The Gaslight Anthem, «The ’59 Sound»

Hay bandas y artistas que te llegan en un momento dado y te planteas que dónde estabas cuando sacaron los discos anteriores. A mí me ha pasado con mucha gente pero, uno de los casos más fuertes, fue con la formación de New Jersey The Gaslight Anthem. Nuestro descubrimiento llegó con su cuarto disco ya, Handwritten (2012), un trabajo que contenía ese Rock en el que se notaba el toque de Springsteen pero también con un punto Punk Rock más diluido en las melodías. Me gustaron mucho y me hice de una tacada, sin pensar, con los otros tres discos: Sink or Swin (2007), The ’59 Sound (2008) y American Slang (2010) y recuerdo decirle a Javi Castro que el disco «malo» era el cuarto, y es que los tres discos anteriores eran más cañeros, directos y con furia, aunque irían modulando su sonido. Canciones para ser coreadas, himnos de estadio en definitiva, pero algo más. Los escuché muchísimo esos años y parecían destinados a mucho más pero en 2014, coincidiendo con una ruptura sentimental de su cantante y frontman Brian Fallon, publicaron un flojísimo Get Hurt. Aquello fue un bajón y, pocos meses después se separaban a la par que Fallon iniciaba su carrera en solitario que cuenta ya con dos discos, Sleepwalkers este mismo 2018, y que tampoco me acaba de convencer y lo he intentado. Ahora, en 2018, han anunciado su retorno, Fallon se junta de nuevo Alex Rosamilia, Alex Levine y Benny Horovitz, y esperemos que recuperen su fuerza de los primeros discos. Recordamos el décimo aniversario del segundo, The ’59 Sound, posiblemente su mejor trabajo en el que combinan el Rock y el Punk con toques más Folk y melódicos para un disco que se disfruta desde el primer tema y que transmite mucha frescura y energía.

Y ya desde el comienzo con una grandísima «Great Expectations», un tema acelerado de Punk Rock muy enérgico aunque también tiene su punto melódico. Suben la apuesta con «The ’59 Sound», más rockera que Punk y con un estribillo coreable. En «Old White Lincoln» cambian un poco de ritmo, tiene un punto incluso a Power Pop,  pero con «High Lonesome» recuperan la fuerza de los primeros dos temas destacando el sonido de las guitarras. El tono melódico queda más claro en «Film Noir», otra de las grandes canciones del disco. Y en «Miles Davis & The Cool» se abonan a la épica, alargadísima la sombra de Springsteen, con un sonido poderoso de guitarras.

Pero mi canción favorita es «The Patient Ferris Wheel», un tema en el que mezclan la celeridad y la urgencia de las guitarras con sonidos más melódicos y con una forma de cantar de Fallon sobresaliente. En «Casanova Baby» comienzan con una batería con un sonido que sale de sus patrones para explotar el tema a medida que avanza. El tramo final no deja descanso, primero con la más compleja «Even Cowgirls Get the Blues», una canción en la que muestran su evolución hacia los contornos del Rock americano. «Meet Me By the River’s Edge» sigue con esa fuerza que acompaña al disco, esas guitarras de nuevo, mientras que «Her’s Looking at You, Kid» es un medio tiempo más intimista, Fallon modulando incluso su forma de cantar. Y el cierre es para otro tema sobresaliente, «The Backseat», una forma de terminar el disco contundente con Fallon de nuevo dándolo todo.

Esperemos que The Gaslight Anthem recuperen el tono de sus primeros discos y, en el caso de retornar con material nuevo, lo hagan con canciones como las de este The ’59 Sound, un disco que cumple diez años este 2008 y que sigue sonando de maravilla.

 

 

Belako, «Render Me Numb, Trivial Violence»

En Los Restos del Concierto somos muy de Belako. La banda de Munguía se ha consolidado como una de las formaciones más jóvenes y ya no sorprende la calidad que alcanzan en sus discos y directos. Atrás deben quedar las referencias, que todos los hemos hecho, a su juventud. Ahora llega su tercer disco tras su fantástico debut, ese Eurie (2013) con el que nos sorprendieron, así como tras su siguiente paso, un notable Hamen (2016), un Render Me Numb, Trivial Violence con el que sigue los parámetros de su sonido, esa influencia del post punk y de la new wave, pero con algunos matices como una mayor presencia de los sintetizadores y los teclados en detrimento de las guitarras, que siguen estando muy en primera línea, así como temas más ambientales y experimentales. Cristina Lizarraga cambia la tonalidad de su voz en función de las canciones, Josu Billelabeitia continua con su buen trabajo en las guitarras, mientras que la sección rítmica con Lore Billelabeitia al bajo y Lander Zalakain a la batería sigue mostrando esa contundencia que se ha convertido en una seña de identidad.

