VVAA, «Strum & Thrum: The American Jangle Underground 1983-1987»

Una de las cosas a las que solemos sucumbir es a leer sobre algo, de una artista o banda, e ir inmediatamente a adquirir su disco o una recopilación. Es decir, nos dejamos llevar por la inmediatez y puede pasar con alguien que no solías escuchar, al que no le habías prestado mucha atención, y también con descubrimientos. También nos podéis decir que eso no tiene mucho mérito en la actualidad con Internet y todo lo que conlleva. Basta con entrar en YouTube y listo. Antes, en no pocas ocasiones, dependías del criterio del periodista del que leías un artículo o la reseña de un disco, o también te la jugabas directamente con una canción escuchada. Anda que no tenemos discos que se quedaron en el cajón del olvido…El caso es que no son pocas las recomendaciones que seguimos de referentes como Fernando Navarro, Alfonso Cardenal, Toni Castarnado, Fernando Neira, Esteban Hernández cuando cuelga algunas canciones o escribe en Ruta 66, o de Diego A. Manrique. Este último nos suele dar algunas pistas muy interesantes en sus columnas de los lunes en El País, dentro de poco hablaremos de esas recopilaciones del archivo de Motown que hemos descubierto gracias a él. Hace unos meses, Manrique dedicó la misma al disco que nos ocupa, Strum & Thrum: The American Jangle Underground 1983-1987. El mismo es una recopilación de bandas desconocidas del «Jangle», un estilo que definía como derivado de las «guitarras cristalinas» y juegos de voces de los primeros The Byrds, entre otros. Este estilo, vinculado al circuito underground de Estados Unidos de los ochenta, lo relaciona con los seminales R.E.M. y se encuadraría junto a estilos como el Power Pop con otras derivaciones y unas «fronteras poco definidas». Además, Manrique menciona el interesante libreto del disco para explicar la historia de una corriente que no tuvo muchos mimbres para triunfar, señala además la dispersión geográfica y cómo también estaban vinculados a las college radio, es decir, que sus integrantes eran en muchos casos universitarios. Igualmente, incluye la referencia a las grabaciones en singles de 45 r.p.m. y en pequeñas compañías, lo que pondría en más valor si cabe esta recopilación. La recopilación es una gozada que nos remite a veintiocho desconocidas bandas con un amplio puñado de canciones, muchas de las cuales beben de fuentes conocidas como el ya señalado Power Pop pero también el Post Punk y el Folk, sin olvidar que en el periodo que cubren irían surgiendo otras bandas que influirían al mismo, y al contrario. De hecho, algunas webs incluyen a The Smiths, The Replacements y, obviamente, a los propios R.E.M., entre otras, como bandas que hicieron Jangle Pop. De hecho, como curiosidad, cuando vi la portada de esta recopilación me vino a la cabeza la de R.E.M. de 2006, toca este año hacerla en Los Restos del Concierto, que publicaron de su época en I.R.S. Records y que cubre el mismo periodo prácticamente, 1982-1987 en el caso de R.E.M. Claro que, la imagen que ilustra este artículo es mucho más underground que la de R.E.M., donde aparecen sus cuatro integrantes muy jóvenes en la misma posición prácticamente que la portada de Strum & Thrum. Guitarras y melodías se imponen en un disco muy interesante.

En el primer CD, R.E.M. marcan el tono en el «Trusted Woods» de The Reverbs, un canónico Power Pop. También destaca «Where I Want to Be» de Start que tiene un comienzo muy Post Punk y que luego deriva a un sonido que recuerda a The Smiths. Más naif es «I’m in Heaven» de Cyclones que tiene unas guitarras muy atractivas. Y, de las mejores canciones del disco, «All That Stuff» de The Windbreakers, que retorna de nuevo a R.E.M. e incluso a The Replacements, canción más melódica y melancólica. Primitions se adentran en sonidos más Punk con «All My Friends» aunque sin dejar el Power Pop pero siendo más enérgico el tema. The Love In vuelven a recordarnos a The Smiths con «Late As Usual», con unas guitarras más sinuosas. Vandykes aceleran en «Breakin My Heart», otro Power Pop aunque la producción es mucho más básica. El cierre del primer CD destaca con la vitamínica y muy Pop «I Feel So Sorry Now» de The Outnumbered con unas guitarras con garra y con unos coros destacados. Y, al final, «Is It You» de The Darrows, posiblemente una de las canciones más oscuras con la influencia del Post Punk y ese sonido a lo Joy Division.

