Sufjan Stevens, ‘Carrie & Lowell’

a2231815864_10Llega la reseña de un disco especial, de un disco que va a estar entre lo mejor del año, o directamente el mejor. Hasta el momento, se encuentra en lo más alto de la crítica, con valoraciones superlativas. Y son merecidas. Como decía el amigo Rafa Sarralde en Facebook, «Tenemos disco para los próximos 30 años». Carrie & Lowell es un trabajo impresionante a cargo de Sufjan Stevens, un disco desnudo, crudo y de gran honestidad, en el que Stevens abre su alma. Mucha gente no conocerá demasiado a Sufjan Stevens, un artista ecléctico que pertenece a eso que llamamos ‘indie’ y que ha tocado palos como el Folk, la Psicodelia o la Electrónica, pero que podríamos encuadrar en los cantautores Folk. Sufjan comenzó a fraguar su prestigio a comienzos de la primera década del siglo XXI, con discos que alcanzaron un gran reconocimiento de la crítica como Seven Swans (2004) o Illionis (2005). Precisamente, con este disco algunos lo conocimos, especialmente cuando señaló que iba a realizar un disco para cada Estado de Estados Unidos, y son cincuenta y uno. Ya había sacado en 2003 Michigan, y ahí se quedó la cosa. Luego fue publicando irregularmente, hasta que llegó The Age of ADZ (2010), muy ecléctico y rupturista. Y poco más, nosotros lo vimos como músico de acompañamiento de sus amigos de The National en el BIME de 2014, donde tocaron parte de su ‘Chicago’. Pero en 2015 nos llega Carrie & Lowell, ilustrado por esa imagen tan poderosa de la portada, la madre de Sufjan (Carrie) y su padrastro (Lowell, que precisamente lleva en la actualidad el propio sello de Stevens).

El disco está dedicado a ambos, y refleja la compleja relación de Stevens con Carrie, que falleció en 2012, que había abandonado a su hijo cuando contaba un año, y que sufría esquizofrenia, depresiones, así como problemas con el alcohol y las dorgas. Sufjan no pasaría mucho tiempo con su madre y muestra todos sus sentimientos al respecto de esa ausencia en este disco acústico, intimista, que estremece y que te lleva continuamente a las letras, unas letras que en ocasiones son crudas, y en otras hace referencia a los tiempos pasados en Oregon, en los veranos con su madre y su padrastro, en el amor que también se desprendía en ellos, sin olvidar otros elementos más metafóricos que incorpora en sus textos. Sufjan trata de ponerse en el lugar de su madre, establece un diálogo con ella a lo largo de todo el disco en busca de paz, pero también hay rabia, reproches y mucha emoción.

Es tan redondo el disco que todas las canciones rayan a una gran altura. Stevens va modulando su voz, en ocasiones introduce el falsete, en otras casi susurra, para enfatizar el mensaje. Poca instrumentación, tampoco necesita más para llegar muy dentro. ‘Death With Dignity’ es un inicio soberbio para alcanzar la mejor canción del disco, y mira que es difícil, que es la soberbia ‘Should Have Known Better’. Y sigue con ‘All Of Me Wants All Of You’, con su puntito épico. Más ambiental es ‘Drown To The Blood’ y llega el turno de ‘Eugene’, una preciosa canción dedicada a Lowell. Y no para con la soberbia ‘Fourth of July’, la brutal ‘The Only Thing’, y la más dinámica ‘Carrie & Lowell’. No descansas con el salto que da en ‘John My Beloved’ y la imprescindible ‘No Shade In The Shadow Of The Cross’, otros dos temas de diez. El final es ‘Blue Bucket Of Gold’, con una de las letras más explícitas del disco, y con esa estrofa concluyente ‘Raise Your Right Hand / Tell Me You Want Me In Your Life / Or Raise Your Red Flag / Just When I Want You In My Life’, con ese lamento que se extiende para cerrar el disco.

