The Sheepdogs, ‘Future Nostalgia’

futurenostalgia-coverOlvidemos esta horrible portada, de verdad que sí, y centremonos en la música de esta banda canadiense, The Sheepdogs y su quinto disco, este Future Nostalgia que nos ocupa y que publicaron en 2015. The Sheepdogs hacen las delicias de todos los aficionados al Rock que nos devuelve a los 60 y 70, el que hunde sus raíces en el Blues y toma prestados elementos del Boogie y del Country, aunque este último se aprecia en menor medida en este notable trabajo, hasta llegar a esa etiqueta denominada Southern Rock o rock sureño. Escucharlos nos remite a Crosby, Still, Nash & Young, a los Led Zeppelin más melódicos o a The Allman Brothers Band, especialmente cuandos se dejan llevar por esas guitarras potentes que envuelven su sonido. Encabezados por Ewan Currie, compositor de todos los remas y productor del disco, además de multinstrumentista, The Sheepdogs no van a descubrirnos nada nuevo pero tampoco nos dejarán indiferentes.

El inicio es para ‘I’m gonna be myself’, que nos va a marcar el camino, con esas guitarras seña de identidad que se dejan llevar a riffs pegajosos, y con especial hincapié también en los coros y estribillos. Más melódica, pero poco, resulta ‘I Really Wanna Be Your Man’, donde siguen la senda anterior, que se rompe levemente con el pausado al inicio ‘Downtown’ y que luego estalla con fuerza. Una de las joyas del disco es la lenta ‘Jim Gordon’, más ambiental y rupturista, donde la voz de Ewan Currie va hacia otros matices. Recuerda a las grandes bandas que son sus influencias la más blusera ‘Bad Lieutenant’, con órgano de fondo incluido. Y ‘Jim Sullivan’ es un breve tema instrumental.

El Boogie toma más presencia con ‘Black Down’, de lo más animado de todo el trabajo, y el retorno a los senderos del Blues, siempre escondidos en esa base Rock, se encuentran más evidentes en ‘Help Us All’. La sección rítmica se impone en ‘Take a Trip’, un tema que baja algo el nivel, al igual que ocurre con la muy sureña ‘Same Old Feeling’, con el piano en un prime piano. Pero ese bache que hemos comentado se recupera con uno de las mejores canciones de todo el disco, el medio tiempo ‘Nothing All of the Time’, un tema más melódico y que gana con las escuchas, y con el oscuro y sureño ‘Darryl & Dwight’, de nuevo con el bajo en un lugar destacado. Se cierra el disco con el interesante medley de más de diez minutos que conforman seis temas, como si fuese una jam session en la que The Sheepdogs van dando rienda suelta a todas las influencias mostradas en el disco.

Como decíamos al principio, no nos descubren nada nuevo, en ocasiones pueden sonar monótonos y reiterativos, pero son eficaces y tienen unas cuantas canciones que son destacables. Y, por supuesto, es uno de nuestros estilos favoritos.

Laura Marling, ‘Short Movie’

7af7acd9Con mucho retraso nos acercamos a Laura Marling y a este Short Movie, uno de los discos Folk del año para algunos medios especializados. Marling es una de las figuras de ese estilo a través de una carrera consolidada desde 2008 con cinco discos a sus espaldas. Como nos pasa en tantas ocasiones, Laura Marling siempre ha estado en nuestra lista de cuestiones pendientes y ahora nos hemos podido centrar en ella con este brillante Short Movie que publicó hace casi ya un año y que llega con retraso a Los Restos del Concierto, pero merece la pena. Y es que su quinto trabajo supone una ruptura, aunque para nada radical con ese estilo más Folk y acústico, siempre al servicio de una voz personalísima y privilegiada. Marling, que había contado con Ethan Jones en la producción en sus tres discos anteriores, aborda aquí estas labores junto a Matt Ingram y Dan Cox. Tras su exitoso y alabado Once I Was an Eagle (2013), este giro de rumbo también parece tener que ver con su cambio de residencia a Los Ángeles, aunque ha regresado a su Inglaterra natal. Hay guitarras eléctricas y más poderío en algunos temas, pero la base siguen siendo bellas melodías acústicas.

