Paul Weller y la clase

Me gustaba Paul Weller antes de saber quién era Paul Weller, algunas de sus canciones más conocidas, especialmente a través de The Jam y The Style Council, eran hits y aparecían en bandas sonoras de películas británicas, como veremos posteriormente. Y creo que la primera referencia que me llegó fue en la segunda mitad de la década de los ochenta, cuando entrábamos en este mundo de la música y Weller estaba con The Style Council. Sin embargo, como mucha gente de nuestra generación, fue el BritPop el que nos puso por delante a la figura de Weller cuando fue ‘designado’ como Padrino de este movimiento y señalado por Oasis como una de sus influencias clave, colaborando en su segundo disco, el colosal (What’s the Story?) Morning Glory (1995) y aportando su talento en ‘Champagne Supernova’.

Pero vayamos poco a poco porque la historia y la carrera de Weller es apasionante, con grandes momentos y otros menos conseguidos. Un artista que no se casa con nadie y que ha publicado su disco número trece, A Kind Revolution, que abordaremos en unos días. Weller, con su inconfundible clase y sus reminiscencias Mod, no en vano la prensa le bautizó como el ‘Modfather’, atesora una amplia carrera que comienza inevitablemente con unos clásicos The Jam. Con Rick Buckler y Rick Foxton, The Jam irrumpirían antes del estallido del Punk en un Reino Unido desestructurado con las reformas de Margarte Thatcher, contra la que cargarían con fuerza así como contra las fuerzas del sistema, otra de las constantes de Weller. The Jam serían una de las formaciones clave de la década de los setenta en el Reino Unido junto a The Clash y Sex Pistols, pero además incorporaban sonidos Mod (la huella de The Who es inevitable) y contaban con una estética que les hacía inconfundibles. Seis discos de 1977 a 1982 y una ristra de grandes canciones con clásicos como la crítica a las élites de ‘The Eton Rifles’, ‘In the City’, ‘That’s Entertainmet’ o la imbatible ‘Town Called Malice’. Weller, cabeza visible de la banda, seguía otros derroteros musicales, solo hay que ver el órgano del ‘Town Called Malice’, lo que desembocó en la ruptura de la formación. Weller mostraba las influencias del Soul y el Northern Soul, y el disco The Gift era una muestra de ello. Por cierto, que uno nunca se cansa de este soberbio tema que te pone a bailar en cualquier momento.

En una de las cimas más altas de su carrera, Weller decide afrontar un nuevo proyecto donde explorar esas influencias Soul. Será The Style Council, junto a Mick Talbot, donde también se verá absorbido por algunas de las corrientes más Pop de la década, aunque no llegaría a adoptar las poses de los ‘Nuevos Románticos’. The Style Council también llegaron alto con algunos de sus discos, y canciones como ‘Walls Come Trumbling Down!’ y ‘Shoutto the Pop!’ también alcanzan la categoría de clásicos. Allí encontramos algunos de los elementos característicos de la música de Weller, su querencia por la música Soul, la elegancia en los arreglos, esos estribillos y su fuerza y potencia. Pero The Style Council se fueron quedando desfasados, no encajando en los cambios del Pop de finales de los ochenta y sus dos últimos discos pasaron más inadvertidos, en un intento de encajar en esas transformaciones que decíamos y que no cuajaron. La carrera de Weller sólo tenía un camino que era el de intentarlo en solitario.

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Weller publicaría su debut en solitario en 1992, Paul Weller, iniciando una trayectoria que se ha caracterizado por un gran eclecticismo en sus influencias y en girar hacia lugares insospechados, como veremos posteriormente. En 1993 llegó el segundo trabajo, un exitoso Wild Wood, aunque ninguna de las canciones de este periodo alcanzan la fuerza de sus trabajos anteriores, incluso por momentos podemos decir que es un Weller más pausado. En pleno BritPop llega un tercer disco, Stanley Road (1995), donde encontramos su primera colaboración con una figura central en su carrera, el guitarrista de Ocean Colour Scene Steve Cradock, que será su mano derecha en el estudio y en directo durante más de una década. Canciones como ‘Wild Wood’, ‘Hang Up’, ‘Sunflower’ o ‘The Changingman’, entre otras, están entre lo más destacado de este periodo, a los que seguirán discos que irán consolidando su posición pero también por momentos poniendo el piloto automático. Otro de los factores que contribuyó a mantener la vigencia de las canciones de Weller fue la inclusión de temas de The Jam y de The Style Council en bandas sonoras de películas de marcado acento británico como Billy Elliot (2000), en series de televisión, etc.