Nos ha dejado sin palabras Carrie & Lowell, una obra maestra de Sufjan Stevens, un disco que no puede dejar indiferente. A nosotros nos ha impactado con casi todos sus cortes, pero si tenemos que elegir uno, ‘Should Have Known Better’:

Alabama Shakes, ‘Sound & Color’

alabama-shakes-sound-and-colorHace tres años, en 2012, y por estas fechas, un disco nos volvió locos a Los Restos del Concierto. Su título, Boys & Girls, sus autores una joven y debutante banda llamada Alabama Shakes que procedían de Athems, en el estado que les da nombre. Aquel disco era, sigue siendo, una pasada, con canciones tremendas como ‘Be Mine’ o la apabullante ‘I Found You’. El peso de la formación, que combinaba el Soul y el Rock ‘N’ Roll, recaía en el talento y voz de Brittany Howard. 2012 fue un año regular y Alabama Shakes aparecieron como una exhalación, aportando frescura dentro de esos movimientos revitalistas. Desde entonces, y en todos nuestros artículos de lo que esperamos de cada año, hemos apuntado que tendría que llegar la segunda entrega de Alabama Shakes, pero no había noticias. Esto nos generaba un cierto desconcierto, porque podía querer indicar que Alabama Shakes sólo había sido un hype, que no tenían canciones que ofrecer…Pero llegó el momento y, por fin, avanzado ya 2015, ya está publicado Sound & Color. Sin duda, ha sido uno de los lanzamientos más esperados de la temporada, y hay mucho que analizar y contar. ¿Nos ha decepcionado?, para nada, Sound & Color es un disco que gana con las escuchas, es un disco más maduro, donde se constata que Alabama Shakes han evolucionado, y es un trabajo más diverso, con más matices, y se nota que el haberse tomado su tiempo ha sido una buena elección. Están sus señas de identidad, Howard tiene una voz…, la combinación Soul y Rock ‘N’ Roll, pero hay más cosas.

El inicio es un tema introductorio, ‘Sound & Color’, lento, que despista al comienzo, donde Howard cominza exponiendo su talento. El primer temazo es la apabullante ‘Don’t Wanna Fight’, una canción con un toque de los 7o, destacando las guitarras y el registro vocal de Howard. ‘Dunes’ es un medio tiempo que va creciendo, de nuevo con las guitarras en primer plano, pero menos conseguida. No ocurre lo mismo con la robustez de ‘Future People’, más cañera y guitarrera. Y también destaca la más clásica, más Soul si se quiere, ‘Gimme All Your Love’, una balada escalofriante donde Howard lleva su voz hasta arriba y termina el tema con una parte instrumental de locura. Un contrapunto del disco lo pone la casi desnuda ‘This Feeling’, incluso más cercana al Blues.

‘Guess Who’ es otro gran medio tiempo, un tema de matices, con unos vientos que encajan a la perfección. Y con ‘The Greatest’ llegan a un punto más rockero, casi ‘garage’, un tema potentísimo, también de lo más destacado de disco. El final del disco pierde fuelle, pero está a buen nivel. Más convencional es ‘Shoegaze’, un rock clásico, a la que le sigue ‘Miss You’, un medio tiempo con las guitarras también al frente. Los dos últimos temas son los más diferentes, más experimentales y ambientales, que van ganando con las escuchas: ‘Gemini’, dura más de seis minutos, y ‘Over my Head’.

Alabama Shakes ya han conquistado el número 1 en el Billboard de Estados Unidos, un grandísimo logro para la banda, que ha ganado consistencia en este su segundo disco. Un trabajo que al principio sorprende y luego va entrando, descubriendo matices y paletas. Sí, está claro que el carisma y la voz arrolladora de Brittany Howard se impone sobre sus tres compañeros, más grises, o que sus letras tengan limitaciones, pero es una banda a tener muy en cuenta. Han pasado tres años desde su debut, se han hecho de rogar, pero aquí está su segundo disco, el muy recomendable Sound & Color.

