Bette Smith, «The Good, the Bad and the Bette»

Bette Smith ha publicado su segundo disco, The Good, the Bad and the Bette (2020), continuación del debut de 2017, Jetlagger, que fue saludado por la crítica especializada con valoraciones muy positivas. Smith se suma al conjunto de cantantes femeninas de garra y fuerza Soul pero con un toque más rockero en muchos momentos, lo cual nos llevaría a encardinarla con toda una Tina Turner, como se ha señalado en algunos artículos. Es imposible no pensar también en la añorada Sharon Jones o en una Yola, aunque con sus matices. Smith se muestra dentro de esas líneas aunque las guitarras eléctricas tienen más poso, sin dejar de tener presencia los vientos. Smith también tira de influencias del Góspel y de los tonos más espirituales aunque quedan en un segundo plano. Su voz es poderosa y la banda está de lujo. Además, hay colaboraciones de relumbrón como la de Patterson Hood de Drive-By Truckers, Luther Dickinson de los North Mississippi Allstars y Jimbo Mathus de los Squirrel Nut Zippers. Un disco que se disfruta y que nos remite, una vez más, a esa cantera inagotable de talento que es el Soul y sus distintas ramificaciones y sinergias con otras músicas.

«Fistful of Dollars» es el comienzo del disco, una canción más Soul pero endurecida por las guitarras que marcan la cadencia, muy disfrutable. «Whistle Stop» es una balada más intensa que va creciendo, muy emocionante. En «I’m a Sinner» se da de nuevo un sonido más rockero con las guitarras de nuevo como protagonistas y con los vientos también destacados. «I Felt It Too» es una de las cimas del disco, una canción muy poderosa con una Smith como un ciclón para un tema que tiene similitudes con «People Have the Power» de Patti Smith. Más contenida se muestra en «Signs and Wonders», un regreso al Soul más suave que luego va creciendo de nuevo.

En la segunda parte comienza con una imbatible «Human», más rockera sin duda y con un punto psicodélico, con los vientos de nuevo como una presencia clave. «Song for a Friend» es más emotiva, recuerda a Mavis Staples dentro de los parámetros de Smith, pero sí que se aprecia un punto en esa dirección. «Pine Belt Blues» es puro Southern Rock que nos remite a unos primigenios The Black Crowes incluso, de nuevo Smith se sale en la interpretación. «Everybody Needs Love» cuenta con la colaboración de Hood, habiendo interpretado la canción con los Drive-By Truckers en directo, otra vez un sonido poderoso pero con una Smith que juega al contraste con la contención. El final es para «Don’t Skip Out On Me», una canción más ecléctica que tiene Rock, influencias Góspel y también unas guitarras más crepusculares, con el contrapunto de un saxofón más jazzístico que le da un toque más expansivo. La mezcla da lugar a una canción más épica y un tanto diferente con respecto al conjunto del disco.

Buen disco de Bette Smith que, como decíamos, se inserta en esa línea que va de Sharon Jones a Yola, pasando por otras muchas artistas. Poderío Soul y Rock para disfrutar.

 

 

Bruce Springsteen, «Letter to You»

Ha regresado Bruce Springsteen en este 2020 con un disco nuevo, de forma sorprendente porque hace poco más de un año publicó el controvertido Western Stars. Y lo ha hecho de la mejor forma para sus seguidores y seguidoras como es hacerlo con la E Street Band para su vigésimo disco titulado Letter to You. Disco urgente, grabado con la banda en directo en estudio y con la producción de Ron Aniello, con el que lleva colaborando desde Wrecking Ball (2012), y del propio Springsteen. El disco está formado por doce canciones que están dentro de lo que es el sonido más canónico de Springsteen y la E Sreet Band, épico e intenso, poderoso, pero con la novedad de que tres de esas canciones («Janey Needs a Shooter», «If I Was the Priest» y «Song for Orphans») fueron escritas para Greetings for Asbury Park, N.J. (1973) y, de hecho, son las mejores del disco. Aquí está el Springsteen más emocionante y que refleja de mejor manera sus valores y capital simbólico, su capacidad de narrar historias. El resto son canciones que tienen fuerza, algunas más conseguidas que otras, y en la que Springsteen y compañía muestran su categoría y experiencia como banda, aunque no te calan tanto como las tres anteriores. Ojo, estamos ante un buen disco, el mejor de Springsteen en mucho tiempo, en un par de décadas en la que el hombre no ha parado, pero no estamos ante un clásico, y no pasa nada. Disfrutar, se disfruta porque ves como Springsteen, junto a Roy Bittan y Charles Giordiano a los teclados; Steven Van Zandt y Nils Lofgren a las guitarras; la sección rítmica de Max Weinberg y Garry Tallent; los coros de Patti Scialfa y Jack Clemmons cumpliendo de sobra el papel de su tío Clarence Clemmons, siguen teniendo ese gancho. Vamos con este Letter to You, un disco trufado de guitarras potentes, de pianos y órganos muy acertados, de una sección rítmica que sigue siendo brutal, con ese saxofón que aparece en el momento justo y con Bruce Springsteen cantando desde sus setenta y un años pero dando lo mejor de sí con unas canciones que escribió cuando tenía menos de veinticinco años. Y es que, la melancolía y la nostalgia, la introspección, es una de las «marcas de la casa».

