Ryley Walker, ‘Deafman Glance’

Mantiene firme su propuesta en este quinto disco (tercero en el exquisito sello Dead Oceans) este joven talento de Chicago que trata de actualizar su sonido concediendo papel a sintetizadores y programaciones en general poco apreciables y que no menoscaban el protagonismo indiscutible de las guitarras. De nuevo rodeado de prestigiosos músicos de su ciudad, logra conformar un sonido natural que no denota excesivos arreglos y que por momentos refleja el directo cohesionado de una banda tradicional.

No es fácil de ubicar el estilo musical de Ryley Walker, quizás menos psicodélico que en su anterior trabajo (‘Golden Sing That Have Been Sung‘, 2016) pero igualmente instintivo y esquivo por momentos, expresa una música adulta pese a no superar aún los treinta años, presidido por elementos de folk y jazz que le alejan de la comercialidad pero que destila una calidad instrumental por encima de la media, algo exigente pero al que sobran argumentos para ser disfrutado.

A modo de blues-folk pesado, con su conocida dejadez vocal, Castle Dome abre el disco dulcificada por los pasajes de flauta, seguida de la acogedora combinación acústico-eléctrica de la más jazzy 22 Days. En Accommodations saca a relucir el instinto hasta resultar algo atonal y arriesgada para a continuación experimentar, con resultados, en la intro sintética de Can’t Ask Why, cuya parte inicial suena lánguida y sugerente y la continuación suena firme y rotunda. Más ágil, Opposite Middle gana en viveza y reserva espacio para el lucimiento instrumental antes de que Telluride Speed adopte un sonido onírico y fluido entre abruptas irrupciones intermedias. Expired suena básica y sencilla hasta alcanzar un bello trenzado de guitarras; le sigue la sencilla expresividad de la demostración a la acústica de Rocks on Rainbow y el punto final, a modo de banda clásica, con la superior Spoil with the Rest.

Walker conserva el sabor sesenta-setentero y lo perfila con ligeros complementos tecnológicos que no alteran lo sustancial de su sonido, de hecho sigue sonando conjuntado y orgánico, sin exceso de producción y fresco en compañía de sus excelentes acompañantes, y entrega un trabajo que parece al margen de modas, carente de hits en potencia, pero en el que vuelve a demostrar una solidez y calidad poco habituales en músicos de su generación.