy pop, y «Shut-in Tourist» me parecen de las canciones más flojas del disco, transmiten como que estén realizadas sin ganas, la segunda especialmente.

«Dumpster World» y «Electric Music» vuelven a sendas conocidas, con esa mezcla de rock y country, dos canciones que están entre lo mejor del disco, de nuevo con ciertas reminiscencias a Neil Young, entre otros. Pero con «Everything´s Gonna Be Undone» nos quedamos de nuevo muy fríos, un tema country no muy atinado. Se recuperan de nuevo con la acelerada «Feud» y con»Long Walks», canciones más complejas, especialmente la segunda, pero reconocibles en su estilo. «Long Walks» también va ganando con las escuchas, especialmente con su in crescendo. Y finaliza dejándonos con «Heartbreak on the 101», que la ponemos en el saco de los temas flojos del disco.

Un disco que no entrará, lamentablemente, entre los mejores del año. No nos atrevemos a calificarlo como un paso atrás en la carrera de Band Of Horses, pero sí que parecía que podían aportar algo más. Nos quedamos con los aciertos del disco, profundizar en ese sonido que les caracteriza, tan en consonancia con las imágenes de sus discos y su iconografía, que nos lleva a una naturaleza tranquila y sutil.

Un dato curioso, en su primera semana a la venta, el disco ha entrado en el número 24 de los más vendidos en España. Siendo un grupo con una repercusión minoritaria, es un indicador del nivel de ventas de la música en España. Los fans fieles hemos adquirido el disco, pero obviamente no somos decenas de miles, ni muchísimo menos. Os dejamos con este precioso vídeo de «Slow Cruel Hands of Time» en acústico.

 

 

Bob Dylan, «Tempest»

Llega una de las novedades más esperadas y alabadas de la temporada: «Tempest» de Bob Dylan. La expectación ha sido máxima y la crítica se ha rendido al disco número treinta y cinco de Dylan. Prácticamente no hemos encontrado discrepancias y se señala como su mejor obra desde «Love and Theft» (2001). En losrestosdelconcierto.com no somos precisamente expertos en la extensa e inabarcable figura y obra de Bob Dylan, aunque le profesamos nuestra admiración. Siempre miramos suspicazmente estos adjetivos en los casos de artistas ya consagrados y venerados (The Rolling Stones, Van Morrison, Neil Young, incluso Bruce Springsteen…). ¿Hay para tanto?, no cabe duda de que nos encontramos ante un muy buen disco, pero no nos atrevemos a situarlo en la carrera de Dylan. Además, la temporada no está siendo muy buena en lo que a novedades se refiere.

Bob Dylan ha cultivado una imagen de «trovador canalla», si se puede definir así, apostando desde hace mucho tiempo por los sonidos de raíces de la música de Estados Unidos. Sus incursiones en todos los estilos posibles han sido una constante. También está por encima del bien y del mal, hace lo que quiere, como lo demuestra su «Gira interminable», y no rinde cuentas. En «Tempest» profundiza en estas raíces, desde el blues al folk, destacando de nuevo su facilidad para escribir historias, en canciones que se alargan por encima de la media, la música al servicio de la letra. Comienza con un single potentísimo, «Duquesne Whistle», que coescribe con Robert Hunter, ya convertido en clásico dylaniano.

Con «Soon After Midnight» el disco se relaja pero vuelve a subir con una de sus mejores canciones, «Narrow Way». «Long and wasted years» es un pausado tema folk, a las que le siguen varias canciones con tintes blues. «Pay in Blood» compite con «Duquesne Whistle» por la mejor canción el disco, y «Scartlet Town» y «Early Roman Kings» podría interpretarlas en cualquier garito perdido del Mississippi. Con «Tin Angel» nos acercamos de nuevo al Dylan más trovador y en «Tempest», canción sobre la que ha manifestado que se inspiró en el Titanic, vuelven los aires folk a lo largo de más de catorce minutos. Termina la función con «Roll on John», al parecer inspirada en este caso en John Lennon.

En todas las canciones, Dylan vuelve a hacer gala de esa voz rota y cascada que le ha definido en los últimos años. Y la verdad es que le encaja como un guante en la figura que ha ido construyéndose. Y es que, cualquier día, podremos ver a Dylan convertido en personaje secundario de, por ejemplo, alguna película de los Hermanos Coen, donde quedaría perfecto. Aunque no nos hagamos ilusiones.

En definitiva, un disco que a nosotros nos ha gustado mucho, pero que no nos atrevemos a categorizar como «Obra Maestra» de Bob Dylan. A estas alturas, muy difícil.

 

Cuando Lauryn Hill pudo reinar

Homenaje a una de las grandes voces de la música soul y hip-hop de las dos últimas décadas, la historia de una carrera truncada y de un verso libre, porque Lauryn Hill tomó sus decisiones, sin mirar atrás. La que se ubicó a un paso de gente como Aretha Franklin, se quedó en el «casi», pero nos dejó un legado imprescindible, y quién sabe si algún día nos presentará otra obra maestra. Es la historia de Lauryn Hill.

