«Songs in the Key of Life» o la grandeza de Stevie Wonder

Para 1976, Stevie Wonder hacía tiempo que había dejado de ser el «Little Stevie Wonder» que emergió en la Motown. El paso a los setenta comenzó a pillar a las grandes figuras de la disquera de Detroit en otro escenario, la cual ya se había ido a Los Ángeles en 1967. El Soul amable y accesible para la clase media iba quedando en un segundo plano. El Funk emergía con fuerza y la música Disco iba a comenzar a hacer su aparición. No hay que olvidar la Blaxploitation y discos enormes como los de Isaac Hayes y Curtis Mayfield. Los grandes nombres de la Motown se lanzaban a clásicos imperecederos como What’s Going On (1971), Diana Ross salía de The Supremes para iniciar su también portentosa carrera en solitario con disco homónimo en 1970. Como decíamos, era otro momento, la luminosidad de los sesenta se había difuminado con Vietnam, el fin de la esperanza del movimiento hippie, las revueltas por los Derechos Civiles, etc. Y muchos artistas también se mostraron concienciados, explorando tanto sus raíces como buscando nuevos sonidos. Es el caso de un Stevie Wonder que, a pesar de su juventud, había nacido en 1950, y ya atesoraba una carrera inmensa, comenzaba la década de los setenta casándose con Syretta Wright, cantante y compositora de la Motown cuyo matrimonio solo duraría dos años. Es la década de los setenta la que confirma una carrera espléndida con discos clásicos como Talking Book (1972) que ahonda en otros sonidos con el uso de los sintetizadores, allí están «Superstition» y «You Are the Sunshine of My Life». En 1973 llega Innervisions que es otra cima de su carrera, con «Higher Ground» y «Living for the City». Fulfillingness’ First Finale (1974) antecede al disco que nos ocupa, Songs in the Key of Life, que publicará en 1976 y que seguramente es la obra más grande de Wonder, dentro de una discografía impresionante. Songs in the Key of Life es un disco doble en el que Wonder consigue un sonido elegante de toques Pop y Soul, pero hay más, como esas percusiones latinas o el acercamiento a la música Disco. Producido por el propio Stevie Wonder, en el disco participan George Benson y Herbie Hancock, entre otros muchos músicos. Diecisiete canciones y cuatro más del EP A Something’s Extra, veinte canciones para un disco histórico.

Comienza con «Love’s in Need of Love Today», una canción que supera los siete minutos y en el que establece ya ese sonido Pop Soul, pausado y preciosista. En «Have a Talk With God» se lanza a un tono más psicodélico, el sonido del órgano es clave, y el Funk también, aunque aquí todavía sigue con un tono tranquilo. «Village Ghetto Land» tiene un sonido más orquestal ganando protagonismo su voz que se combina con el ritmo de las cuerdas. Es como si con estas canciones fuese preparando al oyente para lo que viene que se atisba con «Contusion», más ecléctica y donde tira de Funk, unas guitarras a lo Santana y un también de cierto punto Jazz, incluso se observa un cierto tono progresivo. Pero llega «Sir Duke» que es un hit inmenso, esos vientos y ese tono tan animado para una canción que es historia de la música. «I Wish» sigue por todo lo alto con ese teclado y ese sonido Soul y Funk, otro clásico con los vientos por todo lo alto. Continúa con «Knocks Me Off My Feet», una balada interesante con una melodía atrayente, un Pop que va en ascenso. «Pastime Paradise» es otra de las cimas del disco, una canción en la que la producción está muy bien conseguida, en la que Stevie Wonder frasea y que también sonará a generaciones posteriores porque Coolio la sampleó en su «Gansta’s Paradise». «Summer Soft» es un Wonder más Pop y de nuevo con los teclados como protagonista. Y el cierre del primer disco es para «Ordinary Pain», una canción que se divide en dos partes, una primera como balada Soul muy atmosférica, y una segunda con un punto Funk potente y un órgano en primer plano y voces femeninas.

Uno de los cánones de Wonder da comienzo al segundo disco, la celebración de su hija Aisha Morris, con «Isn’t She Lovely» en la que la armónica se lleva buena parte del protagonismo. Una canción que puede haber sufrido una sobre exposición pero que es una maravilla. «Joy Inside My Tears» es una balada Pop intensa de más de seis minutos y «Black Man» es una de nuestras favoritas. Más de ocho minutos de Funk y Disco con una letra con mensaje, una canción que es otro clásico. Vuelve a la intensidad con «Ngiculela – Es una historia – I Am Singing» en la que canta también en español. Puede que «If It’s Magic» sea la menos lograda de todo el disco, otra balada pero aquí con la instrumentación en un segundo plano. Muy conocida es también «As», otra de las grandes que se va por encima de los siete minutos y que es un Soul con el piano de nuevo desatado. El cierre del disco es para «Another Star», más de ocho minutos para un toque Latino y Disco, inmensa.

