Los Deltonos, ‘Salud!’

a0450394850_16Pocas bandas nacionales atesoran un prestigio tan elevado como los cántabros Los Deltonos. Liderados por el incombustible Hendrik Röver, Los Deltonos han ido transitando por casi tres décadas de música de raíces norteamericanas, con esas claras influencias del Rhythm and Blues y del Garage de sus orígenes hasta incorporar otros matices como el Blues, el Country, el Honky Tonk, el Folk, etc., algunos de ellos más presentes en la obra en solitario de Hendrik Röver. Pero, en definitiva, sonidos de Rock & Roll que te enganchan y ya no te dejan. Con su independencia conquistada hace muchos años, y grabado de nuevo en los estudios GuitarTown de Röver en Muriedas (Cantabria), Los Deltonos demuestran una vez más seguir su camino y entregar discos tan redondos como este Salud!, publicado en el tramo final de 2015. Y Los Deltonos, cuyo último trabajo era de 2012 con Saluda al Campeón, nos muestran un disco robusto y contundente, con guitarras punzantes y poco espacio para la melancolía o las sutilezas, además de algunas letras fantásticas, parte de ellas basadas en una cotidianidad desprovista de toda épica.

Ya el comienzo no te deja lugar a dudas, con esas raíces Blues que aparecen en las guitarras de ‘Merecido’, ascendiendo la apusta más hacia el Rock con la fantástica ‘Miedo’, uno de mis temas favoritos, con un gran ritmo y con el giro más guitarrero. ‘Segunda vez’ también es una potente canción, donde destaca la sección rítmica y las guitarras punzantes, además de una letra que es de las más interesantes de todo el disco. En ‘Perdedor’ se tira más de una cierta melancolía, un tema más pausado que da paso a uno de los platos fuertes como es ‘Salud!’, canción muy rockera y reivindicativa y con versos tan estimulantes como ‘Cuando el rock tenía un rol’. El torbellino anterior deja en un segundo plano la elegante ‘Ese otro café’, que gana con las escuchas gracias a la sección de viento y al Hammond.

‘Taquicardia’ nos lleva de nuevo hacia derivas más Blues y ‘Milagritos’ se convierte en otra de las cimas del disco, de nuevo con presencia de vientos y Hammond, y con Röver prácticamente fraseando en algunos momentos. No abandonan el nivel y la fuerza con la potente y rockera ‘Incendios’, que gana muchos puntos con las escuchas. El final del disco es para la menor ‘Tripas’, la fantástica ‘Propósitos’ que nos devuelve la fiereza anterior, y ‘Piérdete’, que promete bastante en su inicio para diluirse al final.

Gran noticia el nuevo disco de Los Deltonos, una banda que se merece más reconocimiento del que tiene por su calidad y fuerza, y por su honestidad e independencia. Nosotros seguimos disfrutando de este apasionante Salud!, con esas guitarras que no dejen de sonar.

David Bowie, ‘Blackstar’

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Se hace difícil escribir sobre Bowie después de la lógica avalancha de reacciones provocada por su fallecimiento, y más aún hacerlo sobre un disco cuyas posibles interpretaciones se han disparado a raíz de un suceso tan inesperado. Nada puedo añadir sobre el enorme valor y la trascendencia de su obra en la música popular moderna que no haya sido dicho o escrito en estos días y que a muchos, entre los que me incluyo, nos ha servido de redescubrimiento a la vez que obligado repaso de una carrera única por sus extraordinarios atrevimiento, coherencia y calidad.

Es imposible abstraer la gestación de ‘Blackstar’ de las circunstancias que la acompañaron dado que ahora sabemos que dieciocho meses antes de su publicación le había sido diagnosticado un cáncer de hígado, algo que confiere a su contenido un valor que no tendría en otras circunstancias. De la misma manera escuchar y descubrir ‘Blackstar’ en estos días conlleva una inevitable carga trascendente que el tiempo irá poniendo en su lugar.

Ya en 2013 con ‘The next day’, en su regreso tras diez años de silencio, Bowie había demostrado conservar un excelente estado de forma creativo, y en este trabajo recién presentado lo mantiene añadiendo un toque experimental en alguna de sus canciones a la vez que un aire jazz en sus interpretaciones, conferido por los músicos reclutados en la escena neoyorquina, y apoyado en la sabia mano de su estrecho colaborador Tony Visconti. El resultado es un trabajo oscuro, compacto en su contenido, ambicioso y complejo que supone un importante cambio de dirección con respecto al anterior y en el que no encontraremos ningún nuevo himno atemporal pero que muestra un ejemplo más del inquieto talento de Bowie y de su extraordinaria habilidad para la sorpresa y la reinvención.

