La confirmación antes del éxito: ‘Slave Ambient’ de The War on Drugs

Para muchos (entre los que me incluyo) The War on Drugs existen a partir de la publicación de ‘Lost in the Dream’, el disco que les puso en el mapa mediático en 2014, pero por una de esas extendidas melomanías que a menudo nos impulsa a buscar más allá del éxito, llegué a este segundo largo de la banda de Philadelphia que de inmediato me atrapó con la misma o mayor fuerza que el que les situaría en la primera línea del rock.

En él la banda de Adam Granduciel, de la que acababa de apearse Kurt Vile (que aparece en un par de canciones y con el que seguiría colaborando como miembro de su banda de acompañamiento The Violators) y que mantenía a su otro miembro fundador, el guitarrista David Hartley, además de sumar a un nuevo componente permanente como el teclista Robbie Bennett, asentaba su sonido y allanaba el camino al presentar los espacios oníricos que les alcanzarían el reconocimiento mundial tres años más tarde. Porque lo cierto es que se trataba de unos intérpretes mayúsculos capaces de envolverlo todo con las atmósferas desprendidas de sus guitarras y teclados. Las consabidas reminiscencias de Springsteen o Dylan o Knopfler, así como el añadido de órganos y programaciones elementales a los sugerentes sonidos extraídos de sus guitarras, solo eran una base sobre la que identificar un sonido que no tardaría en reclamar y obtener su propio espacio.

Producido por Granduciel, en el estudio propiedad (y con la colaboración) de Jeff Zeigler en Philadelphia, el propio Granduciel, como en todos sus discos, se hizo cargo de la dirección artística, coronándola en esta ocasión con una fotografía suya en la que se puede adivinar el escenario vacío de su concierto de julio de 2009 en Zaragoza.

El listado lo abre una Best Night en la que colabora Vile y ya establece sus texturas a base de guitarras y teclados, o una excelente Brothers más intensa, rítmica y ligera en su desarrollo. Algo más lánguida y lineal, I Was There nos presenta el piano, así como en Your Love Is Calling my Name insisten la percusión y los teclados para crear una atmósfera urgente. El disco también está poblado de intros e interludios como The Animator, Come for It, City Reprise #12 u Original Slave.

Come to the City es una de las piezas importantes, más animosa y que va recabando épica según avanza, y en It’s your Destiny, en la que otra vez colabora Vile, las guitarras y la percusión cargan el peso mientras los teclados la adornan. En Baby Missiles todo se acelera, órganos, percusión… y crea una atmósfera aguerrida y tumultuosa para terminar con el fabuloso folk sofisticado de Black Water Falls, en la que la voz de Granduciel gana matices.

Un trabajo soberbio, propio de unos músicos de más dilatada trayectoria, que no desmerece con sus éxitos posteriores. Una banda que se toma con calma cada trabajo (en quince años han publicado solo cuatro trabajos de estudio) y para cuyas novedades se rumorea no habrá que esperar demasiado, a pesar de que a finales de 2020 publicaran una grabación en directo que solo incluye interpretaciones de ‘Lost in the Dream’ y ‘A Deeper Understanding’, sus dos últimos y más conocidos trabajos, a los que aguanta de sobra la comparación este que tanto hemos disfrutado recordando.

The Killers, «Imploding the Mirage»