El EP que se incorporaba, A Something’s Extra, se compone de cuatro canciones que también brillan. Primero, «Saturn», otra balada en la línea de las que aparecían en el disco. Luego llegaba la más Pop «Ebony Eyes» con un saxofón muy protagonista. El Funk y el Disco reaparecen en «All Day Sucker» y «Easy Goin’ Evening (My Mama’s Call)» es un instrumental con todas señas de identidad de Wonder, armónica incluida, aunque un peldaño por debajo de las tres canciones anteriores.

No hay palabras para definir esta grandísima obra, una cima de la música popular que es imprescindible. Wonder alcanzó su cima con un disco doble en el que muestra todo su poderío. A partir de este momento, no alcanzaría semejante altura pero Stevie Wonder ya era un artista mayúsculo, y lo seguiría siendo. Todo un referente.

Las dimensiones de los Bee Gees: «Timeless. The All-Time Greatest Hits»

Son los años 80 del siglo XX y éramos unos niños primero y, luego, ya unos chavales. Durante esa década, los Bee Gees eran uno de esos grupos que conocías sí o sí. Allí estaba el «Stayin’ Alive» que iba cumpliendo años y Fiebre del sábado noche (1977) como la película que marcaba una época. Con ella, Grease (1978) claro, con John Travolta en ambas. También en la Banda Sonora de Grease estaba Barry Gibb como compositor de la cabecera «Grease», interpretada por Frankie Valli e irremediablemente adictiva. El caso es que la segunda película envejeció mucho mejor que la primera. Volviendo a los Bee Gees, todos identificábamos a los tres hermanos (Barry Gibb era el guapo, ese pelazo, acompañado por Robin y Maurice), su falsete, ese vídeo cumbre de un «horterismo» setentero que era «Stayin’ Alive» y que eran australianos, como dato anecdótico, aunque realmente eran ingleses y había emigrado a las Antípodas. El caso es que, durante mucho tiempo, los Bee Gees estaban en la lista de esos artistas que eran imposible de reivindicar y que nos tomábamos a chiste. Sí, sí, de acuerdo, éramos muy tontos. En esa lista estaban también ABBA, que algún día aparecerán en Los Restos del Concierto. Se recuerdan parodias como la de Martes y Trece con «Los Pichis» o Florentino Fernández y compañía en El Informal de Tele 5 con «El pelo pa’ trás». Lo cierto es que, todavía hoy, puedo reírme con ellas. El caso es que, los Bee Gees sonaban a esa música Disco tan denostada a finales de los ochenta y comienzos de los noventa porque entonces éramos muy auténticos y la música Disco era superficial y hortera. Y no, amigos, no. Hemos recuperado a Chic hace unas semanas, y ahora vamos a por los Bee Gees. Primero, porque creo que a todos nos gustaban los Bee Gees pero no lo decíamos. Estaban dentro de eso que se llamaría «placer culpable», que es una cosa extraña que es autojustificativa. Era imposible no mover los pies con «Stayin’ Alive» o quedarse prendado con «How Deep Is Your Love». Lo mismo se puede decir de la intensidad dramática de «Dancing Queen» o el festival de «Waterloo» de ABBA. Joyas Pop impagables.

Pero, además, es que los Bee Gees venían de más atrás. Los que se queden con esos pechos descubiertos del vídeo de «Stayin’ Alive» olvidan que tenían una trayectoria anterior llena de joyas Pop imbatibles. Algunas de esas canciones tuvieron también mucho éxito, como por ejemplo «To Love Somebody» que grabaron Janis Joplin, Nina Simone y una larga lista, o «Massachusetts», otra cima. Para cuando llegaron a la banda sonora de Saturday Night Fever, decenas y decenas de millones de discos vendidos, los Bee Gees llevaban más de una decena de discos publicados y se habían ido acercando a la música Funk primero y Disco después, hasta convertirse en uno de los grandes iconos de la misma, junto a los mencionados Chic o a Giorgio Moroder, Donna Summer, etc. (no olvidemos que casi todo el mundo se acercó a la música Disco). De hecho, su impacto en la música Pop será recordado por esta parte de su discografía, una situación que no podrían levantar ya en los ochenta con discos muy espaciados, conflictos entre los hermanos, etc., alejándose de la música Disco pero sin los resultados de los comienzos de su carrera. Desde 1981, fecha de su disco Living Eyes, hasta 2001 publicarían seis discos de estudio más. Posteriormente, Maurice fallecería en 2003 y Robin en 2012. Barry retomó una carrera en solitario que había tenido su comienzo, y única estación, en 1984 con Now Voyager, años en los que también Robin publicaría discos en solitario, así como más adelante. In the Now fue el disco de 2016 de Barry que en este 2021 ha sido noticia por la reinterpretación de clásicos de los Bee Gees, y otras canciones, en tono Country en Greenfields junto a una nómina de artistas como Dolly Parton, Sheryl Crow, Alison Krauss, Jason Isbell, Brandi Carlile, Keith Urban y Olivia Newton-John, entre otros. Este tipo de discos suelen representar también un momento de reconocimiento, en el que se pone en valor a unos artistas que marcaron una época, la cual también les marcó a ellos. Vamos con la última recopilación de los hermanos Gibb, Timeless. The All-Time Greatest Hits que fue publicada en 2017 y recogía veintiún canciones, todas reconocibles. En el mismo, aparecían diez de sus discos, destacando, como no podía ser de otra manera, la banda sonora de Saturday Night Fever, pero también su predecesor, Main Course (1975) y su continuación, Spirits Having Flown (1979). El orden de las canciones es cronológico lo que permite ver esa evolución y el giro hacia la música Disco a mediados de los setenta.

