La celebración de Wilco con «Wilco (the Album)»

2019 va a ser para Los Restos del Concierto un año muy de Wilco. Tenemos pendiente la reseña del disco en solitario de Jeff Tweedy, Warm, en el que entraremos en las próximas semanas. Pero en 2019 cumplen años varios de sus discos: Summerteeth (1999), A Ghost Is Born (2004) y Wilco (the Album) (2009). Y sin olvidar que el 22 de junio serán cabezas de cartel en el Azkena de Vitoria, que no nos los vamos a perder. Así que tenemos Wilco para rato en los próximos meses, que si te descuidas a lo mejor hasta publican disco, su último trabajo ya es de 2016 con Schmilco. Pero vamos con el décimo aniversario de Wilco (the Album), un trabajo que fue considerado en su momento como «menor» (una calificación cuando menos curiosa cuando la empleamos en los discos) y que venía tras su vuelta a sonidos más pausados con el fantástico Sky Blue Sky (2007). Jeff Tweedy, Nels Cline, Mikael Jorgensen, Glenn Kotche, Pat Sansone y John Stirratt llegaban a 2009 y decidían sacar un disco de celebración en el que iban a reflejar las diferentes caras de Wilco, desde las más cercanas a sus orígenes hasta el Power Pop de Summerteeth o los sonidos experimentales de Yankee Hotel Foxtrot (2001) o el ya mencionado A Ghost Is Born. Y consiguen un disco notable que grabaron en los estudios de Neil Finn (Crowded House), que pone los coros en varios temas, en el que se observa ese proceso de Wilco, con algunas canciones muy destacadas, aunque sí que es cierto que el disco suena más a su trabajo anterior.

Comienzan con una fantástica «Wilco (the song)» que tiene un tono alegre y optimista, con un punto Pop aunque refleja de nuevo esos estadios de Wilco, escenificados también en las punzantes guitarras de Cline. Vuelven a los sonidos del Sky Blue Sky con «Deeper Down», más ambiental y delicada, mientras en «One Wing» se salen con una de las mejores canciones del disco, un tema que cuenta con diferentes fases y que va creciendo y ganando en intensidad, destacando de nuevo el sonido de las guitarras pero también el peso de la batería de Kotche. En «Bull Black Nova» aparece el sonido más experimental y ruidista que les catapulto fuera de la zona de confort del «Americana» a comienzos del siglo XXI, aunque también hay un breve espacio para la melodía. Y esta es omnipresente en la bellísima «You and I», un medio tiempo delicioso en el que se une Feist como segunda voz y se in crescendo de las guitarras. En «You Never Know», Tweedy canta con garra y el protagonismo regresa a las guitarras con el piano de Jorgensen también destacado y con una letra que a mí siempre me ha gustado.

La segunda parte comienza con un medio tiempo como «Country Disappeared», también muy sutil en el que Tweedy canta incluso en falsete. «Solitaire» es un regreso al ambiente más experimental aunque en esta ocasión no está tan logrado y en «I’ll Fight» se lanzan a la melancolía, la vez más clara en todo el disco, con una canción que recuerda a sus dos primeros trabajos, siendo otro de los temas más destacados de Wilco (the Album). El cierre es para la más rockera «Sonny Feeling» y para «Everlasting Everything», una canción un tanto más extraña, donde le dan un punto dramático en la interpretación.

Wilco (the Album) no es una de las obras maestras de la banda pero es un disco para disfrutar y con un planteamiento curioso. Desde entonces, los de Chicago no han parado, han publicado tres discos más y no podemos olvidar su caja de rarezas de 2014 que es una maravilla. Esperemos que no pase mucho tiempo hasta un nuevo disco de Wilco, mientras tanto siempre podemos regresar a cualquiera de sus trabajos anteriores porque Wilco siempre están ahí y, como dicen en el tema que abre el disco, «Wilco will love you baby».

