Lo de Wilco en el Azkena 2019

Vitoria-Gasteiz (Álava), Azkena 2019, 22 de junio de 2019

Nueva edición del Azkena y allí que nos íbamos el sábado 22 de junio para ver a Wilco, aunque nos dio rabia no disfrutar de The B-52’s el viernes 21, a todo no llegamos. Pero teníamos anotados a Wilco desde el 22 de junio de 2018, cuando antes del concierto de Van Morrison anunciaron por las pantallas del festival que Wilco eran la primera confirmación de 2019…casi nada. Anotado quedó y allí estábamos, de nuevo en Mendizabala, aparcando lejos, contentos de otro año en Vitoria y van…van muchos desde aquel lejano 2004 y el fiasco de Ryan Adams pero el descubrimiento de Josh Rouse, el conciertazo de Mark Lanegan o el sabor que dejaron Fun Lovin’ Criminals y Urge Overkill, entre otros. Pero vamos al presente, que de la nostalgia no se debe vivir. Edición de 2019 y Wilco como gran reclamo. Allí estábamos Javi Castro y yo a las 19:00 horas tras el viaje de rigor desde tierras riojanas. El mismo perfil que todos los años, caras conocidas, y camisetas que delataban a lo que iba la gente a ver, muchas de The Cult, repetían con respecto a 2017, y también de Corrosion of Conformity y Pantera. Muy pocas de Wilco aunque estaba claro que mucha gente estaba allí por los de Chicago.

Llegamos a Mendizabala a punto de ver a Tesla. Los californianos fueron de la segunda línea del «Hair Metal» de finales de los ochenta, junto a gente como Mr. Big y compañía, aunque sonaron mucho y colocaron algunas baladas como «Love Song» y «Paradaise». Tesla pueden aparecer como una algo que no encaja con los tiempos pero, qué queréis que os diga, lo pasamos de miedo con Jeff Keith, Frank Hannon y los suyos. Guitarras y poses de la época, con un Keith muy en forma y con un Hannon fantástico junto a Dave Rude a las guitarras. Aceleraron en el show, dejaron de lado las baladas (muy pocas aunque sí «Love Song») y nos hicieron disfrutar con esos sonidos ochenteros que fueron barridos por el Grunge. Y versión incluida de «Blackbird» de The Beatles, entre otras.

Había que desplazarse al otro escenario para ver a Neko Case, una de las grandes voces del Country-Folk alternativo. Somos muy de Neko Case, y de The New Pornographers en el que colabora, pero ya veíamos que aquello no iba a funcionar al ver la ausencia de la batería en el escenario…Case salió acompañada de tres músicos y dio un concierto que no encajaba con el lugar ni el tipo de festival. Que Neko Case es brillante, sin duda, que aquel no era su sitio, también. Nosotros no estuvimos mucho rato pero no fuimos los únicos, aquello era un desfilar de gente hacia otros lugares, Corrosion of Conformity en el tercer escenario o cenar para pillar sitio para Wilco, que fue nuestra opción.

Wilco podrán gustar más o menos, podrán ser más o menos aburridos, podrán no tener un hit (a diferencia de Jack White con The White Stripes o The Black Keys), les pasa lo mismo a The National, pero son tremendos. Su concierto en Azkena 2019 es una barbaridad y nos supo a poco porque se salieron. Más allá de la mirada del fan, que lo soy, aquello fue una locura. Jeff Tweedy comandó a los suyos a poco más de hora y media de concierto en el que no dejaron títere con cabeza, y perdón por el tópico. El siempre fiel John Stirrat marcaba el tempo al bajo; Glenn Kotche hacía una exhibición de contundencia a la batería; Mikael Jorgensen dominaba los teclados desde los que iba incorporando sonidos a las canciones de la banda; Pat Sansone desempeñaba el rol de multinstrumentista, de las guitarras eléctricas y acústicas  a los teclados pasando por la percusión; y Nels Cline…luego hablamos de lo que hizo en «Impossible Germany», entre otras cosas.