El disco lo abre a modo de oración Blackstar, la canción más oscura, que mezcla electrónica, percusión y ligeros toques orientales en sus tres partes claramente divididas, siendo la central la más ligera. Aumenta la influencia del jazz en Tis A Pity She Was A Whore, casi una jam en su sección de vientos, en la que destacan la contundencia de la percusión y la magnífica capacidad vocal de Bowie. Lazarus conlleva una enorme carga emotiva por su tono casi confesional, preciosa en su pausa y potente en su base rítmica, al igual que en la más jazzística y narrativa Sue (Or In  A Season Of Crime), protagonizada también por el ritmo y en menor medida por la electrónica y llena de energía en su parte final. En Girl Loves Me reconocemos un Bowie más clásico sin abandonar el experimental tono general del disco, al igual que en la dramática belleza de Dollar Days, sustentada con delicadeza en el piano, el saxo y la guitarra y que, junto a I Can’t Give Everything Away, completan un hermoso cierre lleno de paz en el que se hace complicado evitar un cierto sentimiento de tristeza.

Todo un ejercicio de sabiduría al alcance de muy pocos el que nos entrega Bowie a modo de despedida, una obra mayor, libre y valiente, que en su mayor parte abandona los cánones del pop y el rock para dejarse llevar por el instinto y avanzar por exigentes y generosos terrenos que solo pueden transitar los genios como él.

Hollis Brown, ‘3 Shots’

descargaOjo a esta banda de Queens (New York) que nos recomendó el amigo Esteban Hernández y que toman su nombre de la mítica canción de Bob Dylan ‘The Balad of Hollis Brown’ (1964). Hollis Brown hacen Rock americano de raíces, se insertan en el ‘Americana’ y por momentos nos recuerdan a The Jayhawks y derivados, aunque parecen también ir más allá, por ejemplo su entrega anterior fue Hollis Brown Gets Loaded (2014), en el que reinterpretaban totalmente el mítico Loaded de The Velvet Underground. Pero en el 3 Shots que nos ocupa regresan a esos sonidos más norteamericanos, con una mezcla de acústicas y eléctricas y un uso de las armonías vocales en determinados momentos, sin olvidar esa sensacion tan cinematográfica que tiene en no pocas ocasiones este tipo de música. Encabezados en las tareas compositivas por su vocalista y guitarrista Mike Montali y por su guitarrista principal Jonathan Bonilla, Hollis Brown no van a descubrir tampoco nada nuevo, pero hay calidad en buena parte de sus temas.

Ya el inicio, ‘Cathedral’, es un medio tiempo que va creciendo por momentos y que mezclaba las vertientes acústica y eléctrica. A continuación llegan dos de las grandes canciones de este disco. Primero, la maravillosa ‘3 Shots’ que da título a todo el trabajo, un tema que tiene un punto melancólico y que es muy cinematográfica con ese punto eléctrico y ese estribillo. La fiesta sigue con ‘John Wayne’, que se inicia de forma pausada y cercana al Country para luego adquirir una fuerza brutal con la guitarra de Bonilla que se extiende por encima de los siete minutos. Más rockera resulta ‘Rain Dance’ que parte de un tema del ya fallecido Bo Diddley y que también convence. Por su parte, en ‘Sandy’ introducen el saxofón y nos remite claramente a Springsteen, en otra canción que también se basa en los esquemas más clásicos del Rock americano. Y por la misma senda siguen, aunque con un punto más Pop, en ‘Sweet Tooth’, tema de los más accesibles del disco.

La segunda parte se resiente en su calidad, comenzando con la sosa balada que es ‘Death of an Actress’ y siguiendo con la más Country ‘Highway 1’, donde colabora Nikki Lane, siendo un tema que gana con las escuchas pero que se queda atrás. No ocurre lo mismo, y se inserta en calidad con la primera parte del disco, con el evocador medio tiempo ‘Wait for me Virginia’, que también se inicia acústico y crece en intensidad al incorporar la guitarra de Bonilla. En ‘Mi Amor’ caen unos versos en castellano, siendo un tema bonito pero que tampoco aporta mucho y parecen irse hacia los clichés más manidos. Pero el cierre es otra cosa, ‘The Ballad of Mr. Rose’, donde se acercan de nuevo a los The Jayhawks más clásicos, muy melódicos.

Disco este 3 Shots que no estamos dejando de escuchar en estas semanas, otro trabajo de 2015 que se nos ha ido a este inicio de 2016, y una nueva banda a incorporar a la lista a seguir. Con algún altibajo, este 3 Shots convence, y esperemos que Montali y Bonilla y los suyos sigan por este camino.