Danny and the Champions of the World, ‘Brilliant Light’

De Danny and the Champions of the World venimos escribiendo en este blog desde que los descubrimos allí en 2013 con su tremendo disco Stay True, cuarto trabajo de estudio de una formación liderada por Danny George Wilson que mezclaba influencias del Soul, el R&B clásico, el Folk y el Country, convirtiéndose en una especie de Van Morrison del siglo XXI (salvando las distancias) con una voz fascinante y unas canciones que se caracterizaban por un tono nostálgico y melancólico con aportaciones desde el pedal steel, los vientos, los coros, etc. En 2015, What Kind of Love mantenía el nivel y nos volvía a enamorar y, en 2017, Danny and the Champions of the World nos han sorprendido con el doble y maduro Brilliant Light. Sexto disco de los británicos que se van ampliando en número de integrantes y que han facturado un notable trabajo, en algún momento de excesiva duración, pero que sigue siendo una delicia con algunos temas brillantes. No hay tanto espacio para las canciones más animadas, y es que los dos discos, especialmente el primero, se basan en medios tiempos de carácter melancólico y otoñal, pero consiguen dejarte con el espíritu en alto. Tampoco hay temas tan incontestables de primeras como ‘(Never Stop Building) That Old Space Rocket’ o ‘Clear Water’, aunque con las escuchas van apareciendo. Y en los dos discos también predomina un cierto tono espiritual, la parte del Soul más ligada al Góspel.

El comienzo del primer disco es para dos temas regidos por el mismo patrón, medios tiempos que crecen y con el pedal steel predominante y coros fascinantes, como son la maravillosa ‘Waiting for the Right Time’ y la no menos lograda ‘Bring Me to My Knees’ con ese pedal steel de nuevo, de lo mejor del disco. ‘It Hit Me’ tiene una cadencia más pausada, con el Hammond imponiéndose y una mezcla de fondo entre Soul y unos toques incluso Reggae. En ‘You’ll Remember Me’ encontramos una deriva más espiritual, casi como si fuese un Góspel por momentos, y ese trasfondo Soul que no puede faltar. Y en la misma trayectoria se enmarca ‘Swift Street’ tras un comienzo más desnudo y que va creciendo en intensidad. En ‘Consider Me’, otra de las grandes canciones del disco, la cosa se anima con la fuerza de las guitarras eléctricas y se rompe con la línea del disco. En ‘Coley Point’ retornan a los medios tiempos pero le añaden un punto épico que queda muy acertado. ‘It’s Just a Game (That We Were Playing)’ es más festiva, un R&B clásico a la que le sigue ‘Never in the Moment’, donde destaca la voz de Wilson. El cierre del primer disco es para el Soul de ‘Gotta Get Things Right in My Life’, con esos coros de fondo, un medio tiempo que va logrando fuerza a partir de la mitad del tema y donde destacan de nuevo el pedal steel y el Hammond.

El segundo disco es más ecléctico, y también como decíamos más irregular, aunque también cuenta con canciones muy interesantes como por ejemplo el potente comienzo de ‘Waiting for the Right Time’, con esos vientos tremendos. ‘Don’t Walk Away’ es una balada con un punto claramente Country y con la voz de Wilson siendo puro sentimiento. En ‘Hey Don’t Lose You Nerve’ retornan a los tonos espirituales casi llegando al Góspel a través del Soul, con un final fascinante. ‘Everything We Need’ gana con las escuchas, siendo también un R&B clásico. ‘Let Me the Water Wash Over You (Don’t You Know)’ cuenta con un sonidos más duros con protagonismo para las guitarras eléctricas pero es una de las canciones menos conseguidas. El final del disco va creciendo gracias a la festiva ‘Long Distance Tears’, esos vientos de nuevo, el medio tiempo melancólico de ‘The Circus Made the Town’ y el cierre con otro de los mejores temas de todo el disco, ‘Flying by the Seat of Our Pants’, puro sentimiento y espiritualidad.

Danny and the Champions of the World siguen siendo uno de los secretos mejor guardados de los últimos tiempos, y seguramente se merecen una suerte mayor en este mundo de la música, pero lo que no cabe duda es que con su brillante trabajo transmiten una gran honestidad que se te cuela a través de sus canciones y de cada nota.

