«Víctima de mi hechizo – Memorias de Nina Simone-«, de Eunice K. Waymon

Era mediados de los ochenta y éramos unos adolescentes que estábamos descubriendo la música desde los canales que entonces existían, especialmente la radio y la televisión, con aquellos programas musicales que iban desde Tocata a Rockopop pasando por A Tope. No recuerdo dónde fue, la verdad, pero hubo un vídeo que tuvo mucho éxito en el año 1987. Realizado con figuras de plastilina, «My Baby Just Cares For Me» de Nina Simone alcanzó bastante visibilidad, una canción que Simone había grabado décadas antes, concretamente en 1958, y que regresaba a la actualidad. Entonces, claro, no teníamos ni idea de quién era Nina Simone ni de su significado para la historia de la música, especialmente en el Soul, el Jazz, etc., porque aunque «My Baby Just Cares For Me» tenía un claro tempo jazzístico, su carrera sería mucho más diversa y amplia. Luego tampoco supimos mucho más de Nina Simone, y tampoco recuerdo mucho de su fallecimiento en 2003, aunque el tratamiento del mismo le situó en un lugar preeminente por su trascendencia e influencia. Acaba de llegar a nuestras librerías, y de la mano de una nueva editorial como es Libros del Kultrum, Víctima de mi hechizo – Memorias de Nina Simone – , firmada por la propia Simone con su nombre, Eunice K. Waymon, y con la colaboración de Stephen Cleary. Publicado originalmente en 1992, cuando la figura de Simone regresaba con fuerza, nos muestra la interesante vida de Simone contada en primera persona, una vida marcada por diferentes etapas y situaciones, contada en primera persona con una prosa directa pero elegante y con clase, como era la música que hacía e interpretaba Simone.

La primera parte de sus memorias, para mí la más destacada, hace referencia a su infancia y adolescencia en el Sur de Estados Unidos, concretamente en Carolina del Norte, en una familia numerosa muy religiosa, las figuras de sus padres son poderorísimas, marcada por el impacto de las consecuencias de la Gran Depresión y, obviamente, por la segregación racial. Pero Eunice Waymon pronto va a encontrar su camino en la música y se preparará a conciencia en la meta de ser la primera concertista de piano negra, en un recorrido durísimo con toda la presión tanto familiar como de su comunidad sobre Eunice. Es una primera etapa fascinante en la que nos muestra a una Eunice que todavía está muy lejos de ser Nina Simone.

La segunda parte se centra en su traslado a Nueva York y a Filadelfia, en cómo su objetivo alcanza otras sendas, comienza a tocar en clubes, y logra el éxito convertida en una intérprete prodigiosa. Es el despertar de Nina Simone y es su involucración activa en la lucha por los Derechos Civiles, que ocupa buena parte de la parte central de sus memorias. Es también el momento de tomar decisiones, no tiene mucha suerte con sus relaciones de pareja tampoco, y las presiones del éxito, la fama y la exposición pública le van a pasar factura. También en todo el proceso aparece la relación con sus padres, la decepción con su padre y el peso de una madre vinculada a la religión, deudora Simone de una ética que será clave para su triunfo, aunque también con sus limitaciones.

Finalmente, en la tercera parte nos encontramos el periplo que Simone realiza tras dejar Estados Unidos, cansada de la situación de los Derechos Civiles, de un matrimonio fracasado, de ciertos problemas legales con el fisco, etc., que le llevará a Barbados, Liberia, Suiza y Francia. Sigue siendo una estrella y un icono, incluido sobre el empoderamiento de la mujer, aunque también Simone sigue buscando la estabilidad y la seguridad. Al final, el reconocimiento, que nunca se había ido, retorna.

Fantásticas y muy recomendables las memorias de Nina Simone, muy bien contextualizadas en las diferentes etapas que vivió esta imprescindible artista, que personifica la clase y la elegancia.

20 canciones de 2018 (del 5 al 1)

Y llegamos a los cinco primeros puesto y nos encontramos en un año en el que se ha producido una gran coincidencia en los artistas y temas seleccionados. Pocas sorpresas… y un número uno del que no teníamos apenas dudas.

 

5. Villagers, «A Trick of the Light»

Bellísima muestra del pop delicado y brillante que puebla «The Art of Pretending to Swim», el nuevo disco de la banda de Conor J. O´Brien y posiblemente el mejor de sus excelentes cuatro trabajos hasta la fecha. Este A Trick of the Light (así como Fool, la elección de Sergio)  contiene la renovada vitalidad y el color que los ligeros toques electrónicos introducen en su habitual propuesta folk, que se mantiene sobre la tradicional base de la guitarra y el bajo además de una genial interpretación vocal a la que ya nos tiene acostumbrados. Una canción llena de esperanza pero también de melancolía que destaca en un disco completísimo. Javier Castro Senosiain

4. The Jayhawks, «Everybody Knows»

Conocida es nuestra debilidad por The Jayhawks, una de las bandas que más nos han marcado. En esta nueva etapa tras el retorno y nueva salida de Mark Olson, los de Gary Louris llevan una trayectoria muy interesante. En 2018 sorprendieron con un disco que recogía mayoritariamente canciones que habían grabado otros artistas. Era Back Roads and Abandoned Hotels y funcionaba. Difícil elegir un tema, Javier Castro se decantó por Gonna Be A Darkness pero yo me quedé con Everybody Knows, canción compuesta junto a Dixie Chics y que habían publicado en su disco «Taking the Long Way» (2006) que adopta en esta nueva versión toda la textura de los Jayhawks más clásicos, medios tiempos acústicos y melancólicos, melodías y armonías a cargo de Louris y Karen Grotberg. Una maravilla, una canción de las que dejan huella. Sergio Andrés Cabello

