Elefantes y «Somos nubes blancas», una banda en una especie de «tierra de nadie»

Curioso el caso de Elefantes, la banda barcelonesa se quedó como en una tierra de nadie. Aparecieron cuando el «Indie Pop» nacional estaba a un paso de dar el salto adelante y se posicionaron como un grupo de Pop que tenía canciones melódicas y con un pequeño toque rumbero que les daba un sonido específico. En definitiva, no parecían encajar muy bien en ninguna escena y se quedaron en esa especie de limbo. Sin embargo, tuvieron éxito con su debut con aquella «Azul» de su segundo disco homónimo que publicaron en 2000. Apoyados por Bunbury, la banda de Shuarma, Jordi Ramiro, Hugo Toscano y Julio Cascán, Elefantes se posicionaron en el panorama nacional tras un primer disco que pasó desapercibido, El hombre pez (1998). Recordemos que era también un momento un tanto complejo en la música, las bandas de Pop Rock que surgían y que llegaban al conjunto del público no tenían tampoco muchos visos de perpetuarse. Por otra parte, son también años en los las apuestas por sonidos más eclécticos con un punto multicultural estaban presentes. En ese sentido, Elefantes podía ser una banda de tono más clasicista. Su siguiente disco fue una consolidación en toda regla, un gran La forma de mover tus manos con la imbatible «Que yo no lo sabía» y la no menos fantástica «Me falta el aliento» donde aparece más claramente un tono de Rumba que es fantástico. El cuarto disco sería el que nos ocupa, Somos nubes blancas, que publicaron en 2005, cuando se atisbaba un cierto cambio de rumbo, el ascenso del «Indie Pop» estaba cimentando sus bases con la llegada de bandas internacionales como Franz Ferdinand, Arctic Monkeys, etc. Curiosamente, Somos nubes blancas dio paso en 2006 a un periodo de separación de la banda que duraría hasta 2013, cuando regresaron. Vamos a recordar este disco que mantiene las constantes de Elefantes, seguramente una formación infravalorada.

El inicio es la homónima «Somos nubes blancas», uno de los mejores cortes del disco que se impone con un sonido claramente Pop y unas guitarras pegadizas, junto a una letra introspectiva, una tendencia que reaparecerá en más de una ocasión en el disco. «Mi estrella» incide en el Pop luminoso con unas guitarras de nuevo prototípicas, letra de canción de amor y un Shuarma cantando con intensidad. En la misma línea, pero alcanzando una cota mayor, «Abre más ancho el camino», que también se encuentra entre lo mejor del disco. «Al olvido» mantiene el tono del disco, un medio tiempo ascendente sin paliativos. Y preciosa es «Dime si tú te vas», donde retoman las influencias más de la Rumba e incorporan un acordeón doliente. Menos lograda está «Me llega información», posiblemente más previsible.

La segunda parte comienza con una «Clavos» de desamor, más oscura en su desarrollo e intensa y emocional a partes iguales. En «La vida» encontramos una de las canciones más complejas del disco, mezcla tonos rumberos, de Bossa Nova, percusiones y el Pop como punto de unión, siendo otro de los momentos más excelsos de todo el disco. El último tercio del disco sufre un descenso en la calidad de las canciones. «Otra vez» es un Pop intenso que no alcanza la altura de canciones precedentes. «Me muero por hacerlo bien» recupera las raíces rumberas pero es una canción más pausada. En «Quizás» retornan al punto afectado, aquí con dosis de épica, pero también queda previsible, destacando las guitarras. Y el cierre es para la intensa «Tu mejor canción», en la que incorporan cuerdas pero que tampoco deja un gran poso.

Como decíamos, Elefantes se separaron en 2006 con una discografía interesante. Shuarma comenzó carrera en solitario a la par que el mundo de la música popular española se abría a la irrupción de Vetusta Morla, al salto a primera línea de Love of Lesbian, a la consolidación de Sidonie y La Habitación Roja, entre otros. El retorno en 2013 de Elefantes se encuadraría más en ese grupo más que en el Pop más mainstream, aunque de nuevo con la sensación de una especie de «tierra de nadie» que hemos señalado. Desde entonces, el ritmo ha sido constante con tres discos, sin olvidar esa gran versión del «Te quiero» de José Luis Perales, un reconocimiento merecido a uno de los grandes compositores e intérpretes de nuestro país. Recordemos que en esa versión participaban integrantes de Love of Lesbian y Sidonie. Nos quedamos con su Somos nubes blancas de 2005, en un recuerdo de un disco que sigue sonando fresco y atractivo.