 

El golpe en la mesa de Beyoncé con ‘Crazy in Love’

Año 2003, Beyoncé iba a comenzar su carrera en solitario con la publicación de Dangerously in Love, y lo haría con mucha fuerza. Para entonces, la carrera del grupo que le había dado a conocer, Destiny’s Child, estaba también en lo más alto, superando a otros grupos de R&B femeninos que habían volado alto en los noventa como TLC o En Vogue. Habían publicado hasta la fecha tres discos pero estaba claro que a Beyoncé Destiny’s Child, donde compartía formación con Kelly Rowland y Michelle Williams, se le quedaba pequeño. Beyoncé se iba a abrir a nuevos sonidos pero su debut estaría marcado por el R&B contemporáneo y el neo Soul, todavía estaba en formación una carrera que alcanzaría su cima, de momento, con el personal Lemonade (2016). Pero, volviendo a su debut en solitario, Beyoncé participaría en la composición y producción de todos los temas y se rodearía de colaboradores y colaboradoras como Jay-Z, que ya por entonces era su pareja, clásicos del R&B como Luther Vandross, Missy Elliot, Sean Paul, Big Boi (Outkast) o Sleepy Brown.

Dangerously in Love es un disco que se hace largo, irregular por momentos, en los que Beyoncé muestra su talento pero que se nota que todavía está definiendo su estilo. Hay algunos temas que sobran, especialmente en la segunda parte, pero contaba con un Hit inmenso, el ‘Crazy in Love’ con el que abría el disco. ‘Crazy in Love’ fue una de las canciones más destacadas de 2003 y seguramente de la década, una carta de presentación de la carrera en solitario de Beyoncé sin paliativos. Un golpe en la mesa. En ‘Crazy in Love’ colabora Jay-Z, que también coescribe el tema, y es una canción adictiva, con un ‘hook’ tremendo, un comienzo que ya se te clava, unos vientos poderosos y un estribillo de gran potencia. La letra no tiene mayor misterio, donde se combina la interpretación vocal de Beyoncé con las estrofas rapeadas de Jay-Z.

Fue un número 1 incontestable, una canción que ya no abandonaría nunca a la artista de Houston. Todavía tendría tiempo de regresar a Destiny’s Child para despedir su carrera con su quinto disco, un irregular Destiny Fulfilled (2004). A partir de ese momento, Beyoncé se ha convertido en una de las principales artistas de la música popular de estas dos últimas décadas, controlando una carrera que va ganando credibilidad con discos como el ya mencionado Lemonade pero también con singles incontestables como ‘Single Ladies (Put a Ring on It)’, ‘Halo’, etc. Pero todo comenzó con ‘Crazy in Love’.

 

Hasta aquí hemos llegado o el último disco

Llega un momento en el que una banda decide separarse, un momento en el que se entona un ‘Hasta aquí hemos llegado’ y cada uno se va por su lado. A veces es algo que ocurre de forma sorprendente, no lo esperas, no se veía ningún conflicto o lucha de egos, aunque muchas veces ni se intuyen, o una caída drástica de calidad o inspiración (o de ventas y visibilidad, obviamente). Pero, otras veces, se ve venir, hay indicadores de que esa formación está a punto de finiquitarse. También ocurre que un disco puede no ser el último disco porque, milagro, años después, la banda vuelve a reunirse, por los motivos que sean. Un ejemplo interesante de este hecho, uno de tantos, pueden ser Blur, que publicaron en 2003 un Think Tank que mostraba una evolución de la formación hacia otros sonidos y en el que no participó Graham Coxon, salvo en un tema, en esos momentos fuera de la banda por conflictos con el resto de los integrantes. Aquel disco fue el último de Blur, también el más incomprendido, hasta que en 2015 regresaron con The Magic Whip. Aquí vamos a hablar de discos que fueron los últimos pero no incluimos recopilatorios ni directos, sino discos de estudio con material nuevo, aunque también hay algunas excepciones. Un recorrido por algunos de los discos finales de algunas de nuestras bandas favoritas y sus circunstancias.

El debatido último disco de The Beatles

La situación de The Beatles era bastante insostenible al final de su carrera pero, ¿qué queremos? En menos de una década habían revolucionado el mundo de la música y en 1967 habían dado un salto sin precedentes con Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band. Con los egos por las nubes, con las riendas de la formación en manos de McCartney, Lennon a otra cosa y Harrison buscando su sitio, y con el bueno de Ringo Starr viéndolas venir, el escenario se acabó de romper en tres años. Pero The Beatles no pararían en ese periodo, primero en 1968 con el denominado álbum blanco, y luego cerrarían su historia con Abbey Road (1969) y Let it Be (1970). Precisamente, el debate se centra en que el primero fue grabado en último lugar mientras que Let it Be se hizo anteriormente bajo la producción de Phil Spector frente al fiel George Martin. De hecho, en 2003 saldría publicado un Let it Be…Naked sin la contribución de Spector. Si consideramos a Let it Be como último disco, lo fue el publicado, está un paso por debajo de Abbey Road, y aunque en ambos están las constantes de The Beatles, no cabe duda que son discos también con un poso nostálgico que muestran que ese ‘hasta aquí hemos llegado’ es un hecho. El final es para el ‘Get Back’ y esa icónica imagen en la azotea. Era el final y el resto es Historia.

Radio Futura sientan las bases…y lo dejan

Radio Futura eran una de las principales bandas de la España de los ochenta y comienzos de los noventa. Santiago Auserón, Luis Auserón y Enrique Sierra habían desarrollado una evolución impagable desde esos comienzos insertados en ‘la movida’ hasta sentar las bases de lo que sería el Rock & Roll en español, en el que mezclaban otros sonidos de carácter latino. Si en 1987 habían dado un salto con La canción de Juan Perro, en 1990 Veneno en la piel todavía les llevaría más allá con temas como ‘Corazón de tiza’ o el que daba título al disco, todos ellos ya clásicos de la música en español. Pero ese sería el último disco con canciones nuevas de Radio Futura. En 1992 publicarían un disco en el que remezclaban algunos de sus clásicos con sonidos más latinos y hacían alguna versión titulado Tierra para bailar y lo dejaban, quedando también la sensación de que no encajaban mucho en la industria. La decisión dejó a sus seguidores bastante desconsolados y unos años después Santiago Auserón llevaría más lejos su evolución como Juan Perro. Radio Futura es una de las bandas más importantes del Rock & Roll en español y su legado es permanente, aunque queda la duda de hasta dónde habrían llegado.

Héroes del Silencio, agotamiento y tensiones internas

Si desconsolados acabaron los fans de Radio Futura en 1992 ni os imagináis cómo vivieron los de Héroes del Silencio el final de la banda en 1996 tras una gira como la de Avalancha que les había dejado rotos. Además, Enrique Bunbury y el guitarrista Juan Valdivia tenían bastantes discrepancias sobre la evolución de la banda. La historia de los zaragozanos es de sobra conocida, así como las etapas que vivieron. Bunbury, Valdivia, Pedro Andreu y Joaquín Cardiel habían ido modelando un sonido épico que comenzó con esa oscuridad postpunk británica de los ochenta y se desplazo hacia los cánones del Rock norteamericano. En 1990 publicaron su punto más alto, Senderos de traición, y en 1993 no se salieron del camino con El espíritu del vino. Héroes del Silencio triunfaban en España y América Latina, además de en parte de Europa. Pero en su cuarto disco, Avalancha, había cambios que les acercaban a otros sonidos más endurecidos, con producción de Bob Ezrin, no en vano estábamos insertados en todas las influencias del Grunge y lo denominado ‘alternativo’. El disco era todavía más ‘pesado’, en el sentido de menos accesible, aunque creo que es uno de sus trabajos más conseguidos con temas como ‘Iberia sumergida’ o ‘La chispa adecuada’. Pero el final estaba muy cerca y en 1996 la banda salta por los aires. Bunbury seguiría experimentando hasta encontrar su lugar, sorprendió a propios y extraños con el electrónico Radical Sonora (1997), y la soñada reunión de Héroes del Silencio se produciría en 2007 para una exitosa gira y nada más, algo que siempre han dejado claro sus integrantes.

