U2 entregados a la voz de Cash en «The Wanderer»

Apenas dos años después de «Achtung Baby» y continuando con la línea experimental (más si cabe) de este, el cuarteto irlandés publicaba en 1993 un «Zooropa» que, teniendo en cuenta sus últimas cifras de ventas y pese a alcanzar los cinco millones de copias vendidas, resultaría un pequeño freno a su trayectoria comercial y de una menor resonancia mediática tanto por su menor actividad promocional (en general son canciones porco incluidas en sus directos) como por su arriesgada propuesta artística.

Pese a todo se trata de un álbum que ha ganado en reconocimiento con los años, que incluía hits como Stay (Faraway, So Close!), además de otros como Numb y Lemon junto a varias canciones excelentes como Dirty Day o Daddy’s Gonna Pay For Your Crashed Car que profundizaban con acierto en una renovación de su sonido que prolongarían por lo menos hasta la publicación de «Pop» en 1997.

Antes de que Rick Rubin iniciara el relanzamiento de su carrera con la edición de la serie de «American Recordings», cuando su legado era todavía principalmente reconocido en Norteamérica y en el ámbito de la música tradicional, Johnny Cash irrumpió en el escenario del pop con esta gema de country posmoderno, esta sencilla pieza de desarraigo y espiritualidad escrita con tino para él por la banda de Dublín; pieza de folk vestida con arreglos exclusivamente electrónicos en la que fue The Edge el encargado de grabar unos tímidos coros para acompañar la portentosa presencia vocal de Cash y que terminaría por resultar una muestra sorprendente y un exitoso exponente de otra faceta nueva en la trayectoria de ambas partes.

Daft Punk, Pharrell Williams y Nile Rodgers siguen en los setenta con «Lose Yourself to Dance»

El año pasado, en nuestra sección veraniega de «Tengo un Hit», ya hablamos de la colaboración entre Daft Punk, Pharrell Williams y Nile Rodgers con «Get Lucky». Yo nunca había seguido con mucho detenimiento la obra de Daft Punk, la verdad, más allá de las canciones más masivas, cómo dejar de lado «Get Lucky», o esa imagen tan característica de Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homen-Christo con sus cascos. Pero estaba un día en una cafetería y estaba el vídeo de «Lose Yourself to Dance» y esa canción me pareció brutal. Luego, con los años, ya adquiriría el Random Access Memories (2013), un trabajo lleno de colaboraciones, comenzando por Nile Rodgers y siguiendo por Pharrell Williams, Julian Casablancas (The Strokes), Giorgio Moroder o Panda Bear, entre otros. Si el hit había sido «Get Lucky», «Lose Yourself to Dance» tenía todavía algo más. Y ese algo más puede ser interpretado como la nostalgia de la música disco con esos toques funkys a lo Chic, «marca de la casa» del gran Nile Rodgers. La canción invita al baile, obviamente, pero tiene un punto melancólico que se deja sentir incluso en el brillante estribillo, que se aleja de la exuberancia de «Get Lucky».

Estaba claro que Daft Punk, Rodgers y Williams tenían una joya entre manos. Además de estos dos temas, Rodgers también intervenía en la composición del tema que abre el disco, un «Give Back Life to Music» que te pone las pilas. Rodgers había triunfado con su propuesta elegante, incorporando las guitarras a la música disco, junto al fallecido Bernard Edwars, en los setenta con Chic, con canciones como «Le Freak», tema tremendo que marca una época, «Everybody Dance», «I Want Your Lover», etc. La estrella de Chic se fue apagando en los ochenta, aunque volverían en los noventa, aunque en 1996 fallecería Edwards. Rodgers desarrollaría una carrera en solitario, no muy extensa, pero mucho más amplia fue la de productor, incluso cuando estaba en Chic, trabajando con Sister Sledge, Diana Ross, Debbie Harry, David Bowie, Madonna, INXS, Duran Duran, Mick Jagger, Peter Gabriel, The B’52, David Lee Roth, etc., aunque ya en los noventa va declinando su trabajo, aceptando más canciones que discos, incluso se cuela Marta Sánchez (uffff). Por cierto, en septiembre Nile Rodgers & Chic regresarán con nuevo disco.

El caso es que Rodgers aportaba un toque especial que se deja sentir en un «Lose Yourself to Dance» que casi podría ser calificada de plagio de sí mismo, encajando en los discos de Chic de los setenta. Daft Punk, Williams y Rodgers lo clavan, la interpretación vocal de Williams es fantástica cantando en falsete la mayor parte del tema. La sección rítmica queda en un segundo plano, pero es fundamental, mientras que la guitarra de Rodgers se impone. La letra es una celebración de la música disco, la repetición del «Lose Yourself to Dance» es una constante, pero insisto en que el tema tiene una alegría melancólica. Una canción fantástica que tuvo dos vídeos, uno maravilloso, y nostálgico, compuesto por imágenes del programa de televisión Soul Train. Ya lo sabéis, «Lose Yourself to Dance».

«This Mess We’re in» o cómo PJ Harvey reclutó a Thom Yorke

Incluida en uno de los más exitosos álbumes de Polly Jean Harvey, un «Stories from the City, Stories from the Sea» que posiblemente sea el más accesible de su carrera, esta colaboración se producía en el año 2000, cuando ambos músicos coronaban la cúspide de sus carreras.

Para la Harvey se trataba ya del sexto disco de una carrera bendecida por la crítica desde su debut en 1992 con «Dry», y su constante reinvención deparaba en esta ocasión un rock menos distante que le ofrecería la posibilidad de sonar en medios más convencionales con canciones como Good Fortune, A Place Called Home, The Whores Hustle and the Hustlers Whore o This Is Love. Por su parte Thom Yorke, que participaría también en los coros y teclados de otros temas, reinaba sin paliativos en la escena independiente desde que en 1997 Radiohead publicaran «Ok Computer» y se disponía a publicar «Kid A», su esperada y rupturista continuación en el mes de octubre de ese mismo año.

En su disco más pop, como ella misma lo definiría, con un sonido más limpio pero conservando la aspereza habitual de su música, rítmico y guitarrero, la británica narraba la ruptura de una relación a través de este dueto. «This Mess We’re In» se sostiene en la guitarra pero también en destacados ritmos y teclados y la voz de Yorke es protagonista hasta la parte final en la que se le une la alocución de Harvey, que también se encarga de los coros. Un perfecto complemento a la altura de los hits de un disco fantástico.