The Killers es una banda que no me ha interesado nada en los últimos quince años. Sí, me compré su debut, el vigoroso Hot Fuss (2004). Los de Brandon Flowers sorprendieron dentro del grupo de bandas que realizaban sonidos de guitarras bailables, Pop Rock inspirado en la New Wave y sintetizadores ochenteros. Allí estaban Franz Ferdinand, por supuesto. Y The Killers, que colocaron millones de discos gracias a canciones tan poderosas como «Somebody Told Me» o «Mr. Brightside». Pero, a mí The Killers me dejaron de llamar la atención en muy poco tiempo. Sam’s Town (2006) no me dijo nada aunque lo peor vendría después. Fue ese «Human» del Day & Age (2008) que Pep Guardiola se empeñó en poner como referencia tras el «Viva la Vida» de Coldplay. Desde entonces, huía de The Killers y de Brando Flowers en solitario y sus discos me dejaban tan frío como los de los propios Coldplay o Muse, por ejemplo. Barrocos y excesivos, nada. Pero, un día sonó «My Own Soul’s Warning» y ya me hice una pregunta: «¿son The Killers?». Sí, y es una tremenda canción imbuida por el espíritu de Adam Granduciel y sus The War on Drugs, el cual colabora en el disco. Y, de repente, sin esperar nada, The Killers, convertidos en trío, hacen un disco notable con el Synth Pop y el Pop Rock épico como bandera. Un disco que convence desde el principio, con algún momento de bajón, pero muy coherente. Por cierto, el disco lo produce Jonathan Rado, entre otros, que participa en las canciones así como en la composición de varios temas. Rado es una de las partes del dúo Foxygen, y esa impronta también se nota.

El comienzo es para la ya mencionada «My Own Soul’s Warning», una de las canciones del año, muy de The War on Drugs pero sin el tono tan melancólico, esos teclados son primorosos y apuntan a la épica sin rendición. Luego llega «Blowback» en la que colabora el propio Granduciel, muy ochentera, de nuevo con los sintetizadores como protagonistas y con un tono de Pop épico que gana con las escuchas. En «Dying Breed» se van hacia un tono más electrónico pero luego derivan hacia una épica más springsteeniana, que va creciendo. En «Caution» siguen en esa línea y se superan, casi a la altura de la canción de inicio, de nuevo la inspiración de The War on Drugs y aquí colaboran Lyndsey Buckingham y Blake Mills. En «Lightning Fields» aparece k.d. lang en un medio tiempo de Pop electrónico, con unos coros destacados, aunque queda por debajo de las cuatro canciones de comienzo.

«Fire in Bone» incorpora sonidos electrónicos aunque al comienzo suenan a Talking Heads, pero todo con un Pop muy épico. «Running Towards a Place» deriva más hacia el Rock americano con un sonido más guitarrero. «My God» cuenta con la participación de Weyes Blood a a las voces, es la mejor canción de esta segunda parte del disco, de nuevo la apuesta épica y con unos coros que enganchan, aunque también tiene esas voces de Flowers que se nos hacen tan cuesta arriba. El cierre es para dos canciones que son las más flojas del disco, desciende el nivel con «When the Dreams Run Dry», un medio tiempo menos logrado, y con «Imploding the Mirage» que retorna al sonido Pop de los ochenta.

Pues sorpresa y notable para The Killers. Un buen disco que, lamentablemente, en su tramo final desciende el final, frente a una primera mitad muy lograda. Para mí, «My Own Soul’s Warning» es una de las canciones del año.

 

 

 

The War On Drugs, ‘A Deeper Understanding’

Tenemos un año tremendo en cuanto a novedades discográficas se refiere. Y eso que, en ese sentido, la cosa sólo ha comenzado. Septiembre y octubre vienen cargados con The National, Foo Fighters, Van Morrison, Josh Ritter o el disco conjunto entre Courtney Barnett y Kurt Vile, y eso únicamente por mencionar primeras líneas o trabajos esperadísimos porque la lista es inmensa. Pero, lo que llevábamos de año en grandes discos esperados estaba siendo un tanto irregular. Yo no acabo de ver el punto al Pure Comedy del talentoso Father John Misty, un tipo al que admiro pero cuyo tercer disco se me ‘atragantado’ un poco, pero debe ser cosa mía, insisto. Sí que me convenció mucho el DAMN. de Kendrick Lamar. Luego llegó el debatido y defenestrado por muchos sitios Everything Now de Arcade Fire. Vale, a los canadienses les estaban esperando y su quinto trabajo es sin duda alguna el más flojo de su discografía pero tampoco es el desastre que han escrito en muchos sitios. Y a mí me gusta Villains de Queens of the Stone Age, demostrando como ha escrito Javier Castro en este blog que Josh Homme es uno de los grandes. Pero la gran apuesta venía de la mano de The War On Drugs, cuyo esperadísimo cuarto disco tenía por delante la comparación con la obra maestra de Lost in the Dream (2014), trabajo que nos dejó un poso impresionante. Adam Granduciel tenía toda presión encima para enfrentarse a su nuevo disco tras haber fichado por una major.