La primera época está marcada por un Pop orquestal característico de esos años, también hay un punto Folk en algunas de sus canciones. «Spicks and Specks» es una canción de Pop muy creciente y «New York Mining Disaster» incorpora esos elementos de Folk, con la combinación de las voces de los hermanos Gibb. Llega «To Love Somebody», una canción maravillosa con ese punto Soul y el tono expansivo de los vientos. Claro que la versión de Janis Joplin es tremenda, pero la original no se queda atrás. «Massachusetts» no se queda atrás, canta Robin, es muy emocionante. Y lo mismo se puede decir de la muy orquestal «Words». «I’ve Got a Message to You» es otra canción «marca de la casa» de esa época. Para mí, una de las grandísimas canciones de los Bee Gees es «I Started a Joke», melancólica y triste, impactante, que contó con una versión a cargo de Faith No More décadas después. En «Lonely Days» van introduciendo elementos más sofisticados, pero siguen en su línea. Y «How Can You Made a Borken Heart» es la última de la saga de estos años, es de su disco de 1971, Trafalgar. No se salen de un guion que ya no parecía que les iba a funcionar mucho más.

Y es que, saltan a 1975 con el ya señalado Main Course. Siguen estando las premisas de su sonido pero ya incorporan el Funk y el Disco. «Jive Talkin» es una muestra clarísima y muy conseguida, una canción que marca el camino. En «Nights on Broadway» llega otra de mis favoritas, una canción que tiene Rock, Funk y Disco y en la que comienza a aparecer el falsete de Barry. El mismo se hace más evidente en el medio tiempo «Fanny (Be Tender with My Love)», una canción muy elegante que bebe de un Pop más sofisticado. Y ya el salto llega con «You Should Be Dancing», otro hit que se centra en la música Disco del todo. Una canción con mucho Funk, con los vientos desatados y con el falsete de Barry ya como seña de identidad. Brutal, hortera para mucha gente también.

Pero, claro, el salto cuantitativo llega con Saturday Night Fever y sus cuatro hits imperecederos. Comienzan con la balada intensa que es «How Deep Is Your Love». Siguen con «Stayin’ Alive», de la que no se puede decir nada, canción invencible. «Night Fever» tiene ese ritmo tan pegadizo que no te suelta. Y «More Than a Woman» destila elegancia y clase, y todas ellas con el falsete, como no. A partir de ahí, con decenas de millones de discos vendidos, la cosa era complicada. Su siguiente disco traería todavía grandes canciones como «Too Much Heaven», una canción que supone un retorno a sus orígenes, un medio tiempo Soul y una rebaja con respecto al sonido Disco, una canción igualmente fantástica. «Tragedy» es seguir en la línea Disco pero con un tono más duro, otro hit. Y «Love You Inside Out» es una cancionaza con un sonido que es muy de la época. Pero, a partir de aquí, poco más o nada. De hecho, la canción que cierra el disco es «You Win Again», que recuerdo de chaval, y que es una gran canción, con una producción muy de los ochenta. Ya hemos comentado que, durante buena parte de los ochenta los Gibb fueron cada uno por su lado.

Hablando con gente de mi escucha de la música de los Bee Gees, he encontrado también gestos de estupefacción, e incluso se ha señalado ese horterismo del que hemos hablado. En fin, esos clichés seguirán por siempre. Me quedo con su música y amenazo con ABBA para más adelante.

