«To Pimp a Butterfly» o la consagración de Kendrick Lamar

Kendrick Lamar es una de las máximas estrellas del Hip Hop de la última década. Su irrupción se asocia a ese «continuum» que, desde finales de los setenta hasta la actualidad, viene marcando al Hip Hop, el Rap y todas las acepciones vinculadas a esos estilos. De Public Enemy y N.W.A. a Tupac Shakur, de Jay Z a Kanye West, una larga lista de artistas y bandas han definido los parámetros de un estilo que se hizo global desde los guetos y los suburbios de las ciudades norteamericanas en los años ochenta del siglo XX. Lamar procede de uno de ellos, Compton (California), el hogar también de N.W.A., entre otros, uno de esos lugares que encarnaban el concepto de suburbio y que se identificaron con una visión sobre el gueto. Lamar, como tantos artistas, también ha mostrado un orgullo de pertenencia pero su música ha ido más allá con una visión más amplia de estilos y con un toque jazzístico y también influencias del Spoken Word. Lamar comenzó despuntando desde sus inicios, debutando con Section.80 (2011) y logrando el reconocimiento con Good Kid, M.A.A.D City (2012) ya bajo el paraguas del sello de Dr. Dre. Con un gran compromiso social y político, Lamar daría el salto definitivo con el disco que nos ocupa, To Pimp a Butterfly que publicaría en 2015. Seguramente estará entre los más reconocidos de la década, un disco que cuenta con una icónica portada, y que refleja el mundo de un Lamar que no escatima esfuerzos, casi setenta y nueve minutos, numerosos productores, colaboradores y también los samplers de rigor. Es un disco enorme, un trabajo que se va a la Matrícula de Honor y con el que Lamar avanza hacia nuevas vías con el Jazz, el Funk y el neo Soul. Y, por momentos, también hay una sombra lejana que es la de Prince, aunque esa es una impresión mía, circunscrito al Hip Hop. Repasamos este gran disco en su quinto aniversario.

«Wesley’s Theory» es un comienzo fascinante, con ese sampler del «Every Nigger Is a Star» de Boris Gardiner, y con  la colaboración de George Clinton y Thundercat, una canción dura y ascendente. En «For Free? (Interlude)» introduce elementos jazzísticos con ese saxofón del comienzo y luego convierte la canción en un movimiento más dinámico que se refleja en la forma de rapear de Lamar. «King Kunta» es la estrella del disco, una canción brutal de llamada y que cuenta con elementos de temas de Michael Jackson y James Brown, entre otros, un collage irrenunciable con referencia al Kunta Kinte de la novela Raíces de Alex Haley. Mucho flow en la jazzística «Institutionalized» con la presencia de Snoop Dogg, Bilal y Anna Wise. En «These Walls» colaboran estos dos últimos artistas junto con Thundercat de nuevo, una canción más Soul y Funk en la que se observan ecos de Prince. Para «U» retorna a las influencias del Jazz, se incorpora de nuevo el saxo, y rapea más rápido.

Más compleja, aunque en la misma línea, resulta «Alright», en la que participa en la composición Pharrell Williams, mientras que es más ambiental, hay diferentes texturas, «For Sale? (Interlude)». «Momma» recuerda de nuevo en la instrumentación a Prince, la percusión es más acusada y es una canción muy elegante que cuenta con sampleos de Sly and the Family Stone, otra figura seminal, y de artistas más desconocidos como Lalah Hathaway. «Hood Politics» es una barbaridad, es poderosa y ecléctica, es una mixtura de estilos donde aparecen elementos de «All for Myself» de Sufjan Stevens. Y se sale de nuevo con la más neo Soul que es «How Much a Dollar Coast» con James Fauntleroy con Ronald Isley de los Isley Brothers. Vuelve a las influencias del Jazz en la soberbia «Complexion (A Zulu Love)», aquí contando con la colaboración de Rapsody.

El tramo final es para «The Blacker the Berry» que vuelve a contar con una mayor presencia del neo Soul. La misma línea se observa en «You Ain’t Gotta Lie (Momma Said)», de nuevo con su rapeo característico. Y uno de los momentos más destacados del disco es «I» donde se recogen elementos de «That Lady» de los Isley Brothers, una canción que también te atrapa. Cierra el disco con los más de doce minutos de «Mortal Man», una canción que le queda como muy de los setenta y que cuenta con extractos de «I No Get Eye for Back» de Houston Person compuesta por Fela Kuti y con partes de una entrevista realizada a Tupac Shakur.

