La lenta ruta hacia el éxito de The National

No se puede calificar de ordinario el ascenso llevado a cabo por The National desde su formación en 1999 hasta alcanzar su actual privilegiada posición a la cabeza de las bandas más exitosas y respetadas del rock independiente. Originarios de Ohio pero radicados en Nueva York desde sus inicios, lo cierto es que la banda formada por los gemelos multiinstrumentistas de formación clásica Aaron y Bryce Dessner, los hermanos Bryan y Scott Devendorf a la batería y el bajo respectivamente y el vocalista Matt Berninger (cuyo hermano Tom, para que todo quedara en casa, se encargó de relatar su The-Nationalexperiencia como roadie de su penúltima gira en el curioso documental Mistaken For Strangers) no han tenido fácil acceso al reconocimiento del que ahora gozan.

Una propuesta de apariencia oscura y melancólica, aunque maquillada y entendida con los años, sigue siendo su rasgo principal. La voz de barítono de Berninger y la profundidad de sus instrumentaciones en torno a las complejas letras del propio vocalista tampoco han contribuido a acelarar su acceso a una élite musical a la que inicialmente no aspiraban y en la que les costó sentirse cómodos a medida que contemplaban cómo crecía el aforo de sus conciertos.

Aunque no reniegan de sus dos primeros discos, e incluso a veces interpretan alguno de sus temas en directo, reconocen que no se ven plenamente reflejados en el sonido tanto de su disco homónimo de 2001 como de Sad Songs For Dirty Lovers de 2003 (ambos autoeditados en la discográfica Brassland de los hermanos Dessner). No sería hasta su firma con el potente sello independiente británico Beggars Banquet en 2005 cuando decidieron abandonar sus trabajos alimenticios para emplearse de lleno en su carrera musical y en su siguiente álbum Alligator, que sería calurosamente acogido por la crítica y del que vendieron 200.000 copias en todo el mundo. Este sería su disco más enérgico hasta la fecha e incluía sus primeros grandes temas de indispensable inclusión en el repertorio de sus directos como Abel o Mr. November, comenzando con él su lento pero imparable ascenso a la cima del rock americano.

Sería Boxer (2007) el trabajo que definitivamente rindió a la crítica. En él pasaban a componer himnos como Fake Empire (cuya versión instrumental fue utilizada en la campaña de Obama de 2008), Mistaken For Strangers  o Racing Like A Pro y recubrían su enérgica propuesta inicial de una pátina de folk intelectual que iba perfilando un sonido cada vez menos deudor de Tindersticks o Joy Division, inevitables referencias desde sus inicios. Las ventas (más de 300.000 copias solo en EEUU) no aumentaron al mismo nivel que su prestigio pero parecían acercarse con seguridad a una cómoda posición en la industria musical.

Pero no sería hasta la publicación en 2010 de High Violet para 4AD (filial de Beggars Banquet) cuando accedieron de pleno derecho al estrellato. Tras ocupar con Boxer posiciones de privilegio entre lo mejor de 2007 su nueva entrega era esperada con una expectación que no fue defraudada. Con un gusto creciente por la melodía que la voz cada vez más matizada de Berninger interpretaba con parsimonia, High Violet vendió más de un millón de copias y les aupó a una posición de liderazgo en el rock contemporáneo. Su mayor ejercicio de acercamiento a un más amplio espectro de público no fue rechazado por la crítica y los de Brooklyn demostraron su habilidad para componer grandes himnos de una épica contenida como Blodbuzz Ohio o England.

Una vez demostrada esa capacidad para crear singles efectivos, The National regresaron al estudio tras una intensa gira con la intención de seguir innovando y evitar la digestión fácil de su nueva producción Trouble Will Find me (2013). No lo consiguieron del todo y su sexto álbum no hizo más que certificar su inevitable condena a componer canciones enormes y emocionantes como Sea Of Love, Demons o Heavenfaced. Definitivamente su propuesta rock de abrumadora sencillez había calado en un público en su mayoría adulto y su repertorio de éxitos les llevaba a encabezar los principales festivales tanto en Europa como en América.

Tras su triunfal paso por la última edición del Primavera Sound The National regresan a España este otoño para tocar en Madrid el 31 de octubre y en el festival BIME de Bilbao el día siguiente, donde estaremos para contarlo (después de haberlo disfrutado). Mientras ellos asisten asombrados a la multiplicación de sus seguidores nosotros agradecemos que, en contra de muchas convenciones del mercado, el sosiego de su propuesta haya sorprendido al encumbrarles para dignificar la cima del rock independiente.

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