Wilco centraron su concierto en el Yankee Hotel Foxtrot (2002) y en el A Ghost Is Born (2004), quedaron fuera The Whole Love (2011) y Schmilco (2016). Comenzaron con «Handshake Drugs» y ya fue un no parar, siguieron con la muy celebrada «I Am Trying to Break Your Heart» y «War on War» que precedió a una muy coreada «I’ll Fight». No daban descanso y «Misunderstood» nos llevó al Being There (1996). Por el camino cayeron también «Laminated Cat» de Loose Fur, la banda que hicieron Tweddy, Kotche y Jim O’Rourke, que dio paso a dos temas del trabajo con Billy Bragg sobre las letras de Woody Guthrie, los Mermaid Avenue (1998 y 2000), donde sobresalió «California Stars». El tramo final nos trajo el «Impossible Germany», uno de los momentos más celebrados en el que Cline nos puso la carne de gallina con un demoledor solo que llevó al público a otro estadio. Fue un momento tremendo, muy difícil de olvidar, pero Wilco seguían con sus cartas y nada mejor que «Jesus Etc.» y «Hate It Hate» para mantener la emoción. Una pena que del Summerteeth (1999) sólo cayese «I’m Always in Love». Se iba cerrando el concierto, «Heavy Metal Drummer» se convertía en otro de los grandes momentos del concierto; «I’m Am the Man Who Loves You» y «Random Name Generator» y «The Late Greats» cerraron un show que nos impresionó y que nos pareció de los mejores que hemos visto en Azkena.

Exhaustos con Wilco, la siguiente parada era para el tercer escenario con Morgan. Vale que Morgan es una de nuestras debilidades, pero es que en Azkena demostraron lo que tienen, y eso que Carolina de Juan, Nina, no parecía tener su voz en las mejores condiciones pero fue de menos a más y se salió junto a una banda que es espectacular. Paco López se salió en las guitarras e hizo de voz de apoyo de Nina; David Schulthess «Chuches» encandiló a los teclados; y la sección rítmica con Alejandro Ovejero al bajo y Ekain Elorza a la batería estuvieron a la altura. Fueron de menos a más, con sus canciones de North (2016) y Air (2018), con la crepuscular «Planet Earth» y con la dinámica «Blue Eyes» como comienzo; emocionaron con «Sargento de Hierro» y con «Home»; nos pusieron a bailar con «Flying Peacefully». Y en el cierre se salieron con «Thank You; con «Another Road (Gettin’ Ready)», donde intercalaron «Lose Yourself to Dance» de Daft Punk (¡maravillosos!); y fue brutal una «Marry You» en la que Nina sacó todas sus fuerzas. Y dejamos por el camino «Work», la emocionante versión de «The Night The Drove Old Dixie Down» de The Band; «Praying» y «Attemping».

No hubo tiempo para más, no vimos a The Cult con su recreación del Sonic Temple (1989), una lástima porque estábamos reventados, pero nos hubiese gustado ver de nuevo a Ian Atsbury y Billy Duffy defender «Eddie (Ciao Baby)», «Sweet Soul Sister» y «Fire Woman», entre otras, y no sonaban mal a lo lejos, y las crónicas los defienden, pero no dábamos más de sí.

Azkena 2019 será el año en el que vimos a Wilco por primera vez y no sólo cumplieron las expectativas sino que las superaron. Acertaron los organizadores en sus cabezas de cartel, y lo decimos tanto por el 21 como por el 22. Una gozada y un lujo regresar a Azkena un año más, no nos falléis.

 

Wilco inciden en la experimentación con «A Ghost Is Born»

¿Qué haces cuando has pasado por un calvario para publicar tu gran obra maestra y has convencido a la crítica hasta el punto de señalar tu disco como uno de los mejores de todos los tiempos? Eso es lo que les pasó a Wilco con Yankee Hotel Foxtrot (2001) en el que hacían evolucionar su sonido hasta nuevos estadios. Del «Americana» a una mayor experimentación, pasando por el Power Pop del ya reseñado Summerteeth (1999), Wilco estaban en ese momento en el que los focos estaban sobre ellos. Jeff Tweedy iba configurando la formación que sigue vigente en la actualidad y Jay Bennett había protagonizado una traumática salida de Wilco. El nivel, y las expectativas, estaban por tanto muy elevadas y Wilco entraron en el estudio con Tweedy, Mikael Jorgensen John Stirratt, Glenn Kotche y Leroy Bach. Este último dejaría la banda y justo en 2004 entrarían Nels Cline y Pat Sansone, aunque ninguno participaría en el nuevo disco. Con Jim O’Rourke (Sonic Youth, Stereolan, Smogd, etc.) apoyando en la producción, ya había participado en las mezclas de Yankee Hotel Foxtrot, y con Tweedy asumiendo de nuevo el mayor peso compositivo, Wilco alumbraron en 2004 en más ruidista y experimental A Ghost Is Born, un digno sucesor de Yankee Hotel Foxtrot pero alejado de su altura. Sin duda alguna, es un trabajo que buscaba continuar la senda afianzada con su obra cumbre pero también puede ser interpretado como un punto de llegada ya que, a partir de ese momento, Wilco no se embarcarían en otra propuesta tan arriesgada. Además, tampoco Tweedy estaba en su mejor momento, coincidiendo con sus problemas de adicción a los tranquilizantes por las migrañas que sufría, llevándole a rehabilitación unos meses antes de la publicación de A Ghost Is Born.

