James, ‘Girl At The End Of The World’

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No siempre con buenos resultados, pero parece que vivimos un revivalismo de algunas importantes bandas británicas de los ochenta y noventa; si el año pasado Blur o The Charlatans regresaban a un excelente nivel, en este ya han presentado discos Suede y Primal Scream, a lo que hay que unir el reciente anuncio del regreso de Kula Shaker o Travis y la más que posible reunión de los Stone Roses.

James parace que nunca se han ido, de hecho excepto un paréntesis entre 2001 y 2007 no han dejado de grabar desde el lejano 1981 de su formación, aunque a partir del ‘Pleased To meet You’ de 2001 sus publicaciones no han sido todo lo afortunadas que cabe esperar de una banda con su trayectoria. Ensalzados en sus inicios por el mismísimo Morrisey y objeto de una especial veneración en su país, son de los pocos supervivientes de las tres últimas décadas de la música británica, atravesando indemnes el ‘madchester’ o el ‘brit-pop’ y abanderando el ‘indie’ durante lustros hasta que a principios de siglo su marca empezó a languidecer a pesar de los sucesivos intentos de revitalización.

Ese parece ser el sino del combo de Manchester en los últimos años: inyectar energía a su música y hacerlo a través del volumen y el acercamiento a la electrónica y el dance en un intento desesperado e innecesario por rejuvenecer su propuesta. Aún se puede atisbar su habilidad para las melodías y el vitalismo pop en muchas de sus canciones, pero no deja de extrañar la excesiva dependencia de la electrónica en una banda compuesta por siete miembros en la que las guitarras y los vientos siempre han sido parte importante de su personalidad.

Ya desde el inicio de este disco dejan bien claras sus intenciones: una brillante línea de bajo nos despista antes de dar paso a los primeros atisbos electrónicos de Bitch y la anodina To My Surprise. De lo mejor del disco es su primer sencillo Nothing But Love, intenso y reconocible y en el que retoman la ilustre colaboración de Brian Eno. Una sobredosis de discoteca lastra la destacada Attention en otro intento por insuflar energía por la vía de la electrónica. Dear John no enseña nada nuevo y la sencillez de Feet Of Clay funciona. A pesar del excesivo volumen de los arreglos la voz de Tim Booth sobresale en Surfer´s Song y en Catapult apenas destaca la línea de bajo. Las excesivas capas de sonido y volumen ocultan la voz en la fallida intensidad de Move Down South. Alvin y Waking anticipan sin novedad el cierre con la fórmula de pop puro y sencillo que mejor conocen en Girl At The End Of The World.

Con este nuevo material vienen a confirmar la idea ya entrevista en sus anteriores trabajos: que sus mejores años van quedando atrás y que, pese a contener retazos de su incuestionable talento, puede que no hayan escogido los mejores medios para continuar aportando a su excelente repertorio, al valioso legado que Tim Booth y compañía han conformado en treinta y cinco años de carrera y que incluye algunos himnos ineludibles del pop británico independiente de las últimas décadas.

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