Ray Davies, ‘Americana’

Anda el personal emocionado y enamorado del disco Americana de Ray Davies, aunque no es menos cierto que también han existido algunas reacciones menos entusiastas y que han puesto el foco en que el cancionero de este Americana, aunque a la altura de la leyenda, no es sobresaliente. Vaya por delante, no soy un experto en la obra en solitario de Davies, sí que admiro lo que hizo con The Kinks. Es evidente que las ganas de una reunión de la banda, aunque la relación de Ray con su hermano Dale parece descartarla, pueden nublar en parte todo lo que hace referencia a Davies, pero no es menos cierto que a mí este Americana me ha convencido y, aunque igual le sobraría algún tema, es un trabajo que se disfruta. Ya digo que no tengo criterio para compararlo con la anterior obra en solitario de Davies. Por otra parte, Ray Davies realiza un homenaje a esos sonidos norteamericanos que le marcaron desde su adolescencia y juventud y lo hace en un disco en primera persona y autobiográfico, que estaría de esta forma también vinculado a su libro de memorias que publicó en 2013 y que llevaba el mismo título del disco. Casi una década ha tardado Davies en publicar un nuevo disco y para la ocasión ha elegido como banda de acompañamiento a los mismísimos Jayhawks, lo cual es un gran aliciente porque qué mejor que secundarse de Gary Louris, Marc Perlman, Tim O’Reagan y Karen Grotberg, entre otros para llevarte en un viaje por esos espacios abiertos y esos sonidos norteamericanos que a Davies le han marcado desde New Orleans hasta Los Ángeles y que le dan diversidad al disco.

‘Americana’ es un comienzo maravilloso, un medio tiempo de sabor y de sonidos nostálgicos y melancólicos, con esos juegos de voces tan de The Jayhawks, y donde destaca esa combinación de guitarras acústicas con el pedal steel. ‘The Deal’ tiene un punto más Pop, la voz de Davies se ‘arrastra’ de forma perezosa, casi frasea, y tiene un punto irónico que se ve apuntalada por los coros. El ritmo se mantiene alto con ‘Poetry’, un tema que es más rockero y en el que la colaboración Davies – Jayhawks sigue brillando a gran altura y con un tono más melódico. Con ‘Message from the Road’ se produce un giro importante en el tono del disco, el primero, una canción más crepuscular y emotiva, con la voz de Grotberg haciendo de contrapunto en una composición más minimalista. El ritmo retorna con uno de mis temas favoritos, ‘A Place in your Heart’, donde Davies tira de sonidos norteamericanos del Country en parte y luego gira hacia otros terrenos con la complicidad en las voces de Grotberg y el resto de The Jayhawks, en una de las canciones más divertidas que se ve sostenida por las cuerdas y rematada en un final maravilloso. En ‘The Mistery Room’ gira hacia sonidos más duros con la preeminencia de las guitarras eléctricas mientras que en ‘Silent Movie’ frasea rememorando su abandono de New Orleans y una charla con su vecino, Alex Chilton (Big Star).

Ese ‘Silent Movie’ da paso a la fantástica ‘Rock ‘N’ Roll Cowboys’, épica y melancólica a partes iguales destacando las guitarras eléctricas. ‘Change for Change’ es un tema más extraño, especialmente por esa percusión, que también goza de un sonido muy marcado por las guitarras acústicas. En ‘The Man Upstairs’ retorna al fraseo, tararea de fondo el ‘Girl I Want to Be with You All the Time’ del clásico ‘All Day and All of the Night’ de The Kinks, y hace referencia a hoteles, moteles y apartamentos para dar paso a ‘I’ve Heard That Beat Before’, una canción en la que destaca el tono jazzístico del piano. ‘A Long Drive Home to Tarzana’ tiene un punto Country y vuelven a destacar los coros que apuntalan su emotividad. ‘The Great Highway’ es una de las sorpresas del tramo final del disco, una de mis canciones favoritas, tiene un sonido poderoso que nos remite a The Kinks, la voz de Davies la lleva muy lejos y las guitarras eléctricas del final son muy convincentes. ‘The Invaders’ es una canción preciosa y campestre y ‘Wings of Fantasy’ es un cierre que gana con las escuchas, con sonido más Pop.

A mí me ha gustado mucho este Americana de toda una leyenda como Ray Davies, un trabajo que, como muchos iconos de la talla de Davies, siempre será comparado con sus mejores obras. Es fantástica la presencia de The Jayhawks, que aportan su toque inconfundible, y hay unos cuantos temas que no te puedes quitar de la cabeza. Otra cosa es si The Kinks se volverán a reunir, pero esa es otra historia.

 

Pablo Und Destruktion, ‘Predación’

Cuarto disco del músico asturiano, cuarta pata de una mesa en la que se sostiene un proyecto que, según palabras del propio autor y haciendo gala de la honestidad incondicional a que nos ha venido acostumbrando, deberá reinventarse o desaparecer. Cinco años en los que ha creado y desarrollado un estilo más que particular que ha prevalecido sobre las diferentes maneras de encarar cada disco.

De nuevo genial en sus elaboradas letras, en esta ocasión presenta sus canciones grabadas en directo en el estudio de Paco Loco en un formato de banda en el que repiten Javier Bejarano y un capital Ángel Kaplan al bajo, además de Pablo González y Alfonso Alfonso. Superado el efecto de su irrupción en la escena rock nacional y consolidada su posición con ‘Vigorexia emocional’ (2015), mantiene el nivel sin permitir que decaiga la fórmula que le granjeó el éxito, presentada en esta ocasión con una producción más sencilla sin que ello suponga excesivos cambios en el resultado.

Entre sus nueve canciones las hay más melódicas y más rítmicas, con protagonismo en todas ellas de una sección rítmica que aporta oscuridad y contundencia. El inicio es potente; tras el inicial Preludio corintio llega Puro y ligero, rotunda y llena de impactantes imágenes, en la que el excelente bajo toma las riendas, a la que siguen la intensidad de Un salario social, en la que sobresalen las percusiones y el dramatismo vocal antes de la más eléctrica y guitarrera El enemigo está dentro.

A partir de aquí, a excepción de la también recitada El mejor traje de seda, parece iniciarse una mitad más melódica. En Amor, de estribillo guerrero y final lleno de emoción, ya modula más la voz, al igual que en la acertada adaptación de la popular asturiana A la mar fui por naranjas. Retoma con fuerza su lado combativo en Conquistarías Europa y culmina con la destacada Herejes, de inicio «morriconiano» y lapidario final.

Austeramante presentado en lo físico (se echa de menos más información), en lo sonoro no hay espacio para accesorios. En cuanto a lo lírico, cambia ligeramente su discurso con una menor conciencia política y un viraje hacia lo existencial que le lleva a extenderse con crudeza por grandes temas como la religión o, sobre todo, el amor. Equilibrio en suma en un trabajo con el que este rockero de vocación ermitaña insiste en una línea que ya conocemos y que satisface una vez más las expectativas.

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Adiós a Chris Cornell, icono del Rock y más allá del Grunge

Estoy leyendo un diario digital a primera hora y veo la fotografía de Chris Cornell, anuncia que ha fallecido de forma repentina en Detroit a los cincuenta y dos años. Tengo que volver a leerlo. Miro en las Redes Sociales, todavía no hay nada, pero en breve la noticia salta y te quedas…No se dice nada de la causa, sólo ese adjetivo, y por la tarde se confirma que ha sido un suicidio. Han pasado unas horas y ha habido tiempo de pensar en su carrera y su trayectoria, en la de un artista que fue clave en todo aquello de Seattle y el Grunge con Soundgarden, que creó Temple of the Dog y que luego formaría Audioslave, además de una irregular carrera en solitario. Cornell era el mejor cantante de las cuatro grandes bandas de Seattle, con esa potencia y esos agudos, su personalidad que no eclipsaba sus canciones. Soundgarden peleaban con Alice In Chains por esa tercera plaza de las cuatro bandas de Seattle que alcanzaron su cima a comienzos de los noventa, una vez que Nirvana fueron el referente, Pearl Jam la gran banda, y tanto Soundgarden como Alice In Chains se merecían esa tercera posición. El dato duro también es que ya sólo queda uno de los cuatro frontmans, Eddie Vedder, tras el también suicidio de Kurt Cobain (1994) y el fallecimiento por sobredosis de Layne Staley de Alice In Chains en 2002.

