Burt Bacharach o el Pop elegante de unas canciones que siempre han estado ahí

Pocas figuras de la música popular atesoran una carrera tan inmensa como la del compositor Burt Bacharach. Seguramente, todo el mundo conocerá algunos de sus numerosos éxitos porque son canciones que han sonado por activa y por pasiva, así como formado parte de bandas sonoras de películas de cine. Son canciones atemporales y que forman parte del imaginario colectivo. De «I Say a Little Prayer» a «The Look of Love», por citar dos de las más conocidas, aunque luego iremos desgranando muchas más, las canciones de Bacharach se inscriben en ese sonido de Pop orquestal, con una fuerte querencia por las cuerdas y los vientos, que tanto ha influido a músicos posteriores. Situado en la categoría que en el mundo anglosajón se denomina «Easy Listening», también habrá detractores que lo ubiquen en la de «música para ascensores». Pero, ojo, no nos equivoquemos porque lo que parece sencillo casi siempre se torna más complicado. De esta forma, el método Bacharach tenía unos patrones muy claros, esas melodías y texturas tan definidas, así como esa complicidad con el que fue su teclista de cabecera, Hal David. Bacharach pertenece también a esas excepciones de escritores de canciones que han saltado a la fama por encima en ocasiones de los intérpretes. Además, muchas grandes estrellas cantaron también sus temas. Bacharach, noventa y dos años en la actualidad, lleva en activo desde la década de los cincuenta y es cierto que su época dorada es la década de los sesenta, cuando el Brill Bulding y el Tin Pan Alley dominaban el mundo de la canción popular. Si de los primeros procedían colosos como el propio Bacharach, donde coincidía con Hal David, Neil Diamond, Carole King, Gerry Goffin, Ellie Greenwich, Jerry Leiber, Mike Stoller o Doc Pomus, entre otros, el segundo hundía su tradición en décadas anteriores con autores tan clásicos como Irving Berlin, George Gershwin y Cole Porter. Cuando Dylan, Lennon, McCartney y compañía dinamitan este modelo, componiendo e interpretando sus temas, quedará un modo de hacer que luego adoptarían los grandes compositores y productores de las décadas posteriores que imprimirían su sello a los diferentes sonidos y modas de las épocas. De Motown a la factoría sueca de Max Martin y compañía. Burt Bacharach es una figura de su tiempo. Siempre con su traje, detrás del piano, elegante y con una clase en sus composiciones superlativa, su sello es tan característico que esta recopilación que presentamos en su veinte aniversario cubre cincuenta de sus grandes éxitos, muchas de ellas enormemente conocidas. The Look of Love. The Burt Bacharach Collection es tremenda. Bacharach tendrá su patrón de composición ya señalado y no se ceñirá a las modas. Melodías Pop, toques jazzísticos, vientos y cuerdas en la mayoría de los casos, así como preeminencia de solistas femeninas entre las que destacará la gran Dionne Warwick, con la que Bacharach y David trabajarían específicamente de finales de los cincuenta.

La recopilación doble que nos compete es una maravilla. Como decíamos, cincuenta canciones que nos muestran un estilo y un sonido como de otro tiempo, esa elegancia y esa sutileza. Dominan los temas de los sesenta y muchos de ellos son clásicos imperecederos pero también hay descubrimientos e incluso recordatorios de canciones que no identificábamos como de Bacharach. Por allí pasan Carpenters con la maravilla que es «(They Long to Be) Close to You», melancólica y nostálgica con el sonido ascendente. «Do You Know the Way to San Jose?» es la primera de Warwick, con esos vientos. «Magic Moments» nos lleva a finales de los cincuenta con Perry Como con un tono burlón y divertido. Y, de ese periodo, «The Story of My Life» de Marty Robbins, una canción muy conocida. Y, clásico clásico «Raindrops Keep Fallin’ on My Head» de B.J. Thomas, canónica del estilo Bacharach – David y todo un hit, con esos vientos y esas cuerdas y que siempre recordaremos de Dos hombres y un destino (1969). De «I Say a Little Prayer» en versión Aretha Franklin, no vamos a decir nada más que no hayamos dicho ya, recordando que hizo su versión un año después de que la original fuese lanzada a cargo de Warwick. «Baby It’s You» es un incipiente Soul de 1961 a cargo de The Shirelles. «What’s the New Pussycat», divertida y burlona, popularizada por Tom Jones, mientras que Gene McDaniels interpretba la expansiva «Tower of Strength». Tommy Hunt hace la creciente «I Just Don’t Know What to Do With Myself» que sería un clásico con Dusty Springfield y que, muchos más años después, también harían The White Stripes. Dionne Warwick clava con una gran luminosidad Pop «I’ll Never Fall in Love Again». Del resto del primer CD, destaca también la ambiental y crepuscular «Let the Music Play» de The Drifters. The Stylistics, ya en 1973, harían la sofisticada y elegante «You’ll Never Get to Heaven (If You Break My Heart)». Gene Pitney interpretaría la muy conocida también «Only Love Can Break a Heart», otra canción intensa y con esas cuerdas tan características. En «Any Day Now (My Wild Beautiful Bird» de Chuck Jackson apuesta por tonos de Soul y R&B pero sin perder el sonido Pop.

El segundo disco comienza con otra cima, «The Look of Love» a cargo de Dusty Springfield, una canción icónica de nuevo con ese toque sensual, elegante y con toques jazzísticos. Warwick regresa con «Walk on By» en el que el Soul suave se mezcla con el Pop a través de esas cuerdas ascendentes. Y «(There’s ) Always Something There to Remind Me» de Sandie Shaw destaca por ese sonido de los vientos tan característico. «What the World Needs Now Is Love» de Jackie DeShannon es otra de esas canciones de Bacharach, de nuevo con David, que no necesita presentación. «Reach Out of Me» es una canción que, en la voz de Nancy Wilson, tiene una calidez Soul y Gene Pitney con «Twenty Four Hours From Tulsa» apunta hacia el Country y el Western, otra canción también muy conocida. Increíble es «Make It Easy to Yourself» de Jackie Trent, una elegancia y una suntuosidad también excelsa. Warwick aparece de nuevo con «Don’t Make Me Over» que la lleva a terrenos más Soul y «Made in Paris» a cargo del recientemente fallecido Trini Lopez es un Pop más expansivo. Cilla Black interpreta «Alfie», de la película del mismo nombre y uno de los éxitos más importantes de Bacharach y David. En los setenta encontramos a The 5th Dimension con «Living Together, Growing Together», de tono optimista y coral. Para el cierre del disco, de la película Arthur de 1981, Christopher Cross y uno de los últimos éxitos de Bacharach como fue «Arthur’s Theme (The Best That You Can Do)», Pop melancólico. «The Windows of the World», que ya hizo Warwick en los sesenta, es interpretada en los ochenta por The Pretenders para una banda sonora de una película que no recuerdo, 1969, no saliéndose de los parámetros de Bacharach pero aportando levemente su sello. Dionne Warwick se junta con Stevie Wonder, Elton John y Gladys Knight en «That’s What Friends Are For» y termina el disco con «God Give Me Strength», del disco que en 1996 publicó conjuntamente con Elvis Costello, una canción muy melancólica y muy orquestal.

Un repaso a algunos de los hitos de Burt Bacharach, la mayor parte con Hal David, a través de este disco doble del que hemos destacado un buen puñado de canciones. Atemporales y que nos llevan a sonidos nostálgicos, melancólicos, pero también a esa luminosidad Pop a través siempre de esas cuerdas y vientos tan característicos. Un genio.

 

 

La elegancia Pop de The Divine Comedy en la década de los noventa

Nos pasa con muchos artistas y bandas, lo decimos siempre, gente que nos dejamos de seguir por falta de tiempo, por las modas, etc. Es el caso de The Divine Comedy, el grupo norirlandés de Neil Hannon. Tras más de cuatro décadas de carrera, nos fijamos en Hannon y su banda pues también de casualidad. El caso es que The Divine Comedy atesoran doce discos de estudio y se convirtieron en representantes fidelignos del «Pop Barroco», con esos arreglos orquestales y melódicos que les vinculaban a Burt Bacharach, al que le dedicaremos algo en 2021, o The Beach Boys. The Divine Comedy seguramente nunca encajaron en ninguna de las modas, así que estaban ahí, como en un segundo plano. Pero, ahí está nuestro error, no fijarnos en una banda que tiene unas canciones y un sonido…ufff…Estos meses han reeditado en una caja impactante su discografía, Venus, Cupid, Folly & Time, doce discos cuidadísimos con extras. Un regalo que uno no descarta que pueda caer. Pero, como recopilación, The Divine Comedy cuenta con la que sacaron en 1999, que vamos a analizar, y que lleva por título A Secret History…The Best of the Divine Comedy, que comprende sus seis primeros discos, el de 1998 titulado Fin de Siècle y el de 2001, Regeneration, imagino que algo querrán decir. El caso es que hace unas semanas me zambullí en esta maravillosa recopilación que me tiene fascinado. Vaya canciones, vaya arreglos, vaya vientos, vaya cuerdas y cómo canta Hannon, que es un compositor tremendo. ¿Dónde estábamos para no ver la maravilla y la elegancia de The Divine Comedy?

El carrusel comienza con el Pop maravilloso y de los sesenta que es «National Express», una canción animadísima que nos remite a Bacharach. En «Something for the Weekend» no deja ese sonido pero aquí es más excelsa, esos vientos tan grandiosos y un tono clasicista. «Everybody Knows (Except You)» incide en un tono melancólico y en unas texturas elegantísimas, como casi todo el disco. La melancolía se mantiene en «Generation Sex», que se basa en una épica orquestal con los vientos y las cuerdas. «Becoming More Like Alfie» se mantiene en el elevado tono de las canciones, otro tema «marca de la casa» que te sigue llevando en volandas. En «The Summerhouse» introduce algunos matices, es un medio tiempo más dramático y el piano tiene más protagonismo, aunque las cuerdas y vientos siguen presentes.

«Your Daddy’s Car» retorna al comienzo del disco, con toda la suntuosidad y la pompa, para ser una canción más teatral. En cuanto a «The Pop Singer’s Fear of the Pollen Count» es más melódica aunque menos excesiva, el tono es más acompasado y destacan de nuevo los vientos. Preciosa es «The Frog Princess», un tema Pop que incide en la melodía y que se basa en una gran producción y en unos vientos que retornan a la épica. «Gin Soaked Boy» comienza con una guitarra acústica que le otorga un toque más festivo, y luego va ascendiendo más. En «Lucy» se observa una evolución, cambia el tono de la batería, es un Pop más noventero que también funciona de maravilla. «Songs of Love» es un tema más introspectivo, tono más acústico y Folk, una de las veces que se sale Hannon de su canon.

El tercio final del disco recupera el barroquismo con «In Pursuit of Happiness», con el piano como elemento clave. Luego llega «I’ve Been to a Marvellous Party» en la que cambia de registro hacia la electrónica propia de la época, quedándole muy bien. «The Certainty of Chance» es una vuelta al Pop orquestal con la voz de Hannon de lujo y esas cuerdas de nuevo en primer plano. «Too Young to Die» cuenta con mayor presencia de las guitarras eléctricas, un tono épico y excesivo. El cierre del disco, para una de las canciones que más nos han gustado del recopilatorio, «Tonight We Fly», cuerdas impecables, canción ascendente y tremenda elegancia.

Como decíamos, esta recopilación comprende la mitad de la discografía de The Divine Comedy, sus discos de 1990 a 1998. Nos falta la otra mitad, los que ha publicado en las dos décadas siguientes. Todo será cuestión de profundizar en ellos, tiempo al tiempo, pero nos ha encantado este descubrimiento muy tardío. Nunca es tarde…