El comienzo es contundente, «Maskenfreiheit» es una canción de mucha fuerza con ese bajo del inicio y unos teclados incisivos, y sigue en esa línea con la contundencia de «Lungs», uno de los mejores temas, con una sensación de urgencia, con la voz de Lizarraga fantástica y con unas guitarras afiladas. En «Two Face Simulation» tornan en sonidos más oscuros, sonidos más postindustriales que incluso se acompañan con un cierto virtusismo a la guitarra. Pero llega otro de los temas más destacados, el ya conocido hace meses «Over the Edge», una canción brutal de rabia que estalla y con la sección rítmica en plena forma. En «Nice Church» se abonan a sonidos más electrónicos y experimentales, con un comienzo muy bailable, estallando el tema en su segunda mitad. A continuación llegan una serie de temas más experimentales, como queriendo ir más allá, que para mi gusto representan la parte del disco que menos me ha convencido, en «Stumble» destacan el bajo y la guitarra mientra que «Stumble II» parece apostar por crear un sensación más ambiental.

«5 Strangers in a Box» sigue esa dirección, hay como una apertura a nuevos sonidos. «Render Arp» es un interludio que da paso a la recuperación del tono del primer tercio del disco, con una «Render Me Numb» que es mi canción favorita, sonidos post punk, esas guitarras metalizadas, la voz de Lizarraga y el in crescendo de todo el tema, una locura que también conocíamos desde hace unos meses y que se pudo disfrutar en directo. En «The Find Thinker» derivan hacia sonidos bailables, electrónicos y festivos y les queda muy bien, mientras que para «Something to Adore» apuesta de nuevo por las guitarras. El cierre queda para un tono más melódico y ambiental con «Hegodun Baleak 2», un tema también con un tono más angustioso, culminando con «Maskenfreiheit II», un cierre de poco más de un minuto en el que inciden en esos sonidos más ambientales y experimentales.

En definitiva, Belako no bajan el ritmo, un disco que se disfruta desde la primera escucha y aunque esa parte central, pero eso es cuestión de gustos, nos ha convencido menos, nos encontramos ante un disco notable con toda la furia a la que Belako nos tienen acostumbrados. Que no pare.

 

 

La habitación roja, ‘Memoria’

Poco antes del lanzamiento de ‘Memoria’ el pasado 16 de marzo escuché por casualidad en la radio Nuevos románticos y, he de reconocer, despertó en mí algunas dudas sobre lo que me iba a encontrar en el disco. Tras más de veinte años de carrera el sonido de La habitación roja ha pasado por diferentes fases; siempre reconocible en las melodías y la voz de Jorge Martí ha evolucionado del rock al romanticismo, de la crudeza a la elaboración, a la vez que en sus trabajadas letras se iba disipando el compromiso tras un mayor contenido confesional. Ya en sus dos últimos trabajos (‘La moneda en el aire’ y en mayor medida en ‘Sagrado corazón’) habían cedido espacio a la electrónica para compartir protagonismo con las irrenunciables guitarras, a las que en esta nueva entrega han añadido una mayor presencia de teclados y otros arreglos grabados en el Paco Loco Studio en El Puerto de Santa María. En definitiva un cambio de cara paulatino que conllevaba riesgos, en el que han sabido conservar la esencia, y que les ha proporcionado sus mayores cotas de popularidad en una evolución natural tras la que todo parece más reposado e introspectivo a costa de la rabia e inmediatez que coparon muchas de sus canciones del pasado.

Precisamente Nuevos románticos abre el listado con todos esos ingredientes para acercarse a un sonido disco continuador de su anterior trabajo. A continuación Líneas en el cielo recupera espacio para el romanticismo y la belleza de las cuerdas en una gran canción que da paso a otra ración de protagonismo tecnológico y bailable en Madrid. Con La última noche del año regresan a una cierta oscuridad post-punk que precede a los pasajes más tristes y desolados traslucidos en la densa Berlín y en la más rítmica Estrella herida de muerte. Suena fantástico el tecno emocionante de Algo de verdad, especialmente en su estribillo, antes del rock electrónico de Nada cambia. El piano marca el inicio de Desde aquí, intensa y con brillantes pasajes de sintetizador, y las guitarras y la batería se alzan en No fueron tiempos para enmarcar, eléctrica y contundente. El cierre lo ponen las guitarras más templadas de En días como hoy, con cierto sabor latino y más colorido que rompe ¿Quién eres tú?, despojada y confesional además de llena de emoción.

Si bien mis dudas iniciales podían tener su fundamento ya que este ‘Memoria’ no alcanza el nivelazo de los mejores trabajos de los valencianos, y pese a haber perdido algo de fuelle por el camino hasta aquí, es igualmente cierto que conserva la impronta de calidad con que han acostumbrado a rubricar sus discos y, sin innovaciones reseñables y con varias canciones a destacar (en una lista que probablemente hubiera salido reforzada con algún tema menos), prolongan su extensa carrera con una entrega a la altura de su trayectoria más reciente y a la medida de sus seguidores.