El baile según Beck: ‘Midnite Vultures’ cumple veinte años

Rondaban los inicios de la década de los noventa cuando en Nueva York aparecía una difusa corriente denominada anti-folk que experimentaba con la tradición folk norteamericana. A ese minigénero se arrimaba en 1994 un joven e inadaptado angelino para iniciar una carrera cuyo primer éxito desobedecía muchas de las normas no escritas del marketing discográfico: Beck irrumpía contra pronóstico en el mercado con una canción y un disco (Loser y ‘Mellow Gold’) que inauguraban una las carreras más inquietas y originales de las últimas décadas.

Establecido desde sus inicios en la discográfica de David Geffen, sería cinco años después y tras demostrar con sus dos trabajos posteriores (‘Odelay’ y ‘Mutations’) una privilegiada visión innovadora, cuando en otro giro brusco enfilaría la música de baile en el disco que nos ocupa, y lo haría volviendo a demostrar una increíble capacidad de apropiación de géneros asentados como el funk, el soul o el disco, de cuya mezcla resultaría esta personal celebración de los sentidos que es ‘Midnite Vultures’. Publicado un año después que su antecesor ‘Mutations’, la ruptura con respecto a este fue evidente, empezando por una producción para la que se apoyaba en Mickey Petralia y sus viejos conocidos The Dust Brothers, y unos creativos arreglos que mezclaban secciones de viento y cuerda con banjos y sintetizadores o intercalaba descargas de electricidad guitarrera con pasajes de piano o scratchings con el pedal steel. En definitiva, el conjunto escondía multitud de detalles y hallazgos que enriquecían la experiencia del oyente atento.

La carta de presentación fue una infalible invitación al baile como Sexx Laws, que a la postre sería el mayor éxito y que ya contenía gran parte de los ingredientes que iban a protagonizar y diferenciar el disco. Nicotine & Gravy espesaba el ritmo de inicio aunque también incluía pasajes bailables, especialmente en el brillante y embarullado final. Mixed Bizness sería el segundo sencillo que, más acelerada y lúdica, recuperaba los vientos y la alegría en el ritmo. La electrónica era introducida en Get Real Paid a base de sintetizadores y efectos retro en la pieza más fría del conjunto, a la que seguía el hip-hop de Hollywood Freaks, también plagada de ritmos sintéticos.

La segunda mitad era si acaso más redonda, repleta de efectivas melodías retorcidas y originales interpretaciones de la sección rítmica y de una amalgama de instrumentos que no olvidaba las guitarras también omnipresentes. Como el logro pop de Peaches & Cream, con su armonía ácida y enrevesada y sus voces, falsete incluido, o las originales y variadas percusiones de la fantástica Broken Train. Después llegaban Milk & Honey, con parte electrónica y la colaboración a la guitarra de Johnny Marr, especialmente potente y colorista en el estribillo, y el ritmo denso al piano y el pedal steel de la emocionante Beautiful Way con acompañamiento vocal de Beth Orton. Para cerrar al ritmo eléctrico de Pressure Zone y el soul con sello propio de Debra, con fantásticos vientos elevando la temperatura emocional.

En 2002 cambiaría completamente de registro para grabar otro disco mayúsculo como ‘Sea Change’, y así continuaría publicando con alternativas estilísticas que en una mayoría de ocasiones han sorprendido y casi nunca decepcionado. Cuando acaba de anunciar para dentro de un mes el lanzamiento de un nuevo disco, escrito y producido junto a Pharrell Williams, es tan buen momento como cualquier otro para reivindicar, a partir de una de sus cimas creativas y comerciales, una trayectoria que apenas ha relajado la guardia a lo largo de sus casi treinta años.

Amaral, «Salto al color»

Eva Amaral y Juan Aguirre han regresado con su octavo disco de estudio, Salto al color. Siempre fiables pero también variando su sonido en los últimos discos, Amaral presentan un disco luminoso con una fuerte presencia de sonidos más electrónicos, menos guitarras y una veta más vinculada al Folklore que se observa en algunas canciones y que les queda muy bien. Si el sonido más electrónico se apuntaba claramente en Nocturnal (2015), un gran disco pero que se mantenía en sus parámetros más del Pop Rock y con un tono épico en algunas canciones, Salto al color es un paso más allá. Y lo expresan hasta en el diseño del disco, fantástico, muy colorido lo cual contrasta con el blanco y negro, más negro, de Nocturnal. A mí Nocturnal me parece un muy buen disco y Salto al color pretende seguir esa senda aunque de forma más electrónica, como hemos señalado, con una mayor presencia de las programaciones. Posiblemente se quede en un escalón por debajo, aunque tampoco se encuentra en el disco ningún momento irregular o canciones que desentonen. Además, las letras funcionan, en algunas ocasiones son más explícitas, en otras más crípticas.