Ya el inicio es muy prometedor, ‘Warrior’ es un tema que supera los cinco minutos, desnudo y en el que Marling susurra en ocasiones, acústico con algún contrapunto de cuerdas. Este inicio da paso a uno de sus temas más rompedores, ‘False Hope’, donde se incorporan guitarras eléctricas y la voz de Marling se va imponiendo, fraseano en ocasiones, y con un punto épico. En ‘I Feel Your Love’ retorna a terrenos más acústicos y desnudos, aunque con mucha garra. Y ‘Walk Alone’ es una de las canciones más bellas del disco, un tema muy intimista, de nuevo con su voz llevada a otros extremos. ‘Strange’ gana con las escuchas, con una letra de reproche en el que Marling desempeña el papel de ‘la otra’ y frasea en la mayor parte de la canción tras una base de guitarra acústica acelerada.  En ‘Don’t Let Me Bring You Down’ se electrifica, un tema más de Pop-Rock, más convencional si se quiere, pero con la voz de Marling nada parece serlo, aunque más sosa le queda la muy intimista y desnuda ‘Easy’.

Luego le llega el turno a otro tema en el que Marling va más allá, el fantástico y adictivo ‘Gurdjeff’s Daughter’, un tema fascinante en el que con una base muy Pop, con melodías esquivas, vuelve a frasear y a llevar la canción a su terreno. Con ‘Divine’ vuelve a ese terreno más intimista y también suena reiterativa, pero se levanta con la sobresaliente, la mejor canción del disco en mi opinión, ‘How Can I’, que bebe de esa fuente llamada ‘Americana’, otro tema de letra descarnada, de amor y desamor. En ‘Howl’, la voz de Marling queda lejana, retornando a ese terreno acústico aunque con sus toques de electricidad. Y ‘Short Movie’ comienza lenta, engaña para luego acelerar, tomar una deriva más luminosa y convertirse en otro de los granes temas del disco. El final es ‘Whorkship Me’, un tema con el que regresa a la desnudez, que levanta algo al final con la ayuda del violín de fondo.

Hemos llegado tarde a Laura Marling, como decíamos al inicio, pero es hora de desandar el camino y conocer sus trabajos anteriores. Este Short Movie es un disco muy destacable, aunque se pueda hacer largo, en algún momento monótono, y le puede sobrar algún tema, pero todo eso queda compensado por unas canciones sobresalientes, y una grandísima belleza y elegancia.

VVAA, ‘Political World. Rebeldía desde las guitarras’

unnamedLos amigos de la siempre recomendable editorial 66 rpm publicaron a finales del año pasado un volumen colectivo con el explítico título de Political World, que alude a la canción de Bob Dylan de su disco de 1989 Oh! Mercy, y con el subtítulo de Rebeldía desde las guitarras. En la portada, otra imagen icónica, en esta ocasión la de Woody Guthrie y su guitarra con la famosa pegatina ‘This Machine Kills Fascists’. Obra colectiva donde se recogen 123 canciones, en ella participan algunas de las mejoras plumas del periodismo musical: Alfred Crespo, Carlos Rego, Carlos Zanón, Eduardo Izquierdo, Eloy Pérez, Eduardo Ranedo, Fernando Navarro, Manuel Celeiro, Manuel Beteta, Toni Castarnedo y Xavier Valiño. Una alineación que nos remite al imprescindible Ruta 66 y que se completa con un prólogo a cargo de Hendrik Röver (Los Deltonos), ‘Cuando el rock tenía un rol’, y una ‘Introducción (o como lo queráis llamar)’ que realiza Esteban Hernández. Como podemos observar, los mimbres eran prácticamente inmejorables para abordar una cuestión tan espinosa, y controvertida, como la relación entre el Rock & Roll, y sus derivados, con la política. Pero el riesgo no sólo estaba en el ya difícil objeto del libro sino en otros aspectos como la selección de temas, recordemos que 123, y también el no caer en un volumen de tipo enciclopédico, algo que puede ocurrir, y de hecho pasa, con obras de estas características. Pero todas las cuestiones se resuelven favorablemente. Primero, porque se demuestra esa función de la música, y del Rock & Roll en particular, mostrando sus luces y sombras. Segundo, porque la selección es acertada y, aunque puedan faltar canciones, ninguna sobra y tampoco se caen en muchas ocasiones en las más tópicas y manidas. Y, en tercer lugar, el ritmo no se rompe en ningún momento, al contrario. Las canciones elegidas se van complementando sin problema, los autores se centran no sólo en la canción y los artistas y bandas sino en su contexto, y ahí está una de las claves. Muchas veces de forma no querida, o con una chispa que se enciende, las canciones que surgen de unas situaciones determinadas regresan a la sociedad y pueden agitar conciencias, otra cuestión es si el Rock & Roll sigue cumpliendo ese rol que indica Hendrik Röver en un mundo donde esta música ha pasado a un segundo plano.

