Father John Misty, «God´s Favorite Customer»

Justo un año después de la fantástica desmesura de un «Pure Comedy» que le aupaba a su actual estatus estelar, el ex-percusionista de Fleet Foxes se nos presenta en una línea más transparente y personal que en aquel ambicioso ejercicio de imaginación crítica. Afectado por una crisis personal y de pareja (nunca ha ocultado sus problemas depresivos), estas diez reflexivas piezas son el resultado de su reclusión en un hotel durante dos meses y nos devuelven a un Father John Misty más cercano a sus dos primeros discos, a esos «Fear Fun» y «I Love You Honeybear» con los que reinventaba su carrera en solitario.

Como una autor folk apegado a su piano, a corriente de una sensibilidad vocal descarada, entrega un trabajo poético y testimonial trufado de reflexiones de apreciables profundidad y realismo. En esta ocasión a los mandos de la producción junto a Jonathan Rado (por primera vez prescinde de un Jonathan Wilson que se limita a mezclar) vuelve a tomar los setenta como referencia de un sonido cuya claridad no necesita de ningún aditivo para emocionar.

Los teclados se mueven a sus anchas por Hangout at the Gallows, pieza de pesimismo existencial adornada con cuerdas y coros, seguida del primer sencillo Mr. Tillman, referencia a su último encierro hotelero en la que se hacen notar las guitarras antes de los silbidos finales. Después la romántica y emotiva melodía vocal de Just Dumb Enough to Try alcanza una de las cimas del disco antes de dar paso al pop contagioso y campestre de Date Night. Se recrudece el contenido en Please Don´t Die, que presenta con elegancia reflexiones muy duras, para recuperar la relajada poesía al piano en The Palace. Glorioso canto al amor, Disappointing Diamonds Are the Rarest of Them All (con Mark Ronson al bajo) es una píldora de energía popera que suena a las mil maravillas antes de acariciar de nuevo el piano en la desesperada God´s Favorite Customer, al igual que en la íntima reflexión dirigida a su esposa que expone en The Songwriter antes del cierre eléctrico y pianístico, también reflexivo y expansivo, que concluye con un estimulante interrogante en We´re Only People (And There´s Not Much Anyone Can Do About That).

Difícil de sostener la desmedida intensidad de su anterior trabajo, puede calificarse de inteligente este cambio de registro, también impulsado por las propias circunstancias personales, que nos devuelve a un Tillman más básico, personal y expuesto que nunca. De nuevo al amparo de su particular concepción del folk, no abandona las reflexiones de calado pero las acerca con una paleta sonora más ‘terrenal’, unas veces más triste que otras, pero con la condición irrenunciable de la belleza.

Leon Bridges, «Good Thing»

Fue en 2015 cuando un disco titulado Coming Home nos dejaba sin aliento. Lo firmaba un joven texano, Leon Bridges, y su sonido nos remitía al revivalismo Soul pero no impostado. La voz de Bridges fue comparada con la de Sam Cooke y una nueva figura se unía al firmamento de los sonidos Soul del siglo XXI, siempre encabezado por la recordada Amy Winehouse. El segundo disco de Leon Bridges, Good Thing, se ha hecho esperar (bastante) y ha supuesto un cambio de registro en su propuesta que ha pillado con el pie cambiado a casi todo el mundo. Y es que, lejos de una segunda parte del excelso Coming Home, aquí Bridges apuesta por actualizar su sonido y centrarse en sonidos más urbanos, con una presencia más destacada del R&B y pareciendo que los modelos en los que se ha mirado son Anderson .Paak o el propio Pharrell Williams, con una producción en la que participa Ricky Reed, especializado en esta clase de sonidos. Una vez superado el cambio de registro, nos encontramos con un buen trabajo de Leon Bridges, con algunos altibajos, y con un final de disco en el que regresa a sonidos más clásicos. Es un trabajo que ha entrado directamente en el 3 en Estados Unidos pero que, sin duda alguna, le coloca en un ámbito más competitivo como es el del R&B.

