‘Deep Down’ de Calexico

c_2000x2000x96375x1326239395xcalexico-ruin-cover-screenHan pasado diez años desde que Calexico iniciara su viraje hacia el pop y el rock más convencionales con su quinto trabajo ‘Garden Ruin’ (2006). En el listado de este por primera vez no incluían ningún tema instrumental y concedían mayor protagonismo a las guitarras frente a los vientos y otras influencias de la música mejicana y los excelentes resultados les abrieron nuevas y grandes posibilidades. De ser una exitosa banda básicamente ambiental y caracterizada por la fusión de distintas tradiciones musicales, desde el country hasta el jazz pasando por los sonidos latinos fronterizos, pasaban a ser reconocidos como una banda de folk-rock sin que se resintiera la calidad de sus composiciones.

Si exceptuamos el tropiezo de su siguiente trabajo (‘Carried To Dust’, 2008) ésta sería la dirección de sus excelentes últimos discos, pero sin duda sería ‘Garden Ruin’ el más rockero y especialmente algunos de sus temas, como este Deep Down que ejemplifica a la perfección ese nuevo rumbo.

Esta creación de Joey Burns alcanza unas cotas de rabia y energía inéditas hasta el momento en la obra de Calexico. Abierta con un sutil rasgueo de guitarra en seguida introduce la electricidad para dotarla de peso y gravedad en perfecta combinación con el sonido acústico. La voz de Burns suena menos frágil de lo habitual, incluso amaga con romperse en este tema algo opresivo y triste, tanto en las letras como en la precisa producción, que culmina en una épica de corto recorrido.

Lo cierto es que la banda de Tucson nunca ha sido una gran productora de éxitos. Más allá de algún sencillo de lanzamiento o de algunos temas utilizados en campañas publicitarias y bandas sonoras son pocos los que han sobrepasado unos modestos niveles de difusión, por lo que gran parte de sus canciones podrían ser calificadas como escondidas. Pero ésta, además de ser fantástica, puede calificarse de rara en un repertorio mayoritariamente homogéneo y reconocible, por ello su inclusión en esta serie.

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Nosotros fuimos de Aerosmith (I)

aerosmithVelódromo de Anoeta, 6 de noviembre de 1993, aquella noche creo recordar que era lluviosa, o al menos fría. Era el primer gran concierto al que iba en mi vida, en autobús desde Logroño de aquellos que se organizaban para ir a los mismos, tiempos prefestivales. Aerosmith era una banda que en aquellos momentos, recordemos el Grunge y el reinado ya en retirada de Guns N’ Roses, había protagonizado un momento de caída y levantamiento del que hablaremos después, y alcanzado un nuevo estatus. Era el año del Get a Grip (esa horrible portada), y se consagraba con baladas como las inevitables ‘Cryin’, ‘Crazy’ o la insufrible ‘Amazing’. En aquel concierto tocaron clásicos pero se centraron en su último disco y en canciones del infalible Pump (1989), que en España pasó desapercibido en su momento. No así el Get a Grip, beneficiado por el éxito de Guns N’ Roses y por el Keep the Faith (1992) de Bon Jovi. Por cierto, que los teloneros de esa noche eran Mr. Big, banda de segunda línea de ese Hard Rock de finales de los 80, pero que tuvieron también sus buenos momentos.

Nos atrapa la nostalgia, por un lado leo hace unos días que Steven Tyler pone fin a la banda con la siguiente gira tras décadas de carrera. Por otro lado, y prácticamente cuando comienzo a escribirlo, Joe Perry sufre un infarto en pleno concierto de Hollywood Vampires, el proyecto donde también están Johnny Depp y Alice Cooper. En ese 1993 yo era muy de Aerosmith, y durante unos cuantos años más. Me había empapado de su historia en la revista Popular 1, en aquellos viajes de Logroño a Bilbao y viceversa, en mi época de estudiante en la UPV. Aprendimos mucho con Popular 1 y sus fantásticos reportajes y artículos. También había pillado ya el Pump y poco tiempo después caería el Permanent Vacation (1987). Y antes llegó, en la primavera de 1993 y en la Power Records de Bilbao, la caja Pandora’s Box (1991), tres cds con lo mejor de sus grabaciones para Columbia. Es decir, su primera etapa y sus mejores discos. La fiebre continuaría con el directo impresionante Live! Bootleg (1978), y alguna cosa más. Pero luego, Aerosmith entraron en un bache y se especializaron en las baladas típicas que encajaban en pelis (la cima sería ‘I Don’t Want to Miss a Thing’ para Armageddon en 1998, que la compuso Diane Warren), y no dejaron de girar mientras publicaron pocos discos, todos ellos olvidables, pero a eso ya llegaremos.

