Foxygen, ‘Hang’

Hang del dúo Foxygen ya ha adquirido todos los adjetivos calificativos de buena parte de la crítica, hasta el punto de ser considerado como uno de los discos del año y estamos en febrero. Este trabajo de ocho temas bebe de las influencias del Rock & Roll y el Pop de los setenta, de David Bowie, del histrionismo y la grandilocuencia de una Ópera Rock y tiene un punto teatral y del vodevil. Antes de seguir con este grandilocuente Hang, vaya por delante que es el quinto trabajo de Sam France y Jonathan Rado, cuya anterior referencia era …And the Star Power (2014) y que habían debutado en 2007 con Jurassic Exxplosion Phillipic, el título ya nos muestra ese punto grandilocuente que decíamos anteriormente, y que no sacaron un nuevo disco hasta 2012 con Take the Kids off Broadway. Nosotros los desconocíamos, la verdad. Pero, volviendo a Hang, muestran una diversidad de estilos e influencias que se ve favorecida por una producción excelsa a cargo del propio dúo, por un sonido orquestal y el uso de las cuerdas y los vientos, y es que detrás también aparecen los muchachos de Spacebomb y el siempre interesante Matthew E. White, y esa mano se nota. El disco se concibe también desde una perspectiva global y tiene su coherencia.

El comienzo es para uno de los temas que van a estar seguramente en mi lista de mejores canciones del año, la fantástica y accesible ‘Follow the Leader’, una delicia Pop muy emocionante y con esos arreglos en las cuerdas y vientos. Pero el tema es una excepción en el disco, ya que con ‘Avalon’ giran de dirección hacia lo teatral y el vodevil incluso, con su punto divertido, esos coros infantiles, y con los cambios de registro de voz de France, aunque a mí es un tema que me convence menos. No ocurre lo mismo con ‘Mrs. Adams’, France deriva hacia un tono de voz más grave, casi tipo Nick Cave, y es una canción épica que remite a David Bowie, una influencia clara en el disco, y donde el peso de vientos y cuerdas es determinante para construir uno de los mejores temas del disco. Más compleja y operística resulta ‘America’, una canción donde se producen varios giros y con France cambiando de nuevo sus registros, muy teatral de nuevo.

En ‘On Lankershim’ rebajan el tono, una especie de pequeño descanso entre tanta grandilocuencia, y realizan una delicia Pop muy de los setenta. Pero en ‘Upon a Hill’, un breve interludio con la gravedad de la voz de France dándole todo el dramatismo, arrancan con fuerza hacia el final del disco, donde ‘Trauma’ adquiere todavía tintes más dramáticos, para cerrar con otra de las cimas de todo el disco, ‘Rise Up’, que si bien al comienzo ya se hace un poco asfixiante, kuego va derivando hacia lugares más Pop, ganando con las escuchas y dando lugar a un final apoteósico.

Disco muy interesante este Hang de Foxygen, un trabajo que puede llegar a agotar en algún momento a pesar de su brevedad, pero que destaca por una inmensa producción, y que imagino que será muy difícil de llevar al directo. Épico y teatral, nos quedamos con ese single de adelanto y la fantástica canción que inicia el disco, ‘Follow the Leader’:

 