Granduciel fue lanzando buena parte de su disco A Deeper Understanding y lo que escuchábamos nos convencía, teniendo en cuenta que son temas que necesitan su tiempo. Pero llegó el golpe en la mesa con ‘Holding On’ y entonces percibes que sí, que Granduciel y sus The War On Drugs no iban a defraudar. Conservador en cierto sentido, ha ido a asegurar, y la jugada ha salido bien. Las comparaciones son odiosas, pero A Deeper Understanding es un trabajo reflexivo, intimista y ambiental, hipnótico si se quiere, y que se anuncia desde esa portada en penumbra con Granduciel girando la cabeza. Sonidos de los ochenta, la larga sombra de Dylan pero también de Springsteen muy presentes, guitarras expansiva, melancolía por los poros y la seguridad de que estará muy arriba en las listas de lo mejor del año. Y también esa sensación de cara B del ‘sueño americano’ aunque son las canciones de The War On Drugs uno de los asideros a los que agarrarse cuando las cosas no pintan bien. Granduciel crea un disco que pasa por el Soft Rock y el Pop Rock de los ochenta pero con el barniz de los años transcurridos.

Comienza muy bien el disco con la soberbia ‘Up All Night’, sonido ambiental, teclados ochenteros, el sonido de la batería, melodía brillante, sonido épico con el riff de la guitarra, te engancha a la primera. ‘Pain’ se basa en la melancolía, gana con las escuchas, destacando las guitarras, especialmente las expansivas del final, y un sonido a lo lejos de Springsteen. Y ‘Holding On’ se convierte en la canción del disco, y candidata a del año, con ese comienzo basado de nuevo en los teclados, ese ambiente que construye, ese ‘in crescendo’ y esa explosión final. Confieso que la primera vez que la escuché, cuando la sacó, se me saltaron unas cuantas lágrimas, y es que es un tema triste pero con una cierta alegría en su trasfondo. En ‘Strangest Thing’ cambia el tempo, es un tema más pausado, triste, depresivo, te deja tocado, e incluso encontramos la huella de Dire Straits, banda con la que se les ha comparado tradicionalmente, destacando de nuevo la capacidad de Granduciel para esos finales con épica guitarrera. En ‘Knocked Down’ se mantiene en el esquema, el comienzo es más minimalista aunque va subiendo y en la conclusión del tema destaca el piano.

La segunda parte se inicia con The War On Drugs viniéndose arriba, ‘Nothing to Find’ es más animada marcada por el ritmo de la batería, tiene un punto narrativo e incorpora la armónica. En ‘Thinking of a Place’ parece que nos vamos a dejar caer en la monotonía pero no es menos cierto que Granduciel crea unas texturas riquísimas, un sonido impecable para un medio tiempo marca de la casa que se va por encima de los once minutos. En ‘In Chains’ se hace más explícito el saxofón, otro tema destacado que también va ganando en intensidad a medida que va avanzando. Y en ‘Clean Living’ hay un punto de Bryan Adams de los ochenta, con ese comienzo más minimalista pero en la voz se aprecia una cierta conexión con el canadiense. El cierre es para una de las canciones menos destacadas, ‘You Don’t Have to Go’, comienzo lento y protagonizado por el piano para intentar ir hacia direcciones más épicas aunque no llega a ellas, vuelve a quedarse en lo atmosférico y ambiental.

A Deeper Understanding de The War On Drugs va a ser uno de los grandes discos de la temporada, un trabajo sobresaliente en el que Granduciel no se sale del guión pero te atrapa igualmente. Seguramente que le caerán críticas por sonar en ciertos momentos un tanto monótono o afectado incluso, pero sus composiciones son brillantes. Y ojo al maravilloso vídeo de ‘Holding On’, preparen los pañuelos.