Pero, decíamos, Aerosmith eran tremendos, y más que lo habían sido en los 70, lejos de lo edulcorado que resulta todavía hoy escuchar ‘I Don’t Want to Miss a Thing’ y de lo indigesto que me sigue resultando ‘Amazing’. Era otra historia, porque los Aerosmith de los 70…ufff, aquello era otro nivel. Hay que tener en cuenta varios factores para entender a Aerosmith y su repercusión. Procedentes de Boston, Aerosmith ha sido una de las pocas bandas que ha mantenido su formación intacta, a pesar de alguna crisis interna que provocó la salida de Perry y de Brad Whitford, el segundo guitarrista, a comienzos de los 80. Con Tyler y Perry al frente, los ‘Toxic Twins’, detrás unos secundarios que nunca les quitaron el protagonismo, Tom Hamilton al bajo, Joey Kramer a la batería y el ya mencionado Whitford, la banda no ha tenido muchas fisuras. Debutaron con disco homónimo en 1973 y allí estaba ese Rock & Roll con influencias del Blues pero más tendente a sonidos más duros y canciones como ‘Dream On’ o ‘Mama Kin’. Pronto las comparaciones con The Rolling Stones se hicieron inevitables y con sus siguientes discos cimentarían su fama en Estados Unidos, porque en Europa no tenían repercusión. Es con Toys in the Attic (1975) cuando alcanzan una de sus cimas con temas como ‘Sweet Emotion’, ‘Walk This Way’ o la propia ‘Toys in the Attic’.

La racha seguiría con Rocks (1976) que cuenta con temas como ‘Last Child’ y ‘Back in the Saddle’, aunque la creatividad comenzaría a resentirse con Draw the Line (1977). Aerosmith era una de las bandas más importantes de la década en Estados Unidos y sus directos eran brutales, basta comprobarlo en el ya citado Live! Bootleg, grandísimo. Sin embargo, también era una época de excesos y los mismos se llevarían por delante la estructura de la banda. No en vano, el apodo de ‘Toxic Twins’ para Tyler y Perry no era gratuito sino que venía dado por el abuso de numerosas sustancias. Como decíamos, aquello no acabó bien y durante la grabación de otro disco menor, Night in the Ruts (1979), Perry abandonó la banda sustituido por Jimmy Crespo. En 1981 le seguiría Whitford, reemplazado por Rick Dufay y la caída cuesta abajo no cesaba con más discos intrascendentes como Rock in a Hard Place (1982) (otra horripilante portada), mientras Tyler seguía totalmente desatado. A Perry tampoco le iban mucho mejor las cosas con su proyecto The Joe Perry Project que publicaría tres discos en esos años. Pero, como decíamos, Aerosmith habían dilapidado buena parte de su prestigio.

Sin embargo, Perry y Whitford regresaron a Aerosmith para facturar en 1985 otro disco muy menor en su discografía, Done with Mirrors (1985), que pasó sin mucha repercusión, siendo el primero que hacían para Geffen, tras dejar Columbia, dato también crucial para el futuro. Además, nos encontramos en un periodo en el que numerosos grupos deudores en parte del estilo de Aerosmith se estaban consolidando y marcando el terreno como Bon Jovi, Mötley Crüe y todas aquellas bandas del llamado ‘Hair Rock’ o ‘Glam Metal’. Y luego llegarían unos muchachos llamados Guns N’ Roses que también tenían sus conexiones con Aerosmith, incluso hacían una versión de ‘Mama Kin’ como aparece en el Lies (1988). Pero los de Boston estaban muy de capa caída, tanto que no se atisbaba una recuperación o resurgimiento, hasta que llegó de la forma más insospechada.

Segunda mitad de los años 80 y el Hip Hop está en una fase muy expansiva. Es un momento de cambio en la música popular y, además, el Hip Hop se basa en parte en el uso de otros materiales. Y en estas que llegó el productor Rick Rubin (uno de los más listos de la clase como ha demostrado en su trayectoria) y les puso a Run-D.M.C. el tema ‘Walk this Way’, sugiriendo grabar una nueva versión. A la misma se sumarían Tyler y Perry y, además, en un periodo ya de pleno dominio MTV, el éxito fue inmediato gracias también a su vídeo (por cierto, hay que mirarlo con ojos de los 80). A su vez se sumaría el hecho de que era una colaboración entre el Rock & Roll y un estilo emergente como el Hip Hop, algo hasta ese momento insospechado. Era 1986 y supuso un punto de inflexión en la carrera de ambos grupos, Run-D.M.C. conquistaban un éxito que no habían logrado antes y Aerosmith iban a renacer prácticamente de sus cenizas tras haber pasado por el infierno, una de estas historias que tanto gusta de caída y redención, hasta cierto punto. Pero eso lo dejamos para la segunda parte.

