‘Hotel Arizona’ de Wilco

1218876Otra banda que está arriba de nuestras preferencias, Wilco. Estas fechas han tocado en España pero no ha sido posible ir a verlos…otra vez será y van unas cuantas. Dentro de las canciones escondidas de Wilco, hay muchas, me toca quedarme con este ‘Hotel Arizona’ de su segundo disco, Being There (1996), entregado en formato doble y que suponía un paso en su evolución desde sus sonidos más del Country alternativo a sonidos más electrificados y experimentales que luego darían lugar al maravilloso Summerteeth (1999), al clásico y rompedor Yankee Hotel Foxtrot (2001) y al más extraño A Ghost is Born (2004). Pero estos Wilco de 1996 venían de su debut tras la ruptura de Uncle Tupelo, A.M. (1995), y Jeff Tweedy estaba construyendo su fascinante camino. Como todo en la vida, las canciones nos remiten a un estado de ánimo y a un momento y a cómo se insertan en nuestra psicología, y la historia con respecto a ‘Hotel Arizona’ es de esa forma. Habíamos llegado a Wilco una vez que habían sido encumbrados por la crítica con el ya citado Yankee Hotel Foxtrot y todo lo que supuso. Que un grupo que venía de los sonidos del ‘Americana’ se lanzase a un disco tan ruidista como ese era un salto sin red, hasta el punto que la discográfica no lo quiso publicar. Pero Wilco se ganaron el reconocimiento de la crítica, que ya tenían en gran medida. Yo llegué a Being There en 2005, en la introducción de mi fase completista de Wilco, que luego se demoraría unos años.

Así que ahí estábamos, con este segundo disco de Wilco y al final del primer disco me atrapa este ‘Hotel Arizona’, desde el primer segundo. Ese inicio ascendente, esas guitarras, ese estribillo y esa distorsión del final, que deja lugar a la última estrofa. La letra es curiosa, parece que tiene que ver con la vida en la carretera como músico por las referencias, pero es una interpretación mía. Y tiene momentos que me gustan mucho, como ese inicio con el sentimiento que genera ese hotel en Arizona, o cuando Tweedy canta ‘I feel some connection between you and me’, o ese instante del ‘Hello, can you hear me?’ que da paso a esas guitarras que se distorsionan. Y el final, lo que decíamos, cuando Tweedy señala que ‘I guess all this history is just a mistery to me. One more worried whisper right in my ear’.

‘Hotel Arizona’ no ha dejado de ser una de mis canciones favoritas de Wilco, y mira que en sus discos posteriores también tienen muchas que entran en la lista, pero con ‘Hotel Arizona’ hay una conexión especial, como se dice en la propia canción.

Band of Horses, ‘Why Are You OK?’

bohcoverBand of Horses es una de esas bandas que nos tienen ganados desde que los conocimos, allá por el año 2010, cuando contaban con tres discos y acababan de publicar el Infinite Arms. Se convertían en uno de los grupos del ‘Americana’ más significativos, casi a punto de dar un salto para pasar a la liga de los My Morning Jacket, Wilco y compañía. Pero en 2012 erraron con el irregular y sobreproducido Mirage Rock, un paso atrás en toda regla reconocido por el propio Ben Bridwell, aunque había alguna cosa que se salvaba, pero en su conjunto les hizo perder unos cuantos puntos y quedarse fuera de ese camino que señalábamos antes. Claro, tenían detrás las canciones de sus tres primeros discos, que defendían muy bien en directo, y en 2014 sacaron el Acoustic at the Ryman. Y con los dedos cruzados esperábamos este Why Are You OK?, con ganas de ver si lo de Mirage Rock había sido un accidente o era ya una tendencia. Cambiaban de productor, en este caso debutaba Jason Lytle, y con el apoyo del reconocido Rick Rubin. Y el disco, pues no nos devuelve los mejores Band of Horses, pero sí que para el golpe del anterior, a través de un trabajo que en algunos casos tiene momentos brillantes y en otros cae en la irregularidad. Bridwell sigue jugando con los tonos de su voz y las canciones derivan de las más tradicionales, esas que les destacaron, a otros momentos más experimentales que les funcionan peor. Eso sí, la producción está mucho más contenida y sí que se ajusta más al sonido de Band of Horses, que también sigue evolucionando.

Y eso que el comienzo mete miedo con ese doble tema que es ‘Dull Time/The Moon’, y si mientras con ‘Dull Time’ te pegas el susto padre con ese sonido ambiental que no parece encajar, con ‘The Moon’ dan un volantazo maravilloso en uno de los momentos más poderosos del disco. La apuesta se confirma con ‘Solemn Oath’ donde la voz de Bridwell es tremenda para un tema donde las guitarras también destacan. Y el nivel se mantiene, y te animas, con ‘Hag’, un medio tiempo de melodías nostálgicas ‘marca de la casa’, con una producción que funciona bien. ‘Casual Party’ vira al Power Pop y es una canción resultona y bien intencionada, divertida que entra fácilmente, aunque no está al nivel de las anteriores. En ‘In a Drawer’ se marcan otro tema nostálgico, con ese título (‘En un cajón») y esa letra, no podía ser de otra manera, y pone los coros J. Mascis (Dinosaur Jr.). La primera parte del disco, que como decimos convence, finaliza con un interludio intrascendente como es ‘Hold On Gimme a Sec’.

La segunda parte es mucho más irregular, incluso podríamos decir que le sobra alguna canción. ‘Lying Under Oak’ se queda a medias y le falla la producción, es un medio tiempo del que se podría haber sacado más partido. ‘Throw my Mess’ nos devuelve a los Band of Horses de los inicios, más Folk, y en esta ocasión sí que nos convencen. Pero en ‘Whatever, Wherever’ intentan hacer una balada de corte clásico basándose en la voz de Bridwell y en unas melodías que no acaban de funcionar. Y en cuanto a ‘Country Teen’, nos encontramos con una canción que tampoco sabemos definir bien, pero que no está entre lo más destacado del disco. ‘Barrel House’ no deja esa dirección, aunque eleva ligeramente el nivel, mientras que el final es para un tema como ‘Even Still’ que se inicia de forma también oscura y que luego va adoptando otros tonos más luminosos, aunque falla en algunos efectos que le incorporan, pero que tampoco está a la altura de la primera parte del disco.

En definitiva, Band of Horses se levantan claramente con respecto a su disco anterior, especialmente gracias a una primera parte de este Why Are You OK? más inspirada, pero no disipan las dudas con la segunda, que les queda más irregular. Nosotros seguimos creyendo en esta banda pero también pensamos que se quedarán ya en esa segunda línea por detrás de gente como los ya mencionados Wilco o My Morning Jacket, entre otros. Siguen en un proceso de evolución que les aleja cada vez más de sus inicios.

Radiohead, ‘A Moon Shaped Pool’

xlda790-radioheadPocos grupos son capaces de despertar tal expectación ante un nuevo lanzamiento y pocas trayectorias justifican esa expectación como la de Radiohead, a pesar de sus tenaces intentos por despistar a la industria evitando los habituales cauces de promoción. Una vez más, y en apenas una semana (entre el 1 y el 8 de mayo), se sucedieron el anuncio de dos nuevos temas y el lanzamiento en formato digital de este ‘A Moon Shaped Pool’ que ponía fin a cinco años de silencio del quinteto inglés.

Fue tan grande el impacto de su sonido de finales de los noventa y tan ancho el área de expansión de su música que no han vuelto a necesitar hasta ahora de nuevas maniobras de innovación. Son tantas las posibilidades abiertas por sus trabajos post-Ok Computer que han sido capaces de exprimirlas y expandirlas sin llegar a agotar un sonido que, más allá de gustos particulares, nadie ha sido capaz de imitar por más que hayan intentado seguir su estela.

En sus nuevas composiciones conservan su característico pulso emocional al que añaden un mayor protagonismo de las orquestaciones por encima de la electrónica lo que, unido a las intensas interpretaciones vocales de Thom Yorke, da como resultado un sonido más orgánico y una mayor sensación de dramatismo. En la línea de sus últimos trabajos, quizás un punto por debajo en el nivel de complejidad, han dejado de sorprender pero no de emocionar y se mantienen como inevitable referencia musical e insospechados líderes de ventas.

Presentan el álbum las bellas y persistentes cuerdas del que fuera su sorpresivo primer sencillo ‘Burn The Witch’ a la que seguiría la menos novedosa ‘Daydreaming’, que crece sobre el protagonismo de un sentimental piano y la sensibilidad vocal de Yorke. A continuación introducen las guitarras, aproximándose al jazz en ‘Decks Dark’ y al folk en la más acústica ‘Desert Island Disk’. ‘Ful Stop’ retoma la electrónica y va creciendo hasta los bonitos trenzados de guitarras y voces de su parte final, le sigue la delicada ‘Glass Eyes’, apenas vestida con piano y sección de cuerda. Suenan más rítmicos y bailables en ‘Identikit’, que contiene un destacado solo final de guitarra, y en la más atmosférica ‘The Numbers’, guiada por el insistente bajo hasta unos bellos arreglos orquestales. Recuperan con suavidad la guitarra en ‘Present Tense’ y la electrónica en ‘Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Man Thief’, que gana cuerpo a medida que va introduciendo los teclados, el bajo y la batería además de la orquesta. El íntimo cierre lo pone la reinterpretación de la preciosa ‘True Love Waits’, ya conocida por sus fans al estar incluída en acústico en el directo ‘I Might Be Wrong’ (2001), que no desmerece aunque tampoco mejora a la original.

Conservan intacta su incuestionable calidad artística los de Oxford que, aunque algo menos experimentales de lo que nos tienen acostumbrados, entregan en este regreso otro conjunto de grandes canciones que bastan para satisfacer las enormes expectativas creadas después de tan largo silencio.

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