Habíamos conseguido lo más difícil: Los Rodríguez

Los Rodríguez, una de nuestras bandas favoritas, no lo tuvieron fácil. Tras haber quedado en un tercer o cuarto plano con sus primeros trabajos, en 1993 llegaría Sin documentos, al que le costó arrancar pero cuando lo hizo no pudo parar. Andrés Calamaro, Ariel Rot, Julián Infante, Germán Viella y el bajista Daniel Zamora llevaron también el Rock & Roll a terrenos más latinos y lo mezclaron con la rumba, la cumbia, el reggae, etc. El siguiente paso era complicado, un disco a la altura, y lo consiguieron en 1995 con Palabras más, palabras menos, donde volvían a demostrar que estaban en una racha tremenda desde ese comienzo tratando de reeditar el ‘Sin documentos’ con ‘Milonga del marinero y el capitán’ hasta temas que se convirtieron en protagonistas del verano del 95 como ‘Mucho mejor’, ‘Aquí no podemos hacerlo’, ‘Palabras más, palabras menos’, o mi favorita ‘Para no olvidar’, etc. Se fueron de gira con Joaquín Sabina y todo parecía ir en orden pero las desavenencias internas por cuestiones económicas y el objetivo de Calamaro de desarrollar una carrera propia dieron al traste con una formación maravillosa y única. Años después, Infante y Zamora fallecerían, Calamaro y Rot se reencontrarían e incluso girarían, y las canciones de Los Rodríguez siempre nos acompañan porque siguen manteniendo la frescura de su momento.

¿Una fórmula agotada? o el final de El Último de la Fila

Si antes hablábamos de bandas con seguidores desconsolados por su final, lo mismo o más les pasó en 1998 a los de El Último de la Fila. Manolo García y Quimi Portet habían logrado también un éxito que se hacía difícil de explicar, con esa mezcla de sonidos y esas letras. Pero ya desde Los Burros estaba claro que algo había. En 1988 Como la cabeza al sombrero les dio el salto que necesitaban, confirmado con Nuevo pequeño catálogo de seres y estares (1990). El Último de la Fila ya eran una de las bandas más importantes de España en aquellos años, llenaban en sus giras y sus canciones las cantábamos en los bares, aunque también tendrían sus numerosos detractores, acusándoles de que su sonido no variaba mucho. Astronomía razonable (1993) fue su último gran disco y en 1995 cerrarían su trayectoria con un menor La rebelión de los hombres rana, que tras haberlo escuchado estos días tras casi dos décadas sin hacerlo me sigue pareciendo poco conseguido, muy oscuro y con unas letras mucho más complejas todavía. Tras una triunfal gira, en 1998 El Último de la Fila se separarían pero Manolo García demostraría que la fórmula seguía funcionando con su carrera en solitario, especialmente su primer disco Arena en los bolsillos (1998), mientras Portet seguía en un discreto segundo plano con su carrera. Creo que buena parte de las canciones de El Último de la Fila no han envejecido tan bien como otras bandas y artistas de la época, pero también que merecían un mejor final que su último disco. Quién sabe, puede que algún día García y Portet decidan regresar como El Último de la Fila, seguro que habría cola para verlos.

Oasis o no podían acabar de otra manera 

Liam y Noel Gallagher, Noel y Liam Gallagher. Todo está escrito sobre ellos y Oasis, ese momento en el que la tensión entre ellos llega al final con el anuncio en agosto de 2009 por parte de Noel de que ya no aguantaba más a Liam, cancelando el concierto que tenían que dar en Paris tras una trifulca de campeonato. Oasis fueron una de las grandes bandas de los noventa, con dos discos históricos como Definitely Maybe (1994) y (What’s the Story) Morning Glory? (1995) que les otorgaron el suficiente capital simbólico para seguir durante más de una década. El en su momento denostado Be Here Now (1997) no era tan mal disco, aunque sí que el BritPop ya estaba superándose. Desde entonces, la calidad de los discos de Oasis iba cayendo aunque ellos lo seguían intentando. Dig Out Your Soul (2008) sería su último trabajo de estudio, un disco del que casi nadie se acuerda. Oasis no parece que hayan dicho su última palabra, tal y como funcionan las cosas en el mundo de la música que no nos sorprenda que en unos años vuelvan a juntarse, cosas más raras se han visto aunque no muchas.

