Nikki Hill levanta la noche logroñesa con un concierto eléctrico

Biribay, Logroño (La Rioja), 9 de noviembre de 2017

Noche de gala en el Biribay para recibir un concierto de lujo como el de Nikki Hill, enmarcado dentro de una extensa gira nacional que nos permitió disfrutarla en tierras riojanas. De nuevo una apuesta importante por parte de unos promotores que siguen asumiendo riesgos pero no cejan en su empeño. El Biribay se llenó prácticamente para un concierto eléctrico a cargo de una artista mayúscula que bebe de las fuentes del R&B, el Rock & Roll y el Soul. Con una gran presencia escénica, su voz recordaba a la de Etta James, a la Tina Turner de su periodo con Ike Turner, y todo ello con una mezcla de pasión y explosividad. Secundada por una banda comandada por su marido, el guitarrista Matt Hill, en la misma destacaron los dos encargados de las seis cuerdas que hicieron las delicias de buena parte del público con solos intensos, algunos de marcado carácter Blues. Hill cuenta con dos discos, su debut de 2013 Here’s Nikki Hill y el más reciente Heavy Hearts, Hards Firsts (2015) que fue desgranando a lo largo de la hora y media larga que duró su actuación. No hubo tiempo para el descanso con temas como ‘(Let Me Tell You Bout) LUV’, ‘Heavy Hearts, Hards Firsts’, ‘Strapped to the Beat’, ‘Struttin’, ‘Mama Wouldn’t Like It’, ‘I’ve Got a Man’, ‘And I Wonder’, ‘Oh, My’, ‘Stracht Back’ o ‘Twistin the Night Away’, entre otras y sin olvidar algunas versiones como una extensa y celebradísima ‘New Orleans’ de Gary U.S. Bonds.

En definitiva, una noche para recordar a cargo de una auténtica representante de la música del Sur de Estados Unidos, esa música que tanto nos gusta y que bebe de tantas raíces, como pudimos observar y comprobar en el concierto de Nikki Hill y su banda en el Biribay. Un lujo.

 

Josh Ritter, ‘Gathering’

Fue en 2013 cuando nos quedamos noqueados en Los Restos del Concierto con The Beast Its In Tracks, séptimo disco de estudio de un Ritter que se desnudaba sobre su divorcio. Disco tremendo donde los haya, eso nos hizo retomar la carrera de un artista que había ido construyendo una carrera sólida con discos destacados como The Animal Years (2005) o So Runs the World Away (2010). Cantautor que fácilmente podría haber sido adscrito en el ‘Americana’, Ritter fue desbordando todos esos límites y corsés hasta crearse una personalidad. En 2015 llegaría Sermon on the Rocks, donde no bajaba el pistón, pero este Gathering lo supera y supone otro trabajo grandísimo en la carrera de Josh Ritter, que también ha sido valorado muy positivamente por la crítica. Ritter sigue con su estilo donde su Folk se sigue abriendo a otros sonidos, construyendo un trabajo coherente y con algunas canciones muy destacadas, un disco que va ganando fuerza con las escuchas tras unos primeros momentos en los que puede despistar pero que demuestra que Ritter está entre lo más alto del panorama musical actual.

El comienzo es para la breve letanía de ‘Shaker Love Song (Leah)’ que da paso a una sobresaliente ‘Showboat’, uno de los títulos grandes del disco por mérito propio, con esos toques Pop y Soul, el órgano, los vientos y un tono melancólico en un sonido festivo. ‘Friendamine’ no se queda atrás, ese sonido clásico que imita al ferrocarril, para un tema que bebe en las raíces del Folk. Y también lo hace, aunque igual más escorado al Country, ‘Feels Like Lightning’, que sigue la senda anterior. Con ‘When Will I Be Changed’ hace un cambio de registro hacia canciones más intimistas y melancólicas, acompañándose aquí por Bob Weir (Grateful Dead), en un tema más convencional y de tono triste. Pero ese camino le va a funcionar mejor todavía en ‘Train Go By’, tema acústico con una melodía de nuevo triste pero maravillosa y con unos coros del final que ponen los pelos de punta. En ‘Dreams’ demuestra que su paleta es amplia, una canción distinta donde frasea y deja el protagonismo instrumental a un piano de fondo que en ocasiones sube de tono siendo el tema más experimental del disco.

En ‘Myrna Loy’ recupera el tono anterior, de nuevo una canción logradísima y minimalista que emociona profundamente. Unos vientos solemnes sirven de interludio para el Eock & Roll que se marca con ‘Cry Softly’ destacando las guitarras y el órgano de nuevo. Y en ‘Oh Lord (Part 3)’ comienza en plan Country-Folk para acabar con un tono Góspel adquiriendo una dimensión espiritual el tema sin perder las esencias folkies. El final lo deja para el lado más acústico e intimista con dos grandes canciones, ‘Thunderbolt’s Goodnight’ que es un tema marca de la casa, y la delicada ‘Strangers’.

Pues sí, tendremos que concluir que Josh Ritter lo ha vuelto a hacer y que este Gathering estará entre nuestros discos favoritos de un año muy complicado por la gran cantidad de propuestas destacadas. Pero Ritter es de nuestros favoritos y no defrauda, al contrario.

 

 

Ángel Stanich, ‘Antigua y Barbuda’

Después de la poderosa irrupción que supuso «Camino ácido»(2014) y la sensación refrescante que produjo su peculiar interpretación de los sonidos tradicionales americanos, el santanderino regresa tres años después para confirmarse en su estilo. Con la correspondiente mejora de medios que supone su fichaje por una major (Sony Music), aunque sin desprenderse de la producción de su «padrino» Javi Bielva, sigue sin salirse de los cánones clásicos del folk americano que en su inconfundible voz y con su particular humor no dejan de resultar frescos y naturales. Su arrollador directo, así como la aparente sencillez de sus canciones, facilitaron el éxito de su debut que debería prolongarse en esta continuación.

Sus canciones, radiables y accesibles en su mayoría, conservan la viveza sin abandonar unas estructuras clásicas que demuestra dominar con sorprendente soltura. Sus letras traviesas, absurdas a veces y rozando por momentos lo surreal, destilan un humor característico y ya convertido en seña de identidad. Así, con apenas un disco y dos epés en el mercado y una actitud un tanto esquiva con las labores de promoción (que en el pasado compensó con una intensa gira), este ‘Antigua y Barbuda’ era esperado con inusual expectación y de entrada hay que decir que mantiene el nivel sin alterar demasiado el rumbo.

Lo mejor del disco está al principio con la potencia pop de ‘Escupe fuego’, el folk ascendente de ‘Más se perdió en Cuba’ o la más innovadora y sorprendente ‘Mátame camión’. Contrasta con esta última la calma de ‘Galicia calidade’, incluido el breve acelerón final seguida del desvarío alucinante y alucinado de ‘Un día épico’. Lineal pero colorida ‘Casa Dios’ es un medio tiempo en el que destacan las guitarras y ‘Hula Hula’ es del mismo palo pero con más groove y vientos. ‘Camaradas’ es íntima de inicio pero se va animando y ‘Le Tour ´95’ añade ritmo y dureza, como ‘Río Lobos’ añade una bella e intensa oscuridad antes del cierre folkie pausado y desvariado de ‘Cosecha’.

Alcanza Stanich de nuevo la sencillez con unas canciones que beben con efectividad de unas fuentes evidentes. Aventajado alumno de la tradición norteamericana, su propuesta combina ligereza y brillantez sin que el humor de sus letras en ningún caso desmerezca a la calidad de su música.