Charles Bradley, «Black Velvet»

Hace poco más de un año, en septiembre de 2017, Charles Bradley nos dejaba prematuramente. Como Sharon Jones, fallecida un año antes que Bradley, dos historias miméticas, habían triunfado tarde tras pasar unas vidas duras y complicadas. Detrás de ellos, el sello Daptone Records, encargado de recuperar el Soul más estimulante y de raíces de los años sesenta y comienzos de los setenta a través de figuras como Bradley y Jones, ayudados por el fenómeno de Amy Winehouse en el que tuvieron que ver. Bradley, apoyado por la Menahan Street Band liderada por Thomas Brenneck, había conquistado a la crítica con su debut No Time for Dreaming (2011), publicado cuando tenía sesenta y tres años. Con claras referencias a James Brown, se había ganado la vida también imitándolo, con una grandísima voz, siguió brillando a gran nivel con sus dos siguientes entregas: Victim of Love (2013) y Changes (2016). Como decíamos, la historia te atrapaba pero se acabó antes de tiempo y de la misma forma que la de Sharon Jones. A finales del año pasado, Daptone Records y la Menahan Street Band publicaban un disco póstumo de Bradley bajo el título de Black Velvet, su apodo cuando imitaba a Brown y que significa terciopelo negro, un trabajo con algunas canciones que había grabado Bradley pero que no habían entrado en sus discos anteriores, incluidas tres versiones, recordemos cómo se llevó a su terreno el «Changes» de Black Sabbath. Hay que tener cuidado con esta clase de discos póstumos, en algunos casos no salen nada bien (basta recordar los casos de Amy Winehouse y Michael Jackson, entre otros), y aunque Black Velvet no brille a la altura de sus predecesores, es un disco correcto, un recuerdo del gran Charles Bradley.

Comienza de forma fantástica, «Can’t Fight the Feeling» es un tema compuesto por el propio Bradley y la Menahan Street Band, un Soul clásico con unos vientos predominantes y con la destacada forma de cantar de Bradley en primer plano. En «Luv Jones» colabora LaRose Jackson, también de la nómina de Daptone, con un sonido más Funk. «I Feel a Change» emociona y estremece, con la combinación de guitarras y órgano, un medio tiempo al servicio de Bradley. «Slip Away», la canción de Rodríguez, es llevada a su terreno en un Soul alegre y vital mientras que «Black Velvet» es un instrumental elegante de la Menahan Street Band.

Comienza la segunda mitad del disco atreviéndose con toda una «Stay Away» de Nirvana, una versión con mucho Funk a la que Bradley y su banda le dan la vuelta. No ocurre lo mismo con la más canónica «Heart of Gold» de Neil Young, mucho más ajustada a la original, aunque el añadido de los vientos es fantástico. «(I Hope You Find) The Good Life» es un medio tiempo que se queda a la mitad del camino mientras que en «Fly Little Girl» se muestran más inspirados con la combinación de Hammond y vientos. El cierre es para una versión más eléctrica del «Victim of Love» de su segundo disco, una gran canción también en esta nueva lectura acompañado de The Sha La Das, grupo de doo wop también de Daptone y descubiertos y producidos por el propio Brenneck.

Como hemos señalado, lamentablemente Charles Bradley se fue muy pronto. Black Velvet es un testimonio digno con algunas canciones destacadas, versiones interesantes y la sensación que Bradley tenía todavía muchas cosas que cantar.

 

«Us and Us Only», el desvío norteamericano de The Charlatans

Ilustres supervivientes de la corriente que abanderó el pop británico a principios de los noventa, teloneros en un Madchester que lideraban con irreverencia The Stone Roses y Happy Mondays, que a su vez tomaba el relevo de otras bandas pioneras e imprescindibles de la fundamental escena del noroeste británico (The Smiths y New Order a la cabeza), The Charlatans han sabido sobreponerse a enormes contratiempos a lo largo de una carrera que se dispone a sobrepasar los treinta años. Trece referencias les contemplan en las que han transitado desde el éxito de sus insolentes inicios pasando por tentativas innovadoras más o menos efectivas y un declive creativo que daría paso a la segunda juventud de sus dos últimos trabajos, primeros tras la triste desaparición de su batería Jon Brookes.