Con este disco, Kendrick Lamar se consagró como una figura irrebatible del Hip Hop. Su carrera continúo en ascenso con la recopilación de descartes de las sesiones de su obra anterior Untitled Unmastered (2016) y volvió a sorprender con la contundencia de Damn (2017). Mientras tanto, Lamar no ha dejado de colaborar con numerosos artistas y bandas, siguiendo la línea ya iniciada anteriormente, una lista tan extensa que daría para otra entrada. Beyonce, Lil Wayne, The Weeknd, A Tribe Called Quest, Kanye West, Tame Impala, Eminen, Maroon 5, Anderson Paak, son algunos de esos nombres. Este verano, Kendrick Lamar iba a actuar en el BBK Live. Esperemos que pronto tengamos nuevo disco de este gran artista que seguro que no dejará de sorprendernos.

Anderson .Paak, «Oxnard»

Fue hace tres años cuando descubrimos a Anderson .Paak con su segundo disco, el excelso Malibu (2016). Paak, nacido en California, se mostró como una de las figuras emergentes del Hip Hop norteamericano aunque su música iba más allá y contaba con numerosas influencias que iban del Soul al Jazz, pasando por los toques más modernos del R&B urbano. Además, y como es habitual en estos discos, la lista de colaboradores ya era grande en Malibu, ampliándose en su tercer disco, Oxnard, a nombres como Kendrick Lamar, Dr. Dre, Snoop Dogg o Q-Tip de A Tribe Called Quest, todos ellos ilustres del Hip Hop, junto con otros muchos. De esta forma, el batiburrillo de nombres entre colaboradores, productores y compositores del disco es exponencial, lo que también es una muestra de la diversidad y del eclecticismo de Anderson .Paak. Oxnard, por cierto, lleva el nombre de su ciudad californiana de nacimiento, otra referencia junto al Venice (2014) de su debut y el Malibu ya señalado. Sin embargo, Oxnard no llega a la altura de su predecesor, y no porque Paak no haya firmado buenas canciones, las hay, sino porque le sale un disco excesivamente largo y en algunos temas se recrea en exceso. Además, las expectativas eran altas, especialmente tras escuchar el fascinante «Tints», uno de los singles de adelanto, en el que comparte voces con todo un Kendrick Lamar.

En el comienzo del disco, con «The Chase», ya hace gala del eclecticismo del disco, en este caso la colaboración es con Kadhja Bonet, y es un tema muy setentero, con reminiscencias Funj, incluso incorpora el sonido de la flauta. En «Headlow», en este caso con la colaboración de Norelle, se acerca al R&B más urbano y moderno, en un tema que gana con las escuchas. Pero ninguna canción supera a la ya señalada «Tints», tremenda desde cualquier punto de vista que lo queramos ver, con un Lamar rapeando aunque la base del tema tira más al Soul. En «Who R U?» casi se acerca al Trap, aunque no deja de ser una canción más canónica del Hip Hop urbano. En «6 Summers» gira de nuevo hacia la diversidad de influencias, aunque la primera parte sigue la tónica del tema anterior, la segunda es más melódica, más del R&B, pero no es menos cierto que queda un tanto excesiva. «Saviers Road» es contundente y gana con las escuchas, aunque no le ocurre lo mismo a un «Smile/Petty» en el que tira por la experimentación y por probar cosas nuevas, pero no acaba de funcionar.

En la segunda parte comienza regresando al Hip Hop en «Mansa/Musa», rapeando Paak junto a Dr. Dree y Cocoa Sarai, aunque no acaba de ser un tema que destaque en el conjunto del disco. En «Brother’s Keeper», con Pusha T, sí que hay más sustancia, de nuevo juega con diferentes estilos pero la sombra de Prince está muy presente. «Anywhere» es otra de las canciones destacadas del disco, es donde Paak se siente más cómodo, sutil y elegante a partes iguales con una mayor presencia del Soul, colaborando en la canción Snoop Dogg, The Last Artful y Dodgr. En «Trippy» parece querer construir sonidos más ambientales y oníricos, aunque tampoco acaba de funcionar, en este caso la colaboración corre a cargo de J. Cole. Y el cierre del disco es para otro de los temas destacados, «Cheers» con Q-Tip de A Tribe Called Quest, donde destaca de nuevo la clase de Paak y atentos al sonido de la batería, además de samplers de otras canciones. Hay dos canciones extra que suman poco, «Sweet Chick» con BJ The Chicago Kid, eclecticismo de nuevo y con sonidos jazzísticos incluidos, algo que no es una novedad en su música, y «Left to Right», una canción más festiva.

Buen disco de Anderson .Paak pero que no supera su anterior entrega, Malibu, aunque le consolida en la segunda línea del Hip Hop, pero todavía lejos de figuras como Kendrick Lamar o Janelle Monáe, además de las más clásicas. Sin embargo, tiene Anderson .Paak un evidente atractivo en la forma de conjugar sus diferentes influencias y vertientes y, además, sabe sacarse de la manga canciones tan fantásticas como «Tints»: