Iván Ferreiro, «Cena recalentada»

Es una jugada arriesgada hacer un disco que sea una revisitación de la obra o el disco de un artista o banda, y siempre habrá críticas y comparaciones, e incluso la impresión de si era necesario. Iván Ferreiro lo acaba de hacer con la obra de los míticos Golpes Bajos, un homenaje a sus primeros recuerdos musicales de una banda que por entonces, cuando Ferreiro apenas superaba los diez años, comenzaban a despuntar en Vigo. La verdad es que me acerco a este Cena recalentada prácticamente como un neófito porque nunca estuvieron Golpes Bajos entre mis favoritos, más allá de las canciones más conocidas como «No mires a los ojos de la gente» o «Malos tiempos para la lírica». ¿El motivo?, pues creo que, como dije en «La Cara B» del Hoy por Hoy de Radio Rioja-Cadena SER con Jorge Gómez, es Teo Cardalda y Cómplices, y ya no digo más. Además, Golpes Bajos tuvo una vida muy corta, de 1982 a 1986, y recuerdo su reunión de 1998 con Vivo, que fue realmente la reunión de Cardalda y Germán Coppini sin contar con Pablo Novoa ni con Luis García, los otros dos integrantes de Golpes Bajos. Realmente, aquel encuentro en el que volvían sobre sus clásicos no tuvo la repercusión deseada y la historia de Golpes Bajos se acabó allí. Además, Coppini fallecería en 2013. Iván Ferreiro se lanza a recuperar las canciones de Golpes Bajos y lo hace con su sello, la voz de Coppini era irrepetible y tampoco pretende imitarla, empleando en mayor medida cajas de ritmos y programaciones pero no abandonando las estructuras de las canciones, y con el propio Pablo Novoa, que ha venido colaborando y girando con Ferreiro, a la producción y tocando diferentes instrumentos y recuperando también a Luis García al bajo. Por su parte, Teo Cardalda hace su aparición en «Escenas olvidadas». De esta forma, me acerco a este disco de forma desprejuiciada y sin haber escuchado apenas a Golpes Bajos, aunque confieso que en algunos momentos me lancé en Youtube a por la original, cosa que haré a partir de este momento. Una obra breve, corta pero ecléctica y muy interesante que Iván Ferreiro se encarga de recordarnos.

«Cena recalentada» comienza el disco, un medio tiempo de tinte nostálgico y melancólico que será una de las tónicas de parte de todo el trabajo, una canción fantástica y deliciosa. Llega a continuación «No mires a los ojos de la gente», uno de los clásicos de Golpes Bajos y del Pop de los 80, a la que le añade algún toque electrónico más, y observando que esa fantástica y angustiante letra no pierde vigencia. «La virgen loca» es una de las canciones que más me han gustado y que no conocía, la guitarra del comienzo suena poderosa y la letra destaca igualmente. En «La reclusa» no se sale del patrón de la original, la retahíla del comienzo y luego esos toques electrónicos y de percusiones brasileñas, con un Ferreiro que canta con fuerza y pasión. En «Ayes» no abandona los sonidos más electrónicos y en «Estoy enfermo» el sonido se vuelve muy machacón, aunque aquí no pude evitar ir a Youtube y escuchar la original (me pasó más de una vez), y no se salía de la canción. En «Lágrimas» combina los sonidos electrónicos con los vientos y «A Santa Compaña», que me sonaba, comienza de forma un tanto atmosférico para lanzarse a una fiesta de sonido combinando de nuevo las bases electrónicas con unas guitarras más difusas que en la original (también la miré) aunque al final destacan, convirtiéndose en una de las mejores canciones del disco. «Desconocido» suena más actualizada que la original, de nuevo el uso de las bases, y tiene un punto melancólico tremendo para otra letra que no pierde vigencia. Llega el turno prácticamente en el ecuador del disco para la versión de «Come Prima», un clásico italiano que a mí me recuerda a mi infancia.

Y llega el turno de «Malos tiempos para la lírica», para mí su mejor canción, sobre la que nada hay que añadir, Ferreiro le rinde un homenaje emocionante para un tema con una gran carga de profundidad, y donde los vientos aportan la elegancia correspondiente, pero el comienzo de la canción es que es muy grande. «Escenas olvidadas» es un descubrimiento, los ritmos de percusión más latinos contrastan con la forma de cantar de Ferreiro y las guitarras también ocupan un lugar preeminente. «Hazme un nueve» es un tema de corte más clásico que no acaba de convencerme y en «Hansel y Gretel» será el piano el que tenga un mayor protagonismo. «Santos de Devocionario» es una canción casi desnuda, sin apenas instrumentación y que tiene un lado muy ambiental mientras que en «Fiesta de los maniquíes» retorna al sonido más electrónico y es una canción que refleja muy bien ese hedonismo festivo de esa primera mitad de los ochenta pero que encierra un fondo más oscuro. «Colecciono moscas» está también entre las canciones que han sido un descubrimiento y hay que destacar de nuevo a la sección de vientos que se lanza a sonidos latinos junto a la percusión. «Travesuras de Till» me deja un tanto indiferente, creo que no le funciona por la forma de cantar. El cierre del disco es para «Tendré que salir algún día», un tema de nuevo atmosférico, con poca instrumentación que va «in crescendo».

Insisto, seguramente a mucha gente le parecerá que no era necesario hacer un disco de homenaje a Golpes Bajos pero a mí este Cena recalentada me ha convencido, me ha descubierto los temas que no conocía de Golpes Bajos y creo que Iván Ferreiro ha realizado un buen trabajo con un punto de nostalgia y melancolía, inevitable por otra parte.

 

Spiritualized, «And Nothing Hurt»

Un Jason Pierce recuperado, al fin sano y sorprendentemente optimista, regresa con su banda para reactivar los elogios que acostumbra a cosechar desde aquel «Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space» (1997) con el que agigantaba su ya destacada carrera junto a Peter Kember al frente de Spacemen 3. Seis años después de «Sweet Heart, Sweet Light» vuelven con otro excelente trabajo, uno de los mejores que han grabado hasta la fecha y que contiene alguna de sus mejores canciones en años, sin salirse de la habitual mixtura en la que tienen cabida desde el jazz hasta el soul o la psicodelia y por supuesto el rock & roll, en una estructura de apariencia conocida y de resultados probados y más que vigentes.

Como un Dylan eléctrico, metálico y británico, marginada la enfermedad que tan amenudo le ha acechado y que tantas de sus canciones ha protagonizado, Pierce por fin canta al amor y la vida con sus habituales elegancia y desmesura y vuelve a generar el resabor de la emoción intemporal que proporciona la herencia clásica. De nuevo adornado con gusto e intensidad, con bellísimos arreglos orquestales, lo abre A Perfect Miracle, un rock denso que progresa hasta el bello y agreste apoteosis de vientos y cuerdas antes de que la lograda y cuidada crudeza de I’m Your Man, cima del disco y una de las más redondas piezas de su carrera, muestre una vía al soul del XXI. Here It Comes (The Road) Let’s Go y Let’s Dance suenan suaves y románticas, brillantes en sus arreglos y coros antes de que reaparezca el rock grave y directo en On the Sunshine, gloriosa amalgama de coros, vientos y electricidad. Entrega la correspondiente ración de lamentos en la delicada Damaged, que culmina con una instrumentación bella y emocionante, a la que sigue el ágil y eléctrico blues de desbocado cierre, harmónica y bajo al frente, de The Morning After antes de concluir en clave de nuevo romántica con más belleza en las sutiles emociones de The Prize y Sail On Through.

Probablemente estemos ante uno de los discos del año, a buen seguro con alguna de las mejores canciones de este 2018, y lo mejor de Pierce y compañía desde la publicación hace veintiún años de su disco insignia. Más optimistas que nunca, al margen de hospitales y medicaciones, estos bríos renuevan el impulso de una carrera siempre al límite de la reiteración pero que sabe muy bien cómo mantener el componente excitante.

El debut de Jane’s Addiction con «Nothing’s Shocking» o una banda visionaria

Finales de los ochenta del siglo XX, un escenario marcado por la irrupción de Guns N’ Roses que les quita parte del protagonismo a las bandas del Glam Metal o del «Hair Metal» o lo que sea. Pero, en ese contexto, en California había una escena diferente que se basaba en el mestizaje de sonidos que iban desde el Rock al Funk y que luego se beneficiarían de la llegada del Grunge y de la sacralización de lo alternativo. Allí estaban, obviamente, Red Hot Chili Peppers antes de ser un acontecimiento mainstream, o unos interesantes Fishbone, entre otros. Eran veteranos y, a ellos, se uniría un poco más adelante otro grupo, de los que nos ocupamos hoy en Los Restos del Concierto, Jane’s Addiction. Y es que Jane’s Addiction venían pisando fuerte desde su propio nombre y su debut discográfico sería en 1988 con el Nothing’s Shocking que nos ocupa y del que se cumplen tres décadas ni más ni menos. Liderados por un hiperactivo Perry Farrell, con esa forma de cantar tan peculiar, contaban también con un virtuoso guitarrista como Dave Navarro, mientras que la sección rítmica que grabaría este disco serían Eric Avery al bajo y Stephen Perkins a la batería, este último uno de los fundadores de la formación. Su debut, publicado por Warner, fue saludado muy de forma entusiasta por la crítica, su sonido era distinto porque eran eclécticos, pasaban sin problema de la Psicodelia al Funk pasando por el Rock y más, y también se dotaron de una importante visibilidad. Podían haber sido una de las bandas más importantes del comienzo de la siguiente década, y no bajaron la apuesta con su segundo trabajo, Ritual de lo Habitual (1990), pero…pero las tensiones internas de la banda por el consumo de drogas de Farrell y Perkins acabaron con la formación en 1991 cuando acababan de realizar la primera gira del Lollapalooza entre cuyos cofundadores estaba Farrell, siendo su despedida como formación. Pero, luego regresaremos a esta historia, primero toca hablar de su debut, un grandísimo disco y de gran influencia, Nothing’s Shocking.

«Up the Beach» da el comienzo, un tema muy ambiental y atmosférico con un toque psicodélico pero donde ya aparecen los riffs de guitarra de Navarro y que es prácticamente instrumental salvo por las letanías de Farrell. A continuación, «Ocean Size» es un trallazo muy potente con las guitarras de Navarro de nuevo en primer plano y con la batería de Perkins en destacando de nuevo. Y la calidad del disco sigue en lo más alto con «Had a Dad», donde comienzan con un punto más Funk para luego abrazar sonidos más del Rock duro, y en la que se demuestra de nuevo el virtusiosmo de Navarro, sin duda alguna uno de los guitarristas de la época. En «Ted, Just Admit It…» se van a más de los siete minutos en una de sus canciones más inquietantes, la letra es tremenda, siendo una canción río que va fluyendo y que deja un regusto extraño.

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Menos mal que luego le toca el turno a una de mis canciones favoritas de Jane’s Addiction, «Standing in the Shower…Thinking», un tema más festivo con toques Pop en donde la forma de cantar de Farrell es menos intensa. Pero en «Summertime Rolls» retornan al punto más psicodélico y ambiental, demostrando que su paleta de sonidos es muy amplia, siendo un tema que supera de nuevo los seis minutos. «Mountain Song» es una canción fantástica, contundente y dura, con épica y riffs marca de la casa de Dave Navarro, un sonido más clásico si se quiere. Y la fiesta sigue con el Funk, el bajo de Avery está perfecto, de «Idiots Rule» en la que participan Flea y Angelo Moore (Fishbone) a los vientos. Pero el giro de tuerca más inesperado del disco es la preciosa «Jane Says», un tema acústico que fue uno de sus principales éxitos. Tras el ligero interludio de «Thank You Boys», el disco se cierra con la también destacada «Pig’s in Zen», una canción con toques funkys y con el bajo de Avery de nuevo en lugar preeminente, pero el protagonismo vuelve a ser para un Dave Navarro que demuestra su categoría a las seis cuerdas.

Treinta años después, Nothing’s Shocking sigue siendo una barbaridad de disco. Un trabajo que igual hoy no se recuerda tanto porque Jane’s Addiction se separaron justo en 1991…mala suerte, su puesto igual lo ocuparon unos Red Hot Chili Peppers que publicarían ese año otro clásico, Blood Sugar Sex Magik, el resto de la historia es conocido. Jane’s Addiction alcanzarían otra categoría pero irían siendo olvidados mientras que Farrell montaba Porno for Pyros junto a Perkins, que alcanzaría dos discos reconocidos por la crítica, a la par que se mantenía como cabeza visible de Lollapalooza. Navarro, por su parte, no pararía tampoco y a punto estuvo de sustituir a Izzy Stradlin en Guns N’ Roses, lo que hubiese sido tremendo pero puede que Navarro intuyese que con Slash al lado su posición quedaría en un segundo plano. Con Avery formó la efímera banda Deconstruction y su momento llegó en 1993 al sustituir a un consumido John Frusciante en Red Hot Chili Peppers. Era una gran opción pero coincidió con el menor One Hot Minute (1995). Demasiado presión tras el éxito de Blood Sugar Sex Magik y en 1998 dejó la banda. Antes, en 1997, Jane’s Addiction a una primera reunión que supuso una gira de reencuentro aunque sin Avery que fue sustituido por Flea, aunque regresaría posteriormente. Sin embargo, Jane’s Addiction publicarían dos discos muy menores, Strays (2003) y The Great Escape Artist (2011) que no hacen justicia a su legado, dos discos que pasaron desapercibidos aunque han seguido haciendo conciertos. No cabe duda que Jane’s Addiction remiten a esos tiempos en los que lo alternativo, aunque recordemos que estaban en Warner desde el comienzo, ocupó un espacio prominente. Pero Jane’s Addiction parecen haberse quedado en un segundo plano cuando fueron una de las bandas más visionarias de su generación.