El segundo CD comienza con una canción Pop como es «Say Goodbye» de Riff Doctors, canción muy luminosa con voz femenina. En «Pages Turn» de 28th Day hay una mezcla de sonidos, las guitarras son Post Punk pero la voz se va hacia Debbie Harry, con un tono de la canción más cándido. Otro Power Pop canónico es «Purple Parlor» de Downy Mildew, guitarras melódicas de nuevo. «You And Me» de The Strand es un Power Pop divertido y destaca en el segundo CD, y en el conjunto del disco, «Promise» de One Plus Two, con un bajo más oscuro y con más influencias británicas del Post Punk aunque también hay mucho de R.E.M. The Springfields tiran hacia The Beach Boys con «Sunflower», tono más Pop con una producción más destacada. Más acelerada es «The Meeting» de Pop Art, especialmente desde la batería. Y, el final, para otra de las canciones que más nos han convencido es «Essential Things» de A New Personality con el retorno del Post Punk, una canción muy potente.

Como hemos señalado, disco muy interesante y disfrutable. Bandas desconocidas para la gran mayoría, sonidos sobre los que pivota R.E.M., pero también The Smiths, el Post Punk de Joy Division, y también se entiende la vinculación con bandas que comenzaron a triunfar esos años como Pixies.

 

 

Canciones para salvarte la vida y el relato generacional de Carlos Pérez de Ziriza

En uno de los capítulos finales de No olvides las canciones que te salvaron la vida. Una crónica generacional (Efe Eme) del periodista Carlos Pérez de Ziriza, el autor aborda el tema «Ready pa morir» de Yung Beef, uno de los máximos exponentes del Trap nacional, y uno no puede dejar de identificarse con sus reflexiones sobre el crecimiento de este estilo y la extrañeza que nos provoca a la gente que ya hemos entrado en una edad. Y es que Pérez de Ziriza ha construido, como bien dice el subtítulo de su libro, «Una crónica generacional». Obviamente, los dos autores de este Blog no podemos dejar de sentirnos identificados con la mayor parte de su libro ya que compartimos año de nacimiento y buena parte de las referencias que aparecen reflejadas. Nos podrán llamar nostálgicos, «viejunos» y cosas peores relacionadas con el revisionismo actual, incluidas acusaciones de anglofilia y todo lo vinculado con el «indie», aunque Pérez de Ziriza acierta en su desmitificación y en cómo era una tendencia en los noventa que no era para nada mayoritaria, pero esa es otra historia.

No olvides las canciones que te salvaron la vida está muy centrado en nuestras generaciones, aquellas que vivimos los últimos coletazos del Rock ‘N’ Roll en lo más alto. También aquellas que tuvieron en la esperanza de un futuro mejor un horizonte muy definido, aunque luego el castillo se vino abajo. Ahí también acierta Pérez de Ziriza, en esa contextualización desde finales de los ochenta hasta la actualidad, aunque las experiencias vitales puedan ser diferentes, pero es cierto que ciertos valores calaron en nuestras generaciones, sin olvidar esa década de los noventa que será fruto también de análisis y revisionismos en la dirección que se encuentra ahora los ochenta, tiempo al tiempo, y cuya segunda mitad da muchísimo juego.

Pero, volviendo a la música, Pérez de Ziriza insiste en el valor de la música, en la importancia de esa Banda Sonora que nos vamos construyendo y que nos define. No quiero imaginarme la cantidad de canciones que habrá dejado de lado en este proceso de creación de una obra en treinta capítulos, a canción por año, desde 1989 hasta 2018. Y claro, esos treinta años dan para todo: de la adolescencia a la juventud y a la edad adulta, de los estudios al mercado de trabajo, los enamoramientos y los desengaños, el matrimonio y la llegada de los hijos, la situación laboral, las noches de fiesta que parecían eternas, la amistad…en fin, que todo cabe ahí. Yo me iba haciendo mi propia lista de canciones en esos años y me costaba, me costaba, aunque lógicamente todas ellas forman parte de las que te salvaron la vida.

En cuanto a la lista, ya es una cuestión personal y de los gustos de cada uno pero, como decíamos, responde a muchos de los grandes nombres que sonaban a lo largo de estas tres décadas. Comienza con el «Debaser» de Pixies y termina con «¿Quién eres tú?» de La Habitación Roja, y van cayendo R.E.M., Teenage Fanclub, Los Planetas, Chucho, Primal Scream, Franz Ferdinand, Nick Cave & The Bad Seeds, Wilco, Richard Hawley, Arcade Fire, The National, León Benavente, entre otros. Puede sorprender ver el «Saturday Night» de Whigfield, justificado por su omnipresencia en aquel 1994, o la brutal «Crazy in Love» de Beyoncé, una canción tremenda, pero no hay muchas concesiones más fuera de un cierto canon. Me quedo con los capítulos dedicados a esos grupos y artistas que mejor representan una suerte de madurez, creo que aquí también hay un gran acierto del autor, con formaciones como The National, Wilco, La Habitación Roja, Richard Hawley, Arcade Fire o los propios Teenage Fanclub, seguramente uno de los mejores de todo el libro (junto con el de mis queridos Franz Ferdinand). Y es que, es la nostalgia la que nos mira aunque con una gran dignidad.