‘Electricidad revisitada’ de Edi Clavo

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Electricidad revisitada, de Edi Clavo, Editorial Milenio

Gabinete Caligari fue uno de los grupos fundamentales del rock español de la segunda mitad de la década de los 80. Soy de aquella generación que nos acercábamos a la música en la adolescencia y primera juventud de esos años y canciones como ‘Camino Soria’, ‘Al calor de un amor en un bar’, ‘Tócala Uli’, ‘Amor de madre’, ‘La sangre de tu tristeza’ y la inefable ‘La culpa fue del cha-cha-cha’ forman parte de la banda sonora de esa etapa vital. Gabinete Caligari, a través fundamentalmente de dos discos (Camino Soria de 1987 y Privado de 1989) era uno de los grupos más populares de aquellos años, superando a gente como El Último de la Fila, Nacha Pop, etc. Gabinete Caligari lo formaban Jaime Urrutia, Ferni Presas y Edi Clavo y habían evolucionado hacia un estilo propio que, en aquellos años, se concretaba en lo que Clavo denominará en su libro ‘Rock Torero’, con una estética que miraba a las raíces. Dicho todo esto, a mí no me volvía loco Gabinete Caligari, no me compré ningún disco, y sí que reconozco que algunas canciones me gustaban, no acababa de verlo. Por eso, cuando mi amigo Esteban Hernández me recomendó este Electricidad Revisitada, lo primero que me salió fue un pequeño gesto de fastidio al acordarme de Jaime Urrutia, pero Esteban insistió en su valor y en que Edi Clavo, batería de la banda, había hecho un gran libro y, desde hace años, tocaba junto con Ferni Presas y otros músicos en una banda de versiones de clásicos del Rock llamada Schoking Beards.

Y Esteban Hernández sabía de lo que hablaba porque Edi Clavo ha escrito un libro maravilloso, un trabajo sobrio que refleja su historia como músico desde la mitad de la década de los 70 hasta la actualidad, contextualizando todo el proceso en una España imposible, desmitificando en parte la ‘Movida’ y tomando una prudente distancia con todo lo ocurrido. Y todo ello desde el punto de vista de alguien que llegó a lo más alto con Gabinete Caligari. Con una gran honestidad, y sin ponerse vendas en los ojos, pero también de forma muy sutil, Clavo nos introduce en todo ese mundo cronológicamente a través de conciertos que le marcaron, tanto en España (los primeros nos muestran como era esa España, y concretamente ese Madrid, ‘mesetario’) como en Estados Unidos o Inglaterra.

Edi Clavo nos cuenta sus titubeantes inicios, con Ella y los Neumáticos y Los Automáticos, hasta llegar a Gabinete Caligari, que ocuparán un espacio importante en el Rock español, alcanzando su cima a finales de los 80, y su incorporación al Star System de la música popular española, peajes incluidos, y asumidos, además de participar en otras aventuras musicales como Malevaje. Clavo tampoco se ahorra en la autocrítica a la hora de identificar qué decisiones, erróneas, les llevaron a caer prácticamente en el olvido en la década de los 90, además de los cambios en las tendencias musicales. Uno de los momentos más impactantes del libro es cuando relata la disolución de la banda y su ruptura de relaciones con Jaime Urrutia, un párrafo impresionante, sobrio y con estilo. Los últimos capítulos nos muestran a un Clavo reflexivo y en paz, asumiendo que su tiempo ha pasado, tomando decisiones interesantes, como por ejemplo el regreso a la Universidad, y analizando desde la distancia lo ocurrido, pero tampoco siendo un ajuste de cuentas, ni mucho menos.

Clavo nos regala unas memorias, un relato mejor dicho, de una trayectoria personal que vivió numerosos cambios de este país, un camino ascendente que se trunca a comienzos de la década de los 90. Un libro más que recomendable, que cuenta con prólogo de Jesús Ordovás, y que agradecemos a Esteban Hernández su recomendación. No se pierdan este Electricidad Revisitada, de lectura obligada.