El exceso de un Andrés Calamaro que estaba en lo más alto: veinte años de «El salmón»

En 2000, Andrés Calamaro había logrado convertirse en el icono del Rock en español a ambos lados del Atlántico. Primero, con Los Rodríguez durante la primera mitad de la década de los noventa, una de las bandas que no admiten ninguna discusión. Después, finiquitados Los Rodríguez, llegarían Alta suciedad (1997) y Honestidad brutal (1999), dos discos imprescindibles, el segundo toda una desnudez emocional y un torrente de canciones que se convertiría en un clásico de devoción casi religiosa. Con Calamaro acumulando todo este capital simbólico y desatado, en todos los sentidos, su siguiente paso no podría ser más que «el más difícil todavía» y habría que ver la cara de Warner, su discográfica, cuando llegó con la propuesta de un disco quíntuple…ni más ni menos. Recuerdo cuando fui a comprarlo. Estaba emocionado, Calamaro seguía en racha, todos esperábamos el sucesor de un Honestidad brutal que sería el disco que más habría escuchado yo en 1999-2000. Además, el single de adelanto (no, no era como ahora), era fantástico, «El salmón». Creo que aquel disco me costó 5.000 pesetas, un CD estaba en 2.000 – 2.500 en aquellos años, y lo cierto es que siempre me pareció que no se lo curraron mucho, ya esa portada que…en fin, un tanto hosco, pero tampoco nos íbamos a poner finos ni exquisitos. Allí estaba, Calamaro multiplicado casi por tres con respecto a su disco anterior, más de cien canciones. Y el simbolismo de titularlo El salmón, ese ir contracorriente del que tanto alardeaba, aunque también por entonces ya se hablaba de la situación de un Calamaro desbocado. Los cinco discos, 103 canciones, son una amalgama de sonidos «calamaristas» que se vinculan con sus discos anteriores; influencias del Reggae y de sonidos de raíces latinoamericanas, como el Tango y la Cumbia; versiones, parte de ellas de The Beatles, la mayor parte intrascendentes; e inmersiones en el Rap, el Jazz o lo experimental. Hay de todo, canciones brillantes y clásicas, canciones que se esbozan pero no se desarrollan, y otras que no aportan nada. Letras fantásticas por un lado, otras muchas autorreferenciales, y también otras que son una ida de la cabeza. Vamos con lo bueno de estos cinco CDs, una forma de terminar el año como otra cualquiera.

El primer CD es el más completo, el más brillante. El comienzo no desmerece a Honestidad brutal. Cuando lo inicias, parece que estarás ante su continuación. «Out Put» es brutal, con ese tono Funk potente y esos vientos. «El salmón» es Calamaro puro, guitarras rockeras y una de sus mejores letras. Aunque «Días distintos» puede chocar con ese sonido del teclado, es una canción que incide en el tono festivo. «Tuyo siempre» es una barbaridad Reggae con una gran letra. También destaca muchísimo «Ok Perdón», que puede ser la continuación de «Flaca», con unos vientos maravillosos. «Horarios esclavos», un Rock & Roll más clásico pero con ritmos más propios, y la melancólica «Nos volveremos a ver», aquí tira de Tango, mantienen el ritmo que crece de nuevo con la brillante «Gaviotas», influenciada por la Bossa Nova y una cadencia emocionante. «All You Need Is Pop» nos sorprende con un tono muy ochentero y afectado, que también le funciona. A partir de aquí, hay que saltar a «Revolución turra» para encontrar un tema interesante con un Pop Rock de los ochenta. Y luego a «Crucifícame» que es otra canción festiva. «Vigilante medio argentino» es muy buena aunque la versión de aquí se va hacia el Hip Hop y queda menos conseguida, cosa que logrará en directo con un sonido más potente y rockero.

