«After the Gold Rush» o un Neil Young lanzado

Aniversario grande, muy grande, el cincuenta aniversario del tercer disco de Neil Young, el excelso After the Gold Rush, seguramente uno de los cinco mejores discos de la extensísima discografía de un Young que tiene plaza fija en Los Restos del Concierto. Nos encontramos ante, seguramente, el primer gran punto de inflexión del canadiense, corroborado en 1972 con Harvest y consolidado en 1974 con On the Beach y en 1975 con Tonight’s the Night, ese mismo año también publicaría Zuma. Pero, hasta entonces, Young iba cimentando su carrera paso a paso. Establecido en Los Ángeles, de 1966 a 1969 había publicado tres discos con Buffalo Springfield, donde había coincidido con Stephen Stills, aunque ya estaba fuera de la formación en 1968. En 1970 se había incorporado a Crosby, Stills & Nash, ahora Crosby, Stills, Nash & Young, y publicado el seminal Déjà Vu, con el que cosecharon un gran éxito. Pero, su carrera en solitario había comenzado de forma tímida con un debut en solitario en 1968, Neil Young, aunque ya con su segundo disco, Everybody Knows This Is Nowhere (1969) ya incorporaba a Crazy Horse, firmando como Neil Young with Crazy Horse. Allí estaban el primer guitarrista, Danny Whitten que fallecería pocos años después, Billy Talbot y Ralph Molina. Y también la producción de David Briggs. El disco es una barbaridad con canciones clásicas como «Cinnamon Girl», «Down by the River», «Cowgirl in the Sand» o la que le da título al disco. Canciones algunas de ellas largas, como grandes «canciones ríos» en los que la banda ha formado siempre una serie de atmósferas inconfundibles. Pero será After the Gold Rush el que suponga un giro, aupado también por el triunfo junto a Crosby, Stills y Nash con el disco publicado medio año antes. Ese hecho no desmerece, ni muchísimo menos, la calidad de una obra impecable. Aunque no acreditado a Crazy Horse, en el mismo aparecen los tres integrantes de la banda, a la vez que hace su aparición Nils Lofgren; Jack Nitzsche no produce, vuelve a realizarla Briggs junto a Kendall Pacios, pero toca el piano; invitados son Stephen Stills a las voces y el bajista Greg Reeves que grabó el Dèjá Vu. 

El resultado, uno de esos discos impecables, como decíamos que se basa en sonidos acústicos del Folk con retazos Country y que no se va hacia las «canciones río» que hizo con Crazy Horse en el anterior trabajo. Solo la gran «Southern Man» supera los cinco minutos, el resto se quedan en algunos casos por debajo de dos y tres minutos. Con este disco también nos pasa, y este es un tono más nostálgico, que es uno de tantos de aquellos que veíamos durante años en las series medias, que tenían incluso aquellas etiquetas amarillas con el signo de exclamación de los discos del sello Warner y que, con los años, adquirimos, aunque en mi caso en una caja en la que venían los cuatro primeros discos en solitario de Young.

Comienza el disco con la solemne «Tell Me Why», icónica y característica del Folk de Young con ese tono acústico y con esas voces y coros maravillosos. «After the Gold Rush» se va hacia una melancolía mayor con el contrapunto de los sonidos de viento y con un Young que incide en su voz aguda. Sigue la fiesta la brutal «Only Love Can Break Your Heart», unos toques Country en la que juega de nuevo en el ámbito de lo acústico y con esos coros característicos. Y el nivel sigue en lo más alto con «Southern Man» (sí, la de la polémica con Lynyrd Skynyrd y la respuesta de «Sweet Home Alabama»), una canción que es la que más se ajusta a su trabajo con Crazy Horse. En «Till the Morning Comes» es una canción corta que cambia el tono, tiene un punto de Music Hall juguetón con el piano y el viento.

La segunda parte comienza con la Country crepuscular que es la versión de «Oh, Lonesome Me» de Don Gibson, un tema en el que tiene un protagonismo especial la armónica de Young. «Don’t Let It Bring You Down» ahonda en el tono crepuscular con el regreso a sonidos más acústicos pero incide en el sonido que va construyendo Young. «Birds» es una canción emocionante, emotiva, minimalista con el piano y con su voz. En «When You Dance I Can Really Love» aparecen, casi por primera vez, los sonidos más eléctricos con un tono de nuevo a lo Crazy Horse que te va llevando por la canción. «I Believe In You» es un medio tiempo ascendente precioso con esa presencia de las guitarras tan identificadas. Y el cierre es para «Cripple Creek Ferry», una canción corta de poco más de un minuto y medio que incide en el Folk acústico, con piano incorporado, y también coral.

Como decíamos, el tercer disco de Neil Young fue un punto de inflexión claro en su carrera, la cual ya venía de forma ascendente. Un trabajo soberbio, uno de los grandes discos de la música popular y de lo mejor de Young, junto a los ya señalados Harvest Tonight’s the Night, y se me antoja difícil poner algún disco por delante o a la par de estos tres, aunque hay candidatos. Una barbaridad.