Margo Price, «That’s How Rumors Get Started»

La música de raíces norteamericanas, la que aúna el Country, el Folk y el Rock, además de otras influencias, siempre nos da alegrías. Además de los nombres más consolidados, la nómina suele ampliarse y las voces femeninas son algunas de sus máximos exponentes. Además de las veteranas, Lucinda Williams sacó disco este año, otras como Nikki Lane o Kacey Musgraves irrumpen, o hay gente que se consolida como Lydia Loveless, que ha anunciado disco para este mes de septiembre. En esa lista aparece Margo Price, radicada en Nashville y que ha publicado su tercer largo, el muy recomendable That’s How Rumors Get Started. Price comenzó en la factoría de Jack White, Third Mand Records, publicando allí sus dos primeros discos en 2016 y 2017, de tono mucho más Country por lo que señalan las crónicas. Su nuevo disco ya no sale en la disquera de White y cuenta con el siempre interesante Sturgill Simpson a la producción lo que ha implicado una nueva dirección en su música. Autora de sus canciones, buena parte de ellas compuestas junto a su pareja Jeremy Ivey, Price se adentra en sonidos más Rock con una clara vinculación con el trabajo de Stevie Nicks, como se ha señalado en no pocas críticas, con Tom Petty & The Heartbreakers, y yo veo también algunos toques de Sheryl Crow y de Sussana Hoffs, incluso en este último caso con un timbre de voz muy parecido. En el disco participan el gran Benmont Tench, teclista de los Heartbreakers, y el bajista Pino Palladino, entre otros músicos.

El comienzo es para una gran «That’s How Rumors Get Started», una canción con un punto melancólico que contrasta con la luminosidad de la voz de Price y en el que el piano suena fantástico dando lugar a un medio tiempo ascendente. «Letting Me Down» es mucho más rockera aunque el tono es similar y se da una mezcla entre Hoffs y Petty. «Twinkle Twinkle» es una canción más dura, y cruda, en la que se nota la influencia del último disco de Simpson, aquí con un riff de guitarra poderoso. Luego llega «Stone Me» que es más melódica, del Country Rock, un medio tiempo melancólico que sigue, de forma más lograda, en «Hey Child» donde el piano es de nuevo protagonista.

La segunda parte se inicia con «Heartless Mind» donde el sonido de las guitarras se podría encajar en algunas de las composiciones de Tom Petty & The Hearbreakers. «What Happened to Our Love?» adopta un tono más crepuscular, especialmente al comienzo de la canción, y se mueve entre la contención y el «in crescendo» del tramo final. En cuanto a «Gone to Stay», es un medio tiempo Rock ascendente mientras que «Prisoner of the Highway» es una canción Country Rock más canónica a la que incorpora coros del Góspel. El cierre es para una de las mejores canciones de todo el disco, «I’D Die for You» que incide en un tono crepuscular que aparece en el disco en otros momentos y en la que canta de forma fantástica.

Notable alto el tercer disco de Margo Price que nos sumerge de nuevo en los sonidos del Country Rock norteamericano y que te va conquistando con las escuchas.

 

 

«A.M.», el debut de Wilco

En 1994, a Jeff Tweedy se le había truncado la carrera que llevaba con Uncle Tupelo. Con Jay Farrar, Uncle Tupelo habían llegado demasiado pronto al auge del Americana. Cuatro discos seminales en la primera mitad de los noventa dominados por el Grunge, debutando con No Depression (1990). Pero ya contó Tweedy cómo era la relación con Farrar en su autobiografía y cómo finalizó Uncle Tupelo. Farrar se fue para formar Son Volt y Tweedy se inventó Wilco, el resto es Historia. Pero todo relato tiene un comienzo y en el caso de Wilco es este A.M. del que se cumplen veinticinco años. Con un sonido de Country Pop pero ya con sonidos de Power Pop incorporados, Tweedy seguía llegando pronto, aunque para su gran momento tendría que dar algunos giros de volante. Para la primera encarnación de Wilco, Tweedy contó con el fiel John Stirratt al bajo, y ahí sigue; Ken Commer a la batería; Max Johnston como multinstrumentista y Brian Henneman en las guitarras. Seguramente, con todo lo que han hecho Wilco en un cuarto de siglo, A.M. puede sonar como un disco «menor», y que es superado por el Being There que le sucedería solo un año después. Pero A.M. es un disco notable en el que Tweedy se muestra libre y desatado por momentos.