En el segundo CD comienza apuntando pero se queda a medias en «Todas son iguales». «Jugando al límite» es más rockera con una letra que ¿hace referencia a Jesús Gil? A «Alfonsina y el mar» la lleva hacia terrenos más jazzísticos y en «El Mambo», ofrece lo que promete. «N.Q.T.Q.E. Llega» se acerca al Pop en su desarrollo y ya hay que irse hasta «No sé olvidar» para encontrar una canción rockera con las guitarras en primer plano. «Nadie» es la mejor canción del segundo CD con un tono Reggae y unas guitarras que te calan, como en «Loco». «Lo que no existe más» es un tema rockero cantando con intensidad. Y se salvan un poco las dos canciones del cierre, la experimental «Freaks» y una versión de «The Long and Winding Road» que le funciona bien, tiene un tono menos nostálgico que la original.

Todavía estas con fuerzas al entrar en el tercer CD y empieza muy bien con «El viejo», con su sonido característico y las influencias de los Stones. La versión de un tema antiguo como «No se puede vivir del amor» convence con un tono más Rock. En «Revistas» se pone combativo con un Rap urgente y con «Aguas peligrosas» se centra en sus recursos rockeros y con un órgano Hammond poderoso. Se abre un hueco de varias canciones hasta la tanguera «Río Manso», que se le da bien, enlazando aquí varias canciones correctas que mantienen el pulso. «Somos feos» se acerca al Country con un tono introspectivo; «Dejar de vivir» es un apunte que, bien desarrollado, podría haber volado más alto con ese piano tan del Rock & Roll; «Chocolate» regresa al Reggae; y «Canalla» es más festiva y otro momento en el que acelera. La corta duración de la brillante de «Mi autopista», un Pop elegantísimo, te deja con las ganas de lo que podría haber sido un tema mucho más poderoso. Y aquí se termina el disco tercero porque las cuatro canciones restantes no llegan a la altura de las señaladas.

En el cuarto CD, ya estás acostumbrado al carrusel de emociones y canciones que no aportan mucho. Pero el comienzo te deja frío. De las diez primeras canciones, solo me quedaría con la festiva «Séptimo hijo varón» y un poco la versión de «Under My Thumb» de los Rolling Stones. El resto, de todo pero no convence, con alguna versión de The Beatles muy fallida. En «No te bancaste» se centra en el Rock y en «Ciudadano pesado» retorna al sonido «calamarista» siendo una de las mejores del cuarto disco. Se mantiene en esa tónica con «Metálico Cha Cha» pero te rompe con una descacharrada «No Woman No Cry» (ufff). No es hasta que llega «Lorena», una de las cinco mejores canciones de El salmón que no te recuperas. Ahí tienes una canción emocionante, nostálgica y con una letra impresionante. Casi habías perdido la fe pero te recupera gracias a «Lorena», aunque de las dos canciones de cierre se salva «Presos de nuestra libertad» con su cadencia melancólica.

Has llegado hasta el quinto CD y ya has visto claramente el escenario. Ahora toca ir cerrando pero, como al cuarto, el quinto no acaba de funcionar. Comienza de nuevo bien, «Problemas» tiene guitarras potentes y «La verdadera libertad» es su mejor canción en la quinta entrega, una maravilla del mejor Calamaro. También destaca el Rock de «Un poco de diente por diente» que ahonda en los teclados. Pero, luego, poco más que destacar, el Boogie juguetón de «Corta pero ancha», una versión Blues de «Cocaine» que te deja frío, y un final con tres canciones que son correctas pero no te dejan mucho recuerdo como son la pausada «Me cago en todo», de nuevo el Boogie de «H.M.Q.D.E.P.» y el Blues Rock autorreferencial que es «Este es el final de mi carrera».

Obviamente, de 103 canciones sacaba un doble inmenso y un sencillo de lujo, hubo una versión en ese sentido. Pero, ciertamente, Calamaro petó tras este disco desapareciendo del mapa con muy poca presencia, solo colaboraciones puntuales. De esta forma, se daba un cierto «misterio Calamaro». Sin embargo, su retorno en 2004 daría paso a otra etapa hiperactiva pero con sonidos diferentes, más vinculados a la introspección, el Folklore, etc. De esta forma, de 2004 a 2006 encadenó tres discos y dos directos, junto a una gira con Ariel Rot. El ya comentado en este blog El cantante mostró a un Calamaro totalmente distinto a su etapa anterior, versiones y canciones tranquilas pero con melancolía. Tinta roja es un disco de versiones de tangos que produjo Javier Limón y El palacio de las flores fue producido por Litto Nebbia, un icono de la música argentina, mostrando a un Calamaro de nuevo pausado, ambos discos publicados en 2006. En sus directos, veíamos a un enorme Calamaro con La Bersuit con El regreso (2005), además de publicar un DVD en 2006 titulado Made in Argentina – Made in Spain. A partir de ese momento, discos y giras, polémicas declaraciones, pero siempre siendo un protagonista de la música en español. El salmón fue excesivo, sí, pero en esa contracorriente aparece también el mejor Calamaro.