Muchas canciones que nos salvaron la vida, muchas más que tienen que hacerlo, y uno no puede dejar de poner esa sonrisa que se te queda cuando escuchas aquella canción de los noventa o de la primera década del siglo XXI, más de los noventa, y piensas ¡qué lejos! pero mereció la pena. Y nada mejor que escuchar una y otra vez a los fantásticos Teenage Fanclub, que insisto representan seguramente mejor que nadie el espíritu del libro. Haced la prueba, buscad esas canciones.

 

«Monster» o la reivindicación de un buen disco de REM

Septiembre de 1994 y REM, una de las bandas más grandes del momento, publican su noveno disco de estudio, Monster, un trabajo que había levantado una gran expectación tras Out of Time (1991) y, especialmente, el clásico Automatic for the People (1992). Pero había más, en esos dos años el Grunge había arrasado, Nirvana había roto moldes y Kurt Cobain se había suicidado. Y todo el dos años. Las guitarras habían logrado un nuevo protagonismo pero eso ya lo habían hecho REM en los ochenta, en su primera etapa en I.R.S. Records y en aquellos cinco discos también impresionantes. Luego, derivaron en temas más melódicos, en medios tiempos brillantes y angustiosos, que les llevaron a una popularidad inusitada. Pero volvamos a Monster, y es que Stipe, Buck, Mills y Berry tenían el listón muy alto, altísimo. La banda siguió trabajando con el productor Scott Litt y decidieron meter más guitarras, ¿adaptación a los tiempos o una mirada atrás?, las dos cosas seguramente. Lo cierto es que Monster tuvo una buena acogida pero, con los años, no ha sido precisamente el disco más valorado de los de Athens, siendo incluso catalogado como una obra menor. Vale que no tenía todos los singles del Automatic for the People o que algunas canciones son más oscuras, pero escuchando Monster veinticinco años después, y lo llevo haciendo en estas dos décadas y media, creo que es un trabajo que no ha perdido vigencia y que es reivindicable. Por cierto, que Monster fue número 1 en Estados Unidos y en otros países, vendiendo millones de copias.

Ya era un disco que convencía desde la portada pero si comenzabas con una canción como «What’s the Frequency, Kenneth?» pues te tenían ganado. Es una de las grandes canciones de la banda, un tema donde las guitarras toman el protagonismo, con esa guitarra de Buck omnipresente en toda la canción, aunque también tiene un punto melódico. El segundo corte del disco es la oscura y adictiva «Crush with Eyeliner», con un punto perturbador por la forma de cantar de Stipe y la producción, y con la participación a las guitarras de todo un Thurston Moore (Sonic Youth). En «King of Comedy» se adelantan a otros tiempos, con un sonido más electrónico, aunque luego se derivan hacia ritmos más melódicos. Y en «I Don’t Sleep, I Dream» parecen derivarse hacia los sonidos de su disco anterior, aunque matizado, con un Stipe cantando en falsete en parte del tema, y no será la primera vez en Monster.

«Star 69» es más guitarrera, tiene un punto Punk muy claro y funciona a la perfección, con Berry golpeando con fuerza a la batería. Cambian de tercio con «Strange Currencies», un delicioso medio tiempo que podría haber entrado perfectamente en el Automatic for the People, una canción en la que por momentos Stipe frasea y en el que se acercan a su lado más épico. «Tongue» es una canción diferente, es de las más flojas del disco, con Stipe en modo falsete y con el órgano tomando el protagonismo del tema. Por su parte, «Bang and Blame» es una de las canciones más reconocibles del disco, un medio tiempo muy atractivo que crece en intensidad y en el que las guitarras van cogiendo fuerza a medida que avanza el tema.

El tramo final no carece de interés, al contrario, comenzando con la fascinante «I Took Your Name», uno de mis favoritos de nuevo con las guitarras protagonizando la canción. «Let Me In» es la emotiva dedicatoria de Stipe a Kurt Cobain, escrita tras el suicidio del segundo y su letra viene a ser un Stipe hablando por teléfono con Cobain para evitar esa trágica decisión, por cierto que REM eran una de las bandas favoritas de Cobain. Una canción muy minimalista en la que Mills coge la guitarra aunque queda en el fondo destacando siempre la voz y la emotividad de Stipe. «Circus Envy» es muy cañera de nuevo, más oscura y distorsionada, y el cierre es para una menor «You», un tema más experimental en el que Stipe recupera el falsete.

Como decíamos, REM fueron número 1 y Monster vendió millones de discos, pero las expectativas de su discográfica eran más elevadas. Además, la gira posterior tuvo incidentes graves para la banda, el más grave el aneurisma cerebral que sufrió el batería Bill Berry, recordemos que dejó la banda en 1997. Fue también un punto de inflexión cuesta abajo para los de Georgia porque no alcanzarían esas cifras de ventas nunca más e incluso su siguiente disco, que no toca en estos momentos, New Adventures in Hi-Fi (1996), fue saludado como una vuelta a los tiempos del Automatic for the People, pero esa es otra historia. Es el momento de seguir recordando un Monster que, si bien no es uno de los clásicos de REM, merece un mayor reconocimiento.