«Freak Scene» de Richard King

La editorial Contra publicó el año pasado la traducción de Freak Scene. Los chalados e inconformistas que crearon la música independiente (1975-2005) de Richard King, consagrado al recorrido de los sellos independientes británicos que alumbraron una escena musical que ha marcado a diferentes generaciones. King también fue integrante de la misma, fundó un pequeño sello discográfico, y realiza un extenso y minucioso recorrido basado mayoritariamente en los testimonios de sus protagonistas. El libro es apasionante en varios sentidos, por una parte porque son sellos y artistas que alcanzaron una grandísima notoriedad y éxito y de los que salieron auténticos iconos de la música popular. Pero, por otra parte, no deja tampoco de mostrar las enormes contradicciones en las que incurrieron sus protagonistas, muchas de ellas derivadas de una elevada falta de profesionalidad por algunos de ellos, así como por cuestiones vinculadas a la autenticidad, la independencia y no «caer en las garras de las majors» y dejarse guiar por lo que mandaba el mercado e incluso el querer vender discos. Obviamente, todo ello en un contexto muy determinado, la escena musical británica de las tres décadas contempladas, así como su vinculación desde finales de la década de los ochenta con la escena alternativa norteamericana. Unas páginas que transmiten sonidos de guitarras pero también electrónicos, no hay que olvidar el crecimiento de esa escena desde la segunda mitad de los ochenta.

Freak Scene es un libro bien construido, sus capítulos son coherentes y tienen una evolución lineal, aunque no es menos cierto que por momentos puede ser apabullante por la cantidad de protagonistas que existen, tanto de sellos como de artistas. También en ocasiones es necesario pararse a analizar el proceso de producción y distribución de los discos, lo cual genera situaciones como las de uno de los grandes protagonistas del libro como es el mítico Rough Trade de Geoff Travis. Junto a ellos, la Factory de Tony Wilson, Mute de Daniel Miller, 4AD de Ivo Watts-Russell, Creation de Alan McGee o Domino de Laurence Bell, entre otros muchos. Sellos que, como decíamos, están vinculados a un contexto, en no pocas ocasiones muy local (Manchester, Sheffield, Glasgow y, por supuesto, Londres), y a las peripecias vitales y a las motivaciones, ambiciones, aspiraciones e inquietudes de sus protagonistas. Visionarios muchos de ellos pero también imbuidos en un mundo de excesos. Y sellos y A&R que serían sinónimo de calidad. En este proceso también tendría mucho que ver, especialmente en sus inicios, la filosofía del DIY (Do It Yoursefl / Hazlo tú mismo) heredado del Punk, así como una cierta concepción artística, aunque había de todo.

Un repaso sin concesiones a la historia de la música independiente (sí, ya sé que es una categoría muy vilipendiada) con destacada presencia de bandas como Joy Division, New Order, The Smiths, Cocteau Twins, Echo & The Bunnymen, Depeche Mode, Pixies, The KLF (uno de los mejores momentos sin duda alguna de todo el libro), el BritPop (que sale bastante mal parado, la verdad), Primal Scream, Pulp, The Strokes, The White Stripes, The Libertines, Franz Ferdinand y Arctic Monkeys, momento en el que termina el libro cuando la industria musical ha entrado en una crisis sistémica que se menciona. Y todo ello también con las majors tratando de aprovechar el tirón bien sea a través del fichaje de estos artistas y bandas o bien creando escenas que «inflaban» el mercado. Aunque está crítica también se hace extensiva a las propias indies en algunos momentos, a través de algunas decisiones que tomaron complicadas. Y también se presenta de manera crítica el papel de los medios de comunicación británicos, especialmente revistas como NME Melody Maker, aunque se pone en valor la figura de John Peel, el mítico DJ de la BBC.

https://www.youtube.com/watch?v=frIUgilfsWA

Freak Scene se disfruta bastante y ayuda a entender las luces y sombras de esa escena «indie», al fin y al cabo parte de nuestra socialización musical viene de ese ámbito. Aunque reconoce el valor de la misma, se agradece que King no entre en procesos de mitificación o en lecturas hagiográficas, al contrario.