The Rolling Stones reeditan «Goats Head Soup»

The Rolling Stones nunca paran. La reedición de discos, directos, recopilatorios, alguna que otra canción nueva por ahí, etc. El caso es que le ha tocado el turno a Goats Head Soup de 1973. El gancho en la versión extendida es un CD con rarezas y versiones alternativas y ahí han incorporado su colaboración con Jimmy Page en la canción «Scartet». Hay más cosas, que ya comentaremos. El caso es que Goats Head Soup no lo tenía nada fácil porque venía después del mejor disco de los Stones, Exile on Main Street (1972), que era la culminación a la racha tremenda que supusieron Beggars Banquet (1968), Let It Bleed (1969) y Sticky Fingers (1971). Por lo tanto, complicado porque, aunque estamos ante un buen disco, no es la excelencia de los anteriores, hecho que alcanzarían ya en dos ocasiones más: Some Girls (1978) y Tatto You (1981). Ojo, y no es que no fuesen capaces de colar grandes canciones en el resto de discos, pero ya no llegaban a esos niveles. Los ochenta son otra cosa que hemos comentado en otras entradas. En Goats Head Soup sigue Mick Taylor a la guitarra junto a Jagger, Richards, Watts y Wyman. Para muchos seguidores de los Stones, esta es su mejor formación. En el disco colaboran Ian Stewart, que fue relegado fuera de la banda en sus orígenes por el manager Andrew Loog Oldham; los teclistas Billy Preston y Nicky Hopkins; el saxofonista Bobby Keys; entre otros habituales. El sonido sigue siendo el stoniano con reminiscencias del Blues, con una gran presencia del Funk que se iba imponiendo en esos años, y el Country Rock que habían explorado exitosamente en su disco anterior.

Comienzan con «Dancing with Mr. D.», muy de la época en el canon Stones, con ese sonido rockero que se estira hacia el Funk y con toda la vitalidad de la banda. En «100 Years Ago» tiran hacia un medio tiempo muy ascendente con la batería de Watts destacada y con las guitarras ganando consistencia. En «Coming Down Again» brilla el saxofón de Bobby Keys en una canción de sonido muy envolvente. Y llega una de las mejores canciones del disco, «Doo Doo Doo Doo Doo (Heartbreaker)», una canción muy funky con los vientos a tope y con un Jagger imperial. «Angie» es el clásico del disco, nada que decir de esta mítica canción que, en el conjunto del disco, incluso queda extraña con un sonido muy de los sesenta y de Pop orquestal con piano y cuerdas.

Con «Silver Train» se lanzan a un Country Rock, incluyendo toques bluseros, pero también con ese piano muy del Honky Tonk, junto con Taylor y Richards haciendo de las suyas a las guitarras. En «Hide Your Love» se van hacia un Blues muy eléctrico y aquí el piano corre a cargo de Jagger. En «Winter» apuestan por el sonido stoniano clásico, muy explosiva, con esas guitarras características de nuevo, aunque incorporan cuerdas. Sorprende la psicodélica «Can You Hear the Music» que queda también rara en el disco, y que es el punto más flojo del disco. Y se cierra con una aceptable «Star Star», de nuevo regreso a las influencias del Country Rock, aunque también previsible.

El segundo CD, el rarezas y alternativas, nos trae algunos hallazgos muy atractivos. Comienzan con «Scarlet» en la que colabora Page, una canción Rock con toques Funk que se te pega. Siguen con «All the Rage» que sigue en alto, sonidos muy rockeros y de nuevo un piano muy pujante con ese toque del Honky Tonk. Muy destacada es la época «Criss Cross» con unas guitarras corrosivas y una percusión fantástica. Aparece la demo al piano de «100 Years Ago» con Jagger como protagonista. A continuación, «Dancing with Mr. D» y «Heartbreaker» suenan en mdo instrumental, la segunda más pausada. «Hide Your Love» suena de nuevo, aunque con una mezcla alternativa que la hace más cruda. El final es para las mezclas del productor Glyn Johns, primero de forma más acompasada queda «Dancing with Mr. D.», con unos coros más protagonistas. «Doo Doo Doo Doo Doo Doo (Heartbreaker)» suena más «sucia», como un Funk más corrosivo, y le sienta bien. Y «Silver Train» juega con el Blues a partir de un piano mucho más juguetón.

Por lo tanto, The Rolling Stones siguen tirando de sus archivos y nos sirve para descubrir lo que eran capaces de hacer. Y, de paso, poner en valor discos que quedan en una segunda línea por el valor de los grandes clásicos. Goats Head Soup es mucho más, pero muchísimo más que Angie, son guitarras poderosas y pianos fantásticos, entre otras cosas.