El comienzo del disco, «Bet Ain’t Worth the Hand», es un medio tiempo baladístico en el que comienza con un falsete, hecho que aplicará en más ocasiones, con un sonido más clásico, incorporando una sección de cuerda y con reconocimiento en los créditos para Curtis Mayfield. En «Bad Bad News» se destaca con un tema muy potente, una canción moderna en la que frasea incluso, y muy bailable. Pero con «Shy», un medio tiempo de R&B, no acaba de funcionar, es un tema que gana en la parte del estribillo pero no convence. Sí que lo hace el baladón «Beyond», un tema que gana con las escuchas y en la que Bridges vuelve a frasear y cuenta con el contrapunto de la guitarra acústica, y especialmente con «Forgive You», en la misma línea pero superior, con un sonido grandioso.

La segunda parte comienza con la también fallida «Lions», un tema que no funciona aunque trata de hacer algo diferente con poca instrumentación. Levanta el vuelo con la más animada «If It Feels Good (Then I Must Be)» en la que la sombra de .Paak se intuye. «You Don’t Know» nos sorprende porque, a pesar de ser un tema claramente urbano, también tiene un punto de Funk setentero que deriva hacia la pista de baile, y que es uno de los descubrimientos del disco. El final, como decíamos anteriormente, es para la recuperación de los sonidos más clásicos. Primero con la preciosa «Mrs.», una canción donde Bridges canta de lujo y se aproxima al Soul de su primer trabajo. Y, segundo, con un nuevo homenaje a su madre como en su debut con la muy destacada «Georgia to Texas», una canción intensa en la que incorpora elementos jazzísticos de nuevo y que cuenta con la presencia del saxofón.

Aunque el retorno de Leon Bridges haya sorprendido por el ya señalado cambio de dirección, no es menos cierto que nos encontramos ante un artista que está buscando su espacio y lugar. Puede que haya gente que observe que su primer disco pudo ser una jugada para aprovecharse el revivalismo Soul, no sería el primero, pero no parece darse el caso. Veremos cómo evoluciona la carrera de Leon Bridges.

 

La Plata, «Desorden»

En ocasiones aparece un disco del que los medios especializados comienzan a dar señales, las reseñas son muy positivas y alcanzan elevadas posiciones por parte de la crítica. Es lo que le ha sucedido a una jovencísima banda valenciana llamada La Plata y con su primer largo, Desorden, tras un EP publicado el año pasado. Y, en este caso, las valoraciones están justificadas con un sonido muy particular e interesante basado en sonidos del Post Punk, de la New Wave y un tratado ochentero donde destacan las guitarras aceleradas, los sintetizadores y el modo de cantar de su cantante, Diego Escriche, que transmite un cierto sentimiento angustioso pero con rabia, apoyado en unos coros que funcionan muy bien. Sin duda alguna, este Desorden es una de las sorpresas positivas de la temporada, breve porque no llega a los treinta minutos y al que, por ponerle algún pero, se le puede acusar de reiterativo, pero no importa porque es un disco que nunca te cansa.

«Fracaso» es el punto de comienzo, un tema que marca las coordenadas de buena parte del conjunto del disco, un tema de Pop acelerado con teclados omnipresentes combinados con las no menos protagonistas guitarras que nos remiten a la década de los ochenta. En «Incendio» se muestran continuistas, Escriche casi frasea por momentos y al final aceleran más todavía. Por su parte, en «Miedo» hay una mayor presencia de la melodía, es uno de sus mejores temas y destacan las guitarras del comienzo. Y luego llega la canción más diferente de todo el disco, la épica e intensa «Me voy», muy emocionante y con una letra muy conseguida, tema de desamor y captura de la angustia pertinente. «Tu cama» está emparentada con los sonidos de Belako, con el bajo más destacado y los sintetizadores a todo trapo.

La segunda parte comienza con «La luz» donde el teclado es más monolítico para pasar a una aceleración mayor con «Espejismo», donde el primer plano es para una batería incesante. Y con «Un atasco» recuperan ese tema de su EP, dándole un sonido más melódico y siendo una joya Pop que merece mayor recorrido, creciendo la canción en su tramo final con los versos de cierre. En «Esta ciudad», aunque la letra no es muy optimista, se abonan a los sonidos más Pop de nuevo, en los que también funcionan. Y cierran con «Me miras desde lejos», uno de los temas más acelerados del disco, el sintetizador en modo protagonista junto con esas guitarras que no paran.

Nos hemos apuntado La Plata para el futuro mientras seguimos disfrutando de este Desorden, sintetizadores y guitarras para recuperar sonidos que nos remiten a un pasado actualizado y que en directo tiene que ser un cañón.