«Johnny Cash» de Robert Hilburn

Llega la traducción de la biografía de Johnny Cash escrita por el veterano periodista Robert Hilburn y que lleva por título el nombre de uno de los grandes mitos de la música norteamericana. Publicada por Es Pop, Hilburn ahonda profunda y largamente en la vida de Cash aunque no lo hace de forma indulgente sino que también se centra en las sombras y dobleces del mito. Hilburn, que fue el único periodista presente en el mítico concierto de Cash en la prisión de Folsom y que dio lugar a uno de sus discos más clásicos, no ahorra muchos detalles y nos muestra a un Johnny Cash en todas sus dimensiones, no solamente en las que construyen el mito basado en los valores de la honestidad y el «sueño americano» y en la estructura de auge-caída-redención tan apreciada y celebrada por la sociedad norteamericana. Recordemos que las nuevas generaciones llegaron al «Hombre de Negro» a través de los célebres American Recordings con Rick Rubin, que ocupa el último tramo del libro, el vídeo de la versión de «Hurt» y la película Walk the Line (En la cuerda floja) (2005) de James Mangold con Joaquin Phoenix en el papel de Cash y Reese Whitherspoon en el de June Carter, centrada en su historia de amor y presentando a June como salvadora de Cash, junto a una mayor inmersión en los valores más cristianos. Sin embargo, la vida y trayectoria de Cash da para mucho, muchísimo más. Hilburn se basa en numerosas fuentes secundarias pero también en entrevistas con el propio Cash, familiares y otros acompañantes en la vida de Cash, lo que da lugar a un mosaico de testimonios.

Por el lado positivo, y con Hilburn reconociendo su admiración por Cash, aparecen los orígenes muy humildes de su vida en Dyess (Arkansas) y cómo Cash sobresale en el mundo de la música lo que le lleva a Memphis y al mítico Sun Records de Sam Phillips en el momento de expansión del Rock & Roll con Elvis Presley. Cash se ganará un hueco importante junto a Grant Marshall y Luther Perkins como acompañantes y con canciones como «Walk the Line», «Hey Porter», «Cry, Cry, Cry!», etc. De allí pasa a Columbia pero su carrera, y su vida personal, se verá determinada por su adicción a las anfetaminas y otras sustancias. En los sesenta, Cash se convierte en un mito diversificando su estilo y grabando en las prisiones de Folsom y San Quintín, llegando su momento de redención y de una espiritualidad más profunda. En esos momentos, nos presenta a un Cash con esa figura prototípica de «outlaw» y su vinculación con los más desfavorecidos y las víctimas del sistema, para los que y sobre los que cantó, desde los presos hasta los obreros y jornaleros del campo, pasando por los ferroviarios, los nativos americanos, etc. La fama creció con su programa de televisión en la ABC durante varios años pero, a partir de los setenta, asistimos a un profundo declive en ventas y de inspiración, discos insípidos que el propio Hilburn valora muy negativamente, mientras que Cash se sostiene con sus giras, tocando por todos los sitios. Sin embargo, Cash se verá superado por nuevas figuras emergentes en el mundo del Country, como Willie Nelson o su amigo Waylon Jennings, con los que grabaría junto a Kris Kristoffersson en The Highwaymen, pero que tampoco serviría para relanzar su carrera. Además, Cash volvería a recaer en sus adicciones en otras ocasiones. La redención definitiva llegará de la mano de un Rick Rubin que le grabará para su sello desde American Recordings (1994), tras haber sorprendido por su colaboración en el Zooropa (1993) de U2 con «The Wanderer» que ya comentó en su día Javier Castro al hablar de grandes colaboraciones. Serán discos tremendos, con un Cash en el último tramo de su vida demostrando la calidad y el talento que atesoraba, dando lo mejor de sí en temas con el mítico «Hurt», «The Man Who Comes Around», «Delia’s Gone», etc., muchas de ellas versiones acústicas de temas alejados del estilo de Cash. El final de su vida, marcado por la desaparición unos meses antes de June, envolverá en un nuevo halo a Cash.

Pero Hilburn no esconde muchas cosas. De esta forma, salen a relucir muchas de sus contradicciones, sus adicciones, se desmontan algunos de los mitos que rodearon a su vida, por ejemplo esos momentos de superación que esas adicciones en las que luego volvería a caer, así como se muestran sus nos pocos errores en la dirección de su carrera y en su propia vida personal. De esta forma, su primer matrimonio con Vivian Liberto es un tormento para ella, con momentos indescriptibles como cuando le propone matrimonio a Billie Jean Horton tras el fallecimiento en accidente de tráfico de su marido, y grandísimo amigo de Cash, Johnny Horton, con la que tuvo una aventura. No sabemos cómo aguantó Vivian Liberto tanto, la verdad. También la figura de June Carter queda un tanto desdibujada, pierde un poco ese aura mítica que le otorgó la película ya señalada sobre su relación, y se señala que también cayó en las adicciones, así como otros hijos e hijas de Cash, y es calificada de «manirrota», como el propio Cash. Al igual que muchos de nuestros héroes musicales, de Dylan a Young, Cash también se nos presenta en no pocas ocasiones como un ser egoísta, errático e irresponsable, de nota cuando provoca un incendio en un espacio protegido, en parte derivado de sus adicciones. No hay disculpas por parte de Hilburn a estos comportamientos, así como tampoco a su ya señalado hundimiento compositivo y comercial en los setenta y ochenta donde decir que funcionaba con el piloto automático sería demasiado, lo que provocó su salida de Columbia.

Luces y sombras, auge-caída-redención y más auge-caída-redención para una de las figuras capitales de la música norteamericana, que fue capaz de ser el icono del Country, y destacando en el Folk, la música Góspel y el Rock & Roll. Johnny Cash marcó y tuvo una influencia capital en gente como Dylan, Petty, Springsteen y todos los grandes nombres de la música norteamericana. Hilburn lo recoge de forma acertada en un libro apasionante que se lee como una novela.

U2 entregados a la voz de Cash en «The Wanderer»

Apenas dos años después de «Achtung Baby» y continuando con la línea experimental (más si cabe) de este, el cuarteto irlandés publicaba en 1993 un «Zooropa» que, teniendo en cuenta sus últimas cifras de ventas y pese a alcanzar los cinco millones de copias vendidas, resultaría un pequeño freno a su trayectoria comercial y de una menor resonancia mediática tanto por su menor actividad promocional (en general son canciones porco incluidas en sus directos) como por su arriesgada propuesta artística.

Pese a todo se trata de un álbum que ha ganado en reconocimiento con los años, que incluía hits como Stay (Faraway, So Close!), además de otros como Numb y Lemon junto a varias canciones excelentes como Dirty Day o Daddy’s Gonna Pay For Your Crashed Car que profundizaban con acierto en una renovación de su sonido que prolongarían por lo menos hasta la publicación de «Pop» en 1997.

Antes de que Rick Rubin iniciara el relanzamiento de su carrera con la edición de la serie de «American Recordings», cuando su legado era todavía principalmente reconocido en Norteamérica y en el ámbito de la música tradicional, Johnny Cash irrumpió en el escenario del pop con esta gema de country posmoderno, esta sencilla pieza de desarraigo y espiritualidad escrita con tino para él por la banda de Dublín; pieza de folk vestida con arreglos exclusivamente electrónicos en la que fue The Edge el encargado de grabar unos tímidos coros para acompañar la portentosa presencia vocal de Cash y que terminaría por resultar una muestra sorprendente y un exitoso exponente de otra faceta nueva en la trayectoria de ambas partes.