Glen Hansard, ‘Between Two Shores’

Aunque más americano que nunca, Hansard presenta en este tercer trabajo en solitario una selecta mezcla de ecos nacidos en esas dos tierras que tanto se deben entre sí: Irlanda y EEUU, unidas por muchas cosas entre las que la música no puede faltar. El folk, el jazz y, especialmente, el soul, sazonan esta entrega del inquieto dublinés que desde hace años parece centrado en su carrera en solitario tras disolver/aparcar tanto The Frames como The Swell Season, bandas ambas en las que era la pieza capital.

A diferencia de sus dos trabajos anteriores (‘Rhythm & Repose’ de 2012 y ‘Didn´t He Ramble’ de 2015), producidos ambos por el brillante Thomas Bartlett, en esta ocasión toma en exclusiva las riendas de la producción para vestir con gusto y sencillez sus nuevas canciones. Grabado en The Loft (estudios de Chicago propiedad de Wilco), la omnipresente sección de metales, así como la de cuerdas y los teclados, enriquecen un resultado que agita menos que sus anteriores entregas, pero que igualmente sobresale apoyado en el derroche emocional que tan bien domina y sabe transmitir con su voz.

El ritmo marca el inicio con una brillante Roll On Slow que reserva espacio preeminente para la guitarra y los vientos, seguida de la emocionante Why Woman, puro soul blanco (primeros influjos de su paisano Van Morrison), y Wheels On Fire, también llena de una emoción que los teclados (Farfisa, Hammond) consiguen aligerar. De una intimidad revestida con elegancia Wreckless Heart precede a la aún más desnuda (solo guitarra, Hammond y voz) Movin’ On junto a la que completa los pasajes más pausados. Tras ellas sucumbe a los toques de un jazz limpio y cálido realzado con las cuerdas y el piano en Setting Forth y la preciosidad suavizada por los vientos Lucky Man. Cargada de una intensidad onírica desde los primeros compases One Of Us Must Lose resulta muy bella, y Your Heart´s Not In It (para la que recluta a Marketa Irglova y Dawn Landes a los coros y a Thomas Bartlett al piano) abre las emociones finales, al igual que en el cierre de tono melódico más tradicional de Time Will Be The Healer.

Parece que definitivamente rendido a la autenticidad de unos sonidos clásicos que transmite con delicadeza y sin demasiados intermediarios, y en una nueva demostración de sensibilidad y brillantez vocal, vuelve Hansard a deleitar sin sobresaltos, moviéndose con sencillez en el terreno que mejor conoce hasta completar un nuevo puñado de canciones de gusto reposado que deja un agradable resabor.