El «Hasta luego» de Los Rodríguez que es un adiós

Nos habíamos quedado con más ganas de Los Rodríguez tras el recuerdo de Palabras más, palabras menos (1995) y nos vamos a ir un año después cuando sorprendieron con Hasta luego (1996), su recopilatorio de despedida. En un tiempo en el que no existían las Redes Sociales ni Internet era lo que es hoy, para nada, no tenías tantas posibilidades de enterarte de las noticias musicales. Eso también daba lugar a que las noticias fuesen mucho más inesperadas o sorprendentes. Lo comentábamos en la entrada del otro día, Los Rodríguez eran en los años centrales de la década de los noventa la banda de Rock en español más importante. Triunfaban a ambos lados del Atlántico, giraban con Sabina y canciones como «Sin documentos», «Mucho mejor», «Aquí no podemos hacerlo», etc., podían ser tarareadas prácticamente por cualquier persona. Por eso, cuando se dijo que Los Rodríguez lo dejaban fue una sorpresa, también porque daban una imagen de camaradería y de fraternidad propia del Rock & Roll. Esa noticia vino con la publicación del Hasta luego que también pilló por sorpresa debido a que el disco anterior tenía un año, más o menos. El motivo de la separación vendría motivado por los discos en solitario que estaban preparando tanto Andrés Calamaro como Ariel Rot, y que publicarían el año siguiente, así como otras polémicas que no trascendieron mucho aunque sí que se sabe que fue Calamaro el que lanzó el guante a Rot en una entrevista del grupo en Los 40 Principales diciendo que anunciase que estaba grabando disco en solitario. El ambiente, por lo tanto, no era el más propicio y el «Hasta luego» del título del disco no podía ser más explícito, aunque sería un adiós en toda regla. Ya no habría más Rodríguez, ya comentamos que en los años siguientes fallecerían Julián Infante y Daniel Zamora, bajista de la formación que no era miembro oficial. No sería hasta 2019 cuando se juntaron Calamaro, Rot y Germán Vilella, aunque ya había habido gira conjunta de Rot y Calamaro en 2006. El caso es que aquel disco de 1996, que iba a ser de rarezas, se convirtió en un recopilatorio con versiones en directo y nuevas revisitaciones de algunas canciones. Fue todo un éxito, vendió muchísimo y se convirtió en un testimonio de una banda que en poco más de un lustro se había convertido en leyenda.

El disco sigue, más o menos, un orden cronológico y es muy extenso, diecinueve canciones. Recordemos que Los Rodríguez tenían tres discos como eran el desapercibido debut Buena suerte (1991), el icónico Sin documentos (1993) y el gran Palabras más, palabras menos (1995). En 1992, publicaron el directo Disco pirata con una portada que, en fin, vamos a dejarlo. Comienzan con una tanda dedica a Buena suerte que era un buen disco en el que se estaban buscando, pero que también era un poco irregular e igual algo de la producción no funcionó del todo, un sonido en algún momento más ochentero que lo que harían luego. Pero los seguidores y seguidoras de Los Rodríguez ya se habían familiarizado con algunas de sus canciones en los directos. Hasta luego brinda cinco de ellas comenzando con la versión de 1996 de «Mi enfermedad», una canción muy de ese Rock de Los Rodríguez. Se cuela la versión del tango «Copa rota» de Disco pirata que hacen con gran intensidad. Luego irían sumando «A los ojos» en la versión en directo de este último disco, sonando muy enérgica, una de las mejores canciones de ese disco. «Engánchate conmigo» es una rumba fantástica que contó con la colaboración de Antonio Flores. «Buena suerte» es otro medio marca de la casa con una gran letra y «Canal 69» es puro Rolling Stones y se presentó aquí la grabación en directo con Fito Paez. Luego regresaremos al Buena suerte que aquí tuvo un reconocimiento.

