Sidonie, ‘El peor grupo del mundo’

sidonie-el-peor-grupo-del-mundoHabía miedo ante el nuevo disco de Sidonie tras Sierra y Canadá (2014), un trabajo más experimental y electrónico que, a nosotros, nos convenció menos. Su anterior trabajo, de corte más psicodélico y que remitía a los orígenes de la banda, El fluido García (2011), nos parecía más consistente, pero no a la altura de su gran obra, La Costa Azul (2007), un disco mayúsculo, e incluso del más irregular pero apasionante El incendio (2009). Además, también manteníamos la fe en Sidonie por su espectacular directo del que hemos sido testigos en varias ocasiones. Pero la banda barcelonesa ha vuelto a los parámetros anteriores, y Marc Ros, Jes Serra y Axel Pi han facturado un disco muy atractivo, donde vuelven a apostar por las guitarras, aunque también hay espacio para sonidos más electrónicos, y con estribillos maravillosos. Además, vuelven a contar con la colaboración de sospechosos habituales de la escena barcelonesa como el gran y omnipresente Ricky Falkner, Santos Berrocal y Fluren Ferrer, implicados también en las tareas de producción. Sin duda, como decíamos, es la obra más consistente de Sidonie en los últimos años, ganando también en las letras que se basan en gran medida en el propio mundo de la música.

El disco se inicia brillantemente a través de los cuatro primeros temas, eléctricos y muy adictivos. Ya con ‘El peor grupo del mundo’, me encanta la letra, regresan a melodías más reconocibles, con esas guitarras e incluso ese toque ochentero en la batería, y también con un punto nostálgico. ‘Os queremos’ es menos agradecida desde el punto de vista musical en mi opinión, igual no me acaba de llenar, pero gana con las escuchas y la letra se muestra de nuevo interesante. ‘Siglo XX’ es la mejor canción del disco, de nuevo la nostalgia hace su presencia en un tema musicalmente muy destacado, con una letra igual más críptica pero que te gana del todo en un estribillo demoledor. Y muy atractiva también es ‘Carreteras infinitas’, donde Sidonie rinden homenaje a varias bandas amigas. ‘Los coches aún no vuelan’ está menos conseguida, es más tranquila y tiene un punto electrónico que no acaba de cuadrar, pero deja buen poso de nuevo por su letra.

La segunda parte del disco comienza con otra de sus cimas, ‘Fundido a negro’, gran tema que tenemos ganas de ver en directo, una canción de claro sustrato Pop. Y sigue en esa línea ‘Atragantarnos’, que va ganando con las escuchas, con una letra a destacar, y con un estribillo que se te va quedando. De nuevo regresan a sonidos más de los 80 con ‘Instrucciones para construir un submarino’, convenciendo más la letra que la música. El final va in crescendo con ‘Por si te sirve de algo’, aunque me pasa lo mismo que la anterior, me quedo más con la letra. Y el final es para la deliciosa ‘No sé dibujar un perro’, esas guitarras acústicas y esas voces empastan muy bien.

A nosotros nos ha convencido este El peor grupo del mundo, una vuelta a los sonidos anteriores de Sidonie, que no deja de ser una de las mejores bandas del panorama nacional y que ya tiene una carrera muy consolidada y un directo fantástico que esperamos volver a disfrutar en breve. Mientras tanto, a disfrutar de estas diez canciones y a repasar su discografía anterior.

1991 ¿El último gran año del rock?

La joven historia del rock está llena de grandes músicos y bandas cuyos discos han merecido un lugar de privilegio, aunque lo cierto es que cada vez parecen ser menos los candidatos a seguir engrosando esa lista de protagonistas principales. Esta apreciación sin duda está influida por los gustos personales y por mi propia evolución como aficionado a la música desde la adolescencia hasta hoy, pero fríamente analizada uno puede encontrar razones, y sobre todo discos, de peso que la sostienen.

A pesar de que se sigue generando buena música -da la impresión de que en menor medida que hace (no tantos) años- es evidente que el rock y el pop han vivido mejores tiempos y otras épocas llenas de excitantes y originales propuestas, capaces de movilizar, tanto a multitudes como a minorías, con la música como único reclamo.

Al echar la vista atrás uno se da cuenta de la velocidad a la que pasa el tiempo y cómo los discos que nos dejaron huella cada vez son menos y quedan más lejos. Con la edad uno se hace más exigente, más difícil de convencer; es posible que hasta los veinte todo nos impacte más abiertamente dejándonos una huella más profunda y duradera, por eso podemos considerarnos afortunados quienes culminábamos nuestra adolescencia hace veinticinco años, porque 1991 pudo ser el último gran año del rock.