 

«Travelling Without Moving», la cima de Jamiroquai

Hace unas semanas, todos y todas vimos el asalto del Capitolio de Washington y, allí, sobresalía uno de los asaltantes que parecía salido de un vídeo de Jamiroquai. La imagen era impagable y, dentro de la estupefacción generada, no pude dejar de pensar en Jay Kay, el líder de Jamiroquai, que incluso subió un vídeo en Redes Sociales diciendo que su gente nada tenía que ver con todo aquello. También surgieron comentarios y memes. De los que leí, el que me pareció más ingenioso fue uno que decía «Es lo peor que ha hecho Jamiroquai desde ‘Cosmic Girl'», y le respondían «Eso es porque no has escuchado su último disco». En fin, que no tiene nada que ver todo esto con el hecho de traernos a Jamiroquai a Los Restos del Concierto. Nuestro motivo no es otro que el veinticinco aniversario de su tercer disco, Travelling Without Moving, que publicaron en 1996, y allí estaba «Cosmic Girl». La irrupción de Jamiroquai en 1993 fue una sorpresa en un contexto marcado por el Grunge y las grandes bandas. La mezcla de Funk, Soul, Acid Jazz y sonidos Disco, con Stevie Wonder y compañía como principales inspiradores, no parecían muy en boga en esos comienzos de los noventa. Pero Emergency on Planet Earth (1993) y The Return of the Space Cowboy (1994) fueron éxitos a partir de la generación de una identidad propia. Melodías bailables, un Jay Kay reconocible con su voz en falsete, y una icónica puesta en escena fueron algunos de sus ingredientes, junto a unas muy buenas canciones, por supuesto. Además, contaba con un mensaje ecologista que, en fin, luego se vería que Jay Kay no aplicaba tanto con su pasión por los coches de alta gama y las carreras por autopistas europeas. El caso es que la carrera de Jamiroquai iba por buen camino pero les faltaba el salto definitivo que llegaría con este Travelling Without Moving que supondría en parte el dejar de mirar a la banda con esa simpatía que genera la anécdota. Su tercer disco multiplicaría las ventas y mostraría una evolución, un sonido más pausado sin dejar de perder sus señas de identidad, con varios singles de éxito que llegarían a las listas sin problemas. Allí había un sonido también más sofisticado, canciones que seguían bebiendo de los años setenta, del Funk, de Stevie Wonder, del sonido Philadelphia con esas cuerdas que insertaban en determinados momentos. Tampoco faltaban los puntos más electrónicos y bailables, de Club, pero no cabe duda que estamos ante el mejor disco de toda la trayectoria de Jamiroquai.

«Virtual Insanity» es el comienzo fascinante del disco. Canción muy deudora del Stevie Wonder de los setenta, casi seis minutos de un Soul suave con el toque Funk y una cadencia fantástica. Luego sigue el hit del disco, «Cosmic Girl», todo un éxito, Disco y Funk que se te cuela desde la primera escucha. Una de las canciones de los noventa que no dejó de sonar en esos años y que no ha perdido vigencia. El «problema» es que estas canciones dejan en segundo plano a otras tan poderosas como «Use the Force», una canción ecléctica con percusión de tonos latinos y unos vientos que también son determinantes. «Everyday» es otra gran canción, un medio tiempo elegante y con clase, muy de los setenta, deudor del Soul y el sonido Philadelphia de los setenta con esas cuerdas de nuevo insertadas con elegancia. «Alright» es mi canción favorita de Jamiroquai de todos los tiempos, un tema que va ascendiendo, clase y elegancia de nuevo, mecido por ese ritmo sincopado del bajo Funk. Bailable y fascinante, todo en uno. «Hight Times» va cerrando una primera mitad que está en el sobresaliente, otra vez Soul y Funk para no dejar de parar los pies y con los vientos destacando. En «Drifting Along» se van al Reggae, que también les encaja muy bien, aunque no es una de las sendas más exploradas por la banda.

La segunda parte comienza con dos instrumentales como son «Didjerama» y «Didjital Vibrations», dos canciones que van unidas y en el que juegan su papel elementos de la World Music pero que luego derivan hacia sonidos más electrónicos. «Travelling Without Moving» se lanza de nuevo al eclecticismo con un tono más electrónico, de nuevo el bajo tira de una cadencia Funk hasta llegar a un sonido más reconocible. Crece «You Are My Love» que es otro Soul con un marchamo más clásico y más conseguido. No ocurre lo mismo con «Spend a Lifetime» que ese quedaría algún peldaño por debajo de la anterior. En el cierre hay una canción «escondida» que es «Funktion», más de nueve minutos de sonidos más duros con bases Funk pero llevadas a una electrónica de Club muy de la época.

Con Travelling Without Moving, Jamiroquai dieron un salto cuantitativo y cualitativo. Sonaban Funk, eran «cool» y los siguientes dos discos, Synkronized (1999) y A Funk Odyssey (2001) les mantendría arriba aunque gracias a singles muy efectivos y también bailables. Sin embargo, ya iban declinando y, desde entonces, a pesar de no haber dejado de publicar discos, cada vez más espaciados, no han conseguido la repercusión de antes. Eso sí, siguen girando e interpretando sus clásicos que continúan fascinando.