 

 

 

 

My Morning Jacket, ‘It Still Moves’ (Reedición)

It-Still-Moves-Deluxe-Cover-980x980Es la primera vez que en los casi cinco años de Los Restos del Concierto abordamos el análisis de una reedición, pero alguna vez tenía que ser.  Y es que tampoco es que seamos muy dados a este tipo de maniobras, hemos debatido entre nosotros algunas veces sobre la cuestión, y dan pereza algunas reediciones de discos que ya tenemos (yo confieso haberme hecho con las de Pearl Jam). En este caso es distinto porque supone un acercamiento al tercer disco de una banda que nos gusta mucho como es My Morning Jacket. It Still Moves (2003) sale de nuevo a la luz en este 2016 con nuevos materiales, y nos apetecía adentrarnos en algunos de los discos que cimentaron su trayectoria. Llegamos tarde a My Morning Jacket, a pesar de que sabíamos por las críticas de su existencia, y del talento de Jim James. En mi caso, mi acercamiento llegó con el concierto de Pearl Jam en el Azkena de 2006. Allí estaban también My Morning Jacket, que actuaban de teloneros en la gira europea de Pearl Jam. Había leído sobre ellos, y me acerqué a la extinta Tipo (como todas) y allí estaba el At Dawm (2001), su segundo disco, y tampoco es que me llamase mucho la atención, me sonaba como un Neil Young extendido, cuestión que no les ha dejado de acompañar. En Azkena pude ver una parte de su concierto casi en primera fila, cuando todo el mundo estaba cogiendo sitio para los cabeza de cartel. Allí sonaron muy eléctricos y potentes. Luego, ya hasta Circuital (2011) no nos entregamos a la causa, aunque The Waterfall (2015) es un tanto irregular. Pero siempre nos han gustado las texturas y esas imágenes que construyen con su música.

Por lo tanto, tocaba llegar a este It Still Moves casi por casualidad (algún día lo cuento), que está entre lo mejor de su discografía junto a (2005). Como habitualmente, su música transcurre como un torrente en esa especie de jam sessions que se montan, y en sus inicios todavía sonaban como más ‘puros’, aunque allí estaban también esas secciones de viento y ese saxofón. Temas algunos de ellos que se van de minutaje pero que funcionan, y a mí el disco me ha encantado, la verdad (¿dónde estábamos en 2003 para no haberlo escuchado?). El inicio con ‘Mahgeetah’ es tremendo, una melodía perfecta que se inicia muy Pop pero que luego, como en otras ocasiones, deriva en otros derroteros más eléctricos. ‘Dancefloors’ es más directa, más clásica si se quiere, es contundente y el peso de la sección de viento es fundamental. Más del ‘Americana’ (no sé si es una etiqueta en la que se sientan cómodos los My Morning Jacket) es ‘Golden’, que también tiene un comienzo acústico y acaba en un final que te lleva en volandas. Y ‘Master Plan’ también te lleva con un inicio contundente y con la voz tan característica de James en todo lo alto. Grandísima es ‘One Big Holiday’, un tema que está entre mis favoritos, muy dinámico y con esas guitarras del inicio que te transportan. Por encima de los nueve minutos se sitúa ‘I Will Sing You Songs’, lo estiran muchísimo pero tiene un final que te gana a medida que crecen las escuchas.

En ‘Easy Morning Rebel’ vuelven a meter la sección de viento, puede que sea más experimental, que en algunos momentos se diluya, pero también firman un final de altura. Muy ambiental y ecléctico es ‘Run Thru’, donde también dan algunos giros, destacando el momento más eléctrico. Menos conseguido está, en mi opinión, ‘Rollin Back’ que se va casi a los ocho minutos, el que menos me convence de todo el disco. Y otra canción donde construyen poderosas imágenes es ‘Just One Thing’, que dura apenas tres minutos pero que tiene toda la fuerza y energía del resto. Y ‘Steam Engine’, más de siete minutos, se convierte en mi canción favorita a medida que he ido escuchando el disco, con la voz de James en esos agudos como uno de sus elementos destacados. El final es para un tema más acústico, ‘One in the Same’, que cumple con un punto trascendente o litúrgico, apoyado en la voz de James.

Hay un CD que justifica la reedición y que aporta tres canciones nuevas y las demos del resto, excepto ‘One Big Holiday’ y ‘Just One Thing’. Las segundas, vienen bien si quieres ver la evolución de las canciones y sus orígenes, pero poco más. De las primeras, ‘El la Ceremony’ es un tema que no encaja con el resto en parte porque añaden otros elementos como una guitarra española y un piano, pero acaban creando una canción interesante. En cuanto a ‘Grad a Body’, es prácticamente instrumental en su totalidad, comenzando de nuevo con el esquema sabido, la contundencia del inicio para ir cayendo en las melodías. Y ‘That’s Too Bad’ también es un poco anómala, tiene un punto muy Beatle, y acaba funcionando.

Habrá gente que encuentre a My Morning Jacket reiterativos, o que esos temas tan largos se les puedan atragantar, pero creo que es una de las principales bandas contemporáneas. Nosotros llegamos tarde, como hemos señalado, pero ocasiones como esta reedición de It Still Moves son una buena oportunidad para sumergirnos en el universo de los de Kentucky. Esperemos que pronto llegue su nuevo trabajo, mientras tanto a disfrutar de esta reedición.