Aaron Frazer, «Introducing…»

Dan Auerbach de The Black Keys no para en su trabajo como productor así como en la salida de artistas con un claro sonido «vintage» en diferentes direcciones. Como productor, ha tenido algunas propuestas menos logradas, como muestra sus trabajos con Ray LaMontagne o The Pretenders. Pero, a través de su sello Easy Eye Sound va enlazando acierto tras acierto en los últimos tres años. Primero, el tremendo Walk Through Fire (2019) de Yola, un Soul clásico con toques Country y Folk, un disco que nos maravilló. Segundo, el año pasado con el más guitarrero El Dorado de Marcus King que también estaba pero que muy bien. Este año se ha lanzado al Soul de los setenta, al sonido Philadelphia con el debut de Aron Frazer y su Introducing… Frazer proviene de la banda Durand Jones and The Indications, que nosotros desconocemos, vinculados a sonidos también clásicos del Soul, y con su disco de debut nos ha convencido. Sensualidad y melosidad para unas canciones que se inscriben en esas influencias señaladas, con Frazer cantando en falsete, y que te van llevando con la producción muy conseguida de Auerbach. Es un Soul que nos recuerda en algunos momentos a Mayer Hawthorne.

Comienza de forma muy sensual con «You Don’t Wanna Be My Baby», una balada Soul muy orquestal y elegante. Ahonda en una mayor luminosidad con «If I Got It (Your Love Brought It)» en la que incorpora vientos y que es otra de las canciones más relevantes del disco. Luego llega «Can’t Leave It Alone», endurece el tono, contrastando con su voz en falsete, y de nuevo los vientos son protagonistas. El Funk toma más presencia con el bajo de «Bad News», donde también hay flauta, Hammond y una producción muy conseguida. «Have Mercy» es un retorno a la balada sensual y elegante con unos toques de percusión latina y el sonido Philadelphia está más presente en «Done Lyin'» en la que incluso hay una presencia de la guitarra eléctrica más explícita.

La segunda parte comienza con la más convencional «Love Girl», una canción Soul ortodoxa. La melodía se impone en la destacada «Ride With Me», en la que apuesta de nuevo por un tono más luminoso. Vuelve al clasicismo con «Girl on the Phone» que comienza con un tono épico y que luego retorna al ritmo más pausado. «Love Is» apuesta por un sonido más oscuro, dentro del tempo pausado que caracteriza al disco, y aparecen unas reminiscencias crepusculares. «Over You», la mejor canción del disco, llega casi al final y es un tema bailable con las guitarras destacando. Y el cierre es para «Leanin’ on Your Evelasting Love» que es una canción de nuevo más convencional, con los teclados en primer plano, y en la que prima la intensidad.

Buen disco de Aaron Frazer que nos remite de nuevo a sonidos del pasado pero que siguen estando muy presentes. Auerbach demuestra de nuevo que sigue teniendo la mirada fina y mantiene la línea de aciertos de los últimos cursos. Frazer es un ejemplo como se puede observar en la fantástica «Over You»:

 

 

El estirón de The Black Keys: diez años de «Brothers»

Cinco discos les serían necesarios al dúo formado en 2001 por los viejos amigos Dan Auerbach y Patrick Carney para alcanzar un éxito reseñable y hacerse un hueco más allá de los circuitos alternativos, aunque aún necesitarían de un año más para conquistar al público masivo con el icónico ‘El Camino’. Después de tres excelentes primeros discos, a pesar de la escasez de medios con que fueron grabados, en los que alternaban canciones propias con versiones de clásicos del blues, no sería hasta 2006 que firmarían con Nonesuch Records antes de publicar ‘Magic Potion’ y sofisticarían un poco su sonido, algo que sería mucho más apreciable con su siguiente trabajo ‘Attack & Release’ para el que contaron por primera vez con un productor externo (Danger Mouse) que impulsaría algo más su distanciamiento del blues-rock garajero que les había identificado  hasta entonces.