Wilco comienzan el disco con un tema de diez, «At Least That’s What You Said», una canción que comienza de forma lenta, como queriendo coger el testigo del trabajo anterior, pero que luego crece con el piano estridente y las guitarras más melódicas. En «Hell Is Chrome» la apuesta es más por la melodía con el piano de nuevo como protagonista, la voz de Tweedy juega con diferentes matices y las guitarras son punzantes. «Spiders (Kidsmoke)» es otra de las cimas del disco, una canción más rockera que va creciendo en intensidad hasta desparramarse por encima de los diez minutos, y con un bajo incesante que marca el ritmo. «Muzzle of Beas» comienza con Tweedy de fondo y luego va creciendo, dándole de nuevo valor al piano, con un final marcado por el solo de guitarra, aunque no deja de ser una canción más plana. A continuación, «Hummingbird» se muestra más sinuosa pero evoluciona hacia sonidos más cercanos incluso al Music Hall en una vertiente más Pop (¿The Kinks?). Por su parte, «Handshake Drugs» apuesta más por la línea del disco, Tweedy casi frasea, queda su voz en un segundo plano para darle más protagonismo a las guitarras especialmente.

La segunda parte comienza con «Whisful Thinking», una canción que parece que quiere crecer pero a la que le cuesta arrancar y creo que no consigue avanzar.»Company in My Back» casi cae en el mismo vicio, aunque tiene un punto más melódico que la sitúa un punto por encima. Pero Wilco te ganan con la efervescente «I’m a Wheel», se dejan de experimentaciones y hacen una canción muy rockera, acelerada y urgente, con unas guitarras poderosas. Sin duda alguna, una de las mejores canciones del disco, junto con la siguiente, «Theologians», también de tono Pop, el «Jesus, Etc.» de este disco, que un piano fantástico de nuevo. Toda la banda firma la muy experimental «Less Than You Think», quince minutos de canción que se expande y se hace larga, muy larga, que cuenta con diferentes estadios y que finaliza consagrada al ruidismo. Para cerrar, una vuelta a una canción más convencional como es «The Late Greats», más melódica y con unas guitarras destacadas de nuevo.

Como decíamos al comienzo, Wilco tenían difícil su siguiente paso pero acertaron, llevaron posiblemente la parte experimental más allá y se plantaron. Justo después del disco, se darían los cambios en la formación ya señalados, conformando los Wilco que han llegado hasta la actualidad. El siguiente paso sería el recomendable Sky Blue Sky (2007), para mí una de sus obras cumbres, en el que volvían a sonidos más vinculados a sus orígenes del Country Folk. A Ghost Is Born es un disco a reivindicar, cuenta con varios excesos, pero también con algunas de las mejores canciones de Wilco, una de las mejores bandas de las tres últimas décadas.

Wilco comienzan a cambiar de rumbo con «Summerteeth»

Cuando quedan menos de dos meses para que Wilco actúen en el Azkena (22 de junio), la banda de Jeff Tweedy sigue acumulando efemérides en su excelsa discografía y ahora le toca el turno al vigésimo aniversario del sobresaliente Summerteeth (1999). Vale, de acuerdo, la obra maestra de Wilco siempre será considerado el clásico Yankee Hotel Foxtrot (2001), todo un hito por lo que supuso en su cambio de sonido y por su calidad, pero no creo que me equivoque mucho en considerar a su tercer disco, Summerteeth, como la otra gran obra maestra de Wilco. Es un disco que supone un cambio de rumbo, un disco que va dejando en un segundo plano los sonidos más de raíces que eran predominantes en A.M. (1995) y en el sobresaliente Being There (1996), aunque aquí también había cambios, para dejar paso a sonidos más del Power Pop y del Pop (ecos de The Beatles y de referencias californianas), más psicodélicos y también comenzaban a apreciarse ciertos gustos por la experimentación. En aquellos momentos, Wilco eran un cuarteto con Tweedy a la cabeza y Jay Bennett como segunda cabeza visible, junto a John Stirratt (único integrante de Wilco junto a Tweedy desde 1994) y el batería Ken Coomer que también había estado en Uncle Tupelo. Por aquellos años, Wilco también estaban inmersos en los discos Mermaid Avenue junto a Billy Bragg, en los que pusieron música a las letras encontradas de Woody Guthrie, lo que les dio un importante reconocimiento de la crítica. Pero volvamos a Summerteeth, disco que sería compuesto mayoritariamente por Tweedy y Bennet, una relación que no acabaría precisamente bien, y que firmarían uno de los grandes discos de la banda de Chicago.

El comienzo es tan apabullante que no te deja respiro, iniciándose el disco con «Can’t Stand It», una canción que gira hacia el Power Pop y con una fuerte presencia de los teclados; siguiendo con la no menos destacada «She’s a Jar», un medio tiempo excelso, con Tweedy frasesando prácticamente al comienzo y con cuerdas y armónicas incluidas; y siguiendo con «A Shot in the Arm» que a mí me recuerda a The Beatles, de nuevo apoyándose en el piano y en las cuerdas. No dejan esa senda con «We’re Just Friends», muy orquestal, y se adentran en los efectos y algunos elementos más ruidistas, aunque no muy estridentes, en la también destacada «I’m Always in Love». Suben la apuesta, y ya estaba alta, con la brutal «Nothing’severgonnastandinginmyway (again), una de mis canciones favoritas de Wilco, en la que hacen una canción perfecta de Pop con un estribillo que se te clava. En «Pieholden Suite» rebajan el ritmo, regresan a la orquestación junto al piano como protagonista siendo una canción más compleja en la que realizan varias mezclas de estilos y acaban con unos vientos finales. «How to Fight Loneliness» es una canción preciosa, con un un gran tempo y que se ve elevada por la forma de cantar de Tweedy. Y «Via Chicago» es otra de nuestras favoritas, sutil y elegante, nostálgica y melancólica, de lo mejor que ha escrito Tweedy nunca.

«ELT» insiste en la senda del Power Pop pero con tintes más roqueros y en «My Darling» siguen jugando con los sonidos más Pop, con el piano como protagonista de nuevo y con una mayor presencia de los coros. «When You Wake Up Feeling Old» es otra de nuestras canciones favoritas del disco y de la trayectoria de Wilco, aquí se acercan más a sonidos californianos de finales de los sesenta y la sombra de Brian Wilson y sus Beach Boys está presente. «Summer Teeth» no deja el tono del disco pero es una canción que crece en complejidad y que va anticipando matices que se harán más presentes en unos pocos años en el sonido de Wilco. «In a Future Age» es una canción más intimista, con una instrumentación menor y que va in crescendo. El disco tenía tres canciones escondidas, bueno, «23 Seconds of Silence» es lo que dice el título. Por un lado, «Candyfloss» es de nuevo una canción Pop y cierran con una remezcla un tanto acelerada de «A Shot in the Arm».

Tras este disco, las tensiones en la banda se intensificaron y también hubo choque creativo entre Tweedy y Bennett, cuya deteriorada relación se reflejaba en el documental sobre la banda I’m Trying to Break Your Heart: A Film About Wilco (2002). La situación del Yankee Hotel Foxtrot, con Reprise negándose a publicarlo, tampoco contribuyó a que la situación de la banda fuese la más ideal, Coomer la dejaría en 2001 y Bennett sería expulsado en 2002, aunque los dos aparecen acreditados en el Yankee Hotel Foxtrot, Bennett incluso como integrante todavía de Wilco, aunque todas las canciones ya las firmaría Tweedy en solitario. Bennett fallecería en 2009 aunque su legado permanece en la primera etapa de Wilco. A partir de 2002, con el Yankee Hotel Foxtrot, la banda entraría en otra dimensión, e iría asentando su formación definitiva hasta la actualidad. Mientras tanto, Summerteeth es un disco tremendo, un clásico que no ha perdido ninguna vigencia, en el que Wilco fueron dejando de lado los sonidos más de raíces. Además, nunca sonaron Wilco tan luminosos. Y es que Wilco hay unos cuantos y nunca defraudan.