Jim James, «Uniform Distortion»

En su personal concepción del rock americano, Jim James viene presentando diferentes caras en sus dos proyectos principales: con My Morning Jacket muestra un sonido complejo y original facilitado por la compañía de una banda excelente, mientras que en sus discos en solitario venía presentando un sonido más calmado e innovador. Tanto en su debut («Regions of Light and Sound of God») como en su última referencia («Eternally Even») también tenía especial protagonismo su particular interpretación de las fuentes del soul y del R&B de la que resultaban algunas piezas un tanto intrigantes y otras más bailables, pero siempre con una personalidad y una concepción casi ambiental que los relacionaba.

En esta tercera entrega mezcla ambos conceptos; concede más protagonismo a las guitarras y relega la experimentación hasta un plano apenas perceptible, extrayendo de los componentes clásicos del rock (guitarra, bajo, batería y voz) un sonido vivo y eléctrico que supone un viraje en su trayectoria en solitario y que en bastantes ocasiones remite más a su banda que a la propuesta que había tomado forma en los dos anteriores trabajos bajo su firma.

El disco lo abre Just a Fool a todo trapo con un estribillo guitarrero y eléctrico, al igual que la algo más clásica You Get to Rome. A continuación experimenta con los ritmos en Out of Time, un medio tiempo duro y oscurecido por el bajo, a la que siguen la bonita Throwback, con mayor protagonismo para las voces, y la estupenda No Secrets, un medio tiempo melódico y potente en la estela de Neil Young. Insiste el bajo en la más garajera Yes to Everything antes de sonar más denso en una No Use Waiting que funciona. All in your Head sube el nivel con un riff fantástico para recuperar tensión y crudeza en Better Late than Never. Algo más clásica Over and Over suena soulera hasta desatarse al final antes de bajar definitivamente las revoluciones para el pequeño cierre de Too Good to Be True.

Aparentemente menos elaborado, con un sonido más básico y directo, no está nada mal este tercer disco de Jim James, más cercano a la línea rockera de su banda (más de tres años ya desde «The Waterfall» de MMJ), con el que continúa consolidando su discografía paralela y vuelve a demostrar que la alargada sombra de su talento prevalece en todo lo que toca.

Supergrass o el recuerdo de una banda infravalorada del Britpop

En no pocas ocasiones regresas sobre bandas y artistas que permanecen olvidadas, y pillas esa recopilación que te compraste hace muchos años. Es el caso de Supergrass, una de las bandas que tuvieron una importante presencia en el Britpop en la segunda mitad de los noventa y que, sin embargo, seguramente fueron infravalorados con respecto a otros compañeros de generación, comenzando por Oasis y Blur y siguiendo por Suede y Pulp, pero también por Elastica y demás. Y es que los de Oxford se presentaban como una de las formaciones más divertidas del Britpop, un sonido festivo y despreocupado que alcanzaba su cumbre en temas como «Alright», uno de sus hits en el que destacaba un piano machacón. Supergrass atesoró una carrera de casi dos décadas, se disolvieron en 2010, y su evolución se centró en ir madurando su sonido, que tenía tintes también psicodélicos, aunque siempre predominando ese Pop de la época con influencias de The Kinks a The Jam, aunque más acelerados que los primeros. Y había igualmente un punto costumbrista, aunque no tan exagerado como en el caso de Blur. La banda tenía un formato trío con Gaz Coombes a la cabeza, que acaba de sacar disco, Danny Goffey y Mick Quinn, incorporándose Rob Coombes, hermabo de Gaz, en 2002, y en aquella segunda mitad de los noventa daban la imagen de pasarlo muy pero que muy bien, lo que posiblemente contribuyó a no ser tan valorados, aunque tuvieron un enorme éxito.

Su debut se produjo en 1995, en plena consolidación del Britpop con I Should Coco, que les colocó como número 1 inmediato en Reino Unido. Aquel disco contaba con canciones que no pararon de sonar como la citada «Alright», ña cañera «Caught by the Fuzz», «Lenny» o «Mansize Rooster», donde también aparecían guitarras poderosas. El siguiente paso, con el Britpop ya de capa caída, lo darían en 1997 con otro gran disco, In it for the Money, con una portada curiosa, y con una evolución en su sonido que iba dejando paso a temas contundentes como «Richard III» o canciones donde exploraban su lado más intimista en parte como «Late in the Day», que tenía un punto Beatle. Junto a estos temas, también fueron singles «Sun Hits the Sky», un tema fantástico que llama a la rabia de The Jam, «Going Out» o «Cheapskate».

