Bigott, «This Is All Wrong» y «Friendly Monsters»

A veces es difícil seguir la pista a un artista tan prolífico como Borja Laudo; al informarnos sobre su recién presentado disco nos hemos enterado de que hace un año editó otro, por lo que aprovecharemos para reseñar los dos.

Sin duda que el último tiene mucha más chicha, un «This Is All Wrong» que suena más elaborado y mejor terminado, en el que continúa aproximando una ‘madurez’ en la que va reduciendo el histrionismo (y afinando la pronunciación) y obedeciendo por diferentes canales a un indie-pop más preceptivo, pero sin relegar el humor y la animación que hasta hoy, junto a la calidad de sus composiciones, han constituido sus rasgos más atractivos y reconocibles.

Para empezar canta la amena I Love Monkeys con unos arreglos clásicos de banda, algún teclado y la sección rítmica al frente, seguida de otra animada This Is All Wrong a base de guitarras y coros sobre todo. En Glitter Boy se muestra algo punk y en Can U See las guitarras vuelven a sonar más melódicas. A lo largo del disco hay varias instrumentales, como la profunda Sex Is Dirty?, la morriconiana Don’t Call Satan o Lenny. Tripping Song recupera la ligereza pop y en el brillante y fugaz hip hop Pollo Loco (interpretado por el propio productor Izak Arida) se endurece un poco. Coreada y luminosa Astrall Cat precede a la mejor del disco, la pausada y emocionante Angel & Apples, antes de despedirse con la habitual voz de Clara Carnicer «Clarin» en la relajante y desnuda No Worries.

Un perfecto ejemplo de lo que gusta de Bigott, el desenfado y la agilidad, ingenuidad incluso, de sus discos, y las buenas canciones. Algo que encontramos menos veces en «Friendly Monsters», producido por él mismo y grabado en su local de ensayo (algo que se nota en la calidad del sonido, casi de una demo) y que quizás hubiera necesitado un poco más de reposo y pulimento para alcanzar la talla habitual de sus discos.

Lo abre una Dreaming arreglada con sencillez y mucha guitarra seguida de I Lov U y su guitarreo insistente, como en el bajo de la distorsionada y menos convincente Sweet Sweet. Unos teclados centran la instrumental onírica de Release para volver a bajar el tono en el relajante funk de B.A.B.Y. Puro entretenimiento son los teclados de Virgin antes de asomarse al dream-pop con The City Of Love y cierra con los diálogos sobre el sintetizador de Lost In The Universe.

Si a su escasa duración (veinte minutos) añadimos algún corte insustancial, nos quedan escasos minutos aprovechables, puede que insuficientes para conformar un disco completo que, aunque a salto de mata, contiene cortes disfrutables. Suerte que un año después ha cumplido con la parroquia con un trabajo en el que recupera con acierto su mejor cara.

Bigott, sonrisas como canciones

Es inevitable empezar sonriendo cuando uno escucha por primera vez las canciones de Borja Laudo, basta con leer algunos de sus títulos para intuir lo que te espera si decides seguir prestándole atención. Después, cuando lo escuchas más veces, es muy probable que te admiren sus composiciones tanto como te sorprendan sus interpretaciones. Porque si de talento se trata, el zaragozano anda tan sobrado como de sentido del humor.

Ya en 2009 había dado que hablar, al menos entre diferentes medios que lo eligieron como mejor disco nacional, con su tercer álbum «Fin», pero en particular no le presté atención hasta un año después cuando con el siguiente me acertó de pleno, especialmente con dos canciones a las que tengo especial aprecio y que incluyo entre lo mejor del último pop español. Cumple diez años «This Is The Beginning Of A Beautiful Friendship» y desde entonces hago honor a un título tan profético siguiendo fielmente la deliciosa y pródiga carrera de Bigott.

