La última vez que vimos a Pearl Jam…¡y ha pasado mucho tiempo!

Estamos inmersos en el BBK Live, uno de los festivales que más nos gustan. Hay que reconocer que BBK Live es un mastodonte de festival, dicho con el mayor de los cariños y respetos. Es un festival de poderío, de músculo, que comenzó en un lejano ya 2006 con aquellos Guns N’ Roses desnaturalizados, Ben Harper & The Innocent Criminals y Placebo de teloneros. Nosotros hemos ido varias veces a un festival que se celebra en un Kobetamendi que domina nuestro querido Bilbao, que tanto a Javier Castro como a mí nos trae los recuerdos de haber estudiado en Leioa y vivido años en el Gran Bilbao. Esas vistas de Bilbao nocturnas desde el Kobetamendi…maravillosas. Pero no fuimos por primera vez hasta 2010 cuando venían Pearl Jam. En 2006 ya habíamos asistido al concierto de nuestras vidas, y es cierto, en Azkena, con unos Pearl Jam que reventaron Mendizabala y que nos dejaron sin palabras y sin aliento. Venían con su disco Pearl Jam (2006), el del aguacate y fueron casi tres horas sin parar. Luego tocaría el turno de una floja actuación en el Festimad de Leganés en 2007, cuando nos quedamos tirados en Móstoles, pero aquellos Pearl Jam que en septiembre de 2006 nos habían dejado sin palabras sonaron planos en Leganés. Luego llegaría Backspacer (2009), uno de sus trabajos más flojos, y eran cabeza de cartel del BBK Live, y allí nos fuimos de cabeza unos cuantos, todos repitiendo con respecto a Azkena 2006.

BBK Live nos impresionó aquel 9 de julio viernes, subir al monte en los autobuses mientras íbamos de nuevo a ver a Pearl Jam. Nuestras vidas habían cambiado tanto en unos pocos años que ya no nos reconocíamos. Yo ya era padre de un niño de poco más de un año al que le compré una camiseta de Pearl Jam. Llegamos a Bilbao tras salir de trabajar sin comer, fue un viaje en coche por la autopista con mi hermano, una de las personas en las que más confío y confiaré en aspectos musicales. En Bilbao nos esperaba Javier Castro y más gente. Subimos a Kobetamendi y llegamos cuando tocaba Gogol Bordello, que entonces estaba de moda con sus sonidos étnicos y rockeros. Tocaba Paul Weller, que acaba de publicar el recomendable Wake Up the Nation, y lo vimos en el segundo escenario al lado de las rocas. Y llegaba el primer plato fuerte, Alice In Chains, otros supervivientes del Grunge que, tras el fallecimiento de Layne Staley en 2002 habían vuelto con nuevo cantante, William DuVall. Lo gordo vino cuando salió Mike McCready a interpretar ‘Rooster’ para terminar un concierto que había incluido ‘Nutshell’, ‘Man in the Box’ y ‘Would’, con un pletórico Jerry Cantrell.

Ya estábamos listos para lo que nos vendría después, Pearl Jam…Tenía el recuerdo imbatible de Azkena pero también el borrón del Festimad. Daba igual, me volví a emocionar y a venir arriba con los primeros acordes de ‘Do the Evolution’, una forma de salir a escena imbatible. Pero es que la cosa no paró ahí, ‘Corduroy’, ‘Hail Hail’ y ‘Why Go’ electrizaban una noche bilbaína maravillosa. Rebajaron el ritmo pero la cosa alcanzaría otro momento cumbre con el ‘Even Flow’, hubo recuerdo para Joe Strummer, y cerraron la primera parte con la brutal ‘Porch’. No podíamos pedir más, pero salieron para el primer ‘Encore’ que cerraron con ‘Black’, llorando estábamos, y ‘Rearviewmirror’. Y volvieron de nuevo para interpretar el ‘Just Breathe’ de su último disco, un ‘Daughter’ que cantó un fan que subieron al escenario en el que sería uno de los momentos de la vida de la criatura; y cerraron con ‘Alive’. Se nos hizo a poco, pero bajamos del Kobetamendi por las escaleras y cuestas del barrio de Altamira. Volví a Logroño en una noche dura por la autopista, pero muy emocionado por ver de nuevo a Pearl Jam, mi banda favorita.

Volvimos al BBK Live en 2012 para ver a Radiohead y en 2014 con The Black Keys. Este año no ha podido ser pero esperamos regresar pronto. Esperemos que los amigos y amigas de Last Tour nos traigan de nuevo a Pearl Jam, y que si era al Azkena, mejor que mejor. Estamos ya expectantes esperando los carteles de Azkena y BBK Live de 2018, aunque no parece que Pearl Jam salgan de gira en esas fechas ni se espera disco nuevo a la vista. Da igual, nos queda el recuerdo y nos queda el BBK Live, un festival que no defrauda.

