Idles, «Joy as an Act of Resistance»

Idles es una formación británica de Punk Rock que con su debut, Brutalism (2017), había despertado la valoración positiva de la crítica por sus letras y sonidos combativos. En un contexto como el actual, una banda como Idles es necesaria porque rescatan esa combatividad que señalábamos y la dimensión política de la música. La llegada de su segundo disco, con el explícito título de Joy as an Act of Resistance, ha mantenido el nivel y ha alcanzado un elogio unánime de una crítica que ha saludado sus explícita contestación. Con un sonido que profundiza en un Punk Rock acelerado y con guitarras mordientes, toma protagonismo la forma de cantar de Joe Talbot y sus letras que abarcan desde cuestiones de actualidad (el Brexit o la inmigración) o temas más personales que señalaremos más adelante. Pero, de lo que no cabe duda, es de que este Joy as an Act of Resistance no te deja para nada indiferente, al contrario, es un disco que llama a la acción.

El comienzo es para «Colossus», una canción poderosa pero de gran oscuridad, un tema incluso con un punto industrial en su primera parte aunque en la segunda se va hacia el Punk Rock acelerado donde destacarán las guitarras. Siguen en esa línea con «Never Fight a Man with a Perm», aunque no deja de tener ese punto industrial que decíamos de su canción de inicio, incluso se escora hacia el Hard Core. Más genuino Punk Rock es la destacada «I’m Scum» mientras que el tono más melódico llega con «Danny Nedelko», que sobresale al comienzo del tema para luego explotar en sonidos más contundentes. El nivel se mantiene en «Love Song», una canción un tanto sombría que Talbot dedica a su esposa, pero que cuenta con un punto adictivo. Y el cierre de la primera parte es para «June», más melódica en su comienzo y que abraza la épica y la oscuridad ya que está dedicada a la hija del cantante fallecida en el parto.

La segunda parte del disco comienza con contundencia con «Samaritane», otro de los temas más destacados del disco, en el que Talbot casi rapea recordando al dúo Sleaford Mods, con los que también se les ha emparentado. En «Television» no se bajan del canon y el recuerdo es para The Clash mientras que en «Great» no dejan esa senda pero añaden unos toque que pueden relacionarse con los sonidos más folks y celtas de The Pogues, aunque más acelerados claro. «Glam Rock» es una canción muy rápida y que no deja de tener también su punto de Hard Core. En «Cry to Me» realizan una versión de un tema Soul de Solomon Burke y le dan un matiz más rockero que Punk, resultando una canción de las más destacadas del disco. El cierre es para la más extensa «Rottweiler», tema de nuevo muy acelerado, con un bajo de gran fuerza y un final contundente.

Muy buen disco de Idles, banda de Bristol que nos recuerda, como decíamos, el valor combativo de la música y que seguramente habrá a gente que se le atragante pero, en nuestro caso, lo estamos disfrutando. No os los perdáis.

 

El momento de Goo Goo Dolls y el peso de las bandas sonoras

Suele ocurrir que hay bandas y artistas que aparecen en un momento dado y que, luego, no las sigues, aunque ese disco que tienes de ellos te siga encantando mucho tiempo después. Es lo que nos pasa con los norteamericanos Goo Goo Dolls, la formación encabezada por Johnny Rzeznik y Robby Takac que, además, tampoco parece ser que tuviesen la suerte necesaria para asentarse en el lugar que otros ocuparon. Con más de tres décadas de carrera, seguramente la mayoría recordarán a Goo Goo Dolls por la canción «Iris» que metieron en la película City of Angels (1998), esa remake al estilo Hollywood de El cielo sobre Berlín (1987) de Wim Wenders. Aquella canción era tremenda y también fue una especie de arma de doble filo para los Goo Goo Dolls. Pero vayamos por partes porque, para cuando salió «Iris», Goo Goo Dolls ya llevaban una carrera consolidada de cinco discos. Como tantos otros grupos, toda la fiebre por lo alternativo les había situado en el mapa con su Rock poderoso que oscilaba por momentos hacia sonidos más deudores del Punk. Con su cuarto disco, Superstar Car Wash (1993) llegarían a una major, Warner, y con A Boy Named Goo (1995), lograrían mayor visibilidad y meter su tema «Long Way Down» en la película Twister (1996). Pero sería con su sexto disco, el que nos ocupa, Dizzy Up the Girl (1998), les permitió vender millones de discos gracias seguramente a «Iris».

Rzeznik y Takac, junto al batería Mike Malinin que estaría en la banda durante casi veinte años,  facturaron un disco de Rock americano en el que se basaban en composiciones que iban hacia sonidos más Pop pero sin dejar de lado el punto más Punk a cargo de las canciones escritas por Takac, que también las cantaban. En cuanto al conjunto del disco, no se resiente en ningún momento y cuenta con temas destacados. Comenzaban por una poderosa «Dizzy» que tenía los ooess típicos. «Slide» era un plato fuerte, una canción tremenda con unas guitarras que se combinaban con las acústicas mientras que Rzeznik cantaba fantásticamente y con el toque de los teclados al final le daban a la canción un punto melancólico. «Broadway» tampoco dejaba atrás la nostalgia aunque es una canción más rockera e incluso podría decirse que se acercaba al Power Pop. «January Friend» es uno de los temas de Takac y en ella le mete la aceleración ya desde la forma de cantar más Punk. Por su parte, «Black Ballon» es una canción más del Rock Pop en la que incorporan cuerdas y tiene una mayor presencia la acústica, aunque funciona muy bien. En cuanto a «Bullet Proof», es un tema más rockero con un sonido más épico y poderoso. La primera parte finaliza con otra canción de Takac, «Amigone», un Punk más melódico que el anterior.