 

 

El universo melancólico de Elliott Smith

En nuestra sección de recopilatorios, hoy toca acercarnos a uno que promete lo que dice el título. Y es que An Introduction to…Elliott Smith de 2010 ofrece una pequeña muestra del talento de un cantautor de carrera corta y trayectoria compleja. Catorce canciones que son pequeño muestrario de sus cinco discos de estudio y de los dos que salieron tras su fallecimiento en 2003. Pero, vayamos por el principio. Smith encarnaba el ejemplo de artista «torturado», una etiqueta que siempre se aplica a artistas con estas trayectorias, con tendencia a la depresión y a la autodestrucción vía las drogas, el alcohol, etc. Su muerte, lo más seguro un suicidio aunque nunca fue determinado claramente, supuso un gran impacto en el mundo de la música por el talento que atesoraba. Sus canciones intimistas, Folk, acústicas, con letras en ocasiones durísimas, influenciado por Dylan y comparado, inevitable y lógicamente, con un mito como Nick Drake, habían calado hondo en el mundo «indie». Sin embargo, su mayor visibilidad vino marcada por la nominación al Óscar por «Miss Misery» en 1998, perteneciente a la película El indomable Will Hunting de Gus Van Sant. Aquel año, el Óscar  la mejor canción fue para «My Heart Will Go On» interpretada por Celine Dion en Titanic. Recuerdo ver aquella ceremonia de madrugada y lo cierto es que Smith no pegaba nada allí. La carrera de Smith fue creciendo con sus discos y el tercero, Either/Or (1997) pudo ser su punto más elevado. Este hecho le llevó a fichar por DreamWorks, publicando XO en 1998 y Figure 8 (2000), todo esto en medio de una vida personal complicada. Tras su fallecimiento, en 2004 salió su disco póstumo From a Basement on the Hill que, como suele ocurrir en estos casos, alcanzó mayores ventas. Luego, en 2007 llegaría el disco doble New Moon, con canciones inéditas. Sin llegar a los niveles de un Drake o un Jeff Buckley, Smith ha sido siempre muy reconocido y recordado, aunque solo cuenta con la recopilación que comentamos hoy, publicada en 2010 por Domino. Un disco corto para ser un recopilatorio, catorce canciones que se reparten entre las cinco de Either/Or; las dos de From a Basement on the Hill, Elliot Smith de 1995, y New Moon); y una referencia del debut de 1994 con Roman Candle, de XO y de Figure 8. Sin duda alguna, esto nos permite un disco prácticamente inmaculado, lo mejor de lo mejor.

Para empezar, «Ballad of Big Nothing», una canción acústica impresionante a la que le da un toque alegre y preciosista, curiosamente. Sigue la melancólica «Waltz #2 (XO)» que se mece en un piano tremendo y en su forma de cantar, así como en sus arreglos. «Pictures of Me» es enorme, una canción Pop en la que incorpora vientos, una maravilla. «The Biggest Lie» es un tema acústico, muy Folk y minimalista, otra delicia. Y qué podemos decir de «Alameda», ese comienzo con la batería que da paso a una melancolía inconmensurable con la guitarra acústica de protagonista junto con la forma doliente de cantar de Smith. Rebaja el tono de su voz en «Beetween the Bars», acústica y sombría, que da paso a «Needle in the Hay», que sigue la misma textura aunque es una canción anterior.

La segunda mitad del disco comienza con «Last Call», una de sus mejores canciones, un tema Folk bajo la sombra de Dylan, cambiando el tono de su voz. «Angeles» es preciosa, otra canción minimalista y acústica, destacando de nuevo el tono de su voz. «Twilight», la primera de su disco póstumo, es más compleja, tiene arreglos orquestales aunque combinado con el tono acústico, siendo una maravilla, una de nuestras favoritas. Del mismo disco es también la sobresaliente «Pretty (Ugly Before)», de nuevo más Pop en los arreglos y con un piano y guitarras más contundentes. «Angel in the Snow» retorna a los sonidos más acústicos y sombríos. Y aparece «Miss Misery» aunque en una versión temprana, totalmente acústica, que fue publicada en New Moon, todavía más triste que la versión que salió cerrando la película de Van Sant. El cierre es para «Happiness» que apareció diferente en Figure 8 y que aquí se muestra en la misma línea que las anteriores, una delicia Pop que aporta una luminosidad en su sonido.

No sabemos qué habría resultado de la carrera de Elliott Smith. No cabe duda que su sonido se iba complejizando y alcanzando otras cotas, menos acústicas y Folk y más Pop, aunque casi siempre con ese tono melancólico y triste. Sirva este artículo como un homenaje para uno de los artistas más interesantes de su generación que dejó una gran huella y cuyas influencias se dejan notar en artistas coetáneos y posteriores.