Comenzaron desde el sótano de Carney en su Akron natal, versionando a leyendas del blues como Howlin’ Wolf, Muddy Waters o Robert Johnson antes de alternar sus primeras composiciones en sus actuaciones y en sus primeras grabaciones, interpretándolos con descaro y crudeza; Carney a las baquetas y Auerbach a la guitarra y la voz pronto se mostraron capaces de extraer mucho más de lo previsible a los escasos medios de los que habían decidido servirse. Ni siquiera con el primer contrato con un gran sello antes de su cuarto disco, que les proporcionó mayores posibilidades, renunciaron a un concepto de guitarra y batería (idéntico al que acababa de alcanzar el éxito a The White Stripes) que supieron desarrollar hasta conformar un sonido y una energía inconfundibles.

En todo este tiempo se mantuvieron fieles a su fórmula, encargándose de la producción ellos mismos (Carney en mayor medida), hasta que en 2007 conocieron al productor Brian Burton (Danger Mouse), con el que pronto escribieron algunos temas y decidieron trabajar juntos en su siguiente disco (‘Attack & Release’) que, esta vez sí, supondría un avance fundamental en el discurrir posterior de su carrera.

Pero no sería hasta ‘Brothers’ que se generalizarían los reconocimientos en un disco cuya concepción no estaría exenta de problemas, especialmente por las discrepancias que originó el inesperado debut en solitario de Auerbach (‘Keep It Hid’, 2009). Precisamente en la realización de este disco Auerbach conoció a Mark Neill, que sería el productor principal de ‘Brothers’ junto al propio dúo y la aportación de Danger Mouse en el sencillo de lanzamiento Tighten Up. Para la grabación, y tras barajar otros estudios de solera, se decidieron por los Muscle Shoals Sound Studios en Alabama, que llevaban casi treinta años inutilizados. Y allí dio los primeros pasos el sexto disco que, esta vez sí, supondría el primer espaldarazo importante y consolidaría su carrera definitivamente.

El sencillo pero original packaging ideado por Michael Carney (hermano de Patrick), y que también sería galardonado con un Grammy (además de otras dos categorías de más enjundia), contenía un disco extenso que incidía en las premisas de su anterior trabajo: a los rasgos definitorios de la banda añadían bajo y teclados para un resultado algo más complejo y menos descarnado. Con Everlasting Light lo abrían a lo grande, un tema profundo y directo, lleno de ritmo y efectos vocales y la sutileza en el falsete de Auerbach, antes de regresar a la dureza de las guitarras en Next Girl. Ya hemos hablado antes de Tighten Up, el primer gran éxito de su carrera, silbado de inicio y poblado de guitarras agudas regidas por la batería, a la que seguirían el fraseo de la descarnada Howlin’ For You y el riff intenso y poderoso de la muy destacada She’s Long Gone. Luego ejercitarían los teclados en el soul eléctrico del instrumental Black Mud y en The Only One, más cálida y melódica al igual que una Too Afraid To Love You algo más grave.

Con agilidad y algo más de suavidad fluye Ten Cent Pistol antes de que Carney haga su mayor demostración en Sinister Kid. Como un funkie denso y contundente suena The Go Getter antes de regresar a los teclados soul y las emociones delicadas con I’m Not The One. Para terminar llega Unkown Brother, otro temazo que te mece con guitarras sencillas y oscilantes, la única versión del disco en el soul aguerrido de Never Gonna Give You Up, y el progreso denso y la intensidad creciente de These Days.

En plena ebullición creativa, editarían un año más tarde el disco que les auparía al olimpo de las emisoras y los festivales, cuando Lonely Boy empezó a sonar como presentación del fantástico ‘El camino’, y daría paso al período menos productivo y más dubitativo de su carrera (aunque ambos miembros no hayan dejado de participar en variados y exitosos proyectos) que tocó a su fin el año pasado con el más que apreciable ‘Let’s Rock’. Pero sin duda tienen que agradecer a este álbum que ahora cumple diez años el acceso a sus primeros reconocimientos y a un éxito mayoritario más que merecido después de una larga y árida travesía inicial.