 

De Led Zeppelin y de gigantes

Ha llegado, de la mano de Alianza Editorial, Led Zeppelin. Cuando los gigantes caminaban sobre la tierra a cargo de Mick Wall, autor de otras obras sobre Prince o Lou Reed. El libro es monumental, se extiende por encima de las seiscientas páginas y no se le puede negar al autor el detalle y la profusión de fuentes, desde entrevistas con los tres integrantes supervivientes de la mítica banda hasta otras numerosas fuentes de gente que estuvo involucrada en su equipo. Ya el subtítulo dice mucho de lo que quiere transmitirnos el autor, califica claramente a Led Zeppelin como gigantes, que no es que no lo fuesen. Por otra parte, también lleva la etiqueta de «La biografía definitiva». Hay que partir de la base de que nos encontramos ante un libro que te engancha, si bien más en la segunda parte que en una primera en la que Wall se va deteniendo en los orígenes de la banda. No escatima nada Wall, que no es objetivo en su devoción a Led Zeppelin pero que sí que se muestra crítico en varios puntos. Sobre Jimmy Page, Robert Plant, John Paul Jones y John Bonham pesan varias losas. Primera, ser una de las principales bandas de Rock de la Historia, precursores del Heavy, autores de varios discos clásicos y de hits incontestables. Protagonistas de una década como la de los setenta, millones de discos vendidos y giras mastodónticas, se convirtieron en uno de los blancos favoritos del Punk al ser considerados como «dinosaurios». Por el otro lado, las acusaciones de plagios y apropiaciones, especialmente a cargo de Page, que mermaron su credibilidad hasta hoy y que, en algunos casos se saldaron de forma positiva y en otras no Wall no elude el tema, al contrario, documenta y argumenta. También escenifican el lema de «Sex, Drugs and Rock and Roll», esas giras a las que también alude Wall de forma detallada.

La obra nos muestra cómo el motor de toda la historia es un Jimmy Page que tiene claro su destino tras la salida de Jeff Beck de The Yarbirds, y cómo recluta a Robert Plant, John Bonham y John Paul Jones, ambos formarían una histórica sección rítmica. Y aquí tiene también su protagonismo su representante, el controvertido y amenazante Peter Grant, casi a la altura de Page y Bonham. El libro narra la construcción de un mito, es ascenso y la caída que no da lugar a la redención. En cuanto al proceso de ascenso, Page toma las riendas claramente y no ceja en su empeño. Plant irá ganando protagonismo a medida que Page va entrando en otras dinámicas, relacionadas con el abuso de ciertas sustancias. En cuanto a Bonham, queda retratado como una personalidad extrema y dicotómica, también afectado por sus adicciones y alcoholismo. Jones, en un segundo o tercer plano, mantiene su perfil bajo y tampoco parece que Wall pierda mucho tiempo en buscar más allá. Pero, cómo decíamos, una de las líneas argumentales claras del libro es esa relación entre Page y Plant, una relación de amor-odio que sigue marcando el legado de Led Zeppelin.

Aunque el fallecimiento de Bonham pusiese el punto final a la banda en 1980, parece que ya estaban en un importante deterioro. Wall se detiene en exceso en la afición al ocultismo y a Aleister Crowley de Page, que se vincula, aunque no Wall, a la leyenda maldita de Led Zeppelin con el fallecimiento de Bonham o del hijo pequeño de Plant, entre otras desgracias. También profundiza en la figura de Jason Bonham, el hijo de John, batería en algunas de las reuniones de la banda, adquiriendo un protagonismo central en la parte final del libro que no queda claro si es merecido. En todo caso, hay críticas a las actuaciones del Live Aid de 1985, a los conciertos de homenaje a Atlantic en 1988 y a la reunión de 2007, la última vez que tocaron juntos. Mientras que Page se ha centrado en gestionar el legado de Led Zeppelin, con incursiones como el proyecto con David Coverlade en 1993 o su gira con The Black Crowes en 1999, Plant ha seguido con su carrera en solitario cerrando prácticamente la vuelta de Led Zeppelin a pesar de las ofertas suntuosas y de proyectos que casi se materializan. En este sentido, Plant se muestra celoso cuando Page monta The Firm con Paul Rodgers o con el proyecto con Coverlade, que le llevará a la unión de nuevo con Page en aquel acústico llamado No Quarter (1994) al que no invitaron a John Paul Jones (como en el Live Aid al que Jones se apuntó a última hora), como en otras ocasiones, y que daría lugar a un segundo y fallido disco, Walking Into Clarksdale (1998).

Plant tampoco sale muy favorecido en la parte final del libro, al igual que un Page al que se le cuestiona sus colaboraciones con Puff Daddy o Leona Lewis. Plant sigue con su carrera en solitario y triunfa de forma inesperada con su disco de raíces norteamericanas con Alison Krauss, Raising Sand (2007). Mientras que Plant se convierte en especialista en «marear la perdiz», Page espera impaciente a que Plant diga que sí, pero eso no está por ocurrir. Al final, como hemos señalado, Wall se lanza a reconocer a Jason Bonham como el que mantiene la llama de Led Zeppelin con sus proyectos, pero este hecho tampoco es muy sostenible. En definitiva, un libro recomendable para seguidores y seguidoras de Led Zeppelin, una de las principales bandas de la Historia, y cuya influencia se ha dejado sentir desde sus comienzos. Un libro construido de forma cronológica que cuenta con apartados reflexivos de cada uno de los protagonistas construidos por Wall a partir de sus entrevistas y testimonios. Mientras tanto, Plant y Page seguirán con su extraña relación y Jones esperando también.