Eels, «Earth To Dora»

No recuerdo cuántas veces hemos escrito en este blog sobre nuestros queridos Eels; un buen número sin duda entre artículos, novedades y aniversarios, y me atrevo a decir que siempre en términos de admiración y simpatía. Durante muchos años fueron una de las bandas cuyas actuaciones en España, por una u otra razón, nos esquivaban hasta que en 2018 pudimos verlos en Mad Cool, en unas condiciones que no eran las idóneas pero nos permitieron constatar el valor de su extraordinario repertorio también en vivo.

Ya en su anterior trabajo «The Deconstruction» apuntamos que reculaban hacia sus primerísimos tiempos cuando aún no habían dado con el tono despojado y tradicional que en mi opinión les proporcionó sus mejores frutos a partir de su tercer disco, cuando también se dedicaron a experimetar con acierto sin alejarse nunca demasiado de sus orígenes musicales. Lo que nunca ha cambiado es la querencia por exponer sus altibajos emocionales y vitales de su líder, el inimitable Mark Oliver Everett, a cuyas ocurrencias y peripecias cabe añadir en esta ocasión un reciente divorcio que lógicamente tuvo su peso en la concepción de este «Earth To Dora».

En formato de quinteto y en compañía de sus más habituales músicos (The Chet, Kool G Murder, P Boo y Knuckles) y con una instrumentación clásica, el resultado es menos excitante que otras veces pero, aunque puede que hayan perdido pegada y profundidad, siguen poseyendo una amplitud de estilos que hace casi imposible no encontrar alguna joya en esta nueva entrega. E canta como siempre y, por más que muchas de sus letras y melodías estén teñidas de melancolía, lo cierto es que no contagian ese sentimiento sino que resultan acogedoras, cercanas y para nada pesadas.

El disco se inicia con el medio tiempo sencillo y entretenido Anything For Boo que marca el tono de una parte de sus cortes, como por ejemplo Are We Alright Again en la que los teclados se encargan del ritmo, o una Earth To Dora que eleva un poco el nivel con sus guitarras melódicas y la profunda marca del bajo. La oscura Are You Fucking Your Ex sigue esta línea rítmica de bajo y teclados antes de aligerar con la más animada The Gentle Souls. Con I Got Hurt devuelven las riendas al bajo y retoman la gravedad del órgano, como hacen con el piano en la cota de emoción que alcanza Baby Let’s Make It Real.

Completan el listado cinco temas más desnudos e íntimos resueltos con brillantez como el templado Who You Say You Are, apenas acompañado por la guitarra, la bella Dark And Dramatic, suavizada a base de teclados y violines, la delicada Of Unsent Letters cantada en falsete y también con arreglos de cuerdas, la sencillez instrumental de una OK sin artificios y el cierre de guitarra y voz en solitario con Waking Up.

Pisan terreno conocido en un trabajo que ya hace el décimotercero de estudio y que se sitúa por debajo de la mayoría de los anteriores, sin embargo siguen destellando en él los aspectos lúdico y afligido que, en perfecto equilibrio, conforman sus rasgos más destacados y reconocibles. Y aunque bajan un poco el listón, no entregan menos de lo que cabe esperar de una banda de su talla y les debería alcanzar para contentar a la mayor parte de su audiencia.

«Useless Trinkets», la rica trastienda de Eels

A estas alturas, quien haya venido siguiendo este blog es posible que se haya dado cuenta de que Eels es una banda a la que tengo especial aprecio, y si no es así aprovecho para afirmarlo. A lo largo de estos casi diez años son varias las entradas que les hemos dedicado entre reseñas, artículos y aniversarios, y las que vendrán, espero. Cuando nos propusimos distraer este confinamiento con una nueva sección dedicada a los recopilatorios, he de decir que el primero que me vino a la cabeza fue este por su riqueza y singularidad.

Publicado en 2008 a la vez que el grandes éxitos «Meet the Eels: Essential Eels, Vol.1 (1996-2006)» con el que conmemoraban sus diez años de carrera; reunieron cincuenta canciones entre caras b, rarezas, bandas sonoras e inéditos, en un doble cedé al que añadieron un deuvedé de su actuación en Lollapalooza en 2006.

Habían practicado con acierto diferentes géneros populares, experimentando con acierto y puliendo su sonido hasta completar un rico bagaje, y parecían querer cerrar una etapa que abarcaba seis discos; desde su presentación en 1996 con «Beautiful Freak» hasta el fantástico «Blinking Lights and Other Revelations» que acaba de cumplir quince años (y al que debemos una entrada). Y lo hicieron juntando gran parte del material que habían grabado al margen de sus discos oficiales; así que versiones, diversiones, remezclas, directos, demos… encontraron un lugar desde el que ser compartidos y complementar las canciones que sus seguidores ya conocían de sobra, y a fe que el resultado fue de una calidad y una variedad que merecía la pena.