«All Eyes on Me» puede parecer un tema más intrascendente al comienzo, de nuevo parece ser un medio tiempo, pero crecerá hasta superar esa primera sensación. En «Full Forever» retoma el protagonismo Takac, aunque en este caso con un sonido un tanto diferente, incluso en la forma de comenzar tiene un punto Placebo (sí, ya sé que puede sorprender) para luego acelerar. «Acoustic #3» es lo que promete el título, un breve tema acústico que dará paso a la joya del disco, «Iris», una balada épica con una sección de cuerdas impresionantes y un tono épico relevante que le convierten en una de las grandes canciones de final del siglo XX. He leído comentarios señalando que es una canción facilona pero no los comparto, me parece un tema soberbio. El cierre del disco es para «Extra Pale» con la que Takac destaca, seguida de un medio tiempo creciente de Pop-Rock como es «Hate This Place» y un Bonus Track como «Name», una canción más acústica que no deja de ser un bonito tema.

Igual «Iris» convirtió a Goo Goo Dolls en la típica banda de «One Hit Wonder» pero creo que no. Es cierto que vendieron millones de discos en Estados Unidos de Dizzy Up the Girl pero la banda sonora de City of Angels todavía vendería algunos millones más. Ya, sé que se puede argumentar que si no fuese por la película no hubiesen alcanzado tampoco un éxito mayor, nunca sabremos. La carrera de Goo Goo Dolls siguió, su siguiente disco tuvo una buena recepción, Gutterflower (2002), pero los tiempos estaban cambiando muy rápidamente y su repercusión fue descendiendo, aunque se han mantenido en Warner todo este tiempo. No cabe duda que tendrán su tirón en el mercado norteamericano y que, en no pocas ocasiones, me pregunto los motivos por los que dejé de lado a esta banda. Veinte años de Dizzy Up the Girl, un buen disco de una buena banda que seguramente mereció un reconocimiento mayor.

Paul Weller, «True Meanings»

No cabe duda que Paul Weller es uno de los iconos de la música popular de las últimas cuatro décadas, bien con The Jam, bien con The Style Council, bien en solitario. Weller siempre ha hecho lo que ha considerado oportuno y su discografía está plagada de grandes aciertos así como de algunos trabajos menos logrados. Cada una de sus novedades siempre son acogidas con expectación aunque no es menos cierto que últimamente va con el piloto automático, aunque yo he disfrutado con discos como A Kind Revolution (2017) o, más lejos, Wake up the Nation (2010). True Meanings se encuadra en los trabajos que me dejan indiferente y que ha sido recibido con división de opiniones. Es un Weller más crepuscular y acústico, con un trabajo muy producido en esos toques orquestales y de cuerdas, pero que se hace muy largo, especialmente en el último tramo del disco. Por momentos quiere recordar al fantástico 22 Dreams (2008), una delicia en la que combinaba diferentes visiones, pero no llega. Hay algunos temas que sí, que parece que Weller va a dar con la tecla pero no.

«The Soul Seachers» es un comienzo esperanzador, un tema bonito que va de lo acústico hacia sonidos más sofisticados y ambientales, levantando el vuelo con el Hammond del final. «Glide» parece presentarse como un tema de madurez, un tono campestre que no acaba de funcionar y menos con esas cuerdas en clave de vals. «Mayfly» es más interesante, su voz es más ronca contrastando con una canción delicada y con unos vientos sutiles. Y «Gravity» es un tema que también funciona gracias al tono melancólico y a unas cuerdas bien insertadas. Pero en «Old Castles» adopta un tono incluso jazzístico siendo un tema de los más flojos del disco. Se recupera con «What Would He Say?», una canción acústica en el comienzo que da paso las cuerdas reforzando la melancolía. «Aspects» es seguramente el mejor tema del disco, muy melancólico igualmente y muy logrado.

En «Bowie» rinde homenaje a David Bowie, un tema muy ambiental aunque luego acaba finalizando de forma muy insustancial. En «Wishing Well» se lanza a un minimalismo mayor, con un tono campestre y más Folk, cambiando su forma de cantar. Pero con «Come Along» comienza la peor parte del disco, canciones que no aportan mucho como la que nos ocupa. «Books» sigue en esa misma senda, comparte voz con Lucy Rose y Noel Gallagher aporta su toque con el armonio pero es un tema que no te llena. «Movin On» es una canción más lograda, el tema crece con las cuerdas, pero con «May Love Travel With You» a uno se le hace ya muy largo el disco. Y «White Horses» comienza con esa misma sensación pero a mitad de camino sube su fuerza pero sin destacar.

Como decíamos, ha habido diferentes visiones del disco de Weller, desde las más elogiosas, incluso llegando a compararlo con Nick Drake, hasta críticas muy duras cuestionando su estado de forma. Creo que es un disco al que le sobran algunas canciones y en el que Weller abusa un poco de la fórmula elegida, aunque también hay algún acierto. Sin embargo, no quedará entre sus grandes obras.