Fleet Foxes o el neo Folk

6 de septiembre de 2008, Azkena de Vitoria, allí estábamos para ir a ver a The Jayhawks con la formación mítica del Tomorrow the Green Grass. Mientras hacíamos tiempo entre concierto y concierto, viendo a John Cale, a Duff McKaegan’s Loaded o a los muy oscuros The Gutter Twins, el dúo formado por Greg Dulli (The Afghan Whigs) y un inmutable e impasible Mark Lanegan, nos paseábamos por los puestos de discos (sí, por aquel entonces todavía quedaban algunos valientes, con los bilbaínos Power Records) a la cabeza. En uno de ellos, uno de los dependientes observó que podría ‘cazar’ clientes y nos estuvo tratando de convencer de que teníamos que comprarnos el disco de unos tipos llamados Fleet Foxes. A nosotros ni nos sonaban, no sabíamos quiénes eran y destacaba que una banda de Rock, no sabíamos tampoco qué música hacían, pusiera como portada el cuadro del pintor flamenco renacentista Pieter Brueghel ‘Proverbios Flamencos’, sin duda toda una declaración de intenciones. No caímos…en ese momento. Esa portada llamativa aparecería en todo un suplemento como Babelia de El País, dedicándole una página al disco. Fleet Foxes se convertirían en unos pocos meses en los favoritos de la crítica con su disco de debut homónimo, con 9 incluido desde la prestigiosa y ‘marcatendencias’ Pitchfork Media, lo que equivale a la legitimación como ‘hype’ del momento. Pero, ¿quiénes eran Fleet Foxes y qué ofrecían?, publicando además desde un sello como Sup Pop, el epítome del ‘indie’.

Fleet Foxes provenían del Estado de Washington, concretamente de un lugar que seguro que os suena, Seattle. Su música se podía insertar en el ‘Americana’ o en su evolución, si es que eso puede interpretarse, y destacaban por varios aspectos. Primero, el juego con las armonías vocales que será una de sus señas de identidad, con esa voz de Robin Pecknold, compositor y líder de la formación, que los emparentaba en otro nivel con Crosby, Still, Nash & Young. En segundo lugar, su vinculación con un Folk pausado, con presencia de lo acústico pero también con un sonido muy limpio, depurado, y en el que se acercaban también a un imaginario colectivo vinculado a la naturaleza, a un pasado idealizado, y en el que su propia estética, esas barbas, iban a estar también en primer plano. Los ecos de Dylan y Young también replican en sus dos obras, su exitoso debut es una maravilla que te atrapa y te mece en temas redondos. Por cierto, aunque no participó en la grabación se incorporó a la banda antes del lanzamiento Joshua Tillman a la batería, Father John Misty para los amigos, que dejaría la formación en 2012 para iniciar una exitosa carrera en solitario y que publica disco en abril. En la producción del disco estaba Phil Ek, que también trabajaría con Band Of Horses, banda hermana y de misma procedencia, además de con The Shins o Built to Spill. Sin duda, son temas que te transportan a otro tiempo, con ese inicio desnudo de ‘Sun It Rises’ y esa guitara acústica, como la impresionante ‘White Winter Hymnal’, la personalísima ‘He Doesn’t Know Why? con esos coros, el punto más Blues con esa batería que imita al ferrocarril en ‘Ragged Wood’, la más luminosa ‘Quiet Houses’, la épica ‘Your Protector’, esa mandolina que suena en ‘Blue Ridge Mountains’, o el final con la desnuda y espiritual ‘Oliver James’.

Conquistaron a la crítica a la par que veíamos la ascensión de Band Of Horses, más accesibles, o de Iron & Wine y Bon Iver, antes de su paso a otros sonidos con su último disco, o la confirmación de The Decemberists. Las barbas se pusieron de moda, se pasó a la moda hipster, y eso tuvo su efecto sobre esta música que se identificó en parte con una estética. Pero no es menos cierto que era un movimiento basado en la recuperación de sonidos pasados, que seguramente nunca se habían ido del todo. Fleet Foxes tardarían tres años en sacar un segundo disco, Helplessness Blues (2011), el siempre complicado siguiente paso tras un debut triunfante. Pero los de Seattle se marcaron un trabajo impecable, ahondando más en sus raíces Folk y de nuevo con la producción de Ek. El inicio ya prometía, una desnuda y melódica ‘Montezuma’, de nuevo con las armonías vocales, y luego el toque de los vientos y las percusiones en ‘Bedouin Dress’. Emocionante y maravillosa resultaba ‘Sim Sala Bim’ que iba creciendo de nuevo en esa mezcla del minimalismo y la complejidad instrumental, con esas mandolinas características y el fascinante empuje final con reminiscencias de una vida pasada. Toque espiritual y solemne en ‘Battery Kinzie’, que da paso a la ecléctica »The Plains/Bitter Dance’. Y ‘Helplessness Blues’…uff, es una canción espectacular, de esas que te dejan huella, con esas guitarras acústicas, con la voz de Pecknold y ese giro precioso de la mitad de la canción. Tras dos temas menores, se lanzan con ‘The Shrine/An Argument’, casi nueve minutos de un gran tema donde vuelven a discurrir por diferentes terrenos, de lo minimalista y lejano de los primeros minutos a esas guitarras que suenan más explícitas y luego un momento más experimental que les lleva por territorios jazzísticos. ‘Blue Spotted Tail’ es una composición prácticamente desnuda sustentada en la voz de Pecknold y una guitarra minimalista. Y el cierre es para una grandiosa ‘Grown Ocean’ donde toman una dirección de nuevo más épica, en plan unos Arcade Fire del Folk.

Les ha costado seis años, ahí es nada, pero en unos meses llegará el tercer disco de Fleet Foxes y es una incógnita aunque las expectativas y la expectación son altas. Puede que ya no sea el momento de este estilo de música, algunos como Iver o Iron & Wine han tomado caminos más electrónicos y experimentales, especialmente el primero, otros como Band Of Horses da la sensación que han perdido fuelle. Pero igual Fleet Foxes nos presentan un disco que nos atrape como sus dos primeros. Esperemos que sí.

Elbow, ‘Little Fictions’

El año en que se cumplen veinte desde su formación, y en el que han sufrido la primera baja en su composición original tras la marcha del baterista Richard Jupp justo antes de esta grabación, Elbow presentan un nuevo trabajo que, como viene siendo habitual, les ha situado inmediatamente en el primer puesto de las listas británicas. Toda la consideración y el prestigio que han merecido a lo largo de los años en su país de origen no les ha bastado para extenderse por España ni otros países; parece que su propuesta no termina de ser igualmente apreciada más allá de su amplia cercanía. Es cierto que, salvo excepciones, sus canciones no obedecen a los estándares más extendidos del pop, pero su calidad y originalidad bien merecen, al menos, nuestra atención. Más aún en un disco como este, portador de una vitalidad y romanticismo de los que carecían otros de sus trabajos.

Optimista y animoso como el arranque y primer sencillo Magnificent (She Says), primera muestra de su buen gusto en la orquestación, seguida de la desnuda rítmica de Gentle Storm, apenas vestida con la percusión y la voz de Guy Garvey, y de Trust The Sun, más íntima y optimista pero igualmente austera en cuanto a arreglos. All Disco es de lo mejor; compuesta a raíz de una reflexión de Black Francis (Pixies) sobre la música y la composición, y con la Velvet en el horizonte, presenta más cuerpo y color que las dos anteriores. La romántica Head For Supplies concede mayor protagonismo a unas guitarras de calma belleza y en Firebrand & Angel, que contiene un sample del último disco de My Morning Jacket, la profundidad del piano marca el ritmo junto a la batería y la voz. También resultan básicas K2, en la que destaca el brillante estribillo integrado en la profusa letra de Garvey, y Montparnasse, con la única compañía del piano. Por encima de los ocho minutos se extiende Little Fictions, con protagonismo para la base rítmica y la grave orquestación que va añadiendo dramatismo hasta culminar con contundencia. De orquestación más cálida y sencilla, el álbum lo cierra la belleza y el romanticismo de Kindling.

No abandonan la línea seguida en sus últimas entregas e insisten en la elegancia y originalidad de su propuesta, arriesgada pero también cercana, en la que sigue destacando la voz de Guy Garvey junto a una lograda base rítmica. Alumnos aventajados de las vías sonoras por las que en su día se adentraron gente como U2 o Radiohead, el ahora cuarteto no se sale del guión y vuelve a entregar un trabajo efectivo y por momentos brillante.

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