Comienza de esa forma, con una pausada «One Minute You’re Here», acústico e introspectivo, minimalista, tratando de llevar a la emoción. Pero luego, con «Letter to You» acelera y se sustenta en una E Street Band potente y grandilocuente, Bittan y Giordano están inmensos, aunque hay un poso de melancolía. Insiste en la más primaria «Burnin’ Train» con ese tono de celebración típico y las guitarras de Van Zandt y Lofgren como punto diferencial. Pero es en una inmensa «Janey Needs a Shooter», una de las canciones recuperadas señaladas, cuando se salen, casi siete minutos épicos en un medio tiempo intenso del mejor Springsteen. Tremendo. «Last Man Standing» es «otro día en la oficina», un tema correcto con la épica de la banda y saxofón de Clemmons en primer plano. Sigue el patrón en «The Power of Prayer», correcta pero no destinada a dejar huella.

La segunda parte se inicia con la mejor canción de las nuevas composiciones, «House of the Thousand Guitars», un Springsteen que tira de emoción, juega con el tono de la voz y destacan esos coros celebrativos. Uno de los momentos más bajos es una «Rainmaker» que aparece un tanto sobreproducida y ampulosa. Pero llega el segundo tema de los setenta, brillante «If I Was a Prier», otros casi siete minutos de la mejor hornada de Springsteen, muy espiritual con esa intensidad de las voces y el teclado de Giordano de nuevo destacadísimo. «Ghosts» no aguanta el tirón, es una canción más guitarrera pero también da la sensación de poner un poco el piloto automático. Pero, no pasa nada, ahora es el turno para la tercera de los setenta, «Song for Orphans», más de seis minutos en los que Springsteen y la E Street Band se abonan a otro de sus clásicos, el tono crepuscular en el que Springsteen adopta el rol de cronista en un medio tiempo ascendente. Las guitarras mantienen el ritmo crepuscular en el correcto cierre que es «I’ll See You In My Dreams» que se centra en la épica y la intensidad de turno.

Yo igual es que no soy de pedir mucho ya a estas alturas a gente como Springsteen, lo cual no quiere decir que no crea que puede que sea capaz de ir más allá. Han hecho un disco notable en el momento en el que, seguramente, no se esperaba. Pero, es sintomático también que sus tres mejores canciones sean las de 1973. Eso sí, la potencia de la E Street Band, poca gente la puede aportar. Así que, a disfrutar mientras los debates continúan.

 

Robert Plant, «Digging Deep: Subterranea»

Se ha descolgado el bueno de Robert Plant con un disco doble recopilatorio de lo más apetecible. Plant repasa carrera en solitario con Digging Deep: Subterranea. Es imposible separar, lógicamente, la trayectoria de Plant de Led Zeppelin, sombra que siempre está presente. Ciertamente, Plant comenzó en solitario ya en 1982, dos años después del final del grupo con el fallecimiento de John Bonham. Ese 1982 también vería la luz la recopilación de rarezas de los británicos Coda. A pesar de reuniones puntuales para directos, la negativa de Plant a reunir a la banda para seguir con esa trayectoria, incluso para girar, ha sido una constante, a diferencia de la actitud positiva de Page y John Paul Jones. El proyecto con Page en los noventa que se saldó con el disco en directo semiacústico No Quarter (1994) y con Walking into Clarksdale (1998) quedan como dos paréntesis que no dieron lugar a algo más consolidado. Plant se ha centrado, por lo tanto, en una carrera en solitario que desde el ya mencionado 1982 le ha llevado a once discos, el último publicado en 2017 con el título Carry Fire. La recopilación que nos ocupa nos trae treinta canciones, algunas de ellas inéditas. Plant centró la mayor parte de su carrera hasta 1990, con seis discos, muy imbuidos por la época, producciones excesivas por momentos así como uso de sintetizadores, sonido Rock donde todavía hay una continuidad en parte con Led Zeppelin. Los noventa solo verán Fate of Nations (1993) para centrarse en el trabajo con Page. Y, desde entonces, cinco discos muy espaciados, no llegaría el siguiente hasta Dreamland (2002), casi una década después. Por el camino, el exitoso Raising Sand (2007) con Alison Krauss en el que sorprendieron con un trabajo de raíces Folk y Country producido por T Bone Burnett basado en versiones en el que las voces de Plant y Krauss se empastaban de forma soberbia. Fue el mayor éxito de Plant desde Led Zeppelin. En 2010 formaría Band of Joy para el disco homónimo, que era el nombre de su banda antes de entrar en Led Zeppelin. A continuación, el doble disco de Plant que va intercalando épocas, canciones que tuvieron más repercusión con otras que ha considerado representativas de su legado, así como versiones y algunas novedades.

