La elegancia Pop de The Divine Comedy en la década de los noventa

Nos pasa con muchos artistas y bandas, lo decimos siempre, gente que nos dejamos de seguir por falta de tiempo, por las modas, etc. Es el caso de The Divine Comedy, el grupo norirlandés de Neil Hannon. Tras más de cuatro décadas de carrera, nos fijamos en Hannon y su banda pues también de casualidad. El caso es que The Divine Comedy atesoran doce discos de estudio y se convirtieron en representantes fidelignos del «Pop Barroco», con esos arreglos orquestales y melódicos que les vinculaban a Burt Bacharach, al que le dedicaremos algo en 2021, o The Beach Boys. The Divine Comedy seguramente nunca encajaron en ninguna de las modas, así que estaban ahí, como en un segundo plano. Pero, ahí está nuestro error, no fijarnos en una banda que tiene unas canciones y un sonido…ufff…Estos meses han reeditado en una caja impactante su discografía, Venus, Cupid, Folly & Time, doce discos cuidadísimos con extras. Un regalo que uno no descarta que pueda caer. Pero, como recopilación, The Divine Comedy cuenta con la que sacaron en 1999, que vamos a analizar, y que lleva por título A Secret History…The Best of the Divine Comedy, que comprende sus seis primeros discos, el de 1998 titulado Fin de Siècle y el de 2001, Regeneration, imagino que algo querrán decir. El caso es que hace unas semanas me zambullí en esta maravillosa recopilación que me tiene fascinado. Vaya canciones, vaya arreglos, vaya vientos, vaya cuerdas y cómo canta Hannon, que es un compositor tremendo. ¿Dónde estábamos para no ver la maravilla y la elegancia de The Divine Comedy?

El carrusel comienza con el Pop maravilloso y de los sesenta que es «National Express», una canción animadísima que nos remite a Bacharach. En «Something for the Weekend» no deja ese sonido pero aquí es más excelsa, esos vientos tan grandiosos y un tono clasicista. «Everybody Knows (Except You)» incide en un tono melancólico y en unas texturas elegantísimas, como casi todo el disco. La melancolía se mantiene en «Generation Sex», que se basa en una épica orquestal con los vientos y las cuerdas. «Becoming More Like Alfie» se mantiene en el elevado tono de las canciones, otro tema «marca de la casa» que te sigue llevando en volandas. En «The Summerhouse» introduce algunos matices, es un medio tiempo más dramático y el piano tiene más protagonismo, aunque las cuerdas y vientos siguen presentes.

«Your Daddy’s Car» retorna al comienzo del disco, con toda la suntuosidad y la pompa, para ser una canción más teatral. En cuanto a «The Pop Singer’s Fear of the Pollen Count» es más melódica aunque menos excesiva, el tono es más acompasado y destacan de nuevo los vientos. Preciosa es «The Frog Princess», un tema Pop que incide en la melodía y que se basa en una gran producción y en unos vientos que retornan a la épica. «Gin Soaked Boy» comienza con una guitarra acústica que le otorga un toque más festivo, y luego va ascendiendo más. En «Lucy» se observa una evolución, cambia el tono de la batería, es un Pop más noventero que también funciona de maravilla. «Songs of Love» es un tema más introspectivo, tono más acústico y Folk, una de las veces que se sale Hannon de su canon.

El tercio final del disco recupera el barroquismo con «In Pursuit of Happiness», con el piano como elemento clave. Luego llega «I’ve Been to a Marvellous Party» en la que cambia de registro hacia la electrónica propia de la época, quedándole muy bien. «The Certainty of Chance» es una vuelta al Pop orquestal con la voz de Hannon de lujo y esas cuerdas de nuevo en primer plano. «Too Young to Die» cuenta con mayor presencia de las guitarras eléctricas, un tono épico y excesivo. El cierre del disco, para una de las canciones que más nos han gustado del recopilatorio, «Tonight We Fly», cuerdas impecables, canción ascendente y tremenda elegancia.

Como decíamos, esta recopilación comprende la mitad de la discografía de The Divine Comedy, sus discos de 1990 a 1998. Nos falta la otra mitad, los que ha publicado en las dos décadas siguientes. Todo será cuestión de profundizar en ellos, tiempo al tiempo, pero nos ha encantado este descubrimiento muy tardío. Nunca es tarde…

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