Ya lo advierte Esteban Hernández, que ya había tocado la cuestión en el imprescindible El fin de la clase media (2014), al señalar que «Cada vez los nichos están menos poblados: vienen a tocar más bandas que nunca, pero cada vez hay menos gente en los conciertos y casi siempre es la misma. Igual les ocurre a las ideas, que apenas tienen espacio para encontrarse con los demás, lo cual supone un enorme palo en las ruedas, porque lo político siempre es colectivo». En este indivualismo que vivimos, el Rock & Roll lo tiene muy mal también. Pero no olvidemos que el Rock & Roll fue transgresor social y culturalmente, habría que considerar si en ocasiones esta dimensión política no fue un ‘añadido’, salvo cuando eran canciones explíticas políticamente, que hay muchas. Sin duda alguna, el Rock & Roll ponía a la sociedad ante un espejo, y los dos últimos movimientos que lo hicieron, el punk a finales de los setenta y el grunge a comienzos de los 90, tenían un mensaje detrás, aunque luego ambos acabaron como acabaron. Sin embargo, desde entonces el Rock & Roll, y la música en general, ha perdido esa vigencia, y por eso se le reclama ese espacio que ya no puede ocupar. Como señala Hernández, ‘cuando el rock se hace revivalista, deja de ser político y deja de ser rocl & roll’. Y es que frente al espejo de la sociedad, el Rock & Roll parece haber puesto las viejas recetas y no han funcionado como antes. Además, ese individualismo que señalamos, junto con las transformaciones de la industria musical, son determinantes para comprender la debilidad del alcance del mensaje. Y tampoco hay otras músicas, otros estilos, que hayan tomado esa bandera, ni se les espera.

123 canciones organizadas por periodos y que comienzan con el ‘The Bourgeois Blues’ de Lead Belly en 1939 y terminan con ‘The Next Storm’ de Frank Turner en 2015. Canciones contra las desigualdades, canciones contra las guerras, canciones por los derechos civiles, canciones a favor de la clase trabajadora, canciones denuncia de las injusticias, canciones por la liberación de la mujer, canciones contra el thatcherismo y reganismo (¡cuánto juego han dado estos dos infaustos personajes y sus políticas!), canciones sobre la crisis actual…Aquí caben todos los géneros y estilos, desde el Blues y el Góspel hasta el Country y el Folk, desde el R&B y el Rock & Roll al Soul y el Funk, para dar paso al Punk, al Hardcore, al Reggae, al Ska, etc. No hay descanso en un libro que sólo tiene un fallo: que se acaba. Y para profundizar en la cuestión, os dejamos con el enlace de uno de nuestros programas de referencia, el Sofá Sonoro de la Cadena SER de Alfonso Cardenal, que abordó la cuestión con dos de sus autores, Toni Castarnedo y Eduardo Izquierdo, en ‘Las canciones que soñaron con cambiar el mundo’.

(Cuesta mucho elegir una canción de todas las presentadas, entre las 123 se encuentran algunas de mis favoritas, como las de The Beatles, Aretha Franklin, The Rolling Stones, Creedence Clearwater Revival, Sly and the Family Stone, Marvin Gaye, The Who, The Clash, The Jam, Bob Marley, The Kinks, Ramones, The Smiths, Prince, Willy DeVille, Tracy Chapman, Bob Dylan, Rage Against the Machine, REM, Loquillo, Bruce Springsteen, Manic Street Preachers, Bunbury, The White Stripes, Drive-By Truckers, José Ignacio Lapido, Neil Young, Ben Harper, Quique González, Los Enemigos, Vetusta Morla…y muchos más, pero me alegro muchísimo de encontrarme en estas 123 canciones una como el ‘Hunger Strike’ de Temple of the Dog, un tema épico y con una letra directa, que me pone siempre los pelos de punta).