Freedonia, ‘Dignity and Freedom’

freedonia3Los habituales lectores de este blog saben de la querencia que tenemos por el Soul. Desde hace unos años, concretamente desde el empujón que supuso el clásico ya Back to Black (2006) de la malograda Amy Winehouse, este estilo vive una revitalización que ha generado numerosas bandas, recuperaciones y cuestionamientos, algunos críticos han señalado ciertas imposturas. Pero, de lo que no cabe duda, es que el Soul está fuerte con bandas potentes y artistas subimes. En España también hay una corriente de grupos que han seguido el modelo clásico, con esas cantantes poderosas, secciones de viento y un aroma a los 60 y 70, tanto en el estilo como en la estética. Hoy toca detenernos en una de las más reseñables y en un disco de obligado cumplimiento: Dignity and Freedom de los madrileños Freedonia. Esta banda ya nos tiene conquistados desde el nombre, que remite a la inclasificable y delirante película Sopa de Gansos de los Hermanos Marx. Freedonia era el país en que el nombrado presidente era el imposible Rufus T. Firefly, uno de los papeles más gloriosos de Groucho Marx.

Freedonia son una banda distinta, un grupo que difunde su trabajo con licencias Creative Commons, un equipo que se basa en la autogestión y la autoedición. Sólo la portada de su segundo disco ya es otra declaración de principios, poderosa como su música. Este trabajo sucede a su debut en 2012, el notable y más vinculado a los 60 Freedonia, cuyo tema ‘Heaven Bells’ sirvió de soporte para una campaña de El Corte Inglés en 2013. El grupo lo forman nueve miembros, con una sección de viento de cuatro músicos, de lo más relevante de la formación. Como cantante, en este segundo disco debuta Maika Sitté, que sustituyó a Aurora García, que ha formado Aurora and the Betrayers.

Pero vayamos con la música, y aquí Freedonia nos han conquistado de sobra con este Dignity and Freedom, que también nos hizo acercarnos a su primer trabajo. Y, a diferencia de éste, en su nueva obra avanzan más hacia los sonidos de los setenta, con toques más Funk, sin dejar de lado las influencias de la década anterior. Si Freedonia nos ha parecido notable, Dignity and Freedom se sale.

La primera parte del disco es auténticamente demoledora. Con la notable ‘Dignity and Freedom’ como tema de presentación, un medio tiempo clásico, de los 60, y con los vientos como seña de identidad, como en el cojunto del disco, se queda un peldaño por detrás de los siguientes temas. ‘Shake Your Body’ es una canción más funky, más de los 70, muy animada. Luego llegan algunos de los momentos más inspirados con ‘Man Like Me’, un medio tiempo más lento y que se deja llevar por la voz de Sitté; el órgano y las guitarras ensambladas con los vientos a la perfección en ‘I Don’t Need You’, donde el bajo se impone; y la balada tremenda y maravillosa, con sabor a clásico, ‘It’s Gonna Be Fine’. Para rematar esta primera parte, el pedazo de instrumental que remite a las películas de la Blaxploitation que es ‘The Avenger’.

En la segunda parte desciende levemente el ritmo, sin dejar de contar con grandes canciones. Regresan a los 60 con ‘Now You’re Loving Me (Remembaring Sam Cooke)’, explícito título; y otorgan un breve descanso con la dinámica ‘Livin’ On’ y el medio tiempo ‘Dreaming About You’. Pero en el tramo final hay tiempo para otro pedazo de tema como es la festiva ‘You Can’t Stop Us’, para terminar con un medio tiempo más clásico, con los vientos como protagonistas de nuevo, que es ‘The Time Has Come’.

Habrá gente que piense que todo esto son modas retro que no aportan nada, otros mirarán a Sharon Jones & The Dap Kings y dirán que son simples imitadores. No nos importa lo que digan, Freedonia tienen grandes canciones, personalidad y honestidad. Es nuestro disco Soul para 2015 y ahora sólo pedimos poder verlos en directo, porque eso tiene que ser algo también de muchos kilates. Tomen nota de este nombre: Freedonia.

Black Rivers, ‘Black Rivers’

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Mientras el futuro de Doves permanece en el aire desde que publicaran su último trabajo allá por 2009, sus tres componentes se centran en diversificar sus proyectos. Si el pasado año era su vocalista principal Jimmy Goodwin quien debutaba en solitario, en esta ocasión les toca estrenar banda a los gemelos Andy y Jezz Williams. Continuador de un reconocible sonido para quien conozca su trayectoria, el disco no contiene grandes experimentos; son canciones en su mayoría tranquilas e influenciadas por el soul y el pop electrónico en las que los hermanos alternan el papel vocalista. Si bien la energía se presiente a través de las profundas percusiones y potentes líneas de bajo, el disco no destaca por sus guitarras ni por los sonidos orgánicos que tan bien desarrollaron en sus proyectos anteriores y que aquí son ocasionales, sino que parecen decantarse por sonidos más ambientales y electrónicos.