 

La delicadeza de Labi Siffre

No conocía a Labi Siffre hasta que escuché en el Hoy por Hoy de la Cadena SER la canción «Watch Me» y hablaron de la serie This Is Us, actualmente en Amazon Prime y TVE, que forma parte de su interesante banda sonora. La serie, que te hace reír y llorar, mucho, es muy azucarada y sentimental pero te deja pegado a la televisión siguiendo las visicitudes de la familia Pearson, jugando con los tiempos narrativos. Pero, dejemos la serie y volvamos al «Watch Me» de Labi Siffre que suena en uno de los momentos culminantes del primer capítulo. Como he señalado, no sabía quién era Siffre y cuando comentaron esta canción en el Hoy por Hoy señalaron que era el compositor de «It Must Be Love», que años después harían propia los Madness hasta el punto de pensar que era una canción de ellos, por cierto que Wikipedia señala que el propio Siffre aparece en el vídeo de la canción. La historia de Siffre es la de esos talentos que quedan ocultos y olvidados. Tuvo su momento en la década de los setenta, cuando publicó seis discos de 1970 a 1975, incluso representó a Reino Unido en el Festival de Eurovisión de 1978. Su siguiente momento es la canción que abre la recopilación que vamos a reseñar, «(Something Inside) So Strong», una canción denuncia en 1985 sobre la situación del Apartheid en Sudáfrica. Su carrera, desde entonces, cuenta con poquísimos discos aunque su relevancia es mayor porque canciones suyas han sido cantadas no solo por Madness sino por Rod Stewart o Joss Stone, entre otros, y ha sido sampleado por Primal Scream, Fatboy Slim, Eminen, Jay Z, Kanye West, Wu-Tang Clan, etc. Por lo tanto, nos encontramos ante un interesante descubrimiento de un artista que basaba su fuerza en su delicada voz y en unas canciones Pop de bellas melodías, con producciones orquestales y con vientos pero casi siempre con la presencia de la guitarra acústica, incorporando elementos Soul, Folk y del Spoken Word. Unas canciones emocionantes que se recogen en esta recopilación de 2016 titulada It Must Be Love. The Best of Labi Siffre y que salió no en uno de los grandes sellos sino en Music Club. Veintiocho canciones que te conquistan.

El primer CD comienza con su regreso ya señalado en 1985, «(Something Inside) So Strong», canción épica y expansiva con coros góspel y que crece en intensidad. Sigue con temas como «Too Late» o «Make My Day», de sus comienzos, que son orquestales y que cuentan con la acústica. Llega luego «A Little More Line», una de sus mejores canciones que tiene un tono de Soul creciente con unos vientos fantásticos. En «I Don’t Know What’s Happened to the Kids Today» apuesta por el Folk aunque las cuerdas le llevan hacia el Pop orquestal. Fascinante es también «There’s Nothing in World Like Love», de nuevo esa combinación de vientos y cuerdas con su voz. En «Not So Long Ago» incorpora algunos aspectos de la Bossa Nova y también percusiones, mientras que «When I’m on My Own You Are on My Mind» regresa al Folk más acústico. De este primer CD también destaca la más Soul «Thank Your Lucky Star», con ese Hammond fantástico. «Bless the Telephone» retorna al Folk y crece en ese sentido «Get to the Country». «Cannock Chase» tiene un tono muy melódico, las cuerdas vuelven a quedar imponentes de nuevo. En «Blue Lady» cambia el tono, es más compleja, su voz está fantástica y la percusión le da un punto diferente. El sonido más acústico retorna con «Crying Laughing Loving Lying» aunque también hay un sonido de guitarra eléctrica que tiene un punto crepuscular.

El segundo CD comienza en un no parar. Primero, «It Must Be Love», que tiene un tono más inocente que la versión de Madness. Luego «My Song» que es una brutalidad Pop, qué sección de cuerdas. Y, finalmente, completando una triada inapelable, «Watch Me», delicadísima y maravillosa. «Somesay» es un Pop orquestal con el piano como elemento diferencial. Y en «Children of Children» es un Folk que luego deriva hacia un tono más épico con la incorporación de las cuerdas. Otra de las grandes canciones es «Entertainment Value» que comienza con un punto de Music Hall y luego deriva hacia un sonido más moderno, con esos teclados del final. «Prayer» es una canción completamente acústica y en «Let’s Pretend» se marca una canción Pop de casi de diez minutos, compleja y enorme. En esa misma línea, en un Pop que aquí se apoya en los vientos, te conquista «If You Have Faith». «I Got The» sorprende por el cambio de estilo, es de 1975 y se notan las influencias Funk y de artistas como lo que estaba haciendo Curtis Mayfield, por ejemplo, clavando una canción que luego lleva de nuevo a su Pop pero que tiene unos vientos muy de la época. Y el Funk sigue haciendo su aparición en «The Vulture». El cierre es para tres canciones ya de su etapa posterior. Primero, «Nothing’s Gonna Change», sonido ochentero, en el peor sentido de la palabra, que no acaba de funcionar. Luego, ya de 1998, «Sparrow in the Storm» que es una vuelta a sus orígenes, y la acústica «Why Isn’t Love Enough?».

Fantástica recopilación que recoge la carrera de un artista desconocido para mucha gente, entre los que me incluía. A mí me tiene fascinado.