Comienza con la joya que es «I Must Be High» donde ya apunta maneras con esos ribetes Pop que luego desarrollaría en otros discos. «Casino Queen» es una canción fantástica de Country Rock, violín incluido, y con Jeff desatado a la voz, junto con esos coros del estribillo tan divertidos. En «Box Full of Letters» vuelve al comienzo del disco aunque es más rockera, pero igual de eficiente. Y en «Shouldn’t Be Ashamed», Tweedy canta de maravilla en un medio tiempo creciente. «Pick Up the Chance» ahonda en el Country Folk a través de otro medio tiempo. «I Thought I Held You» sigue en esa línea pero de forma más ortodoxa aunque hay una melodía Pop pero también incorpora instrumentos más tradicionales como el banjo y el pedal steel. La primera parte del disco se cierra con la más tradicional «That’s Not the Issue».

«It’s Just That Simple» es una canción de Stirrat que canta él de forma doliente, un tema lento e intenso. «Should’ve Been In Love» es otro de los temas más destacados del disco, tono melancólico con guitarras acústicas y con una melodía que te atrapa. Vuelven a los sonidos más tradicionales y ortodoxos del Country Folk con «Passenger Side» que no abandona el tono melancólico. Más intimista y acústica es «Dash 7» y muy ambiental es el medio tiempo Country «Blue Eyed Soul». Enlazando con esta última llega «Too Far Apart» en la que las guitarras eléctricas toman un protagonismo mayor.

Wilco todavía pugnaban por tomar una dirección, y ya había indicios que mostraban que lo harían por varias vías, aunque aquí primaba el Country Folk. Tweedy y compañía todavía tendrían que andar varios caminos y pronto lo harían con gente como Jay Bennett que, aunque no estuvo en la grabación del disco, ya se incorporó a la banda en 1995. Siempre es una gozada recuperar los primeros discos de Wilco que transmitían mucha frescura.

 

The Black Lips, «Sign in a World That’s Falling Apart»

Son The Black Lips una de esas bandas que siempre aparecen en las revistas que seguimos y a las que no habíamos prestado mucha atención. Abanderados del «Garage Rock», aunque abiertos a otras influencias, a los de Atlanta parece que les ha faltado como un salto para conseguir una mayor notoriedad más allá de los círculos especializados y de la crítica. También es una banda que ha sufrido cambios de formación, de hecho se mantienen Core Alexander y Jared Swilley. Con Sign in a World That’s Falling Apart, otro título premonitorio a más no poder, hacen un ejercicio de estilo hacia el Country Rock y sus derivadas y les sale un discazo. Porque nos encontramos ante un trabajo que va entrando y que cuenta con canciones maravillosas. Combinándose los cantantes principales, hasta cuatro de los integrantes lo hacen, hay de todo, como si estuvieses saliendo de un bar del Sur de Estados Unidos. Un disco que parte de una portada indescriptible, toda una declaración de intenciones como se puede ver.

El comienzo es para «Hooker John», un Country muy «arrastrado» en la peculiar voz de Alexander que le da un tono muy curioso. Luego llega «Chainshaw», una canción más canónica en la que el «pedal steel» toma protagonismo y se convierte en una de las canciones más destacadas del disco. Por encima de ella queda «Rumbler» que apunta más hacia el Folk pero sin dejar el Country. En la línea más tradicional se mantiene «Holding Me» que mantiene el nivel en lo más alto. «Gentleman» es más coral en las voces y se acerca sin duda alguna al estilo que imprimieron los Rolling Stones cuando se acercaron a estos sonidos. «Get It on Time» es una versión de un tema de la Velvet Underground, por primera vez meten la pausa, tiene un tono más acústico y unos coros de marcado tono espiritual.

La segunda parte se mantiene en lo más alto. Primero con «Angola Rodeo», de nuevo con la sombra de The Rolling Stones, una canción más rockera con saxofón destacado y con el teclado dándolo todo, una de mis canciones favoritas. En «Georgia» retornan al Country pero aquí el modelo es Johnny Cash, sonido más épico con esa vinculación al paso del ferrocarril. Sorprende «Odelia» porque, por momentos, me recuerda a The Kinks, aunque con el Country Folk por bandera. «Dishonest Man» es una canción del Rock & Roll de los cincuenta y en «Locust» se lanzan a un sonido más moderno pero que luego avanza hacia un Country más cósmico y galáctico, quedándoles precioso. En el cierre, «Live Fast Die Slow», la voz corresponde a Alexander de nuevo, lo que le da un tono muy de bar.

Fantástico disco de The Black Lips, uno de los que más me ha gustado de esta primera parte del año. Como hemos comentado, aunque el Country domina todo el disco, las otras influencias, especialmente las stonianas, también quedan fantásticamente.