A partir de la segunda mitad de la primera década del siglo XXI, Weller ya alcanza el estatus de clásico de la música popular, y nos regalará en 2004 una deliciosa colección de covers como es Studio 150 donde repasa sus influencias. Pero, en este momento también su carrera comenzará a estar marcada por una mayor irregularidad. As Is Now (2005) no acaba de funcionar de la misma forma, aunque no es un mal disco, pero demostrará que todavía tiene mucho que decir con el ambicioso 22 Dreams (2008). Este es el mejor trabajo de Weller en mi opinión en todo el periodo, un disco en el que se ven numerosas influencias, desde el Folk hasta la Psicodelia, el Pop elegante, y por supuesto, el Soul. Hay de todo en un disco donde destacan temas como ‘Cold Moments’, la sección de viento de ’22 Dreams’ que te lleva directamente al Northern Soul, ‘Have You Made Up Your Mind’ con ese estribillo juguetón, con su amigo Noel Gallagher firma la oscura y ruidista ‘Echoes Round the Sun’. Weller también aprovechó esos años para sacar directos y acústicos por doquier, era el momento. Y, atento a los tiempos, llegaría un disco más complejo y en el que se apuntaba a sonidos más modernos con el también sobresaliente Wake Up the Nation (2010), otro trabajo de carga política donde también participaba todo un Kevin Shields (My Bloody Valentine). No era un disco fácil, obviamente, pero parecía definir un Weller maduro que tuvo un patinazo importante con su aproximación al Krautrock y a los sonidos más electrónicos de Sonik Kicks (2012). Afortunadamente, con Saturns Pattern (2015) recuperamos un Weller más reconocible aunque no sobresaliente, sin dejar de buscar otros sonidos.

Como decíamos, en breve analizamos el nuevo disco de Paul Weller, uno de nuestros artistas favoritos, con la clase por bandera. Haciendo gala de lo británico y con una fuerte carga política, Weller nunca ha dejado indiferente y ha dado lugar a numerosas grandes canciones. Puede que sus derivaciones más electrónicas o algunos de los bandazos que ha tenido le hayan situado lejos de la primera fila de los grandes clásicos, pero Weller está ahí y parece tener cuerda para rato. Todavía recordamos su actuación en el BBK Live de 2010, donde en un breve concierto repasó temas de su disco de entonces, Wake Up the Nation, y algunos de sus hits. Y yo no puedo dejar de poner otra de mis canciones favoritas, este ‘Walls Come Trumbling Down!’ de The Style Council…¡A bailar!

Erykah Badu y el comienzo de una cima del neosoul

Verano de 1997, no me preguntéis cómo me hice con el disco Baduizm de Erykah Badu pero lo hice y no me arrepiento. Por aquellos años no habíamos asistido al redescubrimiento del Soul y las voces que sonaban eran Toni Braxton, Whitney Houston y los grupos femeninos como En Vogue. Vale, también estaban TLC o habían aparecido The Fugees en el Hip Hop, pero todo se catalogaba como Rhythm and Blues (R&B), hasta una Mariah Carey que entonces era una artista respetada y que no había caído en la autoparodia. Por eso la aparición de una artista como Erykah Badu supuso un momento importante, porque se salía del guión establecido en ese momento, o porque se encontraba en una posición minoritaria, y porque hacía gala de una un discurso político, de una reivindicación ya desde su indumentaria de las raíces africanas, y todo ello con una gran voz y también muy buenas canciones. Además, el tono de su disco de debut, con influencias del Jazz, le llevó a ser comparada desde el minuto uno con toda una Billie Holiday. Era, como decíamos, una especie de Neo Soul que, en su versión masculina se personalizaba en D’Angelo que había debutado en 1995 con Brown Sugar y que en 2000 publicaría su fundamental Voodoo. Badu procedía de Dallas (Texas) y tenía la lección bien aprendida, se hizo acompañar por gente como The Roots. La publicación de Baduizm fue recibida con entusiasmo por la crítica, alcanzó el 2 en el Billboard y ganó numerosos premios, incluidos un par de Grammys.

