Neil Young, ‘Hitchhicker’

El cajón del bueno de Neil Young guarda muchas cosas. Si has leído sus libros de memorias, con todo lo que conlleva, o alguna de sus biografías, sabrás que Young ha grabado muchas cosas que no ha publicado. Tipo movido por impulsos, no descartemos que vayan apareciendo más ‘discos perdidos’, hay indicios de que hay más por ahí. Ahora, menos de un año después de Peace Trail, ha rescatado el material de Hitchhicker que grabó en un día en 1976 junto a su productor más fiel, y el que más le aguantó, David Briggs. Realmente, en Hitchhicker no hay muchas novedades, tres temas porque los otros siete los fue colocando en discos posteriores. Pero lo que queda es el valor del conjunto, un trabajo acústico y desnudo, la voz de Young sonando como nunca, intimista y poderoso a la par. Recordemos que en 1976 Young llegaba de publicar dos grandes discos en 1975, Tonight’s the Night Zuma. En 1976 llegaría el turno de Long May You Run con su amigo Stephen Stills, y 1977 llegaría American Stars ‘n Bars.

‘Pocahontas’ abre el disco, que luego rescataría para el clásico Rust Never Sleeps (1979) junto a Crazy Horse, un tema de fuerza con el eco acústico. ‘Powderfinger’ también acabaría en el mismo disco, una canción que aparece desnuda, muy del Folk norteamericano. ‘Captain Kennedy’ es una canción tremenda, siguiendo la misma línea que la anterior, también muy desnuda, y que formaría parte de Hawks & Doves (1980), uno de los trabajos más en la línea Country de Young. ‘Hawaii’ es una de las dos novedades, una canción que no desmerece a las anteriores sino todo lo contrario, transmitiendo naturalidad e intimismo. ‘Give Me Strength’ es la otra canción inédita, comienza con más fuerza pero luego da un giro más melódico, tomando el protagonismo la armónica.

A ‘Ride my Llama’ también la incluyó en Rust Never Sleeps, manteniendo el tono acústico e intimista pero aquí más acentuado ganando por ello. ‘Hitchhicker’ acabaría electrificada en Le Noise (2010), aquel trabajo que produjo Daniel Lanois en el que Young sólo se acompañaba por la guitarra eléctrica, y es una de las grandes canciones de este disco al acelerar el paso. ‘Campaigner’ fue a parar a su recopilatorio de 1977 Decade, y en el mismo se puede decir que Young prácticamente frasea. ‘Human Highway’ fue a parar al maravilloso Comes a Time (1978), otro de sus trabajos más clásicos, y destaca igualmente en esta recuperación de 2017 con esa armónica del comienzo, esa melodía y la belleza de su desnudez. El cierre es para el tema menos destacado, Young se sienta al piano para interpretar ‘The Old Country Waltz’, que sólo un año después acabaría en American Stars ‘n Bars, siendo una canción que te deja un cierto regusto triste.

Young puede ir sacando del archivo más maravillas como la que nos ha ofrecido en este 2017 con Hitchhicker, aunque seguramente pronto nos sorprenderá con otro disco, el caso es no parar.

The National, ‘Sleep Well Beast’

Ajenos al estatus alcanzado con sus últmos discos y obedeciendo con insistencia el dictado de una misma fórmula de innumerables posibilidades, The National mantienen la excelencia basada sobre todo en la altísima categoría como músicos de todos sus miembros. Fieles a un sonido y una personalidad que de inicio podía despertar reticencias, el tiempo y su propia evolución les han dado la razón hasta proporcionarles, sin apenas concesiones, un éxito por el que pocos apostaban en su debut hace dieciocho años. El indudable y enorme talento de los hermanos Dessner, los Devendorf y el vocalista Matt Berninger se terminó por imponer a la lógica del mercado discográfico y, tras cuatro años de silencio como banda en los que todos sus componentes se han oxigenado en diferentes proyectos, han regresado a lo grande con un disco que no flaquea en ningún momento y que, si de inicio puede parecer algo lineal (como por otra parte suele ocurrir con todos sus trabajos), con el tiempo va distinguiéndose a base de emoción y detalles.

El inicio es íntimo, el piano profundo de Nobody Else Will Be There y la voz de Berninger nos introducen en el disco con comedimiento antes de la presentación de las guitarras y el asalto de la percusión en la enérgica Day I Die. Más electrónica e innovadora de inicio, Walk It Back incluye un mayor contenido político y, más ágil, The System Only Dreams in Total Darkness destaca por sus guitarras y por un tremendo solo eléctrico intercalado. De nuevo un piano intenso protagoniza el excéntrico amor de Born To Beg antes de que Berninger se desate en el fogonazo de Turtleneck.

Empire Line transmite una intensa calma hasta el despegue sobre la percusión en su parte final y I’ll Destroy You también va creciendo en emoción y contundencia sobre la base electrónica y rítmica, al igual que las notas emotivas y desoladas de la preciosa Guilty Party. Una dulce línea de piano nos acerca despacio hacia la intensa última parte de Carin At The Liquor House y la cálida y bella Dark Side of the Gym también contiene fina ironía. Cimentada en una suave rítmica, la fría y mecánica Sleep Well Beast echa el cierre a otro gran disco del quinteto de Ohio.

Su fórmula, extrañamente invariable y resistente al desgaste, no ha perdido un ápice de fiabilidad ni de transmisión a través de los años, aunque haya ido atemperando la épica y estilizando las emociones. Lo cierto es que The National aciertan con una entrega llena de elegancia y madurez que funciona como un bloque consistente, fluido y sin apenas desperdicio, una vez más.

‘La Frontera. Canciones de amor viajando en el tiempo’ de José Miguel Carbonell

Cuando uno echa la vista atrás, recuerda algunas canciones de su adolescencia que se convirtieron en Hits y que sonaban a todas horas. Una de ellas era ‘El límite’ de La Frontera. Aquella banda saltó a la popularidad gracias a esta canción y al disco Rosa de los vientos (1989), aunque para entonces ya tenían un número importante de seguidores, habiendo ganado el Villa de Madrid con ‘Duelo al sol’. Y es que Rosa de los vientos ya era su cuarto trabajo, donde incluirían también otro de sus temas más populares, ‘Juan Antonio Cortés’. Lo que me llamaba la atención de La Frontera era su sonido, muy del Rock norteamericano con sus influencias Country y Western, y su imagen e iconografía, especialmente por la poderosa presencia del propio Javier Andreu y de Toni Marmota. A La Frontera les pasó como a otras bandas, tuvieron su momento de popularidad y, a medida que los noventa fueron avanzando, quedaron relegados de las listas aunque han seguido publicando y girando sin parar, incluso en 2000 hicieron la canción de la selección española de fútbol para la Eurocopa de ese año, ‘No vuelvas sin ella’. Sin embargo, mucha gente pensará que La Frontera dejaron de existir, se quedaron incluso en ‘El límite’, cuando han estado en estas tierras hace bien poco.

Pues bien, José Miguel Carbonell, ‘Jimmy Oklahoma’, filólogo, músico (en la actualidad en Eli y los Revivalites) y crítico musical, ha regresado con el libro La Frontera. Canciones de amor viajando en el tiempo, que fue presentado en primicia en la tercera edición del Curso de Verano ‘Identidad y Música’ de la Universidad de La Rioja. Carbonell se lanza a un trabajo por un lado hercúleo y, por otro, de cirujano, al diseccionar el amplísimo cancionero de La Frontera desde el punto de vista filológico y literario. Es sin duda un trabajo obligatorio para los fans de la banda pero también abre una interesante vía en el análisis del significado de las canciones de unos artistas y en la forma de conectar toda una discografía a través de las temáticas más recurrentes y el contexto en el que se produjeron. Carbonell añade elementos autobiográficos, necesarios al comienzo para entender todo el proceso, pero no se detiene mucho en la historia del grupo, hecho también comprensible porque sería incluso quedarse en la superficie en relación al objetivo de su trabajo. Con el peso compositivo cayendo fundamentalmente en el lado de Javier Andreu, del que también tiene en consideración su único disco en solitario, Carbonell hace una selección exhaustiva donde destacan como temas el paso del tiempo y el amor, sin olvidar otros elementos que pueden estar más vinculados a la imagen de la banda, como por ejemplo la temática vaquera, la bebida y el juego o las canciones de personajes y lugares.

Un libro muy recomendable que profundiza en aspectos que, en no pocas ocasiones, dejamos de lado. Una obra exhaustiva y completa que te permite comprender a una banda como La Frontera, así como la historia de las canciones. Y que también nos lleva a nuestra adolescencia y juventud, cuando cantábamos ‘El límite’, ‘Judas el miserable’, ‘Pobre tahúr’ o ‘Juan Antonio Cortés’, entre otras.