Por lo menos habíamos dignificado el final o los últimos discos de REM

Pocas formaciones llevan la carga de REM, prácticamente haber generado un sonido ‘alternativo’ en los ochenta y dar el salto al mainstream, habiendo mantenido casi intacta su credibilidad. Pero tras la marcha de Bill Berry vinieron años de los que hemos hablado en ocasiones, con discos en los que Stipe, Mills y Buck parecían empeñados en acabar con esa credibilidad, discos que no se sostenían hasta que tocaron fondo con el insulso Around the Sun (2004). Claro que tenían decenas de temazos y que en directo seguían siendo tremendos, así los vimos en Zaragoza en 2005, pero sus discos no funcionaban, más allá de algunos temas donde demostraban que, si querían, sabían. Para el final de su carrera decidieron volver un poco a sus orígenes publicando el notable Accelerate (2008) y Collapse Into Now (2011), un peldaño inferior pero también interesante con las colaboraciones de su amiga Patti Smith, Lenny Kaye, Peaches y Eddie Vedder. Curiosamente, aunque ninguno de estos discos dieron lugar a singles conocidos o Hits, son dos trabajos más auténticos que algunos de los anteriores, y nos dejaron con un buen sabor de boca, aunque también iban haciendo caja publicando directos. Puede que REM regresen algún día, quién sabe, pero siempre serán incontestables.

La discreta retirada de The Black Crowes

Otros que parece que igual no hayan dicho su última palabra son The Black Crowes. Desde 2015, la banda de Georgia no está operativa aunque su último trabajo sea Before the Frost…Until the Freeze (2009), y las carreras en solitario o en sus nuevos proyectos de Chris y Rich Robinson tampoco parecen funcionar. Si los Gallagher se caracterizaron por una relación horrible, poco mejor fue la de los Robinson que también se embarcaban en discusiones, la última la que provocó la última disolución de la banda, aunque ya se habían producido otras anteriormente. Con cambios de formación continuas, los Robinson y compañía habían publicado Lions (2001) para caer en un largo letargo del que saldrían con el recomendable Warpaint (2008), que mantenía la esencia del Rock de The Black Crowes con ese toque de Rock sureño característico. Before the Frost…Until the Freeze sólo tardaría un año en llegar, un disco doble grabado en directo en el estudio de Levon Helm en Woodstock. Era también un buen trabajo pero los siguientes años The Black Crowes no publicarían ningún material nuevo, sólo una revisión acústica de sus mejores temas en 2010, lo cual es también un indicador, y se dedicarían a girar hasta el 2015, año de esa una nueva desavenencia entre Chris y Rich, no sabemos si la definitiva.

Bonus Track: The Spaghetti Incident de Guns N’ Roses

Sí, también hay espacio para nuestros queridos Guns N’ Roses en el ‘hasta aquí hemos llegado’, aunque aquí todo es más complicado y la última gira de la banda con la vuelta de Slash y Duff McKagan es un ejemplo. Incluso no descartemos que haya material nuevo en el futuro porque, con esta gente (y la pasta de por medio, obviamente), todo es posible. Pero The Spaghetti Incident lo hemos puesto aquí porque es el último disco de la segunda formación clásica de Guns N’ Roses, la que incluye a Matt Sorum y Gilby Clarke. Claro, que entonces tampoco lo sabían que iba a ser el final. En 1993, los Guns N’ Roses venían de la megalomanía llevada al exceso de la gira de los Use Your Illusion y de los vídeos con delfines (‘Estranged’ mediante). La deriva de Axl ya parecía un hecho pero tuvieron una genialidad en la publicación de este disco de versiones cuyo título hacía referencia a un enfrentamiento con su primer batería, Steven Adler que como recordaréis fue despachado de la formación por sobrepasarse en el consumo de determinadas sustancias, y que acabó con un plato de pasta de aquellas maneras entre Adler y Rose mientras discutían por cuestiones legales. El disco recogía temas de bandas y artistas que habían marcado a los Guns N’ Roses y recomendaban que se buscasen a los originales. Allí predominaba el Punk-Rock pero también el Doo-Woop de The Skyliners. The Damned, The Stooges, Misfits, The New York Dolls, Johnny Thunders, The Dead Boys, etc., además de T. Rex o Nazareth, entre otros, aparecían en un disco notable que se cerraba de forma oculta con una balada acústica de Charles Manson, ‘Look at Your Game, Girl’, lo que desató una nueva polémica, una más, en la historia de Guns N’ Roses. El resto es una historia que ya hemos contado.