Love Of Lesbian en tres actos

El día 22 de febrero, viernes, Love Of Lesbian vuelven a Logroño, concretamente a la Sala Norma. En este blog somos muy fans de Love Of Lesbian, ya señalamos a «1999» como uno de los «Discos que nos marcaron», e hicimos una extensa reseña de su último disco «La noche eterna/Los días no vividos». Nos quedaba recordar los conciertos a los que acudimos de mayo de 2010 a febrero de 2011. En total fueron tres citas con Love Of Lesbian (LOL) en las que pudimos observar la evolución del fenómeno. Nosotros también llegamos tarde a él, pero lo cogimos con ganas. Incluso, en nuestro libro «La pelota en La Rioja», un estudio con el que recorrimos la región durante tres años, los pusimos en los agradecimientos como banda sonora del trabajo. Sí, yo tampoco me imagino ni a Titín III ni a Merino II escuchando a LOL, pero a nosotros nos acompañaron durante centenares de kilómetros. Lo que sigue es una crónica en tres actos, un aperitivo para el viernes:

Acto 1. 29 de mayo de 2010, Sala Movie, Ainzoain (Navarra)

En mayo de 2010, LOL estaban en la antesala de su eclosión festivalera de ese verano. Nosotros éramos unos recién llegados y, aunque ya nos sabíamos bien «Maniobras de Escapismo» y «Cuentos chinos para niños del Japón», era el extraordinario «1999» el que nos tenía atrapados. Cuando vimos que LOL tocaban en Pamplona no lo dudamos un momento. Pero primero había que encontrar el sitio, un lugar en las afueras de Pamplona, un «no lugar», o un escenario de película extraña. Ainzoain está camino de San Sebastián y tiene un polígono industrial y unas urbanizaciones. La Sala Movie está en una nave del polígono, vamos, como si en Logroño se encuentra en La Portalada o en El Sequero. Llegamos pronto y nos quedamos atrapados en una bolera, era el único bar del entorno. Demasiada pereza para ir a Pamplona y nuestra visita al «pueblo» sólo dio como resultado un café-degustación, por lo que volvimos a la bolera. Allí, se combinaban en la planta baja familias y en la de arriba una despedida de solteros/as, o lo que fuese aquello. No penséis mal, la parte de arriba era privada pero bajaban las criaturas en un estado lamentable.

La espera se hizo eterna y por fin nos dirigimos a la Sala Movie, otro lugar para asustar, con porteros que tampoco invitaban a la cordialidad. Para colmo, había un artista invitado, de nombre Roberto Cia Meyer (lo sé porque tengo la entrada delante), cuya actuación no hemos podido olvidar (esa sensación la tuve también ante el que antecedió a Radiohead en el BBK 2012, pero esa es otra historia). La sala no estaba ni mucho menos llena, habría una media entrada. Se encontraban despegando pero aún no eran tan masivos. Ofrecieron un concierto brillante y muy divertido, con un punto gamberro muy gracioso. Para el recuerdo «Las malas lenguas», «Incendios de nieve», «Club de Fans de John Boy», «Universos infinitos», «Me amo» (dedicada a Mourinho) y ese final con «Houston, tenemos un poema» (enlazada con el «Ritmo de la noche») y la fiesta de «Algunas plantas». Y a nuestro alrededor, un público entregado con alguna curiosidad. Por un lado, un individuo que venía de Bilbao, de verlos algún día antes, pero que estamos seguros que no pudo volver esa noche a Bilbao por su estado. Y la segunda, una pareja desubicada, en términos generales unos «pijos» muy monos ellos, con el pobre hombre aguantando todo el concierto y la chica que sólo se entusiasmó con «Club de Fans de John Boy», hecho que alegró mucho al de Bilbao, no así al novio.

Nos volvimos muy emocionados, con camiseta incluida, y con ganas de más.

Acto 2. 12 de noviembre de 2010, Kafe Antzokia, Bilbao

Tras el verano de 2010, LOL se habían convertido en el fenómeno indie de la temporada. Decidieron repetir gira por locales, pero con un concepto distinto. La gira se llamaría «Últimos días de 1999» y se centraría más en «1999», con montajes de vídeo muy atractivos. Cuando vimos que tocaban en Bilbao, y en un lugar tan maravilloso como el Antzokia, un antiguo cine en pleno centro de la ciudad, no lo pensamos dos veces. Colgaron el cartel de «No hay entradas» dos noches seguidas, como en tantos otros sitios. Y es que en ese momento, LOL ya estaban jugando en otra liga y se notaba en la sala, repleta y con un público más heterogéneo que el que vimos en Pamplona apenas medio año antes. En este caso, había mucho fan nuevo, pero también muchos desubicados y «obligados».