Badu construyó un disco fundamentado en su voz, con texturas jazzísticas y del Soul, con un punto electrónico y minimalista, en ocasiones en un segundo plano, un disco con un fuerte contenido ambiental y muy homogéneo. Precisamente esta pueda ser una de las pocas pegas que se le puedan poner, en ocasiones peca de monótono. Pero eso no le resta para que sea un gran debut, con una primera parte soberbia desde esa introducción que es ‘Rimshot’ que marcara el tempo del disco. El punto más alto llega con una canción fascinante, ‘On & On’, una locura con su voz, con esa instrumentación de fondo, ese sutil pero destacado toque de percusión y un gran estribillo. No deja esa posición con la grandísima ‘Appletree’, un tema más animado y donde acelera el ritmo y frasea en algunos momentos. En ‘Otherside of the Game’ se deja llevar por el Soul, con una voz sensual y el contrapunto de la trompeta, en un tema firmado también por The Roots, dando paso a un breve interludio como ‘Sometimes (Mix #9). Y llega otro momento a destacar, la balada ‘Next Lifetime’, donde lleva su voz al límite. En ‘Afro (Freestyle Skit)’ Badu canta en solitario, solo apoyada por unos toques de trompeta, emocionando en este breve tema.

La segunda parte del disco no alcanza ese nivel, igual cae en ciertos momentos en la monotonía que decíamos. ‘Certainly’ es un tema que bebe más de esas influencias jazzísticas, tiene un punto experimental que me convence menos. ‘4 Leaf Clover’ es una versión de Atlantic Starr y puede ser la concesión más cercana, dentro de su estilo, al R&B dominante en esa época. Más ecléctico resulta ‘No Love’, un tema diferente al inicio del disco que no deja de seguir la senda de la canción anterior pero de forma más convincente. Y en ‘Drama’ apuesta por dejar en segundo plano su voz frente a la instrumentación, siendo uno de los temas más ambientales y porosos de un disco marcado por esa dinámica. The Roots vuelven a aparecer en uno de los temas más animados de todo este disco, ‘Sometimes…’, dejando su sello y que recuerda a sonidos más clásicos. El cierre es para uno de los temas menos logrados, un ‘Certainly (Flipped It)’ donde dialoga con la otra canción del mismo título, apostando por un ir más allá en el uso de la electrónica. Y culmina donde empezaba, un ‘Rimshot’ con un matiz más electrónico.

Me encantó este Baduizm y Erykah Badu pero aquí llegó a un misterio sin resolver para mí. No me preguntéis los motivos pero nunca volví a comprarme un disco suyo. Vale que era difícil que llegasen pero no hay excusas y su producción no ha sido muy elevada. En 2000 regresó con Mama’s Gun donde mostraba que su evolución le iba a llevar a tocar todos los palos de la música negra sin parar de explorar escenarios. Y sólo publicó tres discos más, y un proyecto en 2015 titulado But You Caint Use My PhoneBadu también es actriz y participó en la infame The Blues Brothers 2000 (1998) y en Las normas de la casa de la sidra (1999), por citar dos de sus trabajos más conocidos. Nunca ha dejado indiferente y siempre ha seguido su camino, sin fijarse en modas o tendencias. Una gran personalidad y un gran disco de debut que rompió en su momento con la situación del R&B y el Soul del momento. Luego llegarían Lauryn Hill, Macy Gray, etc., pero fue el revitalismo el que se impuso con Amy Winehouse apenas una década después. Pero Erykah Badu siempre será una de las grandes voces de estos estilos, no cabe duda.