La primera canción Diamond Days es un agradable y falso indicio de lo que vendrá después; sus guitarras diáfanas son una excepción en la línea general del disco que en The Ship comienza a decantarse por la electrónica ochentera rozando los sonidos new age. Recupera las guitarras el medio tiempo de The Forest, acelerado en su estribillo, antes de la instrumental Harbour Lights. El pop clásico de Voyager 1 insiste en la electrónica y el protagonismo del bajo. El inicio de The Wind That Shakes The Barley nos remite a los Chemical Brothers para después ir creciendo sobre unas profundas percusiones que persisten en su protagonismo junto a los veloces sintetizadores en Age Of Innocence. El cierre lo ponen la pieza más orgánica del disco que es Coral Sea, sustentada en las cuerdas y la batería, y la calma fiel a su título de Deep River Run Quiet.

Como si hubieran sufrido una madura regresión a sus inicios dance con Sub Sub, los hermanos Williams entregan un variado pero homogéneo trabajo en el que predomina una electrónica cálida, casi ambiental, y que no se aleja demasiado del elaborado pop-rock que han desarrollado siempre. A falta de la formación completa de los añorados Doves, y en la esperanza de que esto no sea sino un entremés previo a una próxima reunión, nos quedamos con la satisfacción de escuchar nuevo material de estos talentosos músicos con el que se rompe un prolongado silencio aunque al mismo tiempo nos despierte las ganas de más y mejor.

Neil Young, ‘Storytone’

índiceVuelve Neil Young otra vez a Los Restos del Concierto, casi que le vamos a tener que dar plaza fija. Y es que el ‘tío Neil’ no para, o más bien no puede parar, pero eso también implica que las cosas no salgan tan bien. Lleva unos meses bastante ajetreados, comenzando por su inesperado divorcio de Peggi Young, que dejó en estado de shock a la comunidad de seguidores de Young. Y es que eran treinta y siete años de matrimonio, y aguantar a Neil no tiene que ser nada fácil, junto con la circunstancia de la discapacidad de su hijo Ben. Parece que la causa del divorcio ha sido la relación de Neil con la actriz Daryl Hannah. También se ha enfrentado a David Crosby, señalándose que ha sido por esa relación precisamente, así como Graham Nash, imposibilitando un nuevo encuentro de Crosby, Stills, Nash & Young, aunque con Neil ya sabemos que estas cosas cambian de un día para otro. En los últimos días, Neil Young también se ha visto envuelto en la polémica tras ser la imagen de la nueva campaña de la marca Supreme, protagonizando incluso una camiseta. Y todo ello sin dejar de promocionar su aparato reproductor de música Pono. Ahí es nada, y tiene tiempo no sólo de sacar a mediados de año su trabajo vintage con Jack White, sino un nuevo disco a finales de 2014.

Y llegamos a Storytone, ese disco que señalábamos. Neil ha tenido grandísimos aciertos y algunos buenos patinazos. La cosa no pintaba bien cuando decía que quería grabar con una orquesta, y no es que tengamos nada en contra de las orquestas, ni mucho menos, pero conociendo a Young…En fin, que le ha salido un disco flojito, con pocas cosas destacables. Además, si no quieres taza, taza y media ya que además del disco con orquesta, también aporta disco acústico, muy desnudo él. Sin embargo, las canciones no se sostienen, algunas logran destacar, pero es que el nivel es bajo. Es un disco aburrido y poco atado. Algunas canciones ganan más en acústico, otras en la versión orquestal, y otras en ninguna de las dos.

‘Plastic Flowers’ en acústico todavía tiene un pase, pero con la orquesta te aburre soberanamente. ‘Who’s Gonna Stand Up?’ parece que en acústico va a levantar el disco, pero también orquestalmente se cae. ‘I Want to Drive My Car’ (de nuevo sus coches…) es más country y luego la transforma en otra cosa en plan Big Band, pero no despega. ‘Glimmer’ es de lo peor del disco, en sus dos versiones, al igual que ‘Say Hello to Chicago’.

‘Tumbleweed’ es de lo mejor del disco en su versión con ukelele, cayendo en la interpretación con la orquesta. ‘Like You Used to Do’ tiene un interesante toque Blues y en la otra versión lo lleva al Swing, acertadamente además. ‘I’m Glad I Found You’ es otro de los momentos muy flojos, en todos los sentidos. El disco termina, en sus dos vertientes, con las dos mejores canciones de todo el trabajo: ‘When I Watch Sleeping’, en la versión acústica con protagonismo de la harmónica, y ‘All Those Dreams’, que inicialmente nos recuerda al trabajo de A Letter Home (2014).

En fin, que nuestros peores temores se confirmaron. Un disco sin alma que no ha sido muy bien recibido por la crítica, y al que le fallan las canciones, no la orquesta o lo acústico. Neil ya ha anunciado que está preparando algo con los hijos de Willie Nelson, para seguir el ritmo. Esperemos que remonte el vuelo porque con Storytone nos ha dejado un regusto amargo, y mira que hemos intentado encontrarle algo, pero no.