«Abbey Road», la última grabación de The Beatles

Curiosamente, en Los Restos del Concierto no hemos escrito nunca, o casi nunca, de The Beatles. Siempre les hemos tenido un enorme respeto y, la verdad, abrumaba enfrentarse a obras maestras que están comentadas, analizadas y diseccionadas, así que tampoco te lanzabas a recordar por ejemplo el aniversario del Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band (1967) hace un par de años, que genero una ingente cantidad de artículos y reseñas. The Beatles siempren han estado ahí, nunca dejarán de hacerlo. Sus canciones nos acompañan siempre, lo que hicieron no tienen parangón y su influencia sigue presente. Su historia, sus personalidades, su impacto, etc., han sido analizados y expuestos por activa y por pasiva. Y llega en este momento el cincuenta aniversario del penúltimo disco de estudio de la banda, último que grabaron, antes de su dolorosa separación. Abbey Road (1969) fue una de sus obras maestras, de tantas, cuando las relaciones entre John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr estaban ya rotas. Tirando de tópicos, fue «el canto del cisne» o el «vamos a hacerlo, una vez más», que dejó un disco de diez. Y es que The Beatles habían ido encadenando disco tras disco una cima. Si con el Sgt. Peppers habían revolucionado la música (más todavía), con The Beatles (The White Album) (1968) demostraron lo que eran capaces de avanzar, aunque en un entorno entre ellos cada vez más viciado, y con Abbey Road aportarían un último clásico. Antes, había habido tiempo para la banda sonora de Yellow Submarine (1969)un divertimento muy psicodélico del que nunca podremos olvidar ese vídeo de la canción que da título al disco, compuesto por Starr. Luego llegaría Let It Be (1970), un peldaño inferior a Abbey Road, pero esa es otra historia.

Lennon, McCartney, Harrison y Star regresaban con su productor de siempre, George Martin, ya que en las sesiones que darían lugar a Let it Be habían contado con Phil Spector. Abbey Road ya te gana desde la icónica portada, una de las más importantes de la Historia de la música popular. La fotografía de los cuatro Beatles en el paso de cebra de Abbey Road, en las afueras de los estudios EMI, fue tomada el 8 de agosto de 1969 por Iain Mcmillan y su composición, encuadre, disposición e incluso la vestimenta de los cuatro beattles dicen mucho. Caminan con paso firme, como si fuesen a algo de suma importancia, van decididos, no dudan. Lennon encabeza el grupo, de blanco totalmente, es el más decidido, tiene las manos en los bolsillos, va más erguido, desafiante incluso. Starr viste un traje negro sobrio, lleva corbata, su rostro de trasluce serio. McCartney va más desaliñado, va descalzo (lo que sirvió para alimentar aquella delirante teoría de que estaba muerto), lleva traje pero desabrochado y sin corbata, un cigarrillo en la mano y más relajado que sus antecesores. Y Harrison es el que viste de manera más informal, pantalón y camisa vaqueras, cierra el grupo con gesto también trascendente. Las fotografías interiores, que no pertenecen a la misma sesión, muestran a unos Beatles serios, en una de ellas se permiten sonreír, parece que les han pillado en un descanso, pero Harrison siempre muestra una imagen muy seria, incluso en alguna de las imágenes parece pensar «¿qué hago yo aquí?», y es que Harrison había tenido ya encontronazos por su lugar en la banda. No había mucho tiempo para más, The Beatles ya estaban en su tramo final.

Musicalmente, el disco es un clásico incontestable como hemos señalado. Están todas las señas de identidad de los de Liverpool, tiran de sus estilos y es un trabajo muy maduro. La segunda parte está compuesta por un fantástico medley de pequeñas canciones en su duración pero grandes en su calidad. McCartney aporta siete canciones, Lennon cinco (aunque en una de ellas aparecen también contribuciones de McCartney y Harrison), Harrison dos, Starr hace su contribución, y los cuatro comparten la autoría de «Carry That Wheight» mientras que los tres primeros realizan «Because». Como ya ocurría en el disco blanco, se notan las diferentes visiones musicales de la banda, hay un estilo propio en el que iban profundizando.

«Come Together» (Lennon) abre el disco. No se puede decir nada de este clásico, una canción oscura, anticipada a su tiempo, el sonido del bajo y la forma de cantar de Lennon, una canción muy rockera en la línea que seguiría Lennon en solitario. Hablar de «Something» (Harrison) es hacerlo de otra barbaridad, Harrison reclamaba más protagonismo en la composición y con «Something» daba una lección, una melodía inmensa, creciente y nostálgica, apoyada en la orquestación y la producción de George Martin. La mirada al pasado es para «Maxwell’s Silver Hammer» (McCartney), el Music Hall siempre había estado presente en algunas composiciones de la banda, y aquí McCartney crea un ritmo juguetón. Y en «Oh! Darling» (McCartney) tira de los orígenes del Rock & Roll a través de una intensa canción de Doo Wop, muy de los cincuenta y con una interpretación de McCartney soberbia. «Octopus’s Garden» (Starr) es el turno de Ringo Starr, una canción también juguetona y divertida, que también tiene el sabor añejo del Music Hall. Una de las canciones más conseguidas del disco (todas, pero esta no es tan conocida popularmente) es «I Want You (She’s so Heavy)» (Lennon), casi ocho minutos de una canción más compleja y con una clara influencia del Blues aunque en el tramo final de la canción también adopta un punto más progresivo, y es que Lennon estaba marcando en parte el terreno en el que se desenvolvería.

La segunda parte comienza con la otra gran barbaridad de Harrison, «Here Comes the Sun», deliciosa y optimista canción Pop muy influenciada por la luminosidad de los sonidos que venían de California y otros lugares. En «Because» (Lennon, McCartney, Harrison) cantan los tres compositores, es una canción minimalista, la música queda en un segundo plano frente a las armonías de sus voces. Y llega el turno del medley, ocho canciones que comienzan con la más larga, «You Never Give Me the Money» (McCartney) que dura cuatro minutos, nostálgica en su inicio, con esa forma de cantar de McCartney, solo acompañado por el piano, para dar paso a la exaltación y la festividad con claras influencias de nuevo del Music Hall. En «Sun King» (Lennon, en colaboración con McCartney y Harrison) retoman la línea armónica y melódica de «Because». «Mean Mr. Mustard» (Lennon) es más rockera  y «Mean Mr. Mustard» (Lennon) apuesta por unos sonidos más psicodélicos típicos de esos años. «She Came in Through the Bathroom Window» (McCartney) sorprende porque McCartney se transmuta en Lennon para crear una breve canción aguerrida y muy rockera. En «Golden Slumbers» (McCartney) retornan a la melancolía, McCartney se apunta a la pausa y va creciendo a medida que avanza el tema, destacando de nuevo la producción orquestal, con McCartney casi desgañitándose al final. En cuanto a «Carry the Wheight» , es una canción de los cuatro y tiene un tono festivo y de celebración, con los cuatro a los coros y con un punto melancólico por lo que se veía venir, el fin de la banda. Y es que «The End » (McCartney) es un cierre muy potente, la batería de Starr se impone, las guitarras son poderosas, pero el final es absolutamente melancólica. Y llega la canción escondida de McCartney, «Her Majesty», que interpreta él solo con su guitarra, veintitrés segundos que rezuman de fondo el toque del Music Hall.

Fue casi el punto final de The Beatles, al menos su última grabación. The Beatles habían quemado etapas a tal velocidad que nadie lo volvería a hacer de forma similar. No hay nada más que decir de ellos, sólo disfrutar de sus canciones y discos.