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Quizás no fuera el mejor año de las mayores bandas de rock, las más multitudinarias e influyentes, pero sí que andaban merodeando sus últimos trabajos para la posteridad. Bandas como U2, REM, Guns & Roses o Metallica se encontraban en la cima de su creatividad y su popularidad empequeñecía los más grandes recintos del mundo. Mientras U2 daban su último y más efectivo viraje hacia la modernidad con ‘Achtung Baby’, REM dejaban atrás su origen alternativo para abrazar el éxito masivo con ‘Out of Time’. En cuanto al rock duro dos fueron sus protagonistas principales: por una parte Guns & Roses presentaban su última gran obra con el doble lanzamiento del ‘Use Your Illusion’ y por otra Metallica alcanzaba la cima de su popularidad con la edición de ‘Metallica (Black Album)’.

Al mismo tiempo algunas bandas jóvenes de Seattle, que parecían destinadas a una minoría inadaptada y cargada de desencanto, irrumpían sorpresiva y ruidosamente en el portada-61mercado discográfico. Lideradas por ‘Nevermind’ de Nirvana, cuyo primer sencillo Smells Like Teen Spirit asaltaba las listas inesperadamente, el grunge se abría paso en radios y televisiones. En la estela de Nirvana se situaban Soundgarden, más veteranos pero igualmente minoritarios hasta este año con el lanzamiento de ‘Badmotorfinger’, que avanzaba lo que sería su posterior ascenso al estrellato con ‘Superunknown’ tres años después. Al mismo tiempo su vocalista Chris Cornell concebía, de las cenizas de Mother Love Bone, el primer y único disco de Temple Of The Dog, cuya desintegración a su vez daría origen al debut de la otra gran banda del grunge, y a la postre la más longeva. Pearl Jam debutaban en el negocio en agosto del mismo año con ‘Ten’ y el lanzamiento de Alive era preludio de una de las más exitosas carreras del rock moderno.

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Asociados por proximidad al grunge, aunque sus orígenes y coordenadas sonoras no iban en la misma dirección, también alcanzaban el éxito los californianos Red Hot Chili Peppers. A pesar de que ‘Blood, Sugar, Sex, Magic’ era su quinto disco no sería hasta el lanzamiento de Give It Away cuando se encaramarían a la cabeza del escalafón. Por otra parte con ‘Gish’ debutaban los Smashing Pumpkins, colocándolos a la cabeza del rock alternativo, aunque la banda de Billy Corgan tendría que esperar al ‘Siamese Dream’ para recoger los frutos comerciales del reconocimiento crítico que les había proporcionado su debut. Es mismo año los Pixies ponían el broche a su edad de oro editando el fantástico ‘Trompe Le Monde’ y J Mascis tomaba, en solitario y con acierto, las riendas de Dinosaur Jr. para editar ‘Green Mind’, su primer trabajo para una multinacional.

125-primal-scream-700x700Mientras tanto en las islas británicas también se agitaba la escena con importantes discos lanzados con desigual fortuna. Mientras Blur debutaban con el menos trascendente ‘Leisure’, Massive Attack sentaba las bases del trip-hop con un ‘Blue Lines’ que inauguraba a lo grande el nuevo género que se extendería desde Bristol. A su vez Primal Scream lanzaban su obra magna con ‘Screamadelica’ y ampliaban enormemente los horizontes de su carrera obteniendo un aplauso unánime, al igual que los irlandeses My Bloody Valentine firmaban una de las cimas del shoegaze con el azaroso ‘Loveless’. Por su parte los escoceses Teenage Fanclub comenzaban a hacerse querer después del lanzamiento de ‘Bandwagonesque’, su tercer y para muchos mejor trabajo.

Discos importantes todos ellos concentrados en una año que se antoja difícil de repetir; a buen seguro que esporádicamente les han sucedido otros tan trascendentes o más que los aquí apuntados, pero la cosecha de ese año asombra por su cantidad y calidad. Ahora que el rock está más amenazado que nunca y en el trance de encontrar nuevas vías de supervivencia, es necesario y reconfortante echar la vista atrás para, con nostalgia pero también con esperanza, recuperar la plenitud de un montón de bandas que escribían una hermosa página para la historia de la música popular en el que puede que haya sido el último gran año del rock.

Drive-By Truckers, la esencia del rock sureño y la clase media

dbt-460x305-1Estás trabajando en el ordenador, tienes que preparar clases, corregir trabajos, escribir artículos científicos y otra gran cantidad de cosas que no vienen al cuento. Miras de vez en cuando las revistas digitales para ver si hay novedades, y tienes algunos artistas y bandas a los que te diriges directamente a su web. En una de esas, me voy a la de Drive-By Truckers y pone que ¡sacan disco nuevo el 30 de septiembre y estamos a 29! No tardo nada en comprarlo, y en breve tendremos su reseña. American Band es el nuevo disco de los Athens (Georgia), que llega después del irregular English Oceans (2014), uno de los momentos menos logrados de la banda, y con el que han alcanzado grandes críticas en sus primeras semanas. Su nuevo disco nos lleva a reflexionar sobre la misma, partiendo de la premisa que planteaba brillantemente Esteban Hernández en El fin de la clase media (EnClave Editorial, 2014), donde establecía un paralelismo sobre la situación de Drive-By Truckers y el declive de las clases medias, ya que las clases medias vendrían a vivir situaciones como la de esta banda que parece haberse quedado a medio camino de lo que podría haber llegado. Y no, no estamos cuestionando la calidad de Drive-By Truckers, son muy buenos y unos de los grandes exponentes del Southern Rock, del Country Alternativo y de todo lo que se ha llamado como ‘Americana’.

¿Por qué no han llegado Drive-By Truckers más alto?, bueno, eso podremos teorizarlo más adelante, pero vaya por delante que hablamos de una banda que tiene dos décadas de carrera y once discos de estudio, además de haber vivido numerosos cambios de formación. Los dos que se mantienen en la misma son Patterson Hood y Mike Cooley, fundadores, principales compositores y cabezas visibles de un proyecto que ha contado con la presencia de Jason Isbell de 2001 a 2007 y que vivió la salida traumática de la bajista de 2003 a 2011 Shona Tucker, que estaba casada con Isbell hasta que éste dejó la banda. También pasó por la misma el mítico organista Spooner Oldham en dos breves períodos (2003 y 2007-2008). El otro integrante que ha pasado más tiempo en el grupo ha sido el guitarrista John Neff, diez años en diferentes periodos. Como podemos ver, la vida de Drive-By Truckers ha sido un ir y venir de gente, faltan unos cuantos, pero el grupo no ha parado con Hood y Cooley marcando una gran regularidad, además de dotarle a sus letras de una interesante narrativa.

Drive-By Truckers sí que estaban en el lugar y en el momento adecuado. El ‘Americana’ comenzaba a hacerse un hueco, Wilco iban creciendo a la par que salían unos Whiskeytown desatados. Sus tres primeros discos pasaron más desapercibidos pero en 2001 llega el primer punto de inflexión de la banda con Southern Rock Opera, un disco doble ambicioso que iba a ponerlos en el mapa. Ya en New West, llegaría Isbell a la banda y Decoration Day (2003), que les daría todavía mejores críticas, además de confirmarse su apuesta por las características ilustraciones de Wes Freed que parecían reflejar ese sur profundo al que remitían sus canciones. Era la eclosión del ‘Americana’ y estaban en la primera línea de las críticas que todavía serían mejores con otra cima de su carrera, el celebradísimo The Dirty South (2004), un nuevo tratado sobre el Sur de Estados Unidos, donde ya estaba Tucker que aportaría también su deliciosa voz como otra seña de identidad de Drive-By Truckers. Sonaban con esas guitarras que construían un muro, junto con el pedal steel, órganos, la voz personal de Hood y también referencias a Tom Petty & The Heartbreakers más auténticos. También había toques de Young, de los Allman Brothers y, por supuesto, The Band (ahí queda esa referencia explícita con la canción compuesta por Isbell ‘Danko/Manuel’), etc., pero sin dejar su sello personal. Como decíamos, en el lugar y el momento adecuados.

Pero la banda no consiguió dar un salto hacia adelante, o no lograron la suficiente atención. De hecho, su obra maestra para mí, el imbatible y extenso (diecinueve canciones) Brighter Than Creation’s Dark de 2008 (impresionante título por cierto), ya sin Isbell, fue su mayor éxito hasta la fecha pero el ‘Americana’ estaba dejando paso a una derivación de los sonidos de raíces que se personificarían en gente como Fleet Foxes o Band Of Horses. Sin embargo, los de Georgia habían entregado un disco difícil, con más toques Country que los anteriores, pero también repleto de grandes canciones. Y un disco que, en su conjunto, funcionaba de maravilla, con Oldham y Neft en la banda. Puede que no les ayudase el hecho de no contar con algo parecido a un hit, aunque eso también les ha pasado a los propios Wilco o a The National, o puede que se les identificase demasiado con un estilo musical, o que también se les haya podido acusar de una cierta linealidad en su propuesta, aunque este sería el argumento más débil en mi opinión.

Pero Drive-By Truckers siguieron a lo suyo, publicaron dos buenos discos ya en ATO, The Big To-Do (2010) y Go-Go Boats (2011) que les dieron interesantes posiciones en las listas de ventas para lo que era la banda, además de cosechar buenas críticas aunque no a la altura de las anteriores. En 2011 también llegó el recopilatorio de turno y no hubo disco hasta el English Oceans (2014) que, sin ser un mal disco, parecía mostrar un cierto agotamiento de la fórmula. Allí es donde acierta, una vez más, Esteban Hernández que en El fin de la clase media entrevista a Hood y, sus reflexiones y vicisitudes, a pesar de ser una banda de cierto éxito, no se alejan mucho de las de las de muchas personas de ese estrato social que sienten que no han llegado a una especie de destino señalado en función de sus esfuerzos y sacrificios. Drive-By Truckers podían haber alcanzado otra posición pero se han quedado en una especie de tierra de nadie. No importa, siguen haciendo música honesta y maravillosa con esas guitarras que no te abandonan. Su nuevo disco, American Band es una vuelta por todo lo alto que repasaremos en profundidad, un trabajo muy político que aborda las contradicciones de la sociedad norteamericana. Yo no puedo dejar de escucharlo.