La siguiente tanda es para Sin documentos que, curiosamente, aporta cuatro canciones. No podía faltar «Sin documentos», la canción que les catapultó en 1993-1994, ni tampoco la intensa «Me estás atrapando otra vez» que es recogida en directo con lo que todavía gana más intensidad y emoción. «Dulce condena» y «Salud (Dinero & Amor)» son las otras dos aportaciones, dos canciones que también eran éxitos. Para el recientemente reseñado Palabras más, palabras menos, hay más espacio en el disco así que tampoco nos detendremos mucho. De un directo en San Sebastián llega «Palabras más, palabras menos», muy acelerada, mientras que «Aquí no podemos hacerlo» aparece con una tono Dub más pausado y ambiental que la original, más Reggae. «Milonga del marinero y el capitán» da paso a una más cruda y acústica versión del «Extraño» de Julián Infante. Y no podía faltar la gran canción de Los Rodríguez con reminiscencias rumberas, «Para no olvidar».

El disco se cierra con cuatro canciones como son una nueva versión de «Mucho mejor» sin Coque Malla, no conocemos el motivo de su ausencia o de la elección de esta. Hay una versión de la ranchera de José Alfredo Rodríguez «En el último trago», popularizada también por Chavela Vargas, en clave muy Rodríguez. «Cuando t has ido» es una demo de 1992 que tiene un punto más Pop, una canción inédita de tono distinto. Y el cierre es para volver al Buena suerte con la demo de «La mirada del adiós», otra de las grandes canciones de su debut.

Como hemos señalado, aquel disco vendió seguramente más que los anteriores. Pocas bandas pueden acumular tanta leyenda en tan pocos años hasta el punto de que ninguna los ha superado en las dos décadas y media siguientes. Los Rodríguez son historia de la música popular en el mundo hispanohablante. Los que los vimos en directo, y en mi caso fue en Ochánduri (La Rioja), en primera fila, no podemos olvidar cómo sonaban. Rock & Roll, letras fantásticas, canciones eternas. Cierto que, luego, Calamaro se convirtió en un titán con dos discos históricos y que Ariel Rot siempre fue siguiendo su camino de forma segura y con calidad, pero lo que hicieron los Calamaro, Rot, Infante y Vilella, junto con Daniel Zamora en la mayor parte de la carrera de la banda, fue tremendo.

 

«Palabras más, palabras menos» de Los Rodríguez, no sabíamos que era el último

Primavera de 1995, estudio en Romo, mi piso en la calle, la ventana da…describir a dónde daba el piso…y las casetes de Kiko Veneno y Los Rodríguez. Calle Ezequiel Aguirre, se entra por una zona interior con jardines. Son casas de cuatro o cinco alturas, de los 40 o 50. Romo es un barrio obrero. La ventana a da a la calle más amplia Avenida Amaia. Romo es un barrio en gran medida caracterizado por la inmigración y por familias de clases trabajadoras, contrastando con Las Arenas, de la que le separaba las vías del tren, todo eso cambió rápidamente pocos años después. Es un lugar fantástico, tienes el tren cerca, tiene una zona de bares fantástica y tienes poco más de veinte años, estudias Sociología en la UPV…Esa primavera, las casetes del Está muy bien eso del cariño, ya comentado, y Palabras más, palabras menos de Los Rodríguez, serán una parte importantísima de mi banda sonora. Es una primavera agradable, una primavera un poco como las de antes, no hace calor, hay vientos suaves, allí se nota la cercanía del mar. Si Kiko Veneno lo tenía difícil para repetir la jugada de Échate un cantecito, ¿qué podríamos decir de los hispanoargentinos? Los Rodríguez eran unos supervivientes que en 1993-1994 marcaron uno de los cánones del Rock en español: Sin documentos (1993). Era como una última oportunidad también, como Kiko Veneno. Ariel Rot y Julián Infante hacía más de una década que habían pasado su época dorada de Tequila, y la carrera de Rot en los ochenta no había despegado. Andrés Calamaro había venido desde Argentina, donde atesoraba una carrera con Los Abuelos de la Nada. A ellos se unía Germán Vilella a la batería y, en sus comienzos, Guille Martín de Desperados que tocaría el bajo. Los Rodríguez no tuvieron suerte en sus comienzos. Aunque Buena suerte (1991) cuenta con las bases de su carrera, pasó muy desapercibido y le falla la producción. Disco pirata (1992) fue editado en su momento por RTVE y también quedó en un tercer o cuarto plano. Fichan por GASA (Warner) y Sin documentos (1993) sube poco a poco hasta ser un disco imprescindible de la primavera-verano de 1994. Ya está Daniel Zamora al bajo, no miembro oficial de la banda, y con el sonido stoniano con toques latinos van a irrumpir tanto en España como en Argentina. Y llega el temido siguiente disco que será este Palabras más, palabras menos, otra obra maestra del Rock en español, otro disco que es una grandísima continuación de su predecesor. Con Calamaro tomando el mayor peso compositivo, como anteriormente, Los Rodríguez conquistaron también 1995.