Ya muy consolidados, su tercera entrega llegaría en 1999 con Supergrass, un disco que contendría dos de las mejores canciones de la banda, y que también mostraban su evolución. Una de ellas era «Moving», más compleja y de coordenadas más ambientales. La otra era la festiva y divertidísima «Pumping on Your Stereo», una canción que remitía al mejor Pop británico de los sesenta. También estaba una fantástica «Mary», otro tema más complejo que sus discos anteriores. Supergrass terminaban el siglo XX no habiendo realizado un disco malo.

El comienzo del siglo XXI traería el cuarto disco de la formación, que es mi favorito. Life on Other Planets (2002) marca la evolución de la banda, ya como cuarteto, y es un disco más complejo y ambicioso. Era un momento en el que los restos del Britpop estaban diseminados, con la autorrepetición de Oasis, el bajo momento creativo de Blur, las dudas de Suede y la separación de Pulp. Supergrass entregaban un disco maduro y muy interesante con canciones como «Grace», «Seen the Light» que sonaba a The Kinks, la más psicodélica «Rush Hour Soul», la más acelerada «Never Done Nothing Like That Before», etc. Para mí, un disco que tuvo menos suerte que la que merecía, aunque no es menos cierto que era los tiempos ya habían cambiado.

En 2004 publicaron un excelente recopilatorio, de título muy poco humilde Supergrass is 10. The Best of 94-04, y todavía tendrían fuerza para publicar hasta 2010 dos trabajos más, pero el tiempo era inapelable. Aunque se podría haber hablado de un segundo Britpop en esos años, no fue comparable. Supergrass sacarían Road to Rouen (2005), que contaría con una buena aceptación de la crítica, y Diamond Ho Haa (2008), que pasó mucho más desapercibido. Reconozco que no presté atención a estos dos últimos discos pero Supergrass siempre me pareció una banda a recordar y considerar, y siguen sonando igual de divertidos, lo cual siempre viene muy bien.

 

La dificultad para elegir una canción de Aretha Franklin: «30 Greatest Hits»

Finalmente, la llama de Aretha Franklin se apagó el 16 de agosto a los 76 años, tras varios días en el que se venía anunciando el terrible desenlace tras la lucha contra una dura enfermedad. Ya a comienzos del año pasado, la gran Aretha se había retirado de los escenarios y, en los últimos años, los rumores sobre su salud, no habían cesado. Pero Aretha Franklin no había parado de dar conciertos, llevando su leyenda a los escenarios. Cuesta mucho decir adiós a uno de los grandes iconos de la música popular, una de las grandes imágenes de la misma en la segunda mitad del siglo XX, una figura incontestable. Icono del Soul clásico de los sesenta, se elevaba por encima del resto y eso que la competencia era feroz. Aretha, nacida Memphis (Tennessee) en 1942, venía del mundo del Góspel, como tanta gente del Soul que daría el paso a la música profana. Cimentó su carrera en los sesenta y primeros setenta, siendo sus primeros pasos en Columbia, aunque su éxito llegaría a partir de la segunda mitad de los sesenta cuando fichó por Atlantic Records de Ahmet Ertegün y bajo la producción de Jerry Wexler en buena parte de sus trabajos para el sello, aunque también ejercieron esa labor Quincy Jones o Curtis Mayfield, entre otros, así como la propia Aretha. Fueron unos años frenéticos, en los que enlazó hit tras hit a la par que superaba el Soul y se convertía en una artista global. En 1980 deja Atlantic y ficha por Arista, y a partir de entonces su carrera deriva en otra dirección, dedicada a explotar su cancionero y a ir basándose en colaboraciones, parte de ellas cuestionables. Sin embargo, la figura de Aretha Franklin era incuestionable, no tenía nada que demostrar a esas alturas, reconocida como «Reina del Soul» y con sus canciones sonando durante décadas.