A mediados de los noventa, el hip-hop y el rap estaban siendo cada vez más accesibles para todos los públicos. Eran la alternativa al R&B descafeinado que se daba entonces, mientras los sonidos más clásicos del soul y el funk estaban soterrados. En aquel momento, 1996, un grupo llamado The Fugees publicaba «The Score», un gran disco que alcanzó gran popularidad. Ese grupo lo formaban Wyclef Jean, Pras Michael y Lauryn Hill, actriz temprana en películas como «Sister Act 2». «The Score» reunía todos los clichés del género: samplers, rimas combativas y versiones contundentes. Nadie podrá olvidar el impacto de su revisión del «Killing me softly with his song» popularizada por Roberta Flack. Y es que la voz de Lauryn Hill encajaba perfectamente en todos sus registros. Había más revisitaciones, como «No woman no cry», pero también temas muy potentes como «Fu-gee-la» y «Ready or not» (popularizada en España por ser empleada en una campaña publicitaria por los grandes almacenes por todos conocidos).

The Fugees lo tenían todo pero sus integrantes eran muy inquietos y enseguida comenzaron con sus proyectos en solitario, en los que inicialmente participaron el resto de los miembros. Así, Wyclef Jean, el más hiperactivo de ellos, se inició en solitario en 1997. Y en 1998 llegaría el grandísimo debut de Lauryn Hill, «The Miseducation of Lauryn Hill».

El disco lo tenía todo y logró el número 1 en Estados Unidos. Un disco que recogía prácticamente todos los palos de la música negra, desde el soul al hip-hop. Sin duda, es uno de los grandes discos de la década de 1990 y Lauryn Hill tomaba la delantera a divas en retirada como Withney Houston; a estrellas emergentes como Toni Braxton, Mary J. Bligle o Erykah Badu; y a futuras, a las que marcó el camino, como Macy Gray o Alicia Keys. Aclamado por la crítica y el público, todas las canciones fueron compuestas por la propia Lauryn Hill, destacando temas como «Ex-Factor», «Everything is eveything», «Lost ones»…e incluso te regalaban como bonus track una grandísima versión del «Can´t take my eyes off you». Pero, por encima de todo, destacaba «Doo Wop (That thing)», una canción enorme enmedio de tan enorme disco. Creo que este tema recoge todo lo que Lauryn Hill podía haber sido pero no pudo ser, o no quiso.

Con semejante éxito, la vida de Lauryn Hill tomó un giro definitivo. Conoció a Rohan Marley, hijo de Bob Marley, se trasladó a vivir a Jamaica, y a lo largo de su relación tendrían cinco hijos. Convertida en estrella mundial y con las primeras luchas de egos aflorando en The Fugees, especialmente con Wyclef Jean, su carrera también tomaría otra dirección. Lejos de repetir la fórmula del éxito, Lauryn Hill se presentó en 2002 con «MTV Unplugged No. 2.0». Un disco doble, acústico y minimalista, donde Lauryn Hill se postulaba como cantautora, todavía con unas letras más comprometidas que antes. No quiero ni pensar en la cara de los de la discográfica cuando se presentó con este proyecto. Atrás quedaba la exhuberancia de «Doo Wop (That thing)» y la crítica y el público le volvieron la espalda. Confieso que en 2002 no le presté atención al disco, como la mayoría de la gente a la que nos impactó «The Miseducation of…», el cambio nos pilló a contrapié, pero años después me lo compré y también me fascinó. Todavía hoy, ambos discos, siguen sonando muy frescos, y «MTV Unplugged No. 2.0» es un disco incomprendido y olvidado, injustamente. Lauryn Hill fue valiente y demostró que sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

Por si no quedaba claro, letras como «I get out» lo dejaban muy explícito. Pero lo que vino después es más difícil de explicar ya que Lauryn Hill se metió en un montón de embrollos. El más sonado sin duda fue el del Vaticano en 2003. En el concierto benéfico de Navidad y ante miles de personas, Lauryn Hill valientemente preguntó a la jerarquía católica, entre la que no se encontraba Juan Pablo II, por los escándalos por pederastia que asolaban a la iglesia norteamericana. Imaginaros las consecuencias. En los siguientes años, también tendría problemas fiscales que irían socavando su reputación.

¿Y la música? Desaparecida. Durante estos años, The Fugees se reunieron, giraron e intentaron grabar, pero la lucha de egos iba a más. Lauryn Hill ha seguido actuando, grabando alguna canción para bandas sonoras, pero no ha habido discos ni ha recuperado su estatus. En relación al gran público, está desaparecida y olvidada. Sin embargo, sigue gozando del respeto de muchos de sus compañeros, con los que aparece en conciertos, como en esta actuación del pasado julio con nuestros admirados The Roots, donde revisa «Lost ones», «Ex-Factor», «Ready or not», «Fu-gee-la», «Could you be loved» y, como no, «Doo Wop (That Thing)» (media hora para no perdérsela):

La esperanza no desaparece, estas imágenes de hace unos meses nos muestran a Lauryn Hill en plena forma, pero ha pasado mucho tiempo desde sus discos. Nos quedamos con el inicio de «The Miseducation of Lauryn Hill», cuando un profesor pasa lista en clase y cuando llega a Lauryn Hill, obviamente ella no responde porque no está. Como dice el estribillo de «Lost ones», «You might win some but you just lost one».