«Milonga del marinero y el capitán», de Rot, es una carta de presentación que trata de seguir la jugada de «Sin documentos», una canción rockera con toques latinos y que cuenta con una letra fantástica. «Palabras más, palabras menos» mete todas las guitarras con fuerza, con un tono incluso Punk. Y «Aquí no podemos hacerlo» se convertirá en una de sus canciones más celebradas con su tono Reggae. «Todavía una canción de amor» es una barbaridad, con letra de Joaquín Sabina, ese sonido de los teclados, ese ascenso del tempo, etc., lo tiene todo. Mi favorita es «Para no olvidar», una canción aflamencada, siempre presente este sonido en Los Rodríguez, que cuenta con la participación de Raimundo Amador, otra maravilla. «El tiempo dirá» es más rockera y dura y «En un hotel de mil estrellas» es un tema triste, más minimalista musicalmente.

La segunda parte comienza con otro hit de ese verano de 1995, Coque Malla pone las voces junto a Calamaro y Rot en la icónica «Mucho mejor» que también compuso Rot, una canción juguetona y adictiva que sería recordada como «Hace calor». La melancolía regresa con «La puerta de al lado», en la que participa en la composición Sergio Makaroff, en la que destaca el sonido del órgano y que es otra de esas joyas ocultas de este disco. «Una forma de vida» es el regreso a los sonidos stonianos, también sobresaliente, y «Extraño» es una canción triste que compuso y cantó Infante, con una letra a destacar. «10 años después» muestra la querencia de Los Rodríguez por el Rock & Roll y el cierre es para «Algunos hombres buenos», sonido épico y melancólico que también está entre lo mejor de todo el disco.

Los Rodríguez estaban en lo más alto e incluso los sonidos más rockeros parecía que tendrían alguna oportunidad en el mainstream nacional. Sin embargo, las semillas de la disolución ya estaban marcadas en la banda. A pesar de la exitosa gira con Sabina, 1996 trajo Hasta luego, un recopilatorio que era el final de la banda. Los egos hicieron que se finiquitase una de las mejores bandas de Rock en español. Calamaro se elevó a la categoría de mito en los siguientes años, Rot siguió trabajando con una carrera en solitario muy solvente, Vilella quedó en un segundo plano aunque en 2019 se reuniría con ellos para grabar el «Princesa» de Sabina, e Infante fallecería en 2000 mientras que Zamora se suicidaría en 2007. Calamaro y Rot volverían a juntarse y girar muchos años después, recordando en parte la carrera de Los Rodríguez. No sabemos qué habría pasado si Los Rodríguez hubiesen seguido con su carrera, incluso compaginando las de Rot y Calamaro en solitario, aunque no sé si habrían encajado. En fin, una de esas preguntas, pero siempre es necesario regresar a Los Rodríguez.