El primer CD comienza con un tema de 2014, «Rainbow», un Plant muy atmosférico que va creciendo por momentos. Sigue «Hurting Kind» de 1990, una canción que es más rockera y que va a contar con esa producción tan ochentera pero que funciona como un Rock festivo y poderoso. «Shine It All Around» ya es de 2005, aquí nos encontramos con un Plant épico y poderoso, con guitarras potentes en una de las canciones más fantásticas del disco. «Ship of Fools» (1988) es más pausada, aquí prima el Folk y el tono atmosférico de nuevo. «Nothing Takes the Place of You» es una de las novedades, es una versión con un tono intenso y que lleva al Soul de los sesenta. «Darkness Darkness» (2002) es otro Rock épico con un Plant de lujo, emocionante y de final intenso. En cuanto a «Heaven Knows» (1988), es un Rock de esa década con una producción prototípica, abusando incluso de coros, pero siendo una gran canción. «In the Mood», de 1983, está más en la línea de Led Zeppelin y con una producción todavía más intrusiva. «Charlie Patton Highway (Time It Up – Part 1)», es una versión novedad en el disco, un Blues de guitarras impactantes. «New World», de su último disco en 2017, incide en un Rock épico y expansivo y «Like I’ve Never Been Gone» sale de su debut de 1982, de nuevo el sonido vinculado a Led Zeppelin y una intensidad épica que irá reduciendo en posteriores entregas. En 1993 llega «I Believe» que sorprende porque deriva hacia tonos más Pop y resulta otra de las canciones más destacadas de este primer CD. «Dance With You Tonight» (2017) es otra muestra del Rock fantástico de su último disco hasta la fecha, y «Satan Your Kingdom Must Come Down» es un tema tradicional maravillosamente adaptado con Band of Joy con un sonido Folk y un toque espiritual y gospeliano. El cierre de este primer CD es para la minimalista «Great Spirit», Plant y el guitarrista Rainer Placek en modo Blues acústico.

El segundo CD comienza con «Angel Dance» (2010), una canción muy grande de Rock con un punto Folk. En «Takamba» (2005) sigue hacia el Blues, aquí también hay huella de Led Zeppelin, con un Plant cantando con un gran estilo. En «Anniversary» (1990), vuelve la producción de la época, siendo una canción enorme con un Plant épico y aullante. «Wreckless Love» (1983) cuenta con un sonido orientalizante, en la línea en la que ya aparecía en Led Zeppelin. Menos conseguida nos parece «White, Clean and Neat» (1988), que es un Rock lastrado por la producción que utilizó en esa década. «Silver Rider» (2010) recupera el tono de la épica con un Rock profundo y épico mientras que «Fat Lip» (1982) tiene unas guitarras más luminosas con la voz de Plant destacada. «29 Palms» se acerca al Pop de los ochenta con el Rock como protagonista. «Last Time I Saw Her» (1993) recupera las guitarras potentes, siendo una canción como de varias capas lo cual la condiciona. «Embrace Another Fall» (2014) tiene un sonido diferente, hay toques de nuevo más étnicos pero también teclados. «Too Much Alike» es otra versión en un Country muy canónico que comparte con Patty Griffin, que fue su pareja durante años, siendo una de las canciones nuevas en el disco. En «Big Loo» (1982), canción de su debut, mezcla también el sonido Folk con una producción que no acaba de funcionar. «Falling in Love Again» (2010) adopta un sonido muy clasicista de los cincuenta. El final es para dos canciones de 1993 con «Memory Song», épica Rock de nuevo con un Plant en modo imperial, y «Promised Land», un Plant que es todavía más épico y con un sonido todavía más atmosférico.

Digging Deep: Subterranea es una recopilación que se disfruta enormemente, nos permite entrar en la carrera de un Robert Plant que muestra su enorme talento y cómo no la sombra de Led Zeppelin existe pero a él no parece pesarle mucho. Sí, el abuso de ciertos tics en la producción de los ochenta es un hecho, pero también son muy buenas canciones, y los discos de las dos últimas décadas también son muy interesantes.