Este disco lo volvió a grabar en el estudio de Paco Loco en El Puerto de Santa María para lograr un sonido natural y relajado y la atmósfera lúdica que primaba en sus inicios. Al final resultó apenas media hora de música compuesta por once deliciosas tonadas pop, fugaces y precisas, que cuesta no admirar por más que el cantante, con su inglés de acento recio y su humor de variados tintes, hace por no tomar demasiado en serio. De entre esas canciones la que me sacudió como un fogonazo de vitalidad fue Cool Single Wedding, con sus dos soleados minutos que satisfarían al mismo Brian Wilson, que culminan pletóricos de ritmo y emoción. Antes había abierto Dead Mum Walking, negra y más rítmica a medida que avanza. Sparkle Motion transcurre alegre al trantran que marca la guitarra, casi como la primaria Pachanga, en la que se bastan palmas y cuerdas. En Horse Is Back priman el piano y los coros, aunque casi no da tiempo a disfrutarla.

La segunda parte la abre la otra joya, la divertida ternura y la maravillosa sencillez de I’m A Little Retard, para espesar el sonido con guitarra y tambor a continuación en No Drunk Today. Empiezan con calma los teclados de Honolulu, que acaban en festín, a la que sigue The Jingle Swing, ágil entre palmas, guitarra y más teclados. Para acabar suenan la bonita y desnuda My My Love y la grave y tropical Tommy, Can You Hear Me.

Este desfile de personajes e historias curiosos y divertidos, de melodías arregladas con gusto y variedad, es el mejor de cuantos abarco de Bigott. Porque el zaragozano compone y graba a un ritmo intenso (once largos desde 2006) y a vesces es complicado seguirle la pista. Lo que es imposible es permanecer indiferente ante su particular propuesta, también ante su excéntrica puesta en escena (que hemos disfrutado en Logroño en la primera edición del MUWI o en otras ocasiones en el Biribay, que recuerde), que sorprende por su calidad y de la que, con atención y sin prejuicios, puedes extraer alguna perla de las que no te abandonan en mucho tiempo.

Bigott, ‘Candy Valley’

Es bueno y es (muy) breve lo último de Bigott, un nuevo ejercicio de indie recalcitrante, del sonido que en los noventa discurría inocentemente y del que van quedando pocos ejemplos con la autenticidad del díscolo genio zaragozano. Apenas veinte minutos en los que Borja Laudo se muestra algo más «serio» de lo habitual, como ya podía apreciarse en su anterior trabajo ‘My Friends Are Dead’, con un menor desenfado, pero con el mismo acierto y sencillez a los que nos había acostumbrado en sus ocho referencias anteriores.

Tras sus dos brillantes trabajos con Jeremy Jay en la producción, se hizo acompañar en esta ocasión del productor americano David Loca (Part Time) en una grabación que tuvo lugar a finales del año pasado en Los Angeles para, junto a Tony Leal e Izak Arida, conformar una banda a cuatro de la que extrae una efectividad Lo Fi en la que las guitarras conservan el protagonismo y la voz suena algo más profunda y el característico inglés castizo de Laudo queda un poco diluido.

Será necesariamente breve nuestra reseña de esta nueva lista de canciones que se abre con Strangers by the Wall y la tónica ligera de guitarras sencillas que se prolonga algo más eléctrica y exclamada en Don´t Know Why. El baile llega a lomos del funk en Don´t Stop the Dance antes de que Atmosphere introduzca algo de gravedad y distorsión. Juega con el bajo y unas bellas guitarras en la optimista y favorita Take It Easy, tras la que Movin’ On nos devuelve al baile con calma. El punto final lo ponen con fluidez y suavidad las guitarras de Walk in the Hood (otra favorita) y la más densa y arreglada Stranger Eyes.

Cuesta seguirle la pista al zaragozano que en esta pequeña gozada nos obliga (a veces) a tomárnoslo en serio y nos recrea con una nueva demostración en la que, tras la misma apariencia despreocupada, se vuelve a adivinar un talento, un gusto y un bagaje que no dejamos de disfrutar y que ciertamente podrían ser más reconocidos.