El comienzo sorprende con una breve canción en gallego, acompañados de la flauta de Carlos Núñez, «Ondas do mar de Vigo» te va meciendo para contrastar en parte con el tono del disco. «Mares igual que tú» tiene sonidos orientales y bases electrónicas más sutiles. Estas se hacen más evidentes en «Señales», letra más interpretable para una canción de las más electrónicas del disco. En «Nuestro tiempo» no dejan el tono del disco pero sí que es cierto que aparecen las señas de identidad más claras de Amaral, hay un punto de dramatismo pero luego en el estribillo se lanzan y juegan con el contraste entre las bases electrónicas y las cuerdas. Por su parte, «Bien alta la mirada» se escora casi a lo que se denominaba «World Music» aunque no deja de ser una canción Pop en la que destaca la interpretación de Eva Amaral, la cual es intensificada en «Peces de colores», un medio tiempo muy intenso.

«Tambores para la rebelión» tiene un sonido más festivo aunque la letra es más dura, de nuevo tiene los elementos clásicos del sonido de Amaral y seguramente se convertirá en uno de los hits del disco y de las canciones más coreadas en sus conciertos. En «Soledad» adoptan un tono más folklórico, casi siguiendo a Rozalén aunque siempre ha estado ahí en Amaral, una canción más intimista, desnuda. «Juguetes rotos» será otra de las grandes canciones del disco, tiene mucha fuerza y un estribillo combativo, también interpretable, con las bases electrónicas de nuevo. «Ruido» regresa al contraste entre la base electrónica y la voz de Eva Amaral, esquema similar se observa en «Lluvia», canción más conseguida que la anterior. «Entre la multitud» tiene un sonido más ambiental y electrónico, con una letra muy de Amaral y con una presencia destacada de una guitarra sutil. El final es para «Halconera», en la que vuelve a colaborar Carlos Núñez, retorno a los sonidos más folklóricos que enlaza con el sonido de la primera canción del disco.

Amaral siguen mostrando una trayectoria fiable y haciendo discos interesantes, corriendo riesgos también. Siguen estando los estribillos potentes y la voz de Eva Amaral sigue siendo infalible. Las canciones mantienen el nivel habitual y continúan evolucionando en sus letras, aunque a veces parecen enredarse. Y muy interesantes esas canciones de tono más folklórico, canciones que apuntalan una línea que siempre ha estado ahí. Seguiremos disfrutando de este Salto al color, uno de los discos españoles de la temporada.

 

 

Whitney, «Forever Turned Around»

Para mí, Whitney siempre van a estar ligados a los tres meses que pasé en Texas en 2016. Nuestros recuerdos están hechos de imágenes y de sonidos, y el debut de Whitney, Light Upon the Lake (2016), se me incrustó y, como ya conté, yo no quería. Con Julien Ehrlich y Max Kakacek como líderes y compositores de la formación, pero la voz del primero no me encajaba. Sin embargo, «No Woman» era una delicia. Al final, caí en la imponente Waterloo Records de Austin, lo que me recuerda a otras épocas, otras ilusiones y sueños…en fin. Light Upon the Lake era un gran disco de debut y había ganas de ver cómo se desenvolvían en el segundo largo que ha llegado hace unas semanas. Forever Turned Around no se sale de los márgenes marcados en el primer disco, mantiene esa combinación de Soul, Pop, Folk y un punto Lo-Fi. De nuevo, marcan su sonido con la incorporación de una trompeta que le da un contrapunto emotivo, así como la voz de de Ehrlich marca la identidad de la banda. Aunque estés esperando un «No Woman», que no llega, el disco va ganando con las escuchas y se muestra coherente.

El comienzo roza el sobresaliente con tres canciones muy destacadas. «Giving Up » es una canción Pop con una melodía preciosista, la incorporación de unos arreglos orquestales y la trompeta de Will Miller. «Used to Be Lonely» se muestra más compleja pero a la par emocionante y melancólica, creciendo en intensidad y con los vientos de nuevo destacando. En «Before I Know It» le dan más fuerza, dentro de sus parámetros, con las cuerdas y los vientos marcando la canción, pero también el sonido de la guitarra. «Song for Ty» está menos lograda, es un tema eminentemente Pop pero no alcanza la altura de las anteriores. En «Valleys (My Love)» regresan al comienzo del disco, la melancolía se impone y la canción gana en intensidad con la trompeta de nuevo como protagonista.

La segunda parte se inicia con la instrumental «Rhododendron», toque jazzístico y sonido muy de los setenta del siglo XX. En «My Life Alone» es el Soul el que marca la canción, aunque está siempre presente en el disco aunque de forma más sutil, y aquí los vientos se salen. En «Day & Night» se gana a medida que la canción cambia el ritmo, alcanzando de nuevo esa intensidad de la que hacen gala en varias partes del disco. «Friend of Mine» es una canción Pop con un un punto naíf aunque ya es más intrascendente. Y en el cierre aparece una de las joyas del disco, «Forever Turned Around», melancolía de nuevo para concluir este segundo trabajo de Whitney.

Forever Turned Around es un disco que te va ganando a medida que lo escuchas, no tiene una canción del calibre de «No Woman» pero vas descubriendo temas que se le acercan. Jugando mejor en el lado de la melancolía y los medios tiempos introspectivos, funcionan peor las canciones más animadas y Pop. Su mayor riesgo, que su fórmula se les agote.