Como concierto, este fue el mejor de los tres. Creo que estaban más contenidos, ya que el concepto de «1999» es nostálgico y melancólico. Cayó casi todo el disco, con canciones que no habían sonado en la otra ocasión, como la bellísima «Cuestiones de familia». Para entonces, muchas canciones de «1999» eran hits, desde las ya consabidas «Club de Fans de John Boy» o «Incendios de nieve» a «Segundo asalto» o las divertidas «Electoplasta» y «Te hiero mucho (Historia del amante guisante)». Ya no había lugar para la fiesta de «Algunas plantas», cuando los LOL bajaban a bailar con el público, porque se había convertido en un actividad de riesgo. Tampoco descuidaron los otros discos, siendo un concierto de dos horas y media de duración.

Para el recuerdo, Santi Balmes rememorando cuando habían tocado en el Antzokia a finales de los 90, cuando había salido una canción suya en un recopilatorio del indie español, y sólo vinieron a verlos dos personas, que se fueron cuando terminó la susodicha canción. Y el error que cometió Santi al decir en Bilbao «el Bilbao». Creedme, eso no se puede decir, que es el Athletic. Tardaron menos de un minuto en hacérselo saber, y tuvo que rectificar, claro.

Acto 3. 17 de febrero de 2011, Concept, Logroño

«Últimos días de 1999» traía por primera vez a Logroño a LOL. La acústica del Concept no ayuda mucho, la verdad, pero a los LOL se les veía ya cansados, no en vano era el final de una gira de dos años, «1999» había salido en 2009. El Concept presentaba un muy buen aspecto de gente, estaba prácticamente lleno, un hecho excepcional en nuestra ciudad. Con un público también heterogéneo y muy entregado, el concierto superó de nuevo con creces las dos horas de duración, pero no pudimos disfrutar de los vídeos del Antzokia. Había mucha gente que, como nosotros, ya los había visto en otras ciudades, pero para muchos otros era la primera vez, y ese entusiasmo se notó. La banda respondió, a pesar de ese cansancio visible, y lo volvimos a pasar muy bien. El tono fue parecido al de Bilbao, pero mis mejores recuerdos de esta cita están en «Noches reversibles», «Los colores de luna sombra» y «La parábola del tonto», tres temas de «Cuentos chinos para niños del Japón». Eso sí, la gente entregada desde el inicio de «Allí donde solíamos gritar», llegando al éxtasis en «Club de Fans de John Boy»:

Fueron tres conciertos en menos de un año, y fue la evolución de una banda que estaba creciendo en popularidad. Eso sí, decidieron arriesgar con la segunda parte de la gira, y acertaron. Siempre hemos defendido y aplaudido el carácter conceptual de «1999», aspecto que no abandonan del todo en «La noche eterna/Los días no vividos».

Y Springsteen reventó Barcelona

Era 2008, la tan temida crisis era un rumor que comenzaba a sonar, algo no iba bien, pero…Las grandes giras vendían todas las entradas en cuestión de horas, y Bruce Springsteen con su E Street Band estaba a la cabeza en esas marcas. Pero me voy a diciembre de 2007. Springsteen había publicado unos meses antes «Magic», un buen disco con canciones potentes y muy de la banda. Se anuncian unas fechas en España y lo intentamos, agua. Internet colapsado, los teléfonos comunicando, «manténgase a la espera». En unas pocas horas, no hay entradas. Pocos días después, se anuncia una nueva fecha en Barcelona, repitiendo en el Camp Nou, ojo que eso es muy grande y ya estaba lleno. Da igual, de nuevo se vende todo en unas horas. Pero, en esta ocasión, nos toca la lotería y conseguimos dos entradas (llámalo milagro) y encima por teléfono, casi con más mérito.

20 de julio de 2008, segunda cita con Springsteen en Barcelona. Para entonces, el triunfo en sus conciertos es apoteósico. Son larguísimos, duran más de tres horas, demuestran una fortaleza brutal, con un público entregadísimo, una celebración colectiva con sus rituales más cerca de la religiosidad que de los tiempos seculares que vivimos. Y allí nos fuimos. Barcelona estaba tomada por fans de Springsteen, llenar el Camp Nou dos días seguidos implicaba más de 150.000 espectadores. Dar un paso era encontrarse con gente con camisetas, llegados de todos los lados.

Nosotros, decidimos que hay que ir pronto para coger sitio. Aquello impresiona y piensas todo el rato en la gente que está allí arriba, en la grada, si es posible ver algo, no quiero ni pensarlo en un partido de fútbol. Creemos que no. La espera es de varias horas, se hace larga, aunque sólo ver el estadio ya te deja KO. Este se va llenando, no hay entradas, y la expectación y los nervios suben.