 

Kendrick Lamar, ‘DAMN.’

Kendrick Lamar es una de las figuras más importantes del Hip Hop actual, de eso no cabe ninguna duda tras sus anteriores trabajos. Con DAMN. no ha bajado el nivel, al contrario, se consolida y diversifica su estilo con un trabajo que entra desde la primera escucha y que te va conquistando. De Compton (California), lo teníamos en nuestra lista de artistas pendientes, especialmente con su tercer disco, el aclamadísimo To Pimp a Butterfly (2015) en el que a través de poderosos temas con ‘King Kunta’ era capaz de llevar el Hip Hop a otra dimensión. También con letras poderosas y reivindicativas, el siguiente paso, tras el recopilatorio de demos que fue Untitled Unmastered (2016), era complicado pero Lamar ha conseguido firmar un excelente DAMN. que puede convencer hasta los no aficionados al Hip Hop. Nosotros no somos expertos en este género pero hemos disfrutado de muchos artistas y discos del mismo, y no cabe duda de que Lamar, como decíamos al comienzo, es uno de sus referentes actuales. DAMN. es un disco que también va a descubrir otros matices de Lamar, además de profundizar en el Trap con esas presencias electrónicas, o en toques más sutiles de Neo Soul, e incluso con algunos puntos jazzísticos, junto con algunas colaboraciones de altura y sorprendentes. Es un disco que tampoco deja respiro y que con las escuchas te permite descubrir más matices. También habría que profundizar en unas letras que promete.

‘Blood’ es un comienzo fantástico, breve y con esa instrumentación, una melodía que deriva hacia el Soul, muy ambiental. Pero el giro que da con la tremenda, contundente y durísima ‘DNA’ te deja clavado, ese punto electrónico y con Lamar saliéndose literalmente de la canción. Pero en ‘Yah’ retorna a sonidos más melódicos y nos regala un medio tiempo fascinante, senda por la que se mantiene en la también destacada ‘Element’, un tema también accesible, con un fraseo de Lamar fantástico y un estribillo a la altura, por cierto una canción que firma también James Blake. Y con ‘Feel’ sigue la fiesta, una canción donde Lamar se impone de nuevo con fuerza con una base muy bien construida. En ‘Loyalty’ cuenta con Rihanna, un tema diferente que funciona, un medio tiempo donde samplea el ’24K Magic’ de Bruno Mars, lo que demuestra la amplitud de miras de Lamar. ‘Pride’ también es otra de las mejores canciones de todo el disco, con ese comienzo de nuevo melódico, con una cadencia muy del Neo Soul, un tema emotivo y emocionante.

Con una primera parte del disco tan potente, en la segunda no va a bajar el ritmo, y lo demuestra con la vuelta a sonidos más electrónicos en la arrolladora ‘Humble’, un tema que está en la senda de ‘DNA’. En ‘Lust’ aparecen varias voces, y también hay presencia de sonidos electrónicos, mientras que ‘Love’ es un retorno al Neo Soul, una canción con un tono más melódico y en el que colabora Zacari, combinándose las dos voces. Una de las grandes sorpresas del disco ha sido la colaboración de U2 en un tema tan ecléctico como ‘XXX’, donde Bono y compañía quedan en un segundo plano frente a Lamar, y en el que hay sonidos que van desde el Jazz hasta los más característicos del Hip Hop. Muy atractivo también es ‘Fear’, con ese toque sutil de guitarra, mientras que el final rebaja un poco el nivel, no mucho tampoco, con ‘God’, en el que Lamar casi canta en un medio tiempo con tintes electrónicos, y en la ecléctica ‘Duckworth’ que suena casi como a un resumen del disco por todos los palos que va tocando.

Tenemos que recuperar el tiempo perdido con respecto a Kendrick Lamar, este DAMN. nos ha impactado, así como incidir en sus letras. Lamar es un tipo inteligente que parece tener clara su dirección, en ocasiones también nos puede recordar a todo un Prince, y que no va a dejar de sorprendernos. Sin duda alguna, es uno de los mejores discos de 2017.