Jon Spencer Blues Explosion: «MEAT AND BONE»

Los retratos que acompañan al cedé mienten: los JSBX se han hecho mayores, pero su música no. Sus miradas nos retan a jubilarlos y parecen preguntar si realmente conocemos a alguien que lo haga mejor que ellos, incluidas aquellas bandas que con fórmulas parecidas han llegado a recintos a los que ellos renunciaron.

Permanecen los rasgos definidores de su sonido directo y sin artificios; las influencias del punk, del blues, del garaje, del comic, del gore, de la serie B, se mantienen tras ocho años de ausencia y el predicador Spencer proclama con la misma convicción las bondades del rock & roll. No cabe duda de que no han cambiado, pero da la impresión de que, como sus dos trabajos anteriores, éste tampoco anda sobrado de inspiración.

Rebosantes de energía regresan con un áspero ejercicio de oficio, más garajero y con menos carga de  blues. Hacen el mismo ruido con los mimbres de siempre, sus dos guitarras y su batería, y sus frenéticos ritmos siguen siendo altamente contagiosos, pero cuesta encontrar una melodía memorable o un rasgo innovador que singularice este trabajo con respecto a los precedentes.

Probablemente su vuelta se deba a que nadie les ha tomado el relevo y quien lo ha intentado no ha alcanzado su nivel. Una personalidad tan marcada no es fácil de suplantar y sin duda que la energía de sus directos tampoco es fácilmente igualable, por ello y por la coherencia de sus veinte años de insobornable fidelidad a las percusiones y guitarras incendiarias, mantienen su trono, aunque su corona ya no brille como antes.

 

















The Gaslight Anthem, «Handwritten»

«Handwritten» es el cuarto disco de la banda norteamericana The Gaslight Anthem, una de las promesas escondidas del rock de Estados Unidos, y conocida por ser apadrinada por Bruce Springsteen, con los que ha compartido escenario en numerosas ocasiones. Otro fan confeso de la banda es el escritor británico Nick Hornby, sobre cuya vinculación con la música no tenemos ninguna duda y que admiramos por libros como «Alta Fidelidad», y que les dedica un apasionado texto en el libreto que acompaña al CD. Y, por si esto fuera poco, el disco lo produce Brendan O’Brien, cuyo trabajo ha alcanzado el reconocimiento a través de discos de Pearl Jam, Soundgarden, Audioslave y el propio Springsteen, entre otros muchos.

Por lo tanto, nos encontramos con unas expectativas elevadas y se cumplen. «Handwritten» es un muy buen disco de rock americano, muy épico, con muchas luces y algunas sombras. Y con una voz que destaca como la de Brian Fallon. El comienzo del disco es arrollador, con cuatro espectaculares temas: «45», las colosales y que justifican todo el álbum «Handwritten» y «Here comes my man», y «Mulholland drive». Una elevada potencia, con la voz de Fallon sobresaliendo, que no desciende en la más lenta «Keepsake».

Pero con «Too much blood» llegamos a la sombra fundamental de The Gaslight Anthem. Y es que en las canciones más reposadas y medios tiempos se resiente el elevado nivel anterior. Con «Howl» vuelven al rock enérgico, pero «Biloxi Parish» es un bajón. La montaña rusa vuelve con la más rápida, y coreable, «Desire» que podría encajar perfectamente entre las cuatro primeras del disco. El final deja peor sabor de boca, ya que «Mae» y, especialmente, «National Anthem», están entre lo más flojo del disco.

A pesar de estas sombras, y una cierta reiteración, el disco se escucha con pasión, hay muchas guitarras de fondo, y The Gaslight Anthem son una banda a seguir. El rock americano siempre tiene una potente cantera que ayuda a mantener la ilusión en esta clase de música, en todas sus vertientes. Un pequeño consejo a The Gaslight Anthem, que seguro que no van a leer: cuidado con el «beso» de Springsteen, que alguien busque a los reivindicables Marah, que hace muchos años que no sabemos nada de ellos.

Os dejamos con la mejor canción del disco, a mi juicio, y su precioso vídeo, uno de los más cinematográficos que hemos visto en mucho tiempo: «Handwritten»

Benjamin Gibbard: «Former Lives»

Un puñado de buenas canciones pequeñas es lo que Benjamin Gibbard entrega en su primer disco sin el abrigo de su banda Death Cab For Cutie. Con menos contundencia en sus arreglos y un claro predominio de los sonidos acústicos, en este trabajo Gibbard se atreve con gran variedad de ritmos como en la fronteriza Something´s Rattling (Cowpoke), la capella del tema de apertura o el country en Broken Yolk In Western Sky.

Por lo demás nos encontramos ante temas que, arreglados por Chris Walla, bien podrían haber haberse incluido en un trabajo de DCFC; algunos, como el primer single Teardrop Windows, hubieran ocupado un papel complementario y otros, como Bigger Than Love, el mejor tema sin duda, hubieran destacado más si cabe con la interpretación de la banda al completo.

Mucho se había especulado con que este disco nacía de la necesidad de espantar fantasmas tras su separación de Zooey Deschanel (colaboradora en uno de los temas), pero tras las primeras escuchas es difícil encontrar relación entre ambos hechos, más bien al contrario es difícil hallar rastro de esa ruptura en un conjunto de canciones ligeras y nada complicadas en apariencia.

La conclusión es que el trabajo es continuista con respecto a su obra al frente de Death Cab For Cutie y, si bien habría cabido esperar un mayor riesgo, el resultado es más que aceptable porque Gibbard se dedica a hacer lo que mejor sabe, destacando una vez más su habilidad como intérprete y vocalista al tiempo que corrobora la calidad de sus composiciones y su papel primordial en las creaciones de su banda.