3. Spiritualized, «I´m Your Man»

Se les echaba de menos a Jason Pierce y compañía tras una larga espera de seis años y lo cierto es que su regreso se ha producido a lo grande, con un «And Nothing Hurt» que compensa la espera con varias canciones enormes entre las que sobresale esta joya de emoción soul, ensanchada sobre los metales y templada a las cuerdas. Un regreso en el que muchos ven una despedida (confiemos en que no), en cuyo caso nos dejarían con un excelente sabor de boca como rúbrica a una trayectoria única y plagada de pasajes memorables pero también con la amargura de ver cómo siguen siendo capaces de hacer canciones impresionantes. Javier Castro Senosiain

2. Morgan, «Sargento de hierro»

Con apenas dos discos en el mercado (su debut de 2016 «North» y el editado este año «Air») Morgan se han consolidado como una realidad de la escena nacional con su propuesta enraizada en la tradición norteamericana y protagonizada por el enorme talento compositivo y vocal de su frontwoman Nina De Juan acompañada de unos músicos extraordinarios. Entre las canciones incluidas en este último disco (con mención especial para la preferida de Sergio Another Road) nos quedamos con el primer sencillo y único corte interpretado en castellano, al que paulatinamente se van sumando piano, guitarras, coros y vientos hasta conformar una emoción que se desborda al final bajo una letra desgarradora. Una de las canciones del año en la escena nacional de una banda joven e ilusionante. Javier Castro Senosiain

1. Suede, «Life Is Golden»

Lo reconocemos, desde que Suede adelantaron Life Is Golden como segundo single de «The Blue Hour» nos quedamos prendados. Suede llevan una tercera etapa muy interesante con discos destacados, elegantes y sobrios, épicos y dramáticos, Brett Anderson publicaron un muy buen disco en el que sobresalía este Life Is Golden que se ha alzado con el primer puesto. Una canción que recoge todas las virtudes de Suede desde la forma de cantar de Anderson hasta esa melodía aposentada en las guitarras y las cuerdas que te llevan a un estribillo emocionante (canción seleccionada en primer puesto por Sergio Andrés Cabello). Sergio Andrés Cabello

Shinova, «Cartas de Navegación»

A veces te llegan discos que no esperaban o que no estaban en la lista. Es el caso de Shinova y Cartas de Navegación, el quinto trabajo de la banda vizcaína que uno, la verdad, no tenía muy seguida. Este disco fue un regalo de cumpleaños que, la verdad, me sorprendió. Al principio lo miré con escepticismo, situaba a Shinova en ese grupo de bandas categorizadas como «indies» pero un peldaño por debajo de Love Of Lesbian y Vetusta Morla, toda vez que Lori Meyers están de capa caída y Sidonie transitan en ese ámbito. Ahí aparecen Izal, no me gustan, Supersubmarina, Viva Suecia, etc. Así que, sin apenas expectativas, me tropecé con Cartas de Navegación, un disco que me ha sorprendido para bien. Aunque no deja de lado los parámetros del «indie», sonido «afectado», épica guitarrera y algunas letras que, bueno, se podrían decir que forzadas, no es menos cierto que las canciones no fallan, que hay estribillos que entran muy bien y que, en su conjunto, sólo va decayendo al final. También destaca la voz de Gabriel de la Rosa, que le da un toque muy característico, aunque tengo que reconocer que su sonido me recordó a los primeros Supersubmarina, los más interesantes, aunque con más grandilocuencia.

«Guerra y Paz» recoge la épica y grandilocuencia del «indie», la combinación de guitarras y cuerdas y unas letras crípticas, con un buen estribillo. «El Álbum» no abandona la épica pero es menor, con un sonido más Pop, también un punto más costumbrista, recordando por momentos a los ya señalados Supersubmarina, aunque es una canción que gana con las escuchas. En «Cartas de Navegación» se afianzan en la línea anterior pero es una canción más adictiva, seguramente de las mejores del disco y con unas guitarras muy características de este tipo de sonido. En «Aurora» regresan a la épica y melancolía del comienzo, ese comienzo es muy bonito, y en «Expectativas y Espejismos» se afianzan en esa dirección aunque con un toque ochentero, siendo una de las mejores canciones del disco y que incluso podría aspirar a hit. En «Utopía» retornan al Pop y de nuevo la voz de de la Rosa es de los aspectos más destacados.

La segunda parte se resiente bastante más, las canciones son más irregulares. «En el Otro Extremo» comienzan con un órgano que recuerda a temas de La deriva (2014) de Vetusta Morla para acabar con una canción con algunas diferencias con el resto, como esos efectos aplicados a la voz. «La Buhardilla de la Musa» deja un tanto indiferente, no acaba de funcionar, mientras que «Mirlo Blanco» comienza floja, es un Pop muy intrascendente, pero en la segunda parte mejora mucho. Lo mismo le ocurre a «Solo Una Canción», un inicio «facilón», apuesta por la épica pero luego va creciendo con fuerza. El final es para «El Trayecto Natural», que acaba recogiendo todas las debilidades de la segunda parte, lo cual es una pena.

A pesar de la segunda mitad del disco, que ya hemos señalado que no alcanza el nivel de la primera, Cartas de Navegación va ganando con las escuchas, tiene unas cuantas canciones interesantes, algunas aspirantes a hits, y que seguramente habría tenido mejor suerte en el periodo 2010-2013. Nos quedamos con