Diferentes grabaciones (en ocasiones varias para un mismo tema) de clásicos de la banda como Novocaine For the Soul, Susan’s House, Hospital Food, I Like Birds, My Beloved Monster, Dog Faced Boy, Souljacker o Mr. E’s Beautiful Blues, convivían con canciones navideñas como Everything’s Gonna Be Cool This Christmas o Christmas Is Going To the Dogs en un festín de ideas y ensayos con diferentes niveles de elaboración. También versionaban clásicos como I Put a Spell On You, Can’t Help Falling In Love o I Could Never Take Place Of Your Man junto a un montón de temas inéditos que conformaban el grueso principal de las cincuenta incluidas.

Dentro de este amplio grupo coinciden una mayoría de interpretaciones íntimas de Mark Oliver Everett (compositor, vocalista y único miembro permanente) apenas acompañado de su piano o guitarra, como Dog’s Life, Manchester Girl, Flower, Animal, Altar Boy, Bad News, Funeral Parlor, Birdgirl On a Cellphone, Useless Trinkets, Jennifer Eccles, Sky Writing, Taking a Bath Rust, Sad Foot Sign, Living Life, The Bright Side o After the Operation junto a otras más elaboradas, amables e incluso animadas, como Rotten World Blues, Mighty Fine Blues, Eyes Down, Estranged Friends, Her, The Bright Side, I Want To Protect You o Saw a UFO, algunos entretenimientos como Vice President Fruitley, Waltz Of the Naked Clowns o Jelly Dancers y unos pocos directos como If I Was Your Girlfriend, Open the Door, Dark End Of the Street o The Cheater’s Guide To Your Heart.

Lo que viene a ser un totum revolutum repleto de curiosidades, un regalo para sus seguidores más fieles que daba por concluida una etapa de su carrera e inauguraba un silencio que se prolongaría durante cuatro años, hasta el 2009 en que regresarían publicando en dos años la fantástica trilogía compuesta por «Hombre Lobo», «End Times» y «Tomorrow Morning». También en 2008 Everett publicaría en su país una más que recomendable autobiografía que llegaría a España al año siguiente bajo el título de «Cosas que los nietos deberían saber», con lo que complementaba la recapitulación de su obra musical con la de su propia vida, en un conjunto que daría una perspectiva completa de la riqueza e inquietud de uno de los músicos norteamericanos más interesantes y divertidos de los últimos años.

Eels, ‘The Deconstruction’

Después de publicar cinco discos entre 2009 y 2014 se nos ha hecho largo (y también extraño) este silencio de cuatro años solo interrumpido por el directo grabado en el Royal Albert Hall de Londres (2015). Después de la serie antes mencionada, mayormente introspectiva y cuyo sonido pocas veces abandonaba el mismo tono tradicional e íntimo, resulta sorprendente (sin excesos) la recuperación de parte del sonido de sus orígenes veinte años atrás, de esos seminales ‘Beautiful Freak’ y ‘Electro-shock Blues‘ con los que se daban a conocer e iniciaban una larga y variada trayectoria, que en este ‘The Deconstruction’ parece hacer una alto evolutivo que evita la innovación pero resulta más que suficiente para contentar a la audiencia. Quince canciones que conforman un carrusel de emociones, un sube-baja sonoro entre sentimientos positivos de diferente intensidad, principalmente romántico y optimista, y que recupera técnicas y elementos (sampleados, programaciones) que parecía haber abandonado hace años para mezclarlos con pasajes más propios de sus discos más recientes y maduros. De hecho este ‘The Deconstruction’ parece dividir sus canciones entre estas dos facetas, una más tranquila y despojada y otra más impulsiva y poblada, en un resultado menos conjuntado y de digestión más inmediata cuyo desgaste será previsiblemente más rápido.

Abre el disco la canción homónima cuyos oscuros arreglos empiezan a volver la vista hacia sus inicios, que junto a la contundente sección rítmica de Bone Dry, los delicados samples de hondura clásica de Rusty Pipes, el optimismo convencido de Today Is the Day y los golpes de ritmo de la bailable You Are The Shining Light, conforman la cara más movida del conjunto. También optimista aunque a baja intensidad, Premonition abre la sección íntima del disco que también componen The Epiphany, solemne homenaje a su perro Bobby Jr recientemente desaparecido y las delicadas cuerdas de la romántica Sweet Scorched Earth y la positiva intimidad de Be Hurt, además del cierre al teclado también romántico de There I Said It, la pequeña nana para su hijo Archie Goodnight o la solemnidad del órgano en Our Cathedral.

Reconocibles en la voz y las letras a corazón abierto de su genial líder Mark Oliver Everett, puede que este no sea su mejor disco, el más inspirado ni homogéneo, pero es una alegría recuperar la música de esta banda que, tras lo que parece haber sido un largo período de reflexión, han retomado su cara más accesible y efectiva para intentar contagiarnos (por variados medios) sus esperanzadoras conclusiones, y eso siempre es de agradecer.