Marcus King, «El Dorado»

Hace unas semanas, el gran Alfonso Cardenal (Sofá Sonoro, Cadena SER), colgó en Twitter un vídeo de Marcus King, desconocido para nosotros artista de sonidos norteamericanos. Aquello sonaba bien, King presentaba un nuevo disco, el cuarto de su discografía, primero como solista ya que antes firmaba como The Marcus King Band, y una de las apuestas fuertes del El Dorado, así se titula el mismo, era la producción de Dan Auerbach (The Black Keys) y su publicación en su sello. Parecía ser la apuesta fuerte de Auerbach para esta temporada como la pasada fue la de Yola, con Walk Through Fire, valoradísima por Los Restos del Concierto con su «Lonely the Night» como mejor canción de 2019. Auerbach lleva una buena parte de su carrera ejerciendo como productor, compaginándolo con The Black Keys, que recordemos también regresaron el año pasado, sus trabajos en solitario y otras aventuras como The Arccs. Auerbach fue un productor sólido en el disco de Yola, no así tanto en otros trabajos como el de Ray LaMontagne. También ha trabajado con Lana Del Rey, Nikki Lane o The Pretenders, y se recuerda también la labor realizada con el veterano Dr. John. En el caso de King, Auerbach, que participa en la composición de todos los temas y ha tocado en el disco, apuesta por la línea que mantuvo con Yola, sobria y en un segundo plano para un disco que es una barbaridad. Porque King, poseedor de una gran voz, presenta una docena de canciones que abordan desde el Blues, el Sounthern Rock, el Country, el Soul, etc. Es decir, un repaso a los diferentes estilos de raíces norteamericanas. Disco contundente este El Dorado. 

«Young Man’s Dream» comienza de forma lenta y doliente, la voz de King en falsete, con un tono Folk incluso, peor se lanza en la segunda parte a través de un sonido eléctrico y poderoso. El nivel se mantiene en lo más alto con la grandiosa «The Well», un Blues Rock que no deja indiferente y que no te puede dejar quieto en la silla. Cambia el tono para la más Soul «Wildflowers & Wine», el órgano aparece como elemento central y la voz de King está gloriosa, junto a unos coros más sutiles. Otro medio tiempo deudor del Soul es «One Day She’s Here», otra cima del disco, intensa y doliente como al comienzo. En «Sweet Mariona» llegan las influencias Country, pedal steel incluida, con sonidos más épicos y panorámicos, muy propios de parte de esos sonidos. Y se cierra la primera parte con otra canción muy emotiva, «Beautiful Stranger», de nuevo con el Country como referencia pero también con toques espirituales y gospelianos, y con una interpretación de King brutal.

Si la primera parte era impresionante, la segunda no se queda atrás. «Break» la comienza retornando al Soul pero incorporando ribetes Pop y con una producción muy lograda, jugando Auerbach a emular a los grandes compositores del Pop de los sesenta y setenta. Pero no se olvidan de las guitarras y el Blues Rock regresa con otra impactante obra que es «Say You Will», un lujo. En «Turn It Up» se decanta por un Country Blues con unas guitarras más animadas y en «Too Much Whiskey» ya se queda en un Country más canónico. Pero el final es para guardar. Como en «Break», la apuesta es por ese tono Soul y Pop elegante y sutil, primero con «Love Song» y después con la orquestal «No Pain», una auténtica maravilla, un cierre majestuoso con la voz de King como protagonista destacada.

En fin, este El Dorado tendría que ser una de las obras destacadas de esta primera parte del año. Un disco que no tiene desperdicio ni se cae en ningún momento.