Después de cinco discos y culminada su exitosa relación con el sello Beggars Banquet en 1997, cuya producción recopilarían en «Melting Pot» antes de firmar por Universal, y tras el fallecimiento en accidente de tráfico de su teclista y pieza fundamental Rob Collins, la banda de Cheshire decidía desviarse por los sonidos del otro lado del Atlántico empujada principalmente por el interés de su vocalista Tim Burgess. Marginadas sus aproximaciones a la pujante electrónica y la psicodelia de sus mayores éxitos así como el baggy que caracterizó algunos de sus primeros pasos, el entonces quinteto iniciaba hace veinte años una incursión por los sonidos del norte de América (que prolongarían por el soul y el R&B en su también fantástica continuación «Wonderland») con este «Us and Us Only» en el que demostraban su capacidad de supervivencia por encima de calamidades, excesos y modas.

De esta forma guisaron y se comieron un disco que tomaba como referencias las guitarras del folk y el blues norteamericanos, con ecos de los Rolling Stones (marca Richards) y Led Zeppelin (marca Page) y la omnipresencia de Dylan tanto en la entonación de Burgess como en la instrumentación; teclados y armónicas aportaban la sazón imprescindible para dotar al conjunto del lejano sabor que les inspiraba sin renunciar a las señas que les habían distinguido en sus anteriores discos. Y así es como arrancaba el disco, con unos teclados y un bajo introduciendo con calma el ritmo que más adelante se enriquecía con la calidez del piano en el que sería el primer sencillo Forever, lanzado en octubre de 1999, desde el que se podía apreciar la ligera intención conceptual que lo iba a unificar; a continuación Impossible perfilaba sus intenciones con una instrumentación ascendente de puro folk que les llevaba a alcanzar uno de sus puntos álgidos.

The Blonde Waltz es una balada ligera de inicio orgánico que poco a poco va creciendo y electrificándose y A House Is Not a Home es más enérgica y contagiosa, de una electricidad que se gusta especialmente en el riff. Senses (Angel On My Shoulder) se abre evocadora a lomos de una armónica solitaria que poco a poco se deja acompañar del piano hasta ceder ante las guitarras y los teclados que la endurecen en una atmósfera excitante y contagiosa, al igual que una My Beautiful Friend que se pausa sostenida sobre cuerdas y teclados y que supondría el segundo sencillo. I Don´t Care Where You Live es un medio tiempo cálido y prendido por el piano al que sigue otra de las cimas principales, una enorme The Blind Stagger, potente y variada, zepeliniana y con un duro riff que recuerda a la guitarra de John Squire (The Stone Roses), para finalizar, tras la instrumental Good Witch-Bad Witch, con la ascendente demostración de habilidad interpretativa y emocionante culminación con Watching You.

De esta forma cocinó su particular «Exile On Main Street» una banda que en su plenitud apostaba por diversificarse para cerrar una etapa enormemente exitosa en la que habían forjado una potente imagen que más tarde les lastraría ocasionalmente. Sin saberlo se disponían a iniciar su travesía más árida, con algunos pasos de especial sequía en lo creativo, pero tan curiosa y variada como hasta entonces habían venido desarrollando, que terminarían por cerrar en 2015 con un «Modern Nature» en el que mostraban una cara tan actual como madura que se vería confirmada con su última referencia de 2017 «Different Days».  Casi treinta años después de su exitoso debut y a veinte de uno de sus discos más brillantes, después de superar una azarosa trayectoria en la que han sabido reinventarse, The Charlatans bien merecen ser revisitados en aquellos discos con los que alcanzaron sus mejores resultados, como el fantástico «Us and Us Only» que este año está de aniversario.