Jason Isbell and The 400 Unit, «Reunions»

Alcanza su séptimo disco el músico de Alabama (ahora afincado en Nashville) desde que en 2007 decidiera abandonar Drive By Truckers para centrarse en su propia carrera. En estos años ha alternado las grabaciones en solitario con otras acompañado de su banda The 400 Unit, todas ellas caracterizadas por un marcado tono confesional en sus letras, en las que ha dejado testimonio de sus pasadas adicciones y otras difíciles circunstancias personales.

Ya en su anterior trabajo «The Nashville Sound» recuperaba el acompañamiento de la banda tras los dos discos en solitario que le instalaron en la cumbre del folk americano, y este parece suponer una continuación de aquel. Envuelve el cedé una evocadora y placentera fotografía hecha por el propio Isbell, para un disco grabado de nuevo en los históricos estudios RCA de Nashville, otra vez bajo la producción de Dave Cobb, en el que parece haber optado por un sonido algo más acústico e igualmente cargado de su personal emoción, sin evitar endurecer el sonido en determinados pasajes.

Abre el disco un plato fuerte de más de seis minutos, What’ve I Done To Help, ligero y con cierto regusto soul, en la que intervienen en los coros David Crosby y Jay Buchanan (Rival Sons). A continuación llega Dreamsicle, una pieza bonita e íntima casi en acústico en la que ya se hace notar la segunda voz de su esposa Amanda Shires, así como en la suave balada que la sigue Only Children. Con Overseas gana en sonoridad y potencia, aún con un ritmo denso, así como en el medio tiempo eléctrico Running With Our Eyes Closed. Entre piano y violines se desarrolla el folk de River antes de que otra referencia del disco, Be Afraid, introduzca una mayor intensidad rock. St. Peter’s Autograph, que casi prescinde de las percusiones, es un íntimo homenaje al desaparecido guitarrista Neal Casal, antes de remontar potencia en It Gets Easier, con la banda a a todo trapo, y echar el cierre con el country puro y reposado de Letting You Go.

Estupenda continuación, más que suficiente para mantenerse en la primera línea del actual rock americano de raíces, quizás algo más relajado e íntimo que el anterior, en un conjunto homogéneo con menos pero notorios picos eléctricos. Vuelve a emocionar Isbell desde su conocida propuesta, que no disimula la vulnerablidad, y en la que comparten protagonismo la cercanía y la potencia.

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