Bruce Springsteen y la E Street Band se retrasan, crece la ansiedad. Nadie sabe qué pasa pero comienza el show. Allí aparece todo el grupo al completo, flanqueado Springsteen por todos ellos, que interpretan los acordes de «Tenth Avenue Freeze-Out» del «Born to run». No es una mala forma de empezar, no señor, la locura se desata mientras el público corea el inicio de la canción. Le sigue el primer single de «Magic», la potente «Radio Nowhere», que la engancha con «Lonesome Day» de «The Rising». Si el comienzo es duro, lo siguiente acaba por reventar: «Prove it All Night», «Darkness on the Edge of Town» y «Spirit in the Night», aquí ya la locura.

La cosa se relaja con «Light of Day», «Working on the Highway» y «Tougher Than the Rest». Springsteen saca su cara más reivindicativa y da entrada a «This Hard Land» y «Youngstown», donde Nils Lofgren se marca un gran solo de guitarra. Luego nos regalan la imponente «Murder Incorporated» y llega uno de los momentos más emotivos del concierto: «The Promise Land». En el resto de la primera parte del concierto, Springsteen va a atacar canciones sobre todo de «The Rising» («Mary´s Place», «The Rising») y de «Magic» («Livin’ in the Future», «Last to Die» y «Long Walk Home»), junto a «I´m Goin’ Down» de «Born in the USA», para terminar con todo un clásico como «Badlands». Para entonces, el Camp Nou se ha caído cinco o seis veces, pero nos parece que esta vez sí que va a caerse.

Pero eso no era nada. A la vuelta espera un larguísimo bis donde la banda la goza. «Thunder road», otro cláscico obvio, da paso a la sorpresa de un «Detroit Medley», donde interpretan varias canciones de rock de los 50. Tras este paréntesis, «Born to Run» (otra vez el Camp Nou se viene abajo), y luego otra extensa «Rosalita». «Bobby Jean» supone un breve respiro para ir terminando, es un decir, porque luego presenta una nueva canción, «American Land», vinculada al estilo folk de  «We Shall Overcome: The Seeger Sessions». Springsteen saca a sus hijos y a otro montón de niños para tocar y cantar la canción, que incluso nos ponen la letra en las pantallas a modo de karaoke. Pero no acababa aquí la cosa porque se deja para el final una vesión de «Twist and Shout», en la que intercala fragmentos de «La Bamba», una versión que también fue larguísima.

Ya no recuerdo qué hora era, muy tarde eso sí, en una noche calurosa de julio en Barcelona. Habíamos visto un espectáculo inigualable, con una banda engrasada: Springsteen oficiando de maestro de ceremonias; a su lado el gran Steve Van Zandt, impagable en su papel, y los solos de guitarra de Nils Lofgren; la base rítmica, con un machacón Max Weinberg y Garry Talent, silencioso en un segundo plano; los teclados de Roy Bittan y de Charles Giordiano, sustituto del entonces recientemente fallecido Danny Federici; la presencia testimonial de Patti Scialfa, que en las últimas giras aparece de forma muy irregular, y la cada vez más creciente de la violinista Soozie Tyrell, a medida que en la música de Springsteen ha ganado presencia el folk. Dejamos para el final a Clarence Clemons. Al gran hombre se le veía muy tocado ya entonces, participando escasamente, aunque su sola presencia ya intimidaba. Incluso tenía un poco disimulado trono donde sentarse, como lo contamos. Lo más duro fue, al final, cuando el propio Bruce Springsteen acompañó al bueno de Clarence para salir del escenario ya que, literalmente, no podía bajar la rampa él solo. Una imagen entre triste pero humilde, una imagen que denota que todos estos tipos son de los que van a aguantar hasta el final.

Salimos del Camp Nou y allí había decenas de miles de personas para coger unos autobuses insuficientes, el metro ya había cerrado. Un público variado y heterogéneo, familias enteras, niños, etc., en fin, casi una religión, para muchos de ellos más. En todos había una sensación de plenitud, de haber presenciado un acontecimiento único. Nosotros nos fuimos hacia el centro, al hotel, recorriendo calles vacías de Barcelona que sólo se veían «molestadas» por fans de Springsteen. Estábamos a varios kilómetros pero era imposible no seguir recreando ese concierto.

El sábado 2 de junio volvemos a ver a Springsteen y la E Street Band, junto con un buen número de músicos añadidos. Ya no estará Clarence Clemons, pero su recuerdo permanece. Tampoco tendremos el efecto sorpresa de ser la primera vez que lo vemos en directo, pero las crónicas hablan de nuevo de grandes conciertos. Lo contaremos.