A la hora de rendir homenaje a Aretha Franklin, hemos elegido recordar un recopilatorio que a mí, personalmente, me fascina desde hace más de dos décadas, el que recoge lo mejor de su producción en Atlantic Records: 30 Greatest Hits (1985). Obviamente, su obra en Atlantic es mucho más amplia y daría para centenares de páginas, no así la de Arista. De hecho, no fue mi primer recopilatorio de Aretha, en 1994 me regalaron Greatest Hits 1980-1994 (1994), que recogía lo mejor de su producción hasta ese momento en Arista y, no hay color, sin apenas canciones escritas por Franklin, a diferencia de la época de Atlantic. Hay muchos recopilatorios de Aretha Franklin, incluso alguno recoge las dos etapas, pero este 30 Greatest Hits no te da descanso ni respiro a través de un doble CD que incluso te descubre otros temas fascinantes más allá de la larga lista de hits con los que cuenta. Otra de las ventajas de este disco es que va en orden cronológico, cubriendo de 1967 a 1974, lo que muestra que en esos años Aretha Franklin se salió a través de canciones propias, temas que otros le escribieron y que Aretha haría suyos, y con versiones fantásticas a las que les daba su toque particular para llevarlas a su terreno.

Será la segunda mitad de la década de los sesenta cuando entregue sus canciones más inmortales. Allí estará su primer gran éxito, «I Never Loved a Man (The Way I Love You)», que en parte marca el canon de sus temas; su reivindicativa «Respect», que la hace suya por encima de la original de todo un Otis Redding; la emocionante «Do Right Woman, Do Right Man»; «(You Make Me Feel Like) A Natural Woman», otro tema canónico de su cancionero compuesto por Carole King y Gerry Goffin; la fantástica y animada «Chain of Fools»; el mítico «Think» elevado a otra categoría junto a The Blues Brothers»; y «I Say a Little Prayer», el tema de Bart Bacharach y Hal David para Dionne Warwick, apropiándosela un año después Aretha con ese tono melancólico y esa explosión final. Pero hay más, en «Dr. Feelgood» apunta un tono Blues; en «Save Me» los vientos le dan la réplica; la tremenda «Baby, I Love You»; la explosión Soul de «Since You’ve Been Gone»; la elegantísima «Ain»t no Way» y su forma de cantarla; la increíble «The House That Jack Built», un tema también muy de la época, un Soul muy urbano; por su parte, «See Saw» y el medio tiempo de «Share Your Love With Me», no se quedan atrás. Y, para ir cerrando este primer disco del recopilatorio, las versiones de «The Weight» de The Band, a la que le da la vuelta con ese toque Soul y con un punto de Blues, y de «Eleanor Rigby» de The Beatles, acelerándola e insuflándole más energía.

El segundo disco no tiene tantísimas canciones conocidas pero no se queda atrás en calidad, al contrario, hace más de dos décadas supuso para mí un descubrimiento muchas de ellas. Comenzando con la fascinante «Rock Steady», un tema que compuso la propia Franklin y que en 1971 incorporaba sonidos del Funk. Pero hay un grupo de temas que me emocionan muchísimo como son «Call Me», imbatible, compuesta por Franklin; la tremenda delicadeza con su interpretación de «Oh Me Oh My (I’m a Fool for You Baby)» y cómo va ascendiendo la canción con esas cuerdas; la juguetona «Day Dreaming», también de ella y donde hay claras influencias de la Bossa Nova; «Wholly Holly» es un tema de todo un Marvin Gaye que te deja sin respiración y que aparece en directo; y qué decir de «Angel», una joya en una de esas interpretaciones también de locura. Además, aparece su interpretación del «Until You Come Back to Me», un tema original de Stevie Wonder, y también en «I’m in Love» de Bobby Womack, cuya primera versión fue de Wilson Picket. Aquí también aparecen el «Spanish Harlem» de Jerry Leiber y Phil Spector, otro de sus grandes temas, así como la muy espiritual «Spirit in the Dark»; «Don’t Play That Song» el que de nuevo sobresale su voz; la adaptación a los tiempos también se observa en «You Are All I Need to Get By»; y no hay que olvidar la versión de «Bridge over Trouble Water» de Simon & Garfunkel, a la que le otorga una carga más espiritual.

En fin, que te dan ganas de ir corriendo a por los discos de Aretha Franklin en Atlantic Records, cuando se ganó con justicia el reconocimiento de «Lady Soul». Siempre se recordará a Aretha Franklin por su prodigiosa voz, sus canciones e interpretaciones, y sus reivindicaciones por los derechos civiles y de la mujer. Nos despedimos de un icono de la música popular, alguien que deja un espacio que será difícil de ocupar.