Sin duda alguna, todos ellos almas sensibles, Cornell también había tenido que luchar contra adicciones, pero siempre recordaré sus lágrimas en el documental Pearl Jam Twenty de Cameron Crowe al recordar a su gran amigo y compañero de piso en el Seattle de los ochenta Andrew Wood de Mother Love Bone que falleció por sobredosis en 1990. Soundgarden tenían una carrera antes de la eclosión del Grunge y eran una de las bandas más importantes de aquella ciudad gris idealizada que nos mostraría el propio Crowe en la edulcorada Singles (1992), donde Soundgarden aportaba a la Banda Sonora ‘Birth Ritual’ y el propio Cornell la emotiva y desnuda ‘Seasons’. Pero no nos adelantemos, Soundgarden se formó en 1984 con Cornell a la voz y batería, el guitarrista Kim Thayil y junto al bajista Hiro Yamamoto que abandonó la formación en 1989. El bueno de Matt Cameron aparecería en 1986 y en 1990 se integraría en la banda Ben Shepherd. Con un sonido más duro y oscuro que lo que luego sería el Grunge, con un punto Heavy Metal e influencias de Black Sabbath, Soungarden publicaron dos EPs en Sub Pop para dar el salto a otra independiente como SST donde estaban parte de lo más relevante del underground, o habían formado parte del mismo: Black Fag, Sonic Youth, Meat Puppets, Dinosaur Jr, Screaming Trees, etc. Allí sacaron su primer disco, Ultramega OK (1988), que llamó la atención a una major como A&M que los fichó y en 1989 editaron Louder Than Love. Con el Grunge ya en primera línea gracias a Nirvana, le tocó el turno a su primer gran trabajo, Badmotorfinger, una dosis de rabia que lo tenía difícil para competir con Nirvana o Pearl Jam porque su sonido era más duro y oscuro como decíamos. Es un gran disco, sin duda alguna, y puso a Soundgarden en el mapa aunque todavía habría que dar un salto.

Y ese salto llegaría con su cuarto trabajo, Superunknown (1994), su obra maestra, sin perder su esencia suavizaron un poco el sonido y llegaron a un público más amplio gracias a temas como ‘Spoonman’ o ‘Black Hole Sun’. Anteriormente, Cornell había protagonizado una de las historias más bonitas de la época al liderar Temple of the Dog en 1991 como homenaje a su amigo Andrew Wood. Formado Stone Gossard y Jeff Ament de Pearl Jam, y que habían sido compañeros de Wood en Mother Love Bone, Mike McCready que se había unido a Pearl Jam, y con Cameron a la batería y la ayuda en las voces de Eddie Vedder, sólo publicaron su debut homónimo en 1991. Las canciones son en su gran mayoría de Cornell y es un trabajo más melódico que lo que hacía en Soundgarden y que sigue sonando de maravilla con temas como ‘Hunger Strike’ o la escalofriante ‘Say Hello 2 Heaven’ dedicada a Wood.

Regresamos a 1994, con Soundgarden alcanzando el número 1 del Billboard y convertidos en una de las bandas del momento. Pero el suicidio de Cobain supuso el punto final de todo aquel movimiento y las consecuencias se irían notando. Soundgarden llegarían a su quinto disco en 1996, Down on the Upside, ambicioso y extenso, como la mayoría de la banda, pero que fue mal recibido por la crítica. A mí, personalmente, es un disco que siempre me gustó y sí que es cierto que puede pecar de cierta ‘pesadez’ pero creo que se merece una mayor valoración. Sin embargo, las relaciones entre los integrantes de Soundgarden estaban deterioradas y en 1997 se separaron. Cornell publicaría en 1999 su primer disco en solitario, Euphoria Morning, de acogida tibia. Pero en 2001 ya estaba formando Audioslave con los integrantes de Rage Against the Machine Tom Morello, Brad Wilk y Tim Commerford. Aquello levantó una gran expectación y la duda es si su sonido derivaría más hacia Cornell o Rage Against the Machine. La verdad es que salió una personalidad propia, con la mezcla de la voz de Cornell y las piruetas eléctricas de la guitarra de Morello, fuerza y contundencia que fue ganando con el paso de los años. Tres discos (Audioslave en 2002, el número 1 en EEUU Out of Exile en 2005, y el cierre con Revelations en 2006) y la banda se finiquita en 2007 tras seis años de reconocidos directos.

En 2007 Cornell recupera su carrera en solitario que estará marcada por la indefinición y la irregularidad, abrazando incluso sonidos más electrónicos en algún momento que no le quedaron muy bien. La sorpresa llegó en 2010 con una reunión de Soundgarden, con Cameron haciendo doblete con Pearl Jam, y en 2012 publicarían un discreto pero solvente King Animal, retomando las giras y sin perder las esencias de la banda. En 2015 retomaría su carrera en solitario con Higher Truth. En los últimos años había vuelto a girar con Temple of the Dog y con Soundgarden, precisamente se encontraba de tour con los segundos cuando tras su concierto en Detroit se quitó la vida. Chris Cornell era uno de los grandes de toda aquella generación de músicos que colocaron al Rock & Roll en lo más alto por última vez. Su extensa carrera nos muestra a un tipo inquieto que no paró de un proyecto a otro, incluso ahora también se rumoreaba que iban a reunirse Audioslave. Estremecedora